Era la última cita y la mayoría de ellos ya tenían una idea de quien podía ser el elegido. Aun así, no hubo nadie que se quisiera perder la última cita, porque el espejo estaba regalando sorpresas a lo largo de la noche, y quien sabía si la última resultaba ser la mayor.
Al tocar el espejo al otro lado la recibió una chica vestida con el uniforme de Beauxbatons. Muchas de las chicas que estaban en la sala común ya llevaban sus mejores galas, y solo unas pocas iban de uniforme. Si a eso se le añadía que llevaba unas gafas grandes y redondeadas, una melena castaño cobrizo a media espalda y una mirada de cierta inseguridad parecía claro que quien estaba detrás del espejo era Mimi Martin.
A su entender Mimi era completamente hetero, aunque a diferencia del resto de la corte de Juliette no parecía el tipo de chica que fuera saltando de chico en chico. Se le había conocido un único novio desde tercero hasta sexto, pero en el último curso lo habían dejado y era vox populli en la escuela que la culpable de aquella rotura había sido Juliette. Ella, por supuesto, se había defendido diciendo que ella no había hecho nada, que Pascal había sido quien la había buscado, y todos la creyeron. Era difícil no creerla cuando la mayor perjudicada seguía siendo su amiga.
Mimi se masajeó el puente de la nariz como para liberar tensiones y de pronto dio un respingo al ver que había alguien al otro lado del espejo.
- ¡Hola! Perdona, no te había visto. - Sonrió con cierta timidez - Es...espero que no sea una cita de buscar pareja porque yo... - Titubeó al decirlo - No me atraen las mujeres, aunque, se ve que eres muy guapa. - Entonces se quedó parada un momento. Se acercó al espejo como si la distancia permitiera ver mejor y le pregunto - ¿Clarimonde?
Titubeó. En ese momento parecía un libro abierto. Deseaba quitar la mano, y dependiendo de lo que dijera Clarimonde lo haría. Estaba asustada y aquello era nuevo. Normalmente inspiraba sentimientos de amor, de atracción, de deseo, el que alguien le pudiera tener miedo era completamente nuevo. No bueno, precisamente, pero al menos si nuevo.
Tardé un par de segundos en reconocerla, quizá porque no esperaba verla en el espejo. Era imposible no saber quién era al ver la imagen distorsionada, aunque apenas hubiéramos cruzado un par de palabras hasta hoy. Y entonces ocurrió. Al contrario que Armand, ella me reconoció de inmediato. Su expresión de miedo me desconcertó. Siempre había provocado cosas —curiosidad, deseo, celos, expectativas—, pero jamás miedo. ¿Qué ocurría? ¿Le había hecho algo sin saberlo?
—Mimi —dije al fin, despacio, sin dejar de mirarla, con la voz un poco más baja de lo habitual—. ¿Estás bien?
Inspiré hondo y solté el aire muy despacio, intentando recolocar algo dentro de mí que no terminaba de encontrar su sitio.
—No, para mí no es una cita de encontrar pareja, tranquila.
»Puedes quitar la mano si quieres —añadí, aunque doliera un poco decirlo—. De verdad. No quiero que esto sea incómodo para ti. Incluso puedes fingir estar en una cita a la que salgas, yo no diré lo contrario. Aunque... la verdad es que me gustaría que te quedaras y conocerte un poco. Si no es mucho pedirte, claro...
- No, no soy Mimi, creo que me confundes... - Dijo de forma automática, mientras se iba hacia atrás. Finalmente se quedó en el sitio y bajó la mirada - No, es cierto, soy yo.... lo siento.....
El hecho de que le dijera que no estaba buscando pareja le sacó una sonrisa triste. Asintió y con un hilo de voz dijo
- Claro, que tonta, las chicas como tú y Juliette ya lo tienen todo hecho y no necesitan la última cita - Sonrió con tristeza - Yo... Cuando ha pasado lo de Juliette, al tocar el espejo he deseado tener una amiga, una amiga de verdad, para siempre...y hasta para eso he tenido mala suerte.
Lo dijo con pena. La fama de distante de Clarimonde jugaba en su contra. No se había dejado acercar por chicos, pero tampoco en demasía por las chicas. Reacciones de envidia, de alabanza eran lo normal, tanto, que lo más fácil era pasar de puntillas, para que nadie la pudiera dañar. Suspiró
- ¿Conocerme? ¿Para qué? ¿Después de 7 años? - levantó la mirada para buscarle los ojos - Si es por lo de Juliette tienes toda la razón para estar enfadada, aunque yo no he visto lo de la poción. Ella es muy capaz de encandilar a los chicos sin usarlas.... - Puso una mueca y el dolor se reflejó en su rostro - Llevo 2 años intentando descubrirle un punto débil a esa arpía, y parece no tener ninguno.... No podré hacerle pagar lo de mi ex, aunque, también fue culpa suya..... Supongo que eso hace de mi una estúpida..... La odio, y solo le deseo que se enamore, que se enamore con todo el alma y que la hagan sufrir.
Me quedé muy quieta mientras hablaba, como si cualquier movimiento pudiera conseguir que se fuera.
