Partida Rol por web

En algún momento del trayecto la sonrisa de Innya que nació deslumbrante en sus labios cambió, ganando alguna que otra sombra a ojos del Mayordomo. La razón, principalmente, era la desconfianza ante sus palabras, además del recelo por lo que se quería ocultar tras una sonrisa que había aparecido con tanta facilidad y sin motivo aparente.

- ¿Seguro que ninguno se quiere sentar?- les preguntó. No estaba seguro de qué le cansaba más de la situación, si la situación en sí misma y pensar en todas las consecuencias que tendría la decisión que tomara, o ver a los tres de pie delante suya.

- Quiero que comprendáis que de contrataros pasaríais a estar al servicio del Duque Gyula Kadar. De un sirviente al servicio de tan ilustre hombre como el Señor de este castillo no se puede exigir nada menor que la perfección. Obediencia, trabajo y lealtad se podría decir que son las tres cualidades más importantes, pero hay muchas más. El silencio es una de ellas: no cuestionar órdenes simplemente cumplirlas, no hablar a no ser que se os pida hacerlo pues debéis tener claro que vuestra opinión es irrelevante, pero aun en el improbable caso de que se os preguntase se debe ser cuidadoso con lo que se dice; la discreción es otra importante cualidad y así con un largo etcétera.- Había mantenido los dedos entrelazados desde el principio del discurso, pero una vez llegado aquel momento separó las manos y señaló a la campesina.- Lo que me lleva a la sonrisa. Una sonrisa puede significar muchas cosas y su significado solo está claro para aquel que la esboza. Por eso puede resultar peligrosa. Los caballeros y las damas de gran relevancia suelen ser orgullosos y se tomarán muy mal lo que pueden considerar como una humillación, sea esta intencionada o no es un ataque a su preeminente posición. Yo mismo fui testigo de cómo mandaban arrancar los labios a una mujer que sonrió en un momento muy inadecuado. Su sonrisa nunca volvió a ser la misma.

Los labios de Otto se arquearon en algo parecido a una sonrisa pesarosa tan anecdótica como la historia que acababa de contar y esperaba que igualmente instructiva.

- Discreción- repitió.- Me habéis dicho qué estáis dispuestos a hacer y tú- aclaró dirigiéndose a la mujer- qué crees que eres capaz de hacer. El matiz entre saber y creer saber es importante. Si uno nunca ha estado al servicio de un noble no puede decir que sabe estarlo, simplemente cree saberlo. Ahora respondedme, ¿qué sabéis hacer? Y por favor tened en cuenta el detalle que he mencionado, en los detalles se halla la perfección.

Tras mucho trabajo y atenta dedicación Vasilov se dejó caer sobre un mullido fardo de paja, permaneciendo allí con la mirada puesta en las vigas del techo

Eso es, por fin… todo hecho… no contaba con tanto caballo hoy pero bueno todo listo, aunque aparezca aquel chaval que comentó algo van a encontrar lo que es un establo bien atendido y caballos cuidados como merecen… supongo que hay que ser necio para estar orgulloso de cuidar caballos… Una mueca se dibujaba en su rostro

Sin perder atención al entorno Bucur se encontraba entretenido con sus pensamientos, la guardia hoy estaba siendo más monótona de lo habitual y la llegada de visitantes le despertaba cierto interés

No cambiaría mi trabajo con otro… aunque en ocasiones es agridulce… está bien que no pase nada, claro... por otro lado a veces resulta tan aburrido… sólo un saludo con el sargento… en fin, lo importante es que Durius no sea molestado y esta noche se levante tan sano como salvo

Llegó la tarde y la situación continuó siendo la misma

Parece que están de visita… escucho pasos y no pocos… pronto comerán algo y se largarán a descansar, con la noche llega el momento de la corte… querrán estar descansados… Frumos, adoro a ese precioso caballo… ¡qué ganas de montar un rato!

