Partida Rol por web

Era magnífico trabajar en equipo. La última vez no pudo disfrutarlo, pero lo cierto es que luchar en compañia la levantaba el ánimo.

Pues según veo, te está controlando, alfeñique.
Sonrió para incordiarle más. Ese yoma estaba siendo bastante molesto, y Andrea pensaba que estaban malgastando demasiados esfuerzos en él, pero no quedaba otra más que seguir esforzándose para acabar deprisa.
Tras el último golpe, su pellejo se le antojaba demasiado duro para tomarse el lujo de decidir dónde atacar, de manera que volvió a golpear al bulto, tratando de hacerle alguna herida en alguna parte, y si era posible, acorralarlo contra alguna esquina, donde pudieran acabar con él aún más rápido.

  La garra venía hacia a mi, no muy certera, en aquel momento traté de hacer de aquel Yoma, una simple marioneta. No tenía aprecio por nada, estaba hundida, y le hundiría conmigo como el títere de mi voluntad. La suya era fuerte, y el estado ánimico no ayudaba a controlar sus deseos, sin embargo intentó que la garra se desviase lo suficiente como para que simplemente le pasase rozando. Tuviese éxito o no, Catalina no se quedaría inmovil, tenía un objetivo, y había sido creada para cumplirlo.

  La lectura de su yoki se volvía más caótica, frenaba, se volvía a deslizar, rápido, era un Yoma grande, fuerte, resistente, acunado en un clima hostil, a saber por que motivo, colaborando con otro. Preguntas...muchas preguntas que no se dignaría a responder en aquel momento. Alzó la espada contra su cabeza, y la hizo descender, rápida pero no así tan precisa, quizás en aquel estado, en aquel momento, no estuviese usando su astucia ni su inteligencia para nada. ¿Qué la separaba de un simple Yoma? ¿Qué la deparaba su vida sino un triste final a manos de un Yoma más fuerte? No era para nada poetico, simplemente...era patética.

Quizá guiado por la cólera el yomase volvió mas habil a la hora de esquivar ambos claymore, dando un potente salto hacia atras apra esquivar ambos ataques y luego uno potente hacia delante para atacar esta vez a la numero 30 ¿quizá sus provocaciones habían surtido efecto?

La garras del yoma habían vuelto a herir a Catalina, su tremenda fuerza de voluntad se había impuesto incluso al poder de manejar su yoki, cuando un yoma u otro ser poseedor de yoki se deja llevar por sentimientos tan primitivos y dominantes como la rabia o la ira, el nivel en el que Catalina es capaz de influir en su yoki no es suficiente para doblegarlo a voluntad, los ataques asi realizados serían imparables para la habilidad de Catalina.

- Andrea. No te rindas.

  Dijo elevando la voz, con una rabia en el rostro inusual, apretaba la mandibula sin mostrar los dientes, aferraba su claymore, sabiendo que no podía luchar contra la voluntad de aquel Yoma en su condición, que era demasiado débil para él. Siempre. Siempre era demasiado débil.

 Trató de ayudar a Andrea con el ataque del Yoma desplazando ligeramente el golpe, tratando de que las garras no alcanzasen ningún punto vital en el cuerpo de la número treinta, pero se resistía, se resistía infinitamente a ella.

¡Ni de broma! ¡Esto se ha acabado!

A Andrea le pareció que las palabras de Catalina eran como aire directo a sus pulmones. Si no salian de ahí pronto, iban a tener problemas.
Volvió a acudir a su Yoki, con toda la tensión del combate recorriendo su cuerpo, que empezaba a hincharse, a rasgarse ropa -ya rasgada, la pobre- y a aumentar sus sentidos. El combate era frenético, pero algo no iba bien, algo iba de hecho mal. Estaba descargando con ira su claymore cuando ese pequeño diablo soltó una de sus cadenas
 

-Mátalo! Sí! Sangre!
Qué....?

Lo cierto es que se asustó un poco... nunca había tenido tantos problemas como ahra, no sabia si iba a poder terminar el golpe, y si iba a controlar al monstruo de su interior. Pero desde luego no iba a unirse al enemigo si podia evitarlo.