Cuando dijo que chicas como Juliette y yo ya lo teníamos todo hecho, algo me pinchó por dentro. Entendía lo fácil que era suponer determinadas cosas si se hacían las cosas como las hacía yo. Mi distancia con el resto del mundo traía estas consecuencias.
—¿Te consuela saber que probablemente vaya sola, como siempre? Y, por favor, no creas que es porque los demás no están a mi altura porque no es eso.
Pero cuando admitió que lo único que había deseado era una amiga de verdad... sentí que algo se me encogía dentro. Porque esa idea —la de tener a alguien con quien contar de forma sencilla, sin segundas intenciones— no me era tan ajena como todos parecían creer. Hice de tripas corazón y decidí ser sincera.
—Soy consciente de que puedes pensar que te estoy mintiendo pero... yo también he deseado eso. Quizá no soy la amiga que esperabas y es probable que cuando soltemos el espejo, prefieras hacer como si nada, pero puedo serlo este rato, si quieres. Quiero creer que puedo no ser tan mala amiga.
Me incliné apenas hacia el espejo, no para invadir su espacio, sino para dejar claro que no me iba a marchar.
—Y sí, puede que haya tardado siete años en acercarme, pero eso no significa que no quiera hacerlo ahora. Parece que me ha costado darme cuenta de ciertas cosas pero la experiencia ha ayudado mucho.
Luego negué suavemente.
—Mis palabras sobre ti no tienen que ver con Juliette. Sin embargo, sí ha usado la poción y es posible que lo hiciera con tu ex. ¿Hablaste con él de lo que ocurrió después?
Suspiré y apoyé ambas manos en el cristal, cansada del día.
—Claro que tiene puntos débiles. Es increíblemente insegura y está enamorada de Lucien, sé reconocer el dolor en los ojos de alguien cuando la veo. Espero que te consuele que es prácticamente imposible que terminen juntos y que ella lo sufrirá siempre.
»No eres una estúpida pero... ¿te merece la pena soportar eso diariamente? Dios, si tuviera que escuchar su maldita risa todos los días, probablemente me habría sacado de quicio hasta a mí y le habría puesto crema depilatoria muggle en su champú o tirado menta amargada en alguna de sus pociones —dije con una sonrisa pícara y cómplice—. Merecería la pena un posible castigo con tal de verla sin pelo o con manchas rosas en la cara.
Mimi abrió la boca un poco, sorprendida y tal vez arrepentida de lo que había dicho. Para ella era natural que las más bellas acapararan toda la atención. La posibilidad de la soledad solo cabía que fuera por elección propia, y en caso de Clarimonde parecía ser el caso. Ella siempre había sido distante, se acercara quien se acercara, así que pensar que pudiera ser porque ella se creyera demasiado no era difícil de pensar.
- ¿Por qué me iba a consolar? - Dijo con un amago de sonrisa - Nunca me has caído mal - Su sonrisa se amplió un poco - Incluso me dabas un poco de curiosidad, pero como veía que no dejabas que nadie se te acercara - Se encogió de hombros - No sé porqué lo haces, podrías ir con quien quisieras. - Suspiró con un poco de exasperación - Ni siquiera el espejo es capaz de ocultar toda tu belleza. Se te ve.....Entonces ¿Por qué vas a ir sola?
Entonces Mimi le confesó que ella había tocado el espejo buscando una amiga, y que por eso se habían encontrado.
- ¿Tú? - Sonrió y se le escapó una pequeña risa divertida. No era hiriente, simplemente divertida, e inesperada - Si me hubieran dicho que podías estar buscando amigas no me lo habría creído. Evidentemente, no eres la amiga que esperaba, porque la última persona del mundo que pensaba que podía estar buscando eras tú - sonrió - Podemos intentarlo. Si nos han emparejado es porque algo podemos aprender, tal vez podamos aprender que es ser amigas juntas.
La duda estaba allí, los comentarios anterior con Juliette y con ella podían ser un intento de crear discordia. Poco podía sospechar Clarimonde que había rencillas más profundas entre Mimi y Juliette. La chica negó con vehemencia a lo que dijo la veela.
- No la he visto usar nunca una poción, nunca le ha hecho falta - Puso las manos en posición defensiva - No digo que hayas mentido, pero yo no la he visto, y en el caso de Olivier..... - Rodó los ojos para ponerlos en blanco - Me dijo después de enrollarse con ella que quería tener una relación abierta, que consistía en que cuando Juliette quisiera enrollarse con él podía hacerlo, y si no, pues se quedaba conmigo. - La rabia dejó paso a un poso de tristeza - Lo dejé, era lo mejor para mi, y a él no le importó mucho.
Negó con la cabeza
- Yo no se los he visto, y no creo que esté enamorada de Lucien. Lucien es su reto, su próximo juguete... Creo que has visto lo que no había, no creo que sea capaz de sentir nada por nadie que no sea ella. - Sonrió un poco - Será refrescante ver como no se sale con la suya. Para el resto del mundo es un poco frustrante ver como lo que a nosotras nos cuesta la vida a vosotras os es tan fácil - Levantó las manos en son de paz - Sé que no vas por ahí calentando a los chicos como Juliette, pero a veces parece que todo te es tan fácil, que es difícil no sentir envidia - Sonrió - Yo lo intento, y casi siempre lo consigo. Supongo que siendo amigas me costará menos...
