Partida Rol por web

- El Paje Lindor de Slobozia sale del Salón Principal, se dirige a la Sala de Estudio, donde recoge sus mejores ropas de un baúl donde guarda algunas posesiones y se viste con ellas.

- Después sale al Patio del Castillo.

LINDOR:

Contemplé el reencuentro entre los Basarab... me alegré de que la noble Svlitana y sus hijos pudieran reunirse con su marido y padre respectivamente. Después de todo lo ocurrido aquellos hijos de Dios se merecían un poco de alegría.

Procuré permanecer impasible junto a mi padre y seguí observando las reacciones tanto del caballero de los Cárpatos, como de Farkas Deli. Esperé a que la comitiva comenzara a moverse hacia los salones del castillo, cada vez quedaba menos para la boda y con los nuevos invitados iba a ser un caos. Sólo confiaba en que no hubiera problemas.

Durante un breve instante vino a mi mente la ausencia de Durius y del chambelán Otto y me pregunté por qué no estarían para recibir a los Basarab mientras recordaba palabras de otros tiempos... Pero me quité aquellos recuerdos de la cabeza. Hoy era un día para festejar.

Una vez que nuestro abuelo nos saludo, mis tíos comenzaron a entrar de a poco, me quede en la puerta esperando para verlos y saludarlos uno por uno, esperaba que Veronika se quedara conmigo, pero quizás quisiera seguir a mi padre y abuelo.

Mientras esperaba escuche hablar a mi padrino y moví la mano para que me viera y saludarlo con una sonrisa, como Cyrus no nos había traído las dagas mas tarde le iba a preguntar si ya había terminado de bendecirlas...

Farkas miró con sorpresa al Capitán Ferenk Zarak, desde luego aquel era el momento menos oportuno para ausentarse, pero últimamente eran más que habituales sus continuos despistes o ausencias.

Debe estar enfermo.

Al fin y al cabo el hombre soportaba sobre sí el peso de la seguridad de todo el castillo y quizá la responsabilidad fuera demasiado grande para que el valeroso joven la soportara durante un tiempo tan continuado, y más todavía con el Duque lejos.

-Yo me encargaré. Dijo secamente el guerrero.

Miró a Iacobus y al Senescal, ahora rodeados de Basarab, por si necesitaban alguna cosa de su parte y se dispuso a cumplir las órdenes que Jensi le había dado al Capitán. En unos momentos el patio estaría infestado con todos los hijos del Boyardo. Se encaminó hacia la puerta.

-Abrid las puertas y dejad pasar al resto de los Basarab. Farkas se volvió a uno de los soldados que estaban allí de guarnición. ¡Tu! Vete a los barracones y llama a todos los soldados, quiero a todo el mundo armado y vigilando. Refuerza los guardias del Salón Principal y del interior del castillo y el patio, hasta que no terminen las bodas y se hayan ido los invitados quiero a todo el mundo activo.

A Farkas le preocupaba mucho más en aquel momento la seguridad dentro del recinto, así que no vio necesario reforzar la vigilancia de las murallas, con las tropas habituales sería suficiente, al fin y al cabo el mayor peligro ahora mismo lo tendrían allí dentro, así que no quería ni un solo guardia ocioso. Si los Basarab intentaban alguna estupidez estarían preparados para responderles con acero.

Farkas esperó a que abrieran las puertas y que el resto de caballeros entraran, si el resto de hijos entraba al Salón Principal los acompañaría, sino se quedaría en el patio vigilando que no hicieran ninguna tontería. Eran unos invitados la mar de incómodos.

Miré a Iacobus, y luego a mis parientes. Era pecado desearle perjuicio a alguien, pero recordaba a Giorgina, y recordaba lo que tuvieron que presenciar mis hijos. Si el caballero de los Cárpatos cometía una imprudencia delante del Boyardo y sus hijos, no saldría bien parado, eso seguro. 

Los hermanos de mi esposo eran todos salvajes y aguerridos. Estaba segura de que el Boyardo se había encargado de que todos vinieran. Ahora todos estaban asustados, todos los habitantes del castillo. Sabía que a mí no me harían daño alguno, y a mis hijos tampoco, pero los demás no podían estar tan seguros de ello. 

A Veronika el peso de la llegada de los Basarab la mantenía quieta y callada. Tenía que comportarse, eso lo tenía arraigado en las venas, era una de ellos, de la familia, una Basarab, y no iba a hacer ni decir nada que pusiera en un compromiso a los suyos. Su educación desde el nacimiento había ido en esa dirección. Una cosa era la relación en privado, y otra muy distinta lo que se esperaba de ella, ya desde que pisó por primera vez un salón público, cuando otros la observaban.

Por eso se mantuvo junto a Vikos, y cuando vio que éste sonreía al Padre Adelmus, ella inclinó su rubia cabeza y acentuó la sonrisa. Así que también él estaba allí. Eso era bueno. Y también observó con orgullo al resto de recién llegados, tan numerosos y tan fieros en apariencia. Hasta el Caballero que se casaba, y el principal de la Guardia del Duque parecían impresionados.