Catalina ataca sin ánimo al brazo del Yoma, sin pasar por alto la condición de su compañera, sabe que puede controlarse, esa era su mayor capacidad, leía su yoki, lo sentía y sabía que podía hacerlo, es más, debía hacerlo sola, debía hacerse fuerte. Catalina...también debía hacerse fuerte. Aunque quizás no llegase ese momento y pereciese en estas montañas. En el mismo lugar donde habían perecido otras de menor rango, como la número once.

 Ataques a la desesperada, o ataques sin aquello que diferenciaba a las claymore de los Yoma. Catalina se sumía en la oscuridad, fallo tras fallo. Había cometido el error de pensar que se había hecho más fuerte con sus nuevas capacidades...se equivocaba.

Andrea pagó muy cara su ambición, el poder al que había recurrido se escapa de su control como la arena se escurre entre los dedos, en primer lugar su cuerpo comienza a combulsionar, haciendo que caiga de rodillas al suelo, todos sus musculos se hinchan y su rostro se deforma de manera grotesca, se oyen crujidos de sus huesos cambiando su forma y la carne transformandose y rasgandose.

Cuando quiere darse cuenta su cuerpo pide mas y mas poder liberando su yoki a niveles que desconoce, la pequeña istancia se ilumina con una cegadora luz azulada y la onda expansiva hace que Catalina y el yoma salgan despedidos contra la pared, ninguno puede moverse durante unos segundos, sin embargo, muchas de las habilidades de Catalina no requieren movimiento.

El cuerpo de Andrea esta completamente bloqueado mientras absorbe mas y mas poder, solo resta su mente, la cual tambien comienza a venirse abajo.

El yoma yacía acongojado contra al apred, sin embargo, es muy probable que aquella situación se tornara a su favor muy pronto.

   Los ojos de Catalina se abrieron desmesuradamente, cuando comenzó a levitar ante el poder que desprendía Andrea, la mirada se tornó hacia ella, atónita. Nunca había contemplado una cosa así, ni en sus viajes con Galatea, y lo más parecido a aquel sentimiento, a aquella sensación de verse rodeada por poderoso yoki fue cuando leyó el que habitaba bajo la ciudad de Gohan, pero aquel no era un yoki tan agresivo, este estaba completamente libre, caótico, descontrolado, me golpeó con su fuerza como un vendabal en la ventisca.

  No podía moverme, sin embargo, no parpadeé. Algo extraño pasaba, no conocía los límites de tal forma, no a esos niveles. No había tiempo para averiguar cual sería el siguiente paso. Andrea se había convertido en una aberración, su rostro se habá deformado, su ropa se estaba consumiendo por el poder, temblaban sus músculos y su voluntad mermaba...

  Primero pongo en paz mi Yoki, manteniendolo calmado, despreocupado, con la paz que sólo una persona en el mundo puede darme. Veo su rostro en mi mente, y desaparece...Andrea también desaparecería si aquello iba mal. No hay posibilidades para fallar. Sin un solo parpadeo me concentro ahora en su yoki, caótico, atroz, violento, voraz y tiro de él, para domarlo. Andrea...sé que tu puedes hacerlo....esa...es tu especialidad...

 Entonces, contra todo pronóstico, dentro de mi depresiva existencia, sonreí con sinceridad.

Poder... poder... poder... su maldito demonio trataba de vencer la guerra que duraba ya diez años. Un ataque por sorpresa, directo al alma.

Sentía como fluía, como corría por todo su cuerpo. Sentía como su cuerpo se deformaba horrorosamente, agrandándose,  su visión cambiaba a la que debía ser la de un yoma, y su mente se enturbiaba con gritos, sensaciones violentas y cualquier sentimiento o sensación que pudiera desconcentrarla. Por primera vez en su carrera, en su guerra, era ella la que perdía, pero ella solo podría perder una batalla.

No podía pensar en lo que había a su alrededor. Gruñía y sacudía el cuello, tratando de mantener la consciencia

Mal... maldita sea... voy a... Despertar... no... no... eso si que no...! Que alguien me mate....! Rápido...!
Notaba que el esfuerzo comenzaba a ser en balde, que el demonio arrollaba su alma, con un ánimo de venganza acumulado durante años... la venganza se sirve fría, dicen...