Mimi le explicó los motivos por los que se quedaba. Encontrar algo para vengarse, aunque para Clarimonde aquello no valía la pena. Sonrió
- Su risa es como cuando la profesora araña la pizarra con las uñas. - Se sonrió divertida - La verdad es que es una obsesa del control. Tiene embrujados todos sus cosméticos, el champú.... La siguen flotando, y cuando los quiere abrir se besa un dedo, lo apoya en el tapón y se abren. - Se rio - Y luego se meten en un cofre imposible de abrir... Es una auténtica obsesa del control. Dice que no quiere que le quitemos sus secretos de belleza - bufó - Pero entiendo lo que dices. El problema es que los padres de Juliette son muy importantes y tiene el favor del director, que hace la vista gorda a muchas cosas que hace.
Se quedó callada antes de decirles
- Supongo que .... admito.... - Suspiró - Supongo que tengo miedo. Nunca he sido popular, ni he llamado mucho la atención, así que... seguir con ellas, era una manera..... de no estar sola - Finalmente lo dijo - Yo no soy tan fuerte como tú, Clarimonde, ni perfecta, ni admirada.... He intentado buscar mi sitio con ellas, para descubrir que ese sitio cada vez me horroriza más. Quiero poder confiar a alguien mis secretos, quiero poder hablar de chicos y reír, sin temer que alguien pueda usar eso para ridiculizarme.
Suspiró
- Hasta en eso tenías que ser mejor que yo. Eres tan fuerte....
Al principio, cuando dijo que no le caía mal y que le daba curiosidad, sentí una punzada leve de sorpresa. Porque siempre había creído que para Mimi yo era alguien lejano, quizá una más del mismo mundo de Juliette. Y sin embargo... me lo decía ahora como si hubiera querido acercarse y no se hubiera atrevido.
Me dolió un poco cuando dijo que no sabía por qué yo iba sola, que podía ir con quien quisiera. Porque, por mucho que lo pareciera, no era tan sencillo.
—Porque... —inspiré, cogiendo el valor para ser sincero. Si quería tener una amiga y serlo para ella, necesitaba empezar por ahí—, por primera vez, dejo a alguien acercarse tanto y no quiero hacer daño a nadie. Es decir... mira incluso lo que le ha pasado a Armand con Juliette. Solo lo ha hecho porque ha dicho que está enamorado de mí... No es justo.
Luego, cuando se rio y dijo que no habría imaginado que yo buscara una amiga, no pude evitar sonreír también
—Yo tampoco pensaba que estaría diciendo algo así hoy —admití con una media sonrisa—. Pero aquí estamos y me encantaría intentar aprender a ser amigas juntas.
Después llegó la historia de Olivier con Juliette y todo lo que venía con ellos. Escuché con atención, sin interrumpir. Y cuando dijo aquello del acuerdo con su ex y la rabia se le volvió tristeza, algo en mí se revolvió.
—No te merecías eso —dije con suavidad—. Ni ese tipo de relación, ni esa respuesta. No sé si usó una poción con él o no pero realmente no creo que le excuse. Los efectos de una poción no pueden durar tanto tiempo, así que debería haber hecho algo más. Sin embargo... estuvisteis mucho tiempo juntos, si no recuerdo mal... ¿Es posible que se sienta avergonzado y nunca se atreviese a decirte nada?
»Es decir, no quiero condicionarte a pensar nada de eso pero, después de haberme fijado en los métodos de Juliette, la cosa no me termina de cuadrar del todo.
Y entonces, cuando me habló de Juliette... del control, de los hechizos, de la seguridad que tenía en su posición, asentí con lentitud.
—Puede parecer que no le afecta nada pero créeme, la gente como ella también sangra. Solo que lo ocultan mejor.
»Todos tenemos puntos débiles. No confíes solo en lo que ves en una fachada. El suyo es evidente, o al menos lo es para mí, se siente sola e infeliz así que tiene que demostrar al resto todo lo contrario, a toda costa. Además, tiene que quedar por encima, nunca toleraría que otros fueran felices a su lado porque ella no lo puede tener o no está dispuesta a ser mejor persona para ello. Precisamente por eso te hizo lo de Olivier.
Le dediqué una sonrisa más suave, cómplice, cuando me habló del champú embrujado y el cofre imposible de abrir.
—Lo del beso para abrir los tapones es la cosa más absurda y estúpida que he oído hoy —murmuré, totalmente divertida—. Pero supongo que con eso completas la historia. Quiere que todo a su alrededor la obedezca y si no lo hace, lo hechiza. Sin embargo... ser una obsesa del control tiene el enorme defecto de que si algo se descontrola, no lo va a tolerar.
»Has dicho que es imposible de abrir, no de destruir. ¿Te imaginas el nivel de locura que puede alcanzar si no tuviera sus productos de belleza? —pregunté, con una voz juguetona y cómplice.
Pero lo que más me tocó fue lo último. Su explicación y todo lo que seguramente había soportado por miedo, por intentar encajar.