Allí permanecía Bucur alerta en su puesto

- Saludos soldados Mikail y Gheorghe - dijo Dominik, fiel a su costumbre de considerar a todo hombre al servicio de Durius capaz de empuñar un arma como soldado- Hay visitantes en el castillo. Una comitiva ha llegado hace poco. Cuando nuestro señor Durius despierte, así como su mayordomo, informadles de dicha nueva. Parece ser que la comitiva está compuesta por un par de damas nobles, Radovina Szantovich de Bran, y Dubieta Szantovich. Hay también siervos y, por lo que parece, algunos granjeros que han venido al castillo sin relación con el séquito de las damas. ¿Nada que reportar aquí? ¿dónde está la criada Enrietta?

Como era de esperar se despidió del noble antes de atender unos asuntos con el Chambelán.

- El placer será nuestro, Flaviu Krevcheski.

Mantuvo una suave sonrisa hasta girarse hacia Teleki, pero como si acabara de recordar algo…

- El viaje me tiene tan agotada que os pido disculpas…  –sus delicados dedos rozaron brevemente sus labios antes de continuar con su extraña disculpa al noble Krevcheski- Son tantos los asuntos en mi cabeza… Quería comentarle que me alegra saber que vuestro tío sigue con vida. A Covasna llegó la noticia de su muerte y me es gratificante conocer que tales habladurías no eran más que mentiras –el celeste de sus ojos se clavaron en los del noble con tal dulzura como hermosa era- Por cierto, desead a vuestro primo, el Boyardo Gorodru, prosperidad y dicha. En cuanto me sea posible será un placer conocerle pues me habéis causado tan excelente impresión, noble Krevcheski, que desearía conocer a más de vuestros nobles parientes.

Una leve inclinación de cabeza y ahora sí que su atención fue exclusivamente del Chambelán.

Tiberiu entendía lo que decía su madre, o al menos creyó entenderlo, así que cabeceo tras escuchar la explicación. Él, como era pequeño, debía comer para hacerse grande pero los adultos, que ya eran grandes, debían comer para mantener su salud. Por eso al escuchar del malestar del Senescal no dudó en sugerir un tratamiento.

- El Señor Senescal debería comer.- Y asintió dándose la razón a sí mismo.

Tras compartir con sincerad su consejo de galeno devolvió su atención hacia el pollo y a la desconocida canción que tarareaba.

La sonrisa de Innya no sólo murió en sus labios a los ojos del Mayordomo, lo hizo en la realidad. Se quedó quieta, escuchando lo que le decía éste. Y bajó la cabeza, avergonzada, y muy seria.

Tras seguir escuchando lo que tuvo que decirles, meditó la respuesta a lo que les pedía.

-Sé cuidar de una persona mayor, y de enfermos. Lo he hecho durante años. Servir, porque he tenido que hacerlo, aunque mi padre no fuera noble, era exigente. Cuidar de una casa, llevar un huerto. Sé comportarme con discreción, aunque mi naturaleza es alegre, ya lo habéis visto...

Tras una revigorizante siesta, tras refrescarse y adecentarse lo suficiente el Senescal salió de sus aposentos en busca del Chambelan Teleki, uno de los criados le indica que se encuentra descansando en su habitación por lo que manda al sirviente a anunciar su llegada y pasa por la cocina a recoger una manzana y preguntar a los cocineros y sirvientes sus impresiones sobre la comitiva. 

Una vez en la puerta de Lorand, el lacayo asiente, dándole a entender que todo está preparado y puede entrar. Siempre cauto, golpea suavemente la puerta antes de entreabrirla poco más que lo necesario para dejar pasar a su persona. 

Lorand, siento interrumpirte en tu descanso, dice en tono amigable, la edad no perdona y mi estómago no es lo que era, los nervios de la comitiva y el ajetreo de los últimos días me han sobrepasado en el último momento. Me dirigía a presentar mis respetos en persona ante nuestros invitados, pero me pareció una buena idea pasar primero por aquí y pedirte consejo y conocer tus impresiones, sabes bien que las relaciones sociales no son mi especialidad, menos aún con mujeres.

El senescal dice todo esto mientras juguetea con el sello ducal entre sus dedos, como cada vez que se encuentra intranquilo.

Sus delicados dedos lo instaron a despertarse...

