Partida Rol por web

- Es lógico que no hablen mal. No tendría sentido que lo hicieran, al fin y al cabo, se sabe que vuestro fallecido marido murió al servicio de nuestro señor Durius, y que él os tiene a vos, y a vuestra familia, en estima - se queda un momento pensando- No es algo que fuera para mi una molestia. Decidme la hora a la que vais a ir, y si llega el caso, os acompañaré. Pero sólo si mis obligaciones no me lo impiden

Parecía que el hombre de armas no sabía mucho acerca de las malas lenguas y la capacidad de destrucción de estas. Bueno, por norma a primera hora temprana, en cuanto el mercado está montado, o incluso antes. 

Osease casi cuando despunta el alba. Se reservó las palabras vacías sobre la sorpresa de las mujeres de la plaza. Ya lo podrá observar el, si es que acaso va alguna vez con ella. 

TREINTA DE ABRIL DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

POR LA MAÑANA.

PADRE ADELMUS BASARAB:

- Conforme el carruaje se desplaza por las todavía poco concurridas calles de la adormilada ciudad, tu mirada busca algo, inconsciente de lo que es hasta que lo encuentra...

- Se trata de la vieja mansión Basarab que perteneciera a tu fallecido padre. Dicen que el Primer Caballero de la Corte se la ha entregado a unas barraganas campesinas...

El viejo hogar de sus padres muertos era un sitio fantasmagórico para el fino sacerdote Basarab. Las sombras de su niñez sin esplendor aún torturaban muchas de las noches sin sueño de Adelmus, y seguirían haciéndolo hasta que la muerte o el olvido lograron borrar todos los agravios. Su antiguo hogar seguiría allí entonces, como morada de lacayos rústicos y nunca dignos de semejante techo. Tan sólo pensar que unos campesinos vulgares gozaban ahora del mismo amparo que otrora fuera el de su santa madre le revolvía las vísceras como la peor de las purgas.

En verdad sus recuerdos no llegaban tan lejos, ni estaba seguro ya de que su madre fuese una buena mujer. De lo que no tenía dudas era que había sido ella la única que lo amó sinceramente, antes que el destino la separara de su lado hasta el final de los tiempos. Con ella había muerto la mitad de su dulce infancia. La otra parte lo haría el mismo día que su padre lo dejara a cargo del degenerado párroco de Balgrad.

Quizás la confiscación de esa casa no fuera tan dolorosa entonces, al menos no para el religioso rojo. El prefería el olvido, no volver nunca más a ese lugar de espectros. El carro podía seguir en su camino funesto y dejar atrás esa calle de recuerdos dispares. Lo mejor que podía hacer Adelmus era dignificar el asunto, aunque de momento parecía un tarea menor entre las tantas preocupaciones que pululaban su triste sien.

Finalmente, el traqueteante carro se acerca a las puertas de la fortaleza de Alba Iulia. 

MAÑANA DEL CUARTO DIA DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Rápidamente, Schaar Dvy se lleva a Maserrak al Castillo de Balgrad.

MAS DE UNA HORA TRAS EL OCASO DEL CUATRO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

LOS BASARAB PENETRAN EN SU CIUDAD, ALBA IULIA:

- Los tres hermanos Caballeros Basarab, Iador, Barakta y Molensk encabezan la marcha a caballo por las calles de la ciudad de Alba Iulia, capital ducal de Transilvania.

- Les sigue su primo Iduma, anteriormente el Padre Adelmus Basarab.

- Tras ellos, veinticuatro guardias feudales al servicio de la Casa escoltan a diecinueve milicianos atados de manos.

- Cierran la marcha dos carros de suministros tirados por caballos de tiro pesados y conducidos cada uno por tres siervos.

- Pendida de su cinturón y metida en un saco, va la cabeza cortada del Segundo Caballero de la Corte Ducal, Iacobus Radoslav de los Cárpatos.

- Vamos. - Apremio a mis hermanos y azuzo a mi caballo. Ya queda poco, lo noto en los huesos. Hay que llegar al cementerio, no podemos frenarnos ni perder el tiempo. Estamos tan cerca de conseguirlo.

Y necesitamos un descanso, lo veo claro. Tanto mis hermanos, como nuestros hombres y yo mismo. Estamos reventados y no podríamos luchar en condiciones ni aunque quisiéramos.

Un pequeño esfuerzo más.

La batalla contra los milicianos fue dura. Mi actuación no fue espectacular, pues no estaba en mi mejor forma física (ni era yo el mejor de los hombres de armas), pero ver a mi hermano Iador luchar con aquel vigor digno de Padre no hacía si no alentar nuestras esperanzas, y conseguimos hacernos con la victoria. Al menos, de momento.

-Detrás de ti, hermano -me limité a decir cuando Iador nos apremió a continuar. El camino por la ciudad se me estaba eternizando: debíamos alcanzar rápido el cementerio y recuperar el aliento. Si dábamos con el Koldun, nuestras posibilidades de éxito se multiplicarían. Sin embargo, yo seguía intranquilo. Y lo seguiría estando aunque llegásemos al cementerio sin problemas. Me gusta tener los planes calculados al milímetro, atar todos los cabos sueltos, y aquel plan no tenía sólo lagunas: tenía océanos. Eran tantas las cosas que podían salir mal...

DOS HORAS PARA LA MEDIANOCHE.

- La partida de guerra Basarab cruza las desiertas calles de la ciudad.

- Los miles de habitantes de Alba Iulia, que podrían despedazar a los Basarab si se unieran contra ellos, permanecen encerrados en sus casas, presas del pavor y del pánico.

- Sólo al llegar al muro Norte, más derruido y ridículo incluso que las protecciones en el lado Sur, encuentran los Basarab alguna resistencia, en la forma de una veintena de milicianos armados que les plantan cara...

Al ver a esos miserables tratar de hacernos frente detengo mi corcel y doy el gesto de alto a nuestras tropas. Sonrío y les miro fríamente. Sujeto por los pelos al primero de nuestros prisioneros y hago que mire de frente a esos campesinos.

- Deponed vuestras armas o ellos - Digo mirando un segundo hacia atrás, hacia el resto de prisioneros. - Y luego vuestras familias, sufrirán el mismo destino. - Al finalizar, mientras pronuncio la última palabra, degüello sin piedad al prisionero para que se desangre frente a sus compatriotas.

Aprenderán a las malas que los Basarab han de ser temidos y obedecidos. Los vasallos del Duque no nos han respetado nunca pero ahora, ahora aprenderán a hacerlo. Y estos miserables aprenderán a no morder la mano que les ha dado de comer durante tanto tiempo.

Esto se va a acabar rápido, hemos perdido demasiado tiempo.

IADOR:

- Tirada de Carisma + Presencia.

- Los asustados milicianos huyen por calles laterales hacia Este y Oeste, dejando desprotegida la puerta Norte de la ciudad, que da a las antiguas ruinas romanas de la antigua ciudad dacia.