—No hace falta ser popular para ser querida —dije con dulzura—. A veces creemos que son sinónimos pero no lo son.
Le dediqué una media sonrisa y decidí que ambas queríamos y necesitábamos esto. Quizá con ello podríamos empezar a sanar ciertas heridas. Dejé caer las barreras y le ofrecí mi mayor miedo.
—Te he dicho que no hagas caso a la fachada. ¿Crees que soy fuerte? Te equivocas. Yo tengo miedo. Miedo a que solo vean lo que quieren ver en mí, a ser alguien a exponer, de quien presumir, pero que nadie quiera ver lo que hay dentro, que a nadie le importe. Siendo perfecta e intocable no tengo que asumir esa clase de decepciones, así que no es fuerza, es una forma muy agotadora de esconderse.
Eché la cabeza hacia atrás, mirando hacia arriba, antes de volver a fijar mi mirada en la suya y dedicarle una sonrisa cálida.
—Puede ser ingenuo pero quiero confiar en el espejo. No quiero ser perfecta ni mucho menos contigo. Así que si quieres hablar de chicos y reírte sin miedo, contar secretos tontos o simplemente quedarte en silencio sin tener que fingir nada... aquí me tienes. Prometo que no te ridiculizaré jamás. Podré tener otro tipo de fallos pero ese nunca vas a sentir la necesidad de temerlo conmigo.
Mimi suspiró, y cuando le dijo que no iba con nadie porque no era tan sencillo, porque la gente podía hacerse daño si se acercaba a ella se vio como se enfadaba. Abrió la palma de la mano y golpeó dos veces el cristal, con fuerza, para llamarle la atención.
- ¿Y para que nadie se haga daño contigo dejas a todos fuera? ¿No has pensado que precisamente eso puede ser lo que les haga más daño? - Suavizó su expresión y con paciencia le fue explicando - Clarimonde, es la vida. Hacemos amigos, nos enfadamos, nos enamoramos, nos reconciliamos, errores, aciertos, es la vida. - Su voz le acarició. Era de ese tipo de bronca que te echan los amigos cuando tenemos un pensamiento incorrecto, a veces amarga de escuchar, pero siempre necesaria - Es injusto lo de Armand, pero no es culpa tuya, ni que te quiera ni de lo que haya hecho Juliette. No es tu culpa. No puedes dejar de vivir solo porque la gente se te acerque, no puedes encerrar a todos detrás del muro. Llegara gente, algunos valdrán más la pena, otros menos. Te equivocarás, te enamorarás, tendrás amigos, y un día te darás cuenta de que te has equivocado y tendrás que empezar - Sonrió con ternura - Es la vida, y se aprende muchas veces a base de errores. Equivócate. Es mucho mejor que no dejar que te pase nada. - Carraspeó - Perdona, creo que me he dejado llevar por lo de ser amigas. - Sacó la lengua de manera divertida - Puedo ser un poco intensa a veces.
La conversación llegó a Olivier, su ex-novio, y aunque Clarimonde le insistió en que podría haberse enamorado a causa de una poción Mimi lo tenía bastante claro.
- No usó nada. En tercero apenas era capaz de mirar a una chica sin balbucear, pero descubrió que podía tener cierto éxito, más si se le relacionaba con Juliette. - Sonrió cínicamente - Hay muchas chicas que se pelean por las sobras de Juliette. Ya sabes, este chico salió con la más guapa y ahora sale conmigo, eso quiere decir que tengo valor... - Rodó los ojos - Desperdicié tres años, pero aprendí lo que no quiero, y no quiero a ningún chico del que sea una segunda opción. - Se sonrió - ¿Avergonzado? No creo - Su sonrisa se hizo más maliciosa - Pero si alguien descubriera que mojaba su colchón cuando tenía 10 años.... - Se apartó el pelo - Pero no soy así, no saco nada con humillarlo.
Pero lo de Juliette era otra cosa, era más visceral, y cuando le contó que estaba en ese grupo para vengarse y por miedo a la soledad se desnudó completamente ante ella. Mimi consideró lo que decía Clarimonde y le dijo
- Puede que sea infeliz, pero yo creo que lo que necesita es sentirse envidiada. - Asintió - Es cierto que no es de las que son felices con las alegrías de los demás... En cuanto a lo de Olivier, sí, tiene cierta culpa, pero quien tenía el compromiso conmigo era él. - Se sonrió - Es curioso, cuando lo verbalizo..... Creo que también he tirado un año de tiempo tratando de vengarme, cuando.... con quien estaba enfadada era con Olivier, no con ella. - Se sonrió - Lo que hacemos por justificar a quien hemos querido...
El ritual de belleza de Juliette y su obsesión por el control hizo gracia a Clarimonde. Todo lo hacía para evitar ser saboteada, o copiada, para seguir siendo la abeja reina de aquel panal que solo Clarimonde le discutía, sin pretenderlo. Mimi sonrió y dijo
- Alguna intentó lanzar el cofre por la ventana, pero no pudo. - Sonrió maliciosamente - Yo pensé en un bombarda máxima, pero no lo hice, me pareció excesivo volar todo el dormitorio solo para vengarme. Me gustaría ser más sutil.