Trataba de controlar el Yoki, comenzando por su mente, pero en realidad, su consciencia lo que hacía era aguantar y esperar el final, como una compañía de valientes guerreros y camaradas que no dejarán de luchar contra las hordas que se les venian encima, hasta exhalar el último aliento.

Es... el fin...

Como unos inesperados refuerzos, como una luz de calma en la turbia marea negra que pretendía arrollar el último baluarte de su consciencia, llegó otro Yoki a su mente. Podía identificarlo, y era una amiga. Estaba en su cabeza para ayudar.

De repente, los abatidos y estoicos soldados podían plantar cara. No era momento de defender, pese a todo, si no de devolver al yoma a su inmundo agujero donde ha estado diez años. Andrea abrió los ojos, sintiendo unas palabras de ánimo en su mente, unas palabras cálidas. Miró a Catalina. Aún no sabía si pedirle ayuda o muerte, pero... para su desconcierto y felicidad, la descubrió sonriendo.

No era momento de pensar demasiado, pero ahora se sentía acompañada y apoyada en su mente y en su ser. Aunque Catalina a buen seguro moriría si Despertaba, no solo lo hacía por ella. Sus ánimos eran genuinos.

Enardecidos, sus guerreros cargaron contra el yoma, podía sentir como controlaban al enemigo, como toda su voluntad se jugaba su ser y su alma a una sola carta, en una sola batalla.

Yo... tengo amigas... tú... no tienes a nadie... a nadie...
Andrea cerró de nuevo los ojos y cerró y apretó sus monstruosos colmillos devoradores de intestinos. Con voz ronca y monstruosa, gritó su más firme grito de guerra al Yoma que pretendía vencerla desde dentro.

¡¡¡Vuelve a tu agujero...!!!! Mi... alma... es mía... ¡¡¡¡¡¡MI ALMA ES... HUMANAAAAAA!!!!!!!!

Arrollando a la oscuridad que hacía un instante ocupaba su ser, las voluntades vencieron al monstruo, mientras el cuerpo desnudo recobraba su tamaño, y la tensión dejaba paso al agotamiento...
La batalla más feroz había terminado, y su mente era un yermo azotado por el viento... no había nada... la luz se apagaba... los ojos se cerraban.... y los brazos y las piernas fallaban...

Andrea cayó de lado, inconsciente y con una expresión de esfuerzo y nervios en su rostro...

El remolino de yoki cesó y la istancia se volvió oscura de nuevo, Andrea había caido inconsciente, pero había conseguido doblegar al yoma de su interior, probablemente Andrea había vuelto a nacer en aquella cueva.

Sin embargo, Catalina no se encuentra en la tranquilidad del sueño de Andrea, tanto ella como el yoma pueden moverse libremente, y la batalla no ha terminado.

-Mierda, no ha despertado, bueno, me encargaré de ella luego.

Sin mas palabra se lanzó de nuevo contra Catalina.

  Catalina esquivó a duras penas el ataque, estando su atención puesta en Andrea, ahora yacía en el suelo, y ella necesitaba enfrentar y ganar a aquel Yoma. Salir de allí, ya era otro problema, uno que no enfrentaría inmediatamente. Con ánimo renovado, y una sonrisa en el rostro encaró al Yoma enseñandole la blancura perla de sus dientes. sus labios finos, rosados mantuvieron su color, y su rostro el pálido tranquilo.

  No estaba feliz, sólo quería ver la sangre de aquel Yoma...nada más. Evitando el ataque acometió por el flanco izquierdo cargando con la espada en horizontal, el claymore voló por su costado mientras sus ojos estaban fijos en los de aquel demonio. Tratando de interrumpir el flujo de su yoki, bloqueando sus acciones, acabando con sus esperanzas de evitar algo tan doloroso...

  No esperaría la resolución, incluso si moría, seguiría golpeandolo. Pero aún...aún podría ofrecerle pelea a la número veintiseis.

La garras del yoma bufaron al dar al aire, luego el claymore de Catalina hizo lo mismo antes de penetrar en la carne del yoma, el cual se desploma, su vida se apagaría lentamente mientras la sangre brotaba de sus heridas abundantemente.

