La sonrisa de Juliette se hizo angelical al ver como Clarimonde finalmente comprendía. Aquello no iba de Armand, realmente no tenía interés real en él. Aquello iba de ella, de hacerle daño, aunque ella nunca le había hecho nada. Ahora lo entendía todo, y lo único que sabía es que el ataque no había sido preparado. Los comentarios de Vivianne y Armand lo habían comentado.
- Solo para hacerte daño a ti cherie...Quería ver si debajo de esa fachada de mármol tenías corazón, y por lo que parece sí, un poquito. - Sonrió llena de una condescendiente maldad - No me digas que el rarito de Armand te gusta, no puede ser. La diosa de la escuela interesada en un gusano, que gracioso....
Cuando la escuchó rio bajo. Era una de esas risas burlonas que se te clava, que te dan ganas de arrancar la cabeza a alguien.
- Lo que os queda cherie es que ese chico, cuando sea mayor, contará a sus amigos que una vez me besó. Será su mejor recuerdo de la escuela, y ni siquiera recordará que fue forzado. El pobre pensará que es su mejor día de su vida - Sonrió - Oh, claro que sí. ¿No creerás que todos mis admiradores me admiran por los filtros, verdad? Jujujujuju. Eres tan ilusa que me das pena - Dijo mirándola con verdadera lástima - Puedo poner a la mayoría de chicos de la sala de rodillas y sin poderes...Pero son aburridos, demasiado fáciles ¿Para que iba a querer que me quieran esos perdedores? Aun así lo hacen, lo intentan una y otra vez, y yo, bueno, selecciono a los menos malos hasta que llegue el adecuado
Se rio
- Uy, patética, eres ilusa hasta para los insultos. El chico más inteligente del salón tendrá su debilidad y la encontraré. - Se sonrió - ¿No creerás que estoy enamorada de él, verdad? Solo es un poquito más difícil que los demás, y eso me divierte, más si has utilizado tus poderes de veela y aun así te lo quito.
Juliette parecía tener respuestas para todo
- ¿Y qué más da lo que yo piense? ¿Te has fijado como te miran? - Era cierto, más de uno miraba a Clarimonde como si realmente lo hubiera hecho - Un solo comentario y tu reputación destruida, porque ellos piensan que lo has hecho, da igual lo que yo crea....En cuanto al hombre más inteligente, ¿Es ese el que te ha ignorado y te ha hecho parecer una niña despechada? Jujujujuju. Veremos, veremos lo que consigo, la noche es joven cherie
Entonces Clarimonde le dijo que ella había hecho amigos, y que nadie le había mirado. Juliette se rio, venenosa, antes de decirle
- A mi me han ofrecido matrimonio, un millonario, y a ti, ¿Qué crees que pasará cuando te vean? ¿Cuándo se queden paralizados por tu perfección? - Se rio aunque igual había algo detrás de su mirada, algo que decía que los golpes no estaban cayendo en un saco roto.
Clarimonde dio por terminada la charla y se dirigió a las amigas de Juliette para acusarla, pero Juliette sonrió y se tocó la cabeza, dándole vueltas a un dedo como si hubiera perdido la cabeza. Solo Mimi pareció considerar lo que decía Clarimonde, y sonrió levemente cuando le dijo palabras de aliento.
Parecía que la corte de Juliette era sólida, pero había una grieta, Mimi parecía creer en ella, y Juliette, parecía esforzarse mucho en no dejar ver las heridas que había dejado Clarimonde en ella, y en mantener a su corte, haciendo comentarios sarcásticos sobre Clarimonde
- Lo que tenéis que cuidar es que no utilice sus poderes con ninguno de vuestros chicos - Se sonrió - Yo no necesito poderes, mirad.....
Anne Leclerq y François Latour hablaban animadamente después de encontrarse en una cita. Juliette se fue hacia François y le sonrió. Lo miró de esa manera en que los chicos se quedan sin habla. Le pasó una mano por la nuca y lo atrajo hacia ella ante la mirada indignada de Anne. Comenzó a entrecerrar los ojos mientras atraía el chico a sus labios. François cerró los ojos, listo para recibir el beso, y en el último momento Juliette se apartó y le rozó la nariz con una sonrisa
- Tal vez luego, cherie....
El chico se quedó mirándola, y luego mirando a Anne, visiblemente enfadada, más con François que con ella.
Vivianne vio a lo lejos todo lo ocurrido, y cuando Clarimonde se separó se fue directa a por ella.
- Toca el espejo y disfruta de tu cita. Es importante que nadie piense que esto puede tener que ver contigo... - Sonrió con cierta brutalidad - El plan es sencillo. En cuanto todos toquéis el espejo yo iré a por ella. La despegaré del espejo y la arrastraré de los pelos si hace falta. Esto no puede ser solucionado con métodos delicados, ni con palabras, esa arpía lleva haciendo esto toda la vida....
Dejo la frase en el aire antes de sonreír con fiereza
- Yo llevo golpeando bludgers toda la vida, siendo intimidante.... Así que, no creo que ella pueda evitar mis argumentos contundentes.
