Aksel se acercó a Bjorn con una sonrisa un poco torpe, casi boba, y encogió los hombros con una ligera vergüenza.
—No es que fuese una veela ni nada... —dijo, con la voz un poco baja— Pero era una francesa bastante agradable, con ganas de explorar no solo con la vista.
Se sonrojó levemente, apartando la mirada por un momento, como si ese pequeño gesto le pesara más de lo que quería admitir.
Cuando quedaron a solas, sus ojos buscaron con cuidado a Sergei, y bajó un poco la voz, como si compartiera un secreto que le costaba decir en voz alta.
—El espejo me ha dado varias citas. Me ha hecho conocer a todas las chicas que ha visto Sergei... No son solo tres. Ha tenido al menos cuatro, no olvides a Tillie, la muggle. Son chicas increíbles. No entiendo muy bien por qué el espejo me mostraría todo esto si no fuera para algo... Además, ¿crees que Riddikulus se quedaría de brazos cruzados frente a un basilisco? Hoy me he enfrentado a un Runespoor, a un Threstal y a un Dragón, como poco. No es el momento... creo... no sé.
Inspiró hondo, el pecho subiendo y bajando más rápido de lo que le hubiera gustado, y dio un paso hacia Sergei, con la voz un poco más firme, aunque aún sin perder un matiz de duda.
—No quiero estar en el baile preocupándome por lo que puedas hacer.
Hizo una pausa, mordiéndose ligeramente el labio antes de continuar, ahora con un tono irónico, aunque menos altanero, más como si tratara de cubrir su miedo con humor.
—Oh, vaya... ¿Así que una chica a cientos de kilómetros de distancia te dice unas cositas y no solo te hace llorar, sino que además te hace perder la compostura que se supone que tenemos aquí? ¿Y tú eres el ejemplo de qué valores?
Alzó la nariz, pero un poco menos desafiante, más como si dudara si realmente debería decirlo.
—He conocido a cada una de esas chicas... Y son magníficas. Tal vez, si todos piensan que eres un capullo desbocado, incluso tus amigos, el problema no sean ellos, sino tú.
Otro paso adelante, esta vez acariciando sin querer la runa en la palma de su mano, un gesto casi nervioso que lo anclaba a algo real, algo suyo.
—Los valores de Durmstrang... nos enseñan a mantenernos firmes cuando otros no soportan nada. A dominar la rabia, no a ceder ante ella. No somos marionetas de la emoción, somos fuerza templada y voluntad fría. Y si tengo que enfrentarme a ti para recordarte quiénes somos... lo haré.
Por dentro, el corazón le latía con fuerza, y aunque por fuera trataba de parecer firme, el miedo le arañaba la garganta. Sin embargo, ese sentido del deber —más fuerte que sus temores— lo empujaba a seguir adelante, a no dar un paso atrás.
La sonrisa de Bjorn se hizo más taimada, como quien ya ha pasado por esos caminos y conoce a donde llevan
- Y no necesitas que lo sea ¿Verdad? - Negó con la cabeza divertido - Cuando alguien te llena da igual que sea Veela o que sea fea, es esa persona, lo sabes, y no hay nada más que puedas hacer. - Sonrió y alzó una ceja - ¿Francesa, mmmmmm? Dicen que son las diosas del amor, aunque yo prefiero las españolas - Dijo en tono de broma. Le dio un espaldarazo de esos que te recolocan las ideas y le dijo - Estás pensando demasiado, y esto no va de pensar, va de sentir. Piensa, ¿Si te taparan los ojos y tuvieras que besar a una, a quien sería? Y si la respuesta es múltiple, sigue preguntándote, si la ves contigo en una semana, o en un mes, o en una vida..... ¿Alguna te ha hecho que tu corazón corriera como loco? ¿Alguna te ha dejado una huella para siempre? - Sonrió - Depende de lo que busques, la respuesta será una u otra...No pierdas el tiempo en pensar porqués, has tenido suerte, o tal vez te ha elegido a ti para que arregles su estropicio.... Tal vez no ha sido por ti, tal vez el regalo se lo ha hecho a ellas....Olvídate de Sergei, él solo se ahorcará....
Pero Aksel no podía dejarlo correr, no quería que las personas a las que había cogido cariño sufrieran por su compañero. La mirada de Sergei viró hacia él, mirándolo como si fuera un mosquito. La mención a Elvira lo hizo enrojecer del cólera. Soltó la presa sobre Elvir y se dirigió a grandes zancadas hacia él
- ¿Y quien me va a discutir? ¿Uno que se roza con gays? - La mirada furibunda que lanzó a Bjorn fue contestada con una sonrisa divertida del oso - ¿Acaso tú crees ser más digno que yo muerdealmohadas?
El desafío de Aksel solo podía ser resuelto de una manera, y Aksel no lo iba a dejar pasar
- ¿Te has enamorado de esas furcias? Eres un blando, y lo que piensen lo demás no importa, lo importante es mi fuerza y que mi fuerza se impone. Yo maco los valores, porque yo soy la fuerza.... y ahora, te voy hacer tragarte tus palabras.