El cadaver del yoma fue a caer justo a los pies de las espadas apiladas de las las claymore desaparecidas, cualquier supersticioso hubiera achacado eso a venganza del mas allá, sin embargo no es nada de eso, solo dos claymore mas que luchan por la supervivencia, que luchan contra aquelli para lo que fueron creadas.

En cualquier caso hace rato que aquella cueva había dejado de ser un lugar seguro, el poder descontrolado de Andrea es probable que lo percibiera cualquier ser sensible en varios kilometros a la redonda, Catalina tendría que cargar con su compañera y salir de ahi cuanto antes, no sería facil, Andrea porta dos espadas al igual que Catalina y al salir la nieve tampoco sería de ayuda. Para Catalina el infierno continuaría...

  Mi claymore seccionó la cabeza del Yoma, separandolo de su cuerpo, dedicandole una mirada de odio a su cuerpo, y una de respeto a los claymores...

   Andrea debía alimentarse más. Galatea me lo había dicho alguna vez, ella no debía de comer a menudo, sólo cuando realmente lo necesitaba, a pesar de ser liviana, los cuatro claymore y su cuerpo eran demasiado. Utilicé el suyo y el mio a modo de apoyo, en ambas manos, dejé a su espalda otro, y en la mía sobresalía la empuñadura del último. Volverían a por los demás, es lo mínimo que podían hacer.

  Salir de la cueva fue algo costoso, la pendiente y la irregularidad de las paredes, el ritmo se hacía lento para no arañar la piel de la número treinta con la roca. Pero no podía imaginar que el acantilado pusiese a prueba mi coordinación hasta tal punto. No sólo cargaba con la asfixia del potencial físico y la resistencia, también de mis capacidades mentales, con los ojos entrecerrados abandoné mi rostro al pesar, al cansancio más absoluto. Debatiendome entre seguir o dejarme caer por la pared vertical y acabar con aquello de una vez. No bromeaba ante aquella duda, pero no había ayudado a Andrea a seguir adelante para abandonarla a su suerte en la montaña de piedra desnuda. La nieve haría más dificil aún el paso, y cada tramo era peor que el anterior, acumulandose el cansancio. Una melodía se entonaba en mi mente, la melodía de las fiestas de adviento en mi tierra natal...

 El descenso no facilitaba la carga, y no fueron pocas las veces que necesité detenerme para tomar aliento. Jamás había estado tan cansada, jamás había conocido un limite como aquel. Estaba exahusta en todos los sentidos...

  Mis ojos oteaban el firmamento, impedidos por los parpados, que se cerraban, luchando por ascender. Mis piernas temblaban, sin la fuerza suficiente. Pero si Catalina destacaba por algo además de por estar callada casi siempre, era por su terquedad. Y ya se había decidido, pocas cosas la harían cambiar de idea. Avanzaría en busca de refugio en la falda de la montaña, donde alguna gruta escondida a la vista podría ofrecer algo de descanso a aquellas dos guerreras, que no sólo habían reconocido el terreno, habían probado de primera mano a que se enfrentaba quien osase adentrarse en aquellas cimas.

  Que los Yoma colaborasen, era algo que Catalina venían observando desde hace poco, y era sorprendente, además de una mala noticia para la organización. Pero hasta en las turbas y las horas, existen líderes o motivos por los que asociarse. Encontraría lo que buscaba, y dejaría el cuerpo de Andrea descansando en un ovillo, entre claymores. Sus frias y temblorosas manos acarician la frente de la número treinta, para comprobar su temperatura, palpan su cuello para encontrar vestigio del latido de su corazón y acaricia su cabello para que ambas se sientan algo mejor...Descansaría, pero tenía que hacer algo, despertase Andrea, o no. Había venido a realizar una misión...y se completaría, aunque perdiesen la vida. (Lo que, para Catalina, era una posibilidad bastante alta...)