Por primera vez en mucho tiempo sintió algo parecido a la seguridad, a sentirse protegida, y a saber que su madre también lo estaba...

-Mirad, ahí están-dijo el caballero cuando él y el resto entraron el patio y desmontaron. Mientras se acercaban a sus sobrinos, con una sonrisa, dijo-Vikos, Verónica, ya estamos todos aquí. ¡Dios, cada día estáis más grandes y fuertes! ¡Es evidente que la sangre Basarab es fuerte!

Otro de los caballeros sonrió irónico a las palabras de su hermano, para después añadir.

-No ha pasado tanto tiempo desde que se fueron, ¡yo los sigo viendo igual de canijos!-sentenció, soltando una carcajada después y revolviendo el pelo a ambos. 

-Al menos parece que el Duque cumplió su palabra y no han sufrido daños, ya es algo de agradecer-dijo alegre otro de los hijos del boyardo. 

Otro de los caballeros dirigió una disimulada mirada al repentino despliegue de guardias, aunque no parecía muy preocupado. Aquellos advenedizos no eran nada para un caballero de sangre Basarab. 

Otro de los caballeros Basarab, tras los saludos apropiados, dijo:

-Bueno, pero se supone que ésto es una celebración, ¿no? ¡Dónde está la comida y la bebida?

El último de los hijos lanzó una fulminante mirada al que acababa de hablar, y se dirigió a la madre de los niños.

-Svitlana... Todos nos alegramos de que estés bien. Y más después de las últimas noticias que nos llegaron-añadió, refiriéndose obviamente a la muerte de Giorgina. 

Escuché las palabras de Iador Basarab, agradecida de que uno de los hermanos de mi marido se preocupase por mí.

Sí, estoy bien, ni yo ni mis hijos hemos sufrido ningún daño tangible-ninguno en el cuerpo, pero el alma la habíamos tenido encogida durante todo aquel año- me alegra que hayáis venido todos, es una dicha volver a ver a mi familia.

Salude a todos y cada uno de mis tíos, agradeciendo sus cumplidos y riendo con sus bromas, aunque no las entendiera del todo.

Les mostré el jubón de color rojo con el emblema de la familia y también la cruz que nos habían regalado.

-"Parece que las dagas aun no están bendecidas, por eso no las lucimos hoy, pero yo quería, además ya quiero empezar a entrenar, para algún día tener una armadura tan hermosa como la de ustedes"- dije mirando mas que nada a mi tío Glaatu e Iador, quienes ostentaban las armaduras que mas destacaban.

Realmente me sentía muy a gusto teniendo a mi familia cerca.

A pequeños saltitos nerviosos la chiquilla fue aceptando los gestos de sus tíos, y sus palabras cordiales. Como siempre que estaba nerviosa bizqueaba ligeramente, y eso la hacía aún más graciosa. Sonreía ahora ya abiertamente, de oreja a oreja, y su melena fue revuelta con tanto brío que se habían soltado un buen número de mechones que caían aquí y allá sobre su frente, o se escapaban de su diadema.

-¡Hola! ¡¿A que sí que hemos crecido?! ¡A que sí! Dio una vuelta completa sobre sí misma, mostrando "lo alta que estaba" a sus tíos, satisfecha. ¡¡A que sí??!!

Zort sonrió al ver los niños contentos. Hacía tiempo no podía apreciar algo de inocencia. Le recordó los viejos tiempos cuando Zuyla y Vladimir se reunían con sus primos, Tiberiu y Vladana. Pero como toda cosa buena en aquellos momentos, la cálida nostálgia duró solo un instante. Zort se acercó para susurrarle algo a su hijo antes de seguir a la comitiva.

- ¿El Capitán abandonando su puesto? No me gusta nada. Dejemos que pasen los Basarab y antes de entrar al salón vayamos a ver que ocurre con Zarak.

Llego al patio justo cuando comienzan a llegar los invitados. Las personas más importantes, los novios, ya están hablando con el que parece ser el Padre Aldemus Basarab, quien está a cargo de la capilla y por lo tanto es el guía espiritual del castillo. El Duque se convirtió al Cristianismo y con ello le dio al Padre el permiso para ejercer aquí y presidir los ritos religiosos.

Me acomodo en un lugar más apartado. Veo a mucho noble importante y otros funcionarios de alta dignidad, por lo que dejo espacio para que ellos se muevan con más libertad. Yo soy solo un paje de la Corte y ni siquiera soy de noble cuna, por lo que me mantengo al margen y atento por si alguien necesita mis servicios para brindárselos de inmediato.

Ante la vista de tal despliegue, Tomescu, se siente nervioso.

Observa, medio apartado, y ve como Svitlana Basarab y sus hijos salen a recibir a sus parientes.

De sus oscuros pensamientos, otra vez, lo saca la joven Veronika que, con su inocencia, le recuerdan al guardia los buenos tiempos de paz.

Una sonrisa se escapa de su rostro.

No obstante, y ya que el tiempo apremia, decide ir a armarse de todas formas.