De haber tenido la varita tal vez le hubiera lanzado un avada kedabra, pero afortunadamente no la llevaban. En caso de recurrir a la violencia física estaría igualado, aunque la crueldad de Sergei le daba ventaja. Su rabia le llevó a actuar primero, lanzando un puñetazo certero en dirección a la barbilla de Aksel. Apenas lo vio venir, así que se intentó apartar para esquivarlo, pero no lo consiguió. El golpe sonó a hueso roto, pero el que gritaba era Sergei, no él.
- Ahhhh, ¿Qué me has hecho cabrón? ¡Te voy a matar maricón! ¡Te voy a.....!
No tuvo tiempo para mucho más, pues el puño de Bjorn lo sorprendió con estudiada violencia, desmadejándolo como una muñeca rota. Bjorn miró a la sala con calma y una sonrisa divertida
- Como habéis visto Sergei se ha resbalado y se ha golpeado con mi puño, un accidente terrible, pero tranquilos, me encuentro bien. - Miró al chico tirado en el suelo - Por si no se recupera para el baile alguien nos tendrá que liderar, y propongo que sea Aksel.
Se hizo el silencio, espeso y tenso, pero se rompió, se rompió con un grito de alivio y libertad
- Bjorn, Bjorn, Bjorn.... - gritaban los alumnos, pero el gigantón no les hizo caso y se fue a ver a su amigo con una sonrisa
- Te prometí que te guardaría la espalda ¿No?. Me extraña que su puñetazo no te tumbara....¿Qué le has hecho?
Pero Aksel no podía saber nada, no sabía que había pasado, ni siquiera había sentido el golpe... Solo, después de mirarse la mano, había descubierto que su runa ya no estaba allí.
Aksel escuchó a Bjorn con atención, asintiendo de vez en cuando, mordiéndose la cara interna del carrillo mientras digería las palabras. Había algo en el modo en que el otro hablaba, con esa mezcla de sabiduría vivida y cariño bruto, que le llegaba.
—Es un poco como lo que dijiste... —respondió al fin, rascándose distraídamente la nuca—. No es que me importe si es una veela, un threstal o un runespoor. Han tocado distintas partes de mí. Eso es lo que importa. Pero antes de pensar en eso... necesito arreglar lo de Sergei.
Y justo entonces, como si las palabras hubieran abierto una puerta mal cerrada, Sergei se giró hacia él con una furia apenas contenida. Aksel lo vio acercarse con esos pasos largos, cargados de rabia, y durante una fracción de segundo se sintió aliviado al ver que soltaba a Elbir… para luego sentir el peso de lo que se venía. No retrocedió.
Cuando Sergei soltó su primera provocación, la mirada de Aksel se mantuvo firme, aunque sus dedos apretaban los laterales del pantalón con fuerza.
—Puede que sea un blando —replicó sin alzar demasiado la voz, pero con el filo bien templado en cada palabra—. Pero al menos no me fui llorando. Así que... tal vez el problema no sea de dureza, sino de flexibilidad.
Entonces vino el golpe. Demasiado rápido para apartarse, y sin tiempo para cerrar del todo los ojos. No lo esquivó. Lo sintió, pero no como esperaba. Fue como un chispazo, una distorsión, un eco invertido... Y, de pronto, era Sergei el que gritaba.
Aksel parpadeó, confuso, con la mejilla intacta y la sorpresa dibujándose en su rostro. Se miró la mano. La runa ya no estaba. No entendía. No aún. Pero sonrió. Una sonrisa que se amplió al ver cómo el puño de Bjorn derribaba a Sergei como si fuera de papel mojado.
El estallido de gritos no le distrajo, pero la frase de Bjorn sí. "Propongo que sea Aksel".
Aksel se quedó quieto un segundo, mirándolo con incredulidad, hasta que negó con una risa ligera, casi nostálgica, y se tocó la oreja como si con eso pudiera ordenar sus ideas.
—¿No les escuchas? —preguntó con una sonrisa más franca—. Debe ser tú quien lo inicie. No se me ocurre nadie que nos represente mejor. Quizá... quizá sea momento de cambiar algunas cosas en lo mejor de lo mejor de lo mejor.
Rió por lo bajo, como si la frase le hiciera gracia desde un rincón privado de su memoria, y bajó la mirada un instante antes de alzarla de nuevo ante la última pregunta de Bjorn.
Tardó un segundo en responder. No porque no supiera qué decir, sino porque se permitió recordar. Y en ese recuerdo, una sonrisa distinta le cruzó la cara. Casi ensoñadora. Casi cómplice. Como si hablase con alguien que no estaba allí, pero sí.
Le mostró la mano vacía al grandullón y dijo:
—Halagaz.
—Hay que estar preparado antes de enfrentarse a un dragón, ¿no te parece?
Murmuró, con un tono de voz distinto, más suave, más personal.