La brisa gélida hizo de acompañamiento a la melodia de Catalina, atenuando el infierno helado por el que estaba pasando, el terreno por el que desciende con su compañera a cuestas es virgen, salvaje, toda la crudeza de la naturaleza que no conoce palabras como piedad, sin embargo, almenos esa parte era un terreno sin mancha y purificado, de las manos del creador a sus creaciones.

Un sentimiento de soledad acompaña a Catalina, sentada en aquella gruta con Andrea en sus brazos, su respiración es lenta y tranquila, agena a todo lo que sucede a su alrededor. Miles de cosas pudieron pasar por la mente de Catalina pero tarde o temprano recaeria en algo que parece observarlas, ambos claymores con simbolo desconocido están de pie apoyados en la pared, estos parecen atraer la mirada de Catalina.

¿A quien perteneceran? la concentración en esta cuestión hizo que Catalina volviera atras en el tiempo, a otra noche gelida, pero en esta ocasión estaba junto a Galatea junto a un cálido fuego y junto a su cálida sonrisa...

"-Eh Catalina, ¿te has fijado?, mira lo que resta si juntamos nuestros simbolos...

La verdad es que tu simbolo combina muy bien..."

Una manzana restaba en su mano y la mordió, la noche transcurrió feliz y entre sonrisas aquella lejana noche.

Al regresar al presente, si Catalina no pudo evitar repetir el proceso de juntar los simbolos que se alzan ante ella el resultado, lejos de tener un significado, dijo algo mucho mas importante, de algun modo, tambien encajan.

Pudiera aprecer que la mente de Catalina se distraia con meras ilusiones y pensamientos residuales, aquello no significaba nada, o almenos eso es lo que la razón dice, su mente pronto volvería a la cruda realidad.

   Aquello, cuanto menos, resultó curioso. Recordar a Galatea entristecía a Catalina, sola, en la montaña, hecha añicos su fuerza y su voluntad, añoraba los momentos felices en sus aventuras junto a ella. Recordando la primera vez que la vio. Pensar en Galatea le podría llevar días de inactividad en un mundo paralelo, únicamente en el interior de su mente, un mundo en el que se sentía protegida, acompañada, pero igualmente...débil.

  Recordaría aquella combinación de simbolos, seguro que a su mentora le agradaba oir su voz si sobrevivía contandole esta curiosidad, era...incluso hermoso, como ambos simbolos se cerraban, completandose el uno al otro. Entonces la diestra de Catalina fue hasta el final de su cuello y acarició el bordado con el suyo...de algún modo Galatea la completaba. Pero ella...ella no podía completar algo que ya estaba entero, que era fuerte, redondo...

 Echó un vistazo al rostro de la número treinta. Se acercó y la tomó entre sus brazos, no tenía fuerzas para ir a por leña, y no quería descubrir su posición arriesgandose, tampoco encendiendo una hoguera, la arropó con sus brazos y colocó su cabeza sobre su pecho, otra vez. Descansaría, aunque sabía que no lo haría placidamente, estaba agotada, torturada. Apenas ya tenía fuerzas para aferrarse al cuerpo de Andrea.

 Colocandola comodamente en sus brazos, echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y pensó durante horas en Galatea, y porqué no, también en otra persona muy importante para ella. ¿Dónde estarian...? ¿Se habría recuperado ya...? Las preguntas acabaron por minar su aguante...y ni aún así..pudo caer dormida...

  Fue entonces cuando a sabiendas de que nadie la escucharía, comenzó a cantar...aquella misma canción que la había acompañado hasta allí. Imaginó la música...en su aldea natal...la hoguera...y el laud de Andrea, hizo que se tornase más que melancólica...cantó...cantó susurrando mientras abrazaba a la número treinta, no lloraría, a pesar de tener muchisimas ganas de ello...

 - Look into the sky
Can you see the moon across the ocean
Coming close to me
I can hear the melody

Cry into the void
Let my voice become the hand that reaches
Out to you and leads
To my long lost memory

Carry me home
I lost my way on roads ever weaving
Home
Where darkness fades and hearts are ever believing
Carry me home
I close my eyes and cling to you ever dreaming
Find me
Oh don't forget the child for whom you are grieving

Voice that calls from there
And the footsteps of its fallen angels
Now becomes the beat
Of my heart so incomplete

Every night I bathe
In the blue that washes over me
And brings me to my knees
In this longing I believe

Carry me home
I lost my way on roads ever weaving
Home
Where darkness fades and hearts are ever believing
Carry me home
I close my eyes and cling to you ever dreaming
Find me
Oh don't forget the child for whom you are grieving...
 