Mimi envidiaba la fuerza de Clarimonde, pero para ella, no era en absoluto fuerte. Tenía miedo, miedo a ser un mero objeto de quien presumir. Mimi volvió a palmear el espejo para llamar su atención
- ¿Y como vas a poder distinguir entre los buenos y los malos si se quedan todos fuera? Deja pasar a alguien, y si no te gusta, pues apártalo. Así es como se hacen amigos, por prueba y error. - Sonrió con dulzura - Te llevarás decepciones, pero también alegrías. ¿No estás cansada de esconderte? Yo lo estoy.... y cuando suelte el espejo, voy a correr hacia a ti y te voy a dar un abrazo. Gigante. De esos que rompen huesos, y voy a mirar a Juliette con una sonrisa. - Sonrió - Admito que probablemente muchos en el colegio me miren apreciativamente por ser la amiga de Clarimonde, incluso algún chico se me puede acercar para que os presente, pero..... solo lo haré porque me apetece, y claro, para hacer rabiar a Juliette, ese siempre es un buen motivo.
Mimi negó con la cabeza
- Puedes ser perfecta conmigo, o no serlo, puedes ser lo que quieras, pero prefiero que seas tú. - Se sonrió - En mi primera cita he conocido a alguien, y creo que es especial, así que, necesitaré de tu ayuda en el baile, si digo la palabra "Valkyria" será que necesito un rescate urgente. - Se rio divertida - Mientras el chico se queda anonadado contigo yo podré escaparme - Le guiñó un ojo - ¿Y tú? ¿Ya sabes con quien vas a ir? - bajó el tono para ser más conspirativo - No sabía nada de lo de Armand. La verdad es que el chico es un poco rarito, pero es mono, no es como el barón de Anjou ni te va a enviar 12 docenas de rosas como él, pero es mono. - Sonrió - ¿Alguna cita que haya valido la pena? - La miró a los ojos - Como amiga te receto que durante esta noche solo pienses en divertirte. Conoce chicos, baila con ellos, bésalos si hace falta - Sonrió - Quiero que esta noche te liberes...como.... - pensó en un ejemplo - como si fueras un fénix, y hubieras vuelto a nacer. - Sonrió con ternura - Es una noche, después puedes volver a tu torre de perfección si quieres, pero has estudiado mucho, te mereces una noche de diversión.... y no te preocupes por los demás, no se van a quedar perdidamente enamorados de ti por una noche.... Las chicas necesitamos un poco de diversión también, ¿Qué me dices?
Cuando golpeó el cristal para llamarme la atención, me sobresalté un poco al no esperar una reacción tan directa y honesta. Pero era verdad y yo necesitaba oírlo.
Sus palabras, su forma de reprenderme con dulzura, como quien quiere despertar algo dormido, me hicieron tragar saliva. No supe qué responder al instante, pero asentí, y bajé un poco la mirada, avergonzada por mi propia cobardía.
—Tienes razón —admití al fin, con voz suave—. Creo que me he pasado tanto tiempo queriendo ser perfecta para que no me hicieran daño y no queriendo dañar a nadie... que no me di cuenta de que con eso también estaba haciendo ambas cosas. Me cuesta abrir la puerta pero ya he empezado con una rendija para ti, ¿no? —le dediqué una sonrisa, más pequeña, pero sincera. Me había tocado de lleno.
Cuando me habló de Olivier con esa mezcla de decepción y malicia resignada, no pude evitar suspirar.
—No está hecha la miel para la boca del asno —respondí con una sonrisa cómplice, intentando animarla.
Me reí bajito cuando mencionó lo del cofre.
—Siempre podríamos encontrar alguna manera de conseguirlo. Estoy de acuerdo que quizá una bombarda era demasiado pero estoy segura de que podríamos encontrar la manera perfecta.
La forma en que volvió a palmear el cristal me hizo sonreír otra vez. Mimi tenía una energía que me sorprendía, como si estuviera decidida a iluminarme a base de pequeños golpes.
—¿Un abrazo que rompa huesos? Me arriesgaré, aunque vaya como una especie de medusa al baile —respondí con una sonrisa cómplice.
Su broma sobre ser vista como "la amiga de Clarimonde" me hizo rodar los ojos con diversión.
—Pues yo quiero ser vista como la amiga de Mimi. La única que se atrevió a decirme que estaba siendo una cobarde y lo hizo con cariño. Y, claro, para hacer rabiar a Juliette. Ese siempre es un bonus añadido.
Cuando me dijo que había conocido a alguien especial, se me iluminó el rostro. Era curioso como realmente quería que le salieran las cosas bien porque se lo merecía y empezaba a apreciarla.
—¿En serio? ¡Eso hay que celebrarlo! ¡Cuéntame más! ¿De qué escuela es? ¿Cómo es? Si necesitas ayuda, allí estaré pero espero que no haga falta —añadí con ternura.
La pregunta sobre con quién iría yo al baile me hizo volver a bajar la mirada, esta vez con algo más de timidez.