—Es curioso... —añadió— Ella nunca me dijo que fuera una runa funcional. Pero yo sentía que me protegería. Y... lo hizo.
Hizo una pausa, bajando la voz.
—Quizá en el fondo solo fue suerte. O... Elvira está jugando un ajedrez tridimensional y lleva varios movimientos de ventaja.
Sonrió otra vez, pero ahora con algo de reverencia. Luego levantó la mirada y le puso una mano en el hombro a Bjorn.
—¿Listo para guiarnos a todos, amigo mío?
A Aksel no parecía importarle con quien acabara, siempre que acabara con alguien. Cada una de las chicas parecía haberle conquistado de tantas maneras distintas que se hacía difícil, todavía, poder decidir quien le había llegado más al corazón. Aquello podía quedar aparcado, porque lo que le pedía el corazón en ese momento era acabar con la tiranía de Sergei de una vez. Ya bastaba, Ya habían soportado suficiente.
La cuestión es que Sergei había perdido, había llorado, nada menos por una chica, así que su imagen de dureza parecía haber quedado destruida. Es el argumento que utilizó Aksel, pero Sergei tenía otro, en forma de puños, y estaba dispuesto a romper la flexibilidad de Aksel de la manera que más le doliera.
El golpe le alcanzó, pero no le dolió. ¿Qué había pasado? Un rápido vistazo a la mano le bastó para saber el qué, aunque no el como. Tal vez en el fondo había acertado con Elvira, tenía una manera de cuidar muy directa, aunque no tanto como la de Bjorn, que honrando su trato sacudió a Sergei hasta dejarlo inconsciente.
El alumnado lo vitoreaba pero él pareció avergonzado. Negó con la cabeza y le miró a los ojos
- ¿Guiarlos por haber pegado a alguien? - negó con cierta tristeza - Puede que sea un bruto, y puede que lo único que se me dé bien sea ser un bruto, pero no es algo de lo que sentirse orgulloso, ni que merezca honores. - Le puso la mano en el hombro - Tu guiarás, y yo te seguiré.
Bjorn preguntó por que había pasado y cuando le habló de las runas finalmente sonrió
- Siempre pensé que las runas eran inútiles, pero creo que desde hoy he cambiado de idea....- Sonrió divertido - Tal vez quería protegerte, o tal vez quería golpearte una vez sin tener que preocuparse por matarte. - Se sonrió - Es una chica guerrera, creo que me va a caer bien.
Cuando Aksel volvió a insistir en que los guiara suspiró y se encogió de hombros
- Lo decidiremos luego, pero si todos quieren que los lidere no os dejaré tirados. - Hizo un gesto con el cuello en dirección al espejo - Vamos. Es la última cita. Espero que sirva para aclararte las ideas.... - Sonrió - Yo, afortunadamente, las tengo muy claras desde la primera cita.
Aksel escuchó en silencio, sin interrumpir, como hacía siempre que algo de verdad le importaba. Cada palabra de Bjorn le caló con ese tipo de peso que no duele, pero que se queda. Bajó ligeramente la mirada cuando lo escuchó hablar de ser un bruto, y solo entonces permitió que sus ojos se desviaran hacia Sergei, tirado en el suelo.
No dijo nada.
Pero dentro de sí, algo se removió. No era orgullo ni triunfo. Era una especie de pena callada, tenue. No por lo que Sergei había hecho, sino por lo que había terminado siendo.
Volvió la mirada a Bjorn y negó despacio, con los labios fruncidos y la voz tranquila:
—No es por haber pegado a alguien... —dijo— Es por haber mantenido tu promesa. Por haber protegido a tus compañeros. Eso... sí merece respeto.
Sus ojos buscaron a los demás, los rostros aún vibrantes de emoción, algunos asintiendo, otros todavía sorprendidos. Se encogió de hombros con una pequeña sonrisa torcida.
—Está bien. Si consigues convencerlos... guiaré. Aunque no es que haya hecho mucho para eso.
Añadió con una media risa, bajita, como si no se tomara demasiado en serio el reconocimiento.
Cuando Bjorn habló de las runas, Aksel no pudo evitar una sonrisa más suave, casi orgullosa. Asintió.
—Mi madre siempre ha dicho que las runas son una especie de protomagia. Que donde no llega la varita, llegan los símbolos —levantó de nuevo la mirada, con un destello cálido en los ojos—. Y sí... estoy seguro de que Elvira te va a caer bien.
Se pasó una mano por el pelo, sin darse cuenta, como si intentara despejar la cabeza. Alzó una ceja cuando Bjorn bromeó con lo claras que tenía las cosas desde la primera cita.
—Qué suerte. Yo... empiezo a tener una idea. No sé si es la correcta, pero es una dirección. Algo que late diferente.
Hizo una pausa, soltó el aire despacio y giró la cabeza hacia el espejo.
—Vamos. A por la última.
No lo dijo con épica, ni con tono heroico. Solo con una convicción tranquila, de esas que nacen de quien ya no huye.