La señaló con un dedo y su sonrisa se hizo mucho más amistosa
- En cuanto a ti, la verdad es que me has sorprendido. Tal vez si puedas merecerte un poquito a Armand - Le dio un golpecito en el hombro, poniendo especial atención en ser delicada - Solo por querer ayudarlo y defenderlo ya me caes bien.
Le tendió la mano de forma impetuosa
- ¿Amigas? - Sonrió - Siempre que no me intentes quitar a Michelle, eso no te lo perdonaría.... Jajajaja - Miró hacia Armand - No te preocupes, lo que tengáis que aclarar lo aclararéis. Es un buen chico - Se sonrió - Pero tu corazón también importa, y el amor es egoísta. Y como le quiero, le voy a sacar el antídoto a esa bruja como sea....o la desfiguraré.
Entrecerré los ojos levemente cuando hizo esa comparación ridícula entre la diosa de la escuela y el gusano. No iba a regalarle una reacción. Que creyera lo que quisiera. La satisfacción de verme alterada era precisamente lo único que no iba a concederle.
Pero su risa... su risa sí que se me clavó. Tuve que reprimir un impulso visceral de levantar la mano y cruzarle la cara porque sabía que si la tocaba, aunque fuera con la más justa de las bofetadas, ella ganaría y no pensaba darle nada.
Y sin embargo, lo que realmente me hizo daño no fue su voz burlona, sino lo que decía de Armand. Como si robarle la voluntad a alguien fuera una anécdota simpática para recordar entre risas. Como si forzar el recuerdo de un beso fuera una hazaña divertida. Como si eso no fuera cruel. Como si no hubiera vuelto a pasar otra vez. Precisamente por eso, porque darle una reacción al respecto solo haría que quisiera hacerle más daño, me obligué a sonreír intentando protegerle así. Una de esas sonrisas burlonas y serenas que tanto odiaba Juliette se dibujó en mis labios, una que decía: no me importas, ni tú ni tu veneno.
—Aún no lo has entendido, Juliette —dije, con una calma que no sentía del todo—. Sigues sin comprender absolutamente nada. Me da igual el resto. Por mucho que pretendas competir conmigo y quieras destruir cualquier cosa que crees que puedas... me da igual. Me das igual tú y me dan igual sus opiniones. Llevas años viéndolo y aún así sigues sin entenderlo.
»No puedes competir porque yo no estoy intentando hacerlo. Y por eso, por mucho que te joda, siempre perderás.
Mi mirada se afiló al clavarse en la suya pero el tono de mi voz seguía siendo tranquilo.
—Lo que has hecho, con él y con todos los demás, solo refleja lo sola que estás. Y yo puedo estar sola por elección. Tú... a pesar de usar todo lo que tienes a tu alcance, lo seguirás estando porque a la mínima que miran algo más que tus besos sólo ven lo podrida que estás.
Negué suavemente cuando presumió de propuestas de matrimonio. Como si eso fuera un logro. Como si eso validara algo. A mí me habían exigido un compromiso desde casi el principio de la cita. ¿Y? ¿Eso me hacía mejor que ella? No, ni tampoco peor. Solo daba al resto un poder que jamás debíamos haberles dado. Ella porque la vieran, yo porque no lo hicieran.
Cuando se acercó a François, arrugué la nariz. No por él, sino por Anne. La vi, con esa mirada descompuesta, con esa herida en la dignidad y decidí ignorar mis propias barreras que me separaban del resto.
Y en cuanto Juliette se alejó pavoneándose como una vedette tras su número, me acerqué.
—Te mereces más —le dije a Leclerq—. Si él no es capaz de darte tu valor, que se quede lamiendo la suela de las botas de Juliette.
Lo dije con una firmeza tranquila, mirando después a François con todo el juicio que podía caber en mis ojos.
Antes de retirarme, posé la mirada un instante en Mimi. Había algo en su expresión, una grieta, un destello de pensamiento propio. Le dediqué un leve asentimiento de reconocimiento y me alejé.
Entonces vi a Vivianne. Su presencia me sorprendió y, por un instante, me sentí avergonzada. Lo había intentado, sí, pero no había logrado nada decisivo. No había podido romper la coraza de Juliette, no había podido proteger a Armand. Sin embargo, sus palabras me sorprendieron más de lo que dejé entrever.
—Amigas —dije, tomándole la mano con un destello cálido en mi mirada—. Siento no haber podido hacer más.
Entendí que no podía hacer más en esa situación y que ella tenía razón. Si no tocaba el espejo me culparían a mí —aunque quizá me culpasen incluso tocándolo—, así que le dediqué un asentimiento a modo de despedida.
—Por favor, arráncale unos cuantos pelos por mí —susurré, con una sonrisa cómplice que, por primera vez en un buen rato, fue sincera.
Me giré hacia el espejo dispuesta a tocarlo pero prometiéndome que no olvidaría nunca lo que Juliette le había hecho a Armand.
Cuando mis dedos rozaron la superficie bruñida, exhalé por la nariz y me dejé envolver por la siguiente cita. Ya habría tiempo para todo lo demás.