—Mis citas han sido buenas excepto una. Un imbécil de Durmstrang que quiere ser jugador de las Flechas de Appleby me ha exigido matrimonio y espero no tener que cruzármelo porque parece un tío peligroso.
»Pero... ha habido dos un poco más especiales. Una ha sido con otro chico de Durmstrang pero no tengo del todo claro lo que ha pasado ahí ni si hemos terminado de conectar, aunque hemos llegado a hablar de besarnos y siento que tenemos muchas cosas en común, y otra... ha sido con Armand. Contra todo pronóstico me gusta, no sé si lo suficiente como para tener algo más, más aún teniendo en cuenta lo mucho que sufre por mi apariencia pero... Ay, no lo sé —suspiré, frustrada conmigo misma—. Estoy más confundida que nunca.
Me apoyé contra el cristal, casi como si me apoyase en ella.
—¿Sabes lo más curioso? Que estuve hablando de criaturas mágicas con él y yo misma le di el nombre de Fénix al identificarme con él.
»Quizá sí necesite el baile para aclararme.
La Mimi de verdad, la que no se escondía dentro del grupo de Juliette era muy distinta. Vivaz, enérgica, tanto que, para conseguir que le prestara atención golpeó el cristal. Cuando Clarimonde se sobresaltó la cara de Mimi cambió un poco, pensando que se había excedido, aun así, le dijo lo que tenía que decirle, tomándose muy en serio su papel como amiga de Clarimonde. La chica le vio al ver como Clarimonde bajaba la mirada y le dijo
- Arriba la mirada, a los chicos no le gustan las chicas blanditas - Se sonrió - Ahora ya sabes que haciendo, o no haciendo, la gente se puede hacer daño, así que, por lo menos, te podrías relajar. - Sonrió - Estoy contenta, una rendija puede ser suficiente para empezar. Las amistades también se cocinan a fuego lento, y no puedo esperar que pases de - Puso una voz divertida - Chica perfecta detrás del muro del castillo y chica con el corazón en la mano después de una operación a corazón abierto.
Nada más añadió de lo suyo con Oliver. A pesar de que Clarimonde la intentó animar diciendo que no era miel para ese asno, no parecía que Mimi pensara que fuera miel, aunque iban a estar muy de acuerdo con lo de que Oliver era un auténtico asno. La idea de sabotear a Juliette les hacía gracia, pero tampoco querían implicarse demasiado, como usando un bombarda. Mimi sonrió y le dijo
- Es de las cosas mejores de tener amigas. Poder darse abrazos.... - Sonrió - Creo que tú necesitas unos cuantos, y yo, creo que también - Correspondió a su sonrisa cómplice. - Ser amiga de Mimi no te va a dar más estatus del que tienes, pero a mi me da igual el estatus.... Con ver la cara de Juliette me bastará y, tal vez, servirá un ejemplo para las otras.
Cuando habló del chico en cuestión Mimi enrojeció como sus cabellos y dijo
- Es de Castelobruxo y se llama Roberto. Es deportista, y le gusta el quidditch, y quiere ser auror. - Se sonrió - Es muy simpático, y tiene ese tipo de sonrisa que aunque esté borrosa te hace temblar las piernas. Hemos estado hablando de muchas cosas, y tenemos mucho en común, pero no sé, no sé si será de verdad....Es muy fácil parecer de una manera cuando no tienes a la otra persona delante. - Sonrió - Espero que sí, me gustaría mucho... Hacía tiempo que ningún chico me hacía sentir las mariposas. - Se rio - Espero que no sea un rarito de esos que te da cringe.
Al hablar de las citas de Clarimonde arrugó el entrecejo y le dijo
- ¿Exigirte? Suena mal, suena a pringado y loco, tranquila, te cubriré las espaldas. - Se sonrió - Así que un chico del frío norte ha derretido tu hielo, ¿eh? - Dijo sonriendo y llevándose las manos a la boca - ¿Besaros? uuuhh, no pensaba que estuviera la cosa tan caliente...y ¿Armand? - Puso cara de extrañeza, pero la escuchó - Tendrás que descubrirlo por ti misma. - Se rascó la cabeza y sonrió - Creo que tengo la solución a tus problemas ¿Y si le vendas los ojos? Tal vez si habláis de una forma parecida a la que habéis hablado en el espejo todo se aclare. - Se sonrió maliciosa - O puedes besarle, y así, si se desmaya seguro que no se puede escapar. No, ahora en serio, igual podrías ponerte algún tipo de máscara... - sonrió - Seamos serias. Tienes una figura perfecta, y tu pelo, hasta como hueles... pero si al menos te tapas la cara, pues, no serás tan tan.... intimidante, creo que esa es la palabra. No es tu culpa, pero le intimidas, así que si te quieres acercar vas a tener que hacerlo como si fuera un animalito asustado - Sonrió - No te preocupes, yo creo que al tercer beso se acostumbra - Y rio con complicidad mientras veía como su nueva amiga sufría por no tenerlo claro. - Todo saldrá bien. Es una noche, si pasa algo malo no será para toda la vida. Yo te cubriré
Y entonces Clarimonde dijo que ella se había identificado como fénix. Mimi sonrió y dijo
- ¿Ves? Ahí creo que igual querías gustarle un poquito, porque elegiste un nombre de lo que más le gusta a él. Seas su fénix o no, hoy nace una nueva Clarimonde, menos perfecta, menos distante y más feliz. ¿Trato hecho?