 Sólo entonces..quizás...caería dormida...

Por el exterior de la gruta aun silva el viento, si bien no hay ventisca, el viento nunca cesa en aquellas tierras.

Es posible que los ultimos sucesos hubiesen minado la moral de las dos guerreras, si misión no habí sido completada, o almenos no completamente, ¿Pudo el equipo de cacería sobrevivir en semejantes condiciones? esta claro que si sobrevivieron es posible que no fueran en muy buenas condiciones a la lucha, tambien es muy probable que fueran emboscadas, si los yomas conocían esas montañas las posibilidades de exito eran minimas. ¿acaso sabían esto los ancianos de la organización? ¿enviaron a un grupo adecuado? demasiados interrogantes, y muchos de ellos era misión de Catalina y Andrea exclarecerlos.

Finalmente la numero 30 recupera el conocimiento tres horas despues, su cuerpo es muy probable que aun no esté apto para la lucha, tampoco su mente, pero no ganarían nada con quedarse ahí.

A unos pocos cientos de metros se ve el linde del bosque y a la derecha la tercera montaña de la cordillera. ¿Que camino escojerían?

En primer lugar, solo oscuridad... y su propia respiración. Podía sentir su cuerpo... al menos eso creía. Sentía frio, mucho frío, así que afuera debia estar verdaderamente helado. Sentía partes de su cuerpo contra la roca, y otras, contra partes más cálidas... y se oía el incesante viento...

Comenzó a escuchar más claramente su respiración, y comenzó a abrir los ojos... el primer parpadeo inundó sus pupilas de luz, pero se resistió y siguió abriéndolos, aunque insistían en cerrarse.

Entonces comenzó a recordar... el porqué tenia semejante mal cuerpo y dolor de cabeza. Habia estado a punto de Despertar. A punto de sufrir el peor de los finales, y de toda su ropa solo sentía el colgante.
Sonrió con una mirada agotada, viendo donde estaba: de nuevo en brazos de Catalina. Los recuerdos empezaron a fluir ahora rápidamente a su cabeza... Catalina debió acabar con aquél yoma sola, después de salvarla la vida... de nuevo.

Suspiró y reguló la temperatura de su cuerpo, frotándose una pierna, pero enseguida abrazó a Catalina fuertemente.
Ha sido... aterrador... ¿Cómo he caido, si...? Maldita sea... de qué poco ha ido...

Su respiración se aceleró ligeramente al recordar y asimilar lo que estuvo a punto de suceder, y puso su cabeza en la hombrera de Catalina, sonriendo.
Le acarició una mejilla y susurró.
¿Al final sonreíste, eh...? Eso si lo recuerdo...

Le dio un beso en la mejilla, no sabia muy bien porqué. En cierto modo la admiraba, y aunque Andrea podia ser muy efusiva, se controlaba mucho con Catalina para no asfixiarla. Era en momentos como este cuando podría, a pesar de que ella durmiese, demostrarle su aprecio. Con gestos, como a ella le gustaba, y efusivamente, como gustaba a Andrea.

Si acaso dudaba, ahora estará completamente convencida de que soy un lastre, simplemente un 'ojo', para esta misión. Quién querría saber, si a la hora de combatir, cualquier otra rendiría el doble, y sin sustos como el de la cueva?
Suspiró decepcionada de sí misma. Su única arma era la liberación, y ahora le habia cogido miedo, comprensiblemente. Pero si no lo hacía seria más lastre todavía.

La tenue sonrisa se borró de sus labios, mientras pensaba en ello, y acariciaba la mejilla de Catalina, tan absorta que no reparó en que estaba abriendo los ojos...

   Poco a poco la claridad iba golpeando mis ojos, cuyos parpados se resistían a mirar directamente hacia la luz, el clima frio no era el más propicio para un buen despertar, y el aullido constante del viento simulaba al de los lobos, haciendo de aquella situación una más mística, más encerrada en la sensación de estar lejos del hogar, no solo en el espacio, también en el tiempo. Creyó oir una voz, y no podía ser otra sino que la de Andrea...

