Partida Rol por web

- Nikssa, Nikssa...

La vela que sostenía el párroco rodó por el suelo de las catacumbas, mientras este intentaba en vano librarse del inhumano agarre de su sediento primo. Los colmillos de la despiadada bestia parecían enterrarse siempre un poco más ante cada esfuerzo desesperado de Adelmus, que sentía en carne viva un dolor desgarrador.

"Asi que este era destino que Blaatu tenía reservado para mi: Ser la presa de su abominable engendro. Dejarme morir olvidado en este horrible lugar, junto a mi padre, junto a mi madre..."

- Nikssa, oidme. Soy Adelmus, Iduma, vuestro primo. - La voz del clérigo era ya un susurro suplicante y desesperado. Sus forcejeos también fueron menguando a medida que Nikssa drenaba toda la sangre de su cuerpo. - Blaatu... vuestro padre os quiere de regreso a su lado...

En el final sólo hubo silencio y oscuridad. Todo fue calma para el pálido sacerdote, desmayado aún en brazos de su inminente homicida. El pasado se agitaba en los últimos momentos de su inconsciente. Su niñez sin esplendor, su padre desdeñoso y la mirada buena de su madre. Luego, un camino de espinas hacia la iglesia, y un monstruo esperando más allá del umbral. Era su maestro, otra vez sonriendo con esa mueca siniestra. Seguramente estaría haciéndolo ahora también, desde algún rincón olvidado del Infierno, esperando por su discípulo.

- Aug... gustusss... - Se halló balbuceando de pronto en la sombras. Aquella visión tan horrenda le había hecho despertar otra vez a una no menos espeluznante realidad. Aún vivía, pero su cuerpo había dejado de responderle casi en su totalidad. Las tinieblas y el hedor fétido lo invadían de nuevo. En instantes aquél sueño concluiría también, y el mundo no tardaría demasiado en olvidar el paso gris de Adelmus bajo su cielo.

- Dos de los guardias del Capitán Zarak entran en la Capilla portando un cadáver cubierto con una tela. Parece un cadáver de mujer.

- Mikail estaba a punto de salir de la Capilla y se queda parado al verlos.

- El pequeño Sandu se queda también pasmado.

El monstruo termina de beber la última gota de sangre de Adelmus vorazmente, y sólo entonces parece entender sus últimas palabras.

Rápidamente muerde su propia muñeca y deja caer un poco de sangre negra y brillante sobre los labios exangües del sacerdote carmesí... Despertándolo así a la No Vida.

El sinvergüenza se quedo pasmado en el lugar al ver la escena que irrumpió en la capilla. Maldijo su suerte y miró de reojo al pequeño ayudante del Basarab. Volvió su mirada a los guardias y los interrogó - Santa Madre de Dios, es un cuerpo lo que traen allí. - Dijo con una simulada congoja en el rostro. - Muchachos, díganme por favor quien es ese que tienen entre manos. - Concluyo alegando al compañerismo de los soldados.

Niksaa abandona al recién creado vampir Adelmus tirado en el suelo y sale corriendo a velocidad endiablada, todavía una bestia sedienta de sangre. De más sangre...

Adelmus se queda retorciéndose en el suelo, mientras su cuerpo comienza a cambiar por dentro, expulsando los fluidos de la humanidad... Un proceso agónico que le llevará toda la noche.

Uno de los guardias se dispone a contestar, cuando de repente el altar se mueve. Se mueve y se desplaza como si alguien o algo con una fuerza sobrehumana lo desplazara.

El altar termina de moverse mientras los dos guardias dejan el cadáver en el suelo y se quedan boquiabiertos.

- "¡¿Qué...?! ¡Arggghhh!" -

- Una oscura sombra gris ha surgido de un salto del hueco bajo el altar, aterrizando junto a uno de los guardias y abriendo su garganta en un surtidor de sangre con un movimiento tan veloz que casi resulta invisible.

El otro guardia trata de desenfundar su maza para defenderse, pero la oscura y monstruosa criatura que ha matado a su compañero se abalanza sobre él y le destroza la garganta a mordiscos.

Pero que demo... - Dijo el lacayo mientras veía el monstruo que saltaba de las catacumbas. Un único y primordial pensamiento se apodero de su cuerpo y de su mente. Correr. Con su alma en las piernas, salir de aquel lugar maldito, olvidar al taimado religioso y escapar de aquella cosa. Nefasta su suerte, pensaba el truhán, mientras una fugas imagen del demonio de los Carpatos volvía a su mente. - Oh, si. Tu si que la tienes negra, Mikail. - Dijo para sus adentros el desgraciado.

MIKAIL:

- Tirada oculta y secreta de Destreza + Atletismo.

La criatura da un prodigioso salto hacia Mikail, a quien algún instinto de supervivencia le hace apartarse... Pero tan justo que la criatura agarra y destroza sus ropas con sus terribles garras capaces de abrir en canal a un hombre con cota de malla.

LACAYO MIKAIL:

- Has gastado 1 punto de Fuerza de Voluntad para esquivar a duras penas al monstruo en su sobrenatural salto.

- Tus ropas han quedado destrozadas, pero sigues vivo unos segundos más.

- Puedes gastar un nuevo punto de Fuerza de Voluntad para intentar salir con vida de la Capilla.

- La puerta de la Capilla se abre y entra un lacayo.

- El monstruo se abalanza sobre el lacayo ducal y le muerde la garganta, llenándolo todo de sangre. De inmediato comienza a beberse toda la sangre de la desventurada víctima.

Sandu corre a esconderse entre los bancos de la Capilla, completamente aterrorizado.

El diablo cuida de los suyos, pensó el afortunado ladron, mientras veía sus vestiduras rasgadas por las garras de la abominación. Saltó unos metros hacia atras, cuando la puerta se abre trayendo un nuevo guiño del destino. Una victima más, unos segundos más con los cuales escapar del lugar. No lo dudó ni por un momento, en cuanto el lacayo se asomó por la apertura, el truhán se avalanzó hacia la salida. Semi desnudo, escapando del mismo demonio, Mikail corrió a las habitaciones de su amo a toda velocidad.

- Mikail abandona corriendo la Capilla.

- Sandu trata de esconderse, pero la criatura lo atrapa con una garra y lo alza en el aire.

- Inmediatamente lo muerde, desgarrando su piel y bebiendo toda su sangre.

- Poco después, el cadáver inerte y sin vida de Sandu cae al suelo.

- Se obra una transformación.