El vidrio empezó a ondular y Mimi trató de quitar la mano. Sonrió
- Creo que tendremos que esperar a que acabe la cita. Así que.... ¿Te gustaría venir este verano a la casa de la playa de la familia? Está en la costa azul, en un pequeño pueblo con una playa muy poco frecuentada. Es genial para bucear.... una vez vi un delfín y todo. Mi madre es genial. Mi padre no, se divorciaron, culpa de una bruja parecida a Juliette.
Me hizo gracia que me reprendiera con eso de que a los chicos no les gustaban las chicas blanditas. Sabía que lo decía por animarme y le dediqué una sonrisa antes de llevarme una mano al pecho con fingido dramatismo.
—¿Y si quiero ser una blandita feroz? Tendré que entrenarme para dar abrazos que rompan huesos, como tú —murmuré, devolviéndole la sonrisa con una chispa cómplice.
Cuando habló de lo que hacían las amigas —darse abrazos, cubrirse las espaldas y ofrecerse apoyo sin condiciones—, sentí que algo dentro de mí se relajaba, como si llevara demasiado tiempo esperando precisamente eso sin atreverme a pedirlo. Me había pasado la vida rodeada de gente que me admiraba, pero pocas veces me había sentido realmente acompañada. Mimi, con su energía directa, con su dulzura sin disfraces, me ofrecía justo eso.
Y entonces, cuando se sonrojó al hablar de Roberto, no pude evitar apoyarme mejor en el cristal y observarla con una mezcla de ternura y curiosidad. Había algo en su forma de hablar de él que me hacía sonreír. Ese rubor, esa inseguridad, ese pequeño temor a ilusionarse demasiado...
—¡Ay, Mimi! Estás coladita. Se te nota hasta en el reflejo. Si tiene esa sonrisa que te hace temblar las piernas, ya tiene puntos de sobra. Pero escúchame bien —me incliné un poco más hacia el cristal, como si fuéramos niñas contando secretos—, si ese tal Roberto no se porta bien contigo, me encargaré personalmente de que olvide hasta cómo se lanza un pase de quaffle.
Su reacción ante lo de Sergei me hizo sonreír con alivio. Saber que me cubriría me daba más tranquilidad de la que estaba dispuesta a admitir aunque seguía teniendo algo de miedo de dañarla con mis asuntos. Eso sí, el asunto de Armand me dejó pensativa. Quizá llevar una máscara sería peor si lo que quería era que se adaptase pero es verdad que me daba pistas acerca de cómo podía tener una conversación seria con él.
Le dediqué una sonrisa más tímida.
—¿Tú crees que al tercer beso ya no se asusta? Espero que no se desmaye antes del segundo.
Reí entre dientes y luego me quedé en silencio unos segundos, con la cabeza apoyada suavemente en el cristal.
—Trato hecho —dije en voz baja, cuando mencionó que nacía una nueva Clarimonde. No sabía si sería más feliz, ni si duraría mucho esta sensación, pero por una vez quería intentarlo. La experiencia con el espejo me había hecho descubrir cosas nuevas de mí y de que no tenía por qué vivir la vida que el resto esperaba para mí.
Y entonces, su propuesta del verano me descolocó por completo. No me lo esperaba en absoluto y una sonrisa más brillante se instaló en mis labios.
—¿Me estás invitando a la playa contigo? —pregunté con una mezcla de sorpresa y entusiasmo contenido—. ¿Tú y yo, buceando en la Costa Azul, viendo delfines y huyendo de la risa de Juliette? Suena como el mejor plan del año.
Me quedé pensativa un momento, aún con la sonrisa encendida por su propuesta. Y entonces, casi sin pensarlo demasiado, me incliné otra vez hacia el cristal con un destello travieso en los ojos.
—Y... me gustaría que vinieras conmigo a una cosa... Hay un desfile de moda mágica dentro de unas semanas, en París. El L’Éclat Enchanté, es uno de esos eventos absurdamente fastuosos donde se presentan diseños encantados que levitan sobre la pasarela, capas que se tiñen según el estado de ánimo del modelo, sombreros que susurran secretos... ya sabes, lo típico —aunque me detuve al darme cuenta de que quizá para ella no era lo típico pero estaba segura de que Juliette se pasaba días o semanas hablando de ello y que de algo tenía que conocerlo. Eran eventos a los que iba la gente importante y por mi madre siempre nos daban invitaciones. Había recibido incontables solicitudes para hacer de modelo y alguno de los diseñadores jovencitos se empeñaba en decir que era su musa. Era justo el lugar donde me dedicaba a fingir más que nunca pero... si fuera con Mimi quizá podría disfrutarlo—. Bueno, es algo extravagante pero... a veces —la realidad es que siempre había alguien que quería que vistiese sus productos pero solo me dedicaba a acumular cosas en el armario si no podía rechazarlo elegantemente— consigo llevarme a casa algo de lo que muestran en la pasarela. Estoy segura de que podríamos buscarte algo que te encante para tus citas con Roberto fuera de aquí —enarqué un par de veces las cejas con picardía—. Además, podrías llevar algo precioso y dejar a todos con la boca abierta. ¿Imaginas la cara de Juliette cuando salgas en alguna de las fotos del Sortilège Chic?