   Puede que no escuchase lo que dijo, sin embargo sonrió, muy levemente, después de todo sólo estudiaba dos opciones, ignorarla a pesar de encontrarse practicamente encima suyo, con su mano sobre su mejilla, o sonreir con cansancio, seguía exahusta a pesar de haber descansado...

 - Has despertado...- dijo con cierta dulzura esperando que se quitase de encima. Tenían cosas que hacer, aquello torturaba a Catalina, no habían avanzado, necesitaban un plan para reconocer el lugar, pistas que guiasen sus pasos...su mirada clavada en los ojos de la número treinta pudo relfejar cierta comprensión, pero también, y ante todo, cierta frialdad...la misma que inhundaba cada acción y expresión de la número veintiseis.

  Andrea estaba casi desnuda, le ofrecería mi capa en cuanto se despegase de mi     ...Es....incomodo.

Andrea se sorprendió un poco, ya que las palabras de Catalina la cogieron por sorpresa. A pesar de que estaba rodeada de hielo, tanto el que enfría como el de Catalina, trató de romperlo.

Mejor dí que estoy despierta...
Sonrió y se separó lentamente, dejando de acariciarla. Podía ver una mezcla extraña de sentimientos en la mirada de la número veintiséis, que en el estado anímico de Andrea le pareció que se trataba de compasión y enfado retenidos.

Andrea bajó la mirada y se quedó sentada a su lado, suspirando.
Lo siento. Y... muchas gracias, Catalina... te debo la vida por segunda vez. De no ser por tí... Se encogió de hombros, las dos sabían lo que habría pasado y no era necesario especular con detalles. Bastante habría especulado ya mientras la transportaba por las montañas.

Tengo hambre, y mi resistencia y mi yoki están bajo mínimos Se cogió el colgante un instante Tal vez deberíamos informar de lo que tenemos, y recobrar fuerzas. Si desaparecemos en las montañas, nuestro esfuerzo habrá sido en balde, ya que el equipo que viene tras de nosotras no tendrá ninguna pista nueva y podría caer en las mismas trampas que nosotras.
Se miró mientras encogía las rodillas, en un inútil e innecesario intento de cubrir sus vergüenzas y sus estigmas del vientre.
Y de paso quizá tengan una muda de recambio.

Si Catalina estaba de mal humor, no le faltaban razones. El bosque estaba a muy corta distancia, y si debían entrar, posiblemente no tardase en darle más razones para enfadarse con ella.

Tsk...

- No. -

 La negativa fue severa, como la de una madre. Le echó un vistazo y se puso en pie, junto a ella.

- No regresaremos.- Y aquellas palabras podían significar mucho más que no volver al pueblo a por algo de comer, mudas limpias y descanso, podía significar no regresar jamás. Pero a pesar de estar exahusta física y mentalmente, su voluntad no titubeó ni un solo instante al referirse a la misión. La realizarían o fallecerían, pero no volverían a Demetria con las manos vacias.

  Avanzo hasta los claymore, y le tiendo uno a Andrea. Los llevaremos con nosotras, a pesar de hacer más costosos nuestros pasos, este es el peso de la esperanza. Si ellas siguen vivas, los necesitarán llegado el momento.

- La caza es escasa. Los animales se esconden en una tierra desnuda. Pero podemos soportar este tipo de situaciones.

 Enfundó con su caracteristico roce metálico uno de los claymore a su espalda y tomó el propio en la diestra. Se aproximó a la salida de la cueva para echar un vistazo, mirando poco después a Andrea.

 - Iremos al bosque. Sabemos que estuvieron en las montañas, puede que allí encontremos pistas de lo que está ocurriendo. No descansaré hasta encontrar sus cuerpos, con...o sin vida.

 Determinación y autocontrol férreos de alguien que vive sumida en la oscuridad. Saldrían hacia el bosque con todos los sentidos puestos en no ser descubiertas...aunque Andrea..podía decidir volver, si es lo que quería.