Gheorghe se hizo el remolón durante unos segundos. Los justos que necesitó para darse cuenta de que hasta a él llegaban los sonidos más que conocidos de su compañero al despertar y los olores conocidos de su dormitorio de guardía ante los aposentos de su señor. Y abrió los ojos para volver a la realidad y darse cuenta de que hasta ese momento había estado soñando...y los dedos que lo habían despertado no tenían nada que ver con la cabellera pelirroja que veía en su sueño.

-Ummm me has despertado en lo mejor del sueño, Mikael. Podrías haber esperado un momento más. Mira que eres oportuno...

Gheorghe refunfuñó y se volvió en la cama, intentando continuar el sueño un poco más. Pero los ruidos de su compañero lograron despertarlo del todo.

-Ufff, vale, de acuerdo -dijo sentándose en la cama- Así no hay manera... lo tendré que dejar para la próxima noche.

No tardó en estar aseado y arreglarse debidamente. Se estaba peinando cuando la puerta de la habitación se abrió inesperadamente y la figura reconocible sin problemas del Sargento Dominik se recortó contra ella.

-Buenos dias, Sargento Dominik.

Escuchó las noticias sin decir palabra y asintió.

-Les haremos llegar las noticias a ambos cuando despierten. Nosotros acabamos de hacerlo, sargento. Ahora mismo no sabría decirle donde esta Enrietta. ¿Quiere que lo averigüe?

Las palabras del Mayordomo Otto resuenan en mi interior. Casi sin darme cuenta y sin apenas costarme excesivo trabajo me encuentro respondiendo nuevamente por mi hermano y por mi.

- Tanto mi hermano como yo sabemos trabajar tanto en el campo como en los establos. También hemos ayudado en la casa en alguna ocasión.

- Entiendo las condiciones en caso de ser contratado y las acepto de buen grado. - añado sintiendo el apoyo de mi hermano parco en palabras en estos momentos.

EL SOL SE HA PUESTO:

DURIUS, VALRU:

- Vuestros respectivos ataúdes están en habitaciones próximas entre sí.

- Lo primero que sentís al despertar es el reconfortante olor de la tierra de vuestra tumba, en el interior del ataúd.

- Lo siguiente es el hambre abrasadora, que siempre está ahí. Un hambre no humana.

El sargento se queda un instante pensativo, y finalmente niega con la cabeza

- No es preciso, yo mismo avisaré a nuesto señor. De todas maneras, la sierva Enrietta debiera estar aqui - dice en tono serio, y claramente disgustado con la ausencia de la joven

O es un hombre muy inteligente, y extremadamente astuto, o es un patán sin cerebro. No hay término medio si atendemos a sus afirmaciones. Y me temo que si ha sobrevivido, y está aquí, no hay duda que es lo primero.

¿Por qué el noble decía lo que decía con tal desparpajo...? Sólo podía ser por un motivo: las estaba sometiendo a una prueba. Radovina no se inmutó, y dejó pasar la ocasión, sin dar ninguna respuesta más que su silencio, que en cierto modo también lo era.

Pero no así Dubieta, seguramente irritada por el comentario acerca de Tiberiu, aunque hubiera sido hecho en referencia a los niños en general. Su prima, sin perder su lánguida elegancia, mostró sus cartas, y atacó con uñas y dientes. Cuidadas uñas, y blancos dientes...

Igualmente, también la había sorprendido el comentario acerca del tratamiento de Duquesa dado por el Senescal a la Condesa, en su carta. Se interesó por ello, esperando la respuesta del Chambelán.

-¿Duquesa...? Sí que debe ser grave la afección del Senescal, me temo. ¿Acaso lo ha visto algún médico? Un trastorno por las fiebres, o peor aún, por los humores oscuros, puede ser devastador...

Dagu había dejado de atender a la bravata del Mayordomo Otto hacía bastantes frases, su actitud de superioridad y regodeo constante de su condición y las de sus superiores le resultaban bastante extrañas e insultantes para un pueblo tan bárbaro y acostumbrado a que la diferencia entre nobleza y pueblo llano fuese muy puntual como era entre los eslavos.