»¿Qué me dices? Me encantaría pasármelo bien alguna vez en este tipo de eventos y eres la persona perfecta para acompañarme.
Mimi se sonrió y le dijo
- A muchos chicos les gusta eso de que las chicas seamos débiles y nos tengan que proteger - Bufó - Eso no va conmigo, pero, si hay que usar ese truco para que Roberto caiga.... - Se sonrió avergonzada - Pero sí, necesitas entrenamiento, y yo voy a ser una entrenadora exigente, así que prepárate.
Roberto, Roberto era el chico que le gustaba a Mimi y eso interesaba a Clarimonde. Nunca nadie le había hecho confidencias de ese tipo, y ahora, compartir esa pequeña y trémula ilusión.... Parecía, en pequeña escala, si todo eso le estuviera pasando a ella. Compartir con amigas era vivirlo un poco, y esa emoción por Roberto era compartida. Se sentía feliz por su amiga.
- ¡Calla, calla! - Dijo Mimi tapándose los ojos - Es que, esa sonrisa.....y ese tono de voz. Era tan caliente, tan sexy.... Jo - Dio un pequeño chillido de frustración - Vale, me gusta, me gusta mucho, pero.... ¿Y sí no me elige? ¿Y si lo veo con otra chica y no me hace caso? - Suspiró - Si se porta mal le puedes romper las rodillas, pero si solo no me elige no..... - Sonrió, débilmente - Esto del amor a veces es un poco complicado.
Hablaron de Armand, de sus problemas de timidez y de como afrontarlos. Mimi sonrió, divertida, picando a su amiga para sacarle una sonrisa
- Bueno, si se desmaya, habrá que hacerle el boca a boca, ¿No? - Mimi rompió a reír y luego miró con ternura a Clarimonde - Entonces Armand te gusta bastante, porque con el otro chico solo has hablado de un beso, y con Armand incluso piensas en repetir. - Se sonrió y apoyó la frente en el cristal para ponerla junto a la de Clarimonde. La sorpresa de la Veela llegaría cuando fue invitada a la playa. Mimi sonrió
- Claro que te estoy invitando. Mi madre es muggle, y creo que te vendrá bien ver un poco de mundo. - Se sonrió - Haremos todo eso, e iremos a bailar, las fiestas del pueblo son muy animadas, y conoceremos chicos, y los haremos sufrir de amor, porque nosotras solo tendremos tiempo para nuestra amistad. - Se sonrió - Suena a un buen plan, y estoy seguro que a mi madre le encantarás. Es peluquera, así que cuando te vea el pelo se va a volver loca. Va a querer experimentar contigo...
Mimi estaba contenta de llevar a su amiga a casa. Hacía tiempo que no llevaba a nadie, porque del grupo de Juliette no encontraba a nadie a quien poder llevarse. Cuando Claimonde se quedó callada y empezó a mirarla de forma traviesa Mimi le dijo
- ¿Qué se te está pasando la cabeza? Me estás dando miedo....
Y el tema era que Clarimonde quería llevársela a uno de esos eventos de la élite donde solo accedían la cremme de la cremme. Mimi abrió la boca mucho, como si le estuviera diciendo un imposible, y le dijo
- Pero, yo ahí...no pegaría. Yo no....- Abrió la boca más todavía - Jo, como me gustaría ver tu armario, debes tener.... - Y entonces se puso roja - ¿Con Roberto? No, yo...yo no soy ninguna modelo, soy una chica normal - La verdad es que Mimi era bonita, incluso atractiva, lo que pasa es que no se sacaba mucho partido y le faltaba confianza - Yo... - Sonrió - Yo creo que Juliette se moriría, se moriría de la rabia jajajajaja - Rio - Yo....yo no sé si pego, pero, si para ti es importante iré - Suspiró antes de sonreír con calidez - Es tu mundo, y quiero conocerlo, es lo que hacen las amigas. Así que, si tu vienes a mi casa, yo puedo ir a tu evento....Pero me vas a tener que enseñar muchas cosas.... - sonrió maliciosa - ¿No prefieres llevarte a Juliette? Ella seguro que sabe el nombre de todos los diseñadores, ella dice que le hacen trajes exclusivos, y que nunca repite uno.... - Se sonrió - Como si eso fuera posible.
Suspiró largamente. Apoyó las dos manos en el cristal, buscando las de Clarimonde y le dijo
- ¿Sabes qué? Creo que se te va a dar bien esto de las amistades. - Sonrió divertida - Pero recuerda, que yo fui la primera ¿Eh? Ahora tenemos que hacer que no sea la única.
Poco sabía Mimi que antes se había hecho amiga de Vivianne, pero no importaba, ni le importaría. La amistad no es una carrera, y cada uno tiene su huequecito en el corazón de la persona querida.
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