Sin embargo, el destino de su familia y su supervivencia se encontraban pendientes de sus reacciones ante el siervo del duque; por lo que mantuvo la compostura.

Dagu se sorprende al escuchar a su hermano repetirse de nuevo ante el Mayordomo, cuando la pregunta iba dirigida a su tía, pero espera que eso no suponga ninguna traba al severo Mayordomo.

- Espero que llegado el momento no tengas que hacer también el trabajo de tu hermano del mismo modo que te ves obligado a responder por él- le dijo a Visany.- Pero de acuerdo.

Bajó la vista a la tabla y se llevó la mano a la cabeza. Allí, en los surcos sobre la cera podía leer la mención a la cuestión que estaba tratando y de la que había sabido a primera hora de la mañana. Pero había muchos otros asuntos con los que aun no se había puesto y para los que creía que se estaba quedando sin tiempo.

- ¿Habéis comido? Imagino que no, a no ser que Maserrak os haya dado algo de las cocinas sin haberme enterado…- En aquel momento el Mayordomo enarcó una ceja al ver tras los campesinos a un lacayo que no tardó en compartir que venía en nombre del Chambelán.- Esperad aquí. No tardaré nada.

Después de excusarse y ponerse en pie se alejó con el lacayo.* Poco después regresaba. En el tiempo que estuvo fuera difícilmente pudo intercambiar más de un par de frases.

- Como veis para trabajar aquí debéis estar disponibles día y noche- compartió con un lánguido suspiro sin llegar a tomar asiento – Por eso espero que comprendáis que deberéis dormir en el castillo. Pero decidme, ¿cómo os llamáis?- les preguntó antes de pedirles que le siguieran.

Les guió hasta las cocinas, donde hizo que sirvieran a los campesinos unas rebanadas de pan y queso.

- Cuando vosotros dos terminéis de comer podéis esperar en las habitaciones de Maserrak mientras busco algo en lo que ocuparos. Tú, Innya, comerás más tarde. Coge esa bandeja- el mayordomo señaló una sobre la que descansaba una jarra humeante y tres copas-, y acompáñame.

Y tras decir aquello se alejó de los fogones con la campesina de naturaleza alegre a la zaga.

Valru se estiró, hasta que dio con sus extremidades en los extremos del ataúd... siempre se olvidaba de aquello nada más despertarse. Gruñó un poco, refunfuñando ante todo aquello. Pero bueno, era a lo que debía adaptarse.

Deslizó la tapa del ataúd, la noche había caído, y les llegaba el turno a ellos de vivir.

"O lo que sea que se supone que hacemos..."

Sentado en el borde del ataúd, se frotó un poco las piernas. No había envejecido demasiado bien, aquel maldito asedio... Pero sabía cual era su lugar, así que se adecentó lo más que pudo, y estuvo preparado al lado del ataúd de Durius. Cuando este surgió de dentro, dijo:

-Buenas noches, mi señor. 

*- Dile al Chambelán Teleki que se dirija a los aposentos del Senescal, que me reuniré con él allí en breve y que así, los tres, podremos tratar el asunto que quiere hablar conmigo además de otros muchos... Ah, cuando pases por la cocina no se te olvide pedir a las cocineras que vayan calentando un poco de vino especiado. Seguro que le viene bien a Stolnic.- Consideró que ese era a un detalle muy importante.

Cuando el Mayordomo Otto formula la pregunta relativa a la comida hago un pequeño gesto negando con la cabeza y cuando iba a responder se me adelanta el mismo contestando negativamente.

Al llegar a la cocina y ver el pan y el queso digo sin levantar la mirada más allá de su pecho.

- Muchísimas gracias. Es muy amable de su parte. - digo. Mi nombre es Visany.

Cuando hubo salido junto con la tía Innya empiezo a comer tranquilamente. Una vez acabado miro a mi hermano.

- ¿Qué te pasa hermano? ¿Estás bien? - le pregunto. Estás muy raro desde que llegó el Mayordomo Otto. No pareces tú. Estás demasiado callado.