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El baile de los pasos perdidos

Cita Especial #2 - Clarimonde y Sergei

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13/06/2025, 23:39
Sergei_Berenkov

Cuando Clarimonde puso la mano en el espejo él ya la estaba esperando. A pesar de que el espejo nublara sus facciones podía verse que era de estatura media, más bien delgado y que lo que más destacaba en él eran unos ojos azules pálidos, fríos y penetrantes, tanto que parecían traspasar las defensas del cristal.

No le dio tiempo a hablar, apretó la mano contra el espejo y dijo con una voz cargada de confianza

- Mi nombre es Sergei Ivan Berenkov. Soy el alumno ejemplar de la escuela Durmstrang, condecorado con tres campeonatos de duelo, capitán y buscador del equipo de la escuela y próximo jugador de las flechas de Appleby - Chocó sus tacones de forma marcial e hizo una reverencia educada.

Todo hubiera entrado dentro de lo normal si la voz de Sergei no fuera fría y cortante, y como si su tono no dejara de indicar su superioridad respecto a su cita. Mientras Clarimonde le contestaba el ruso trataba de hacerse una composición de con quien podía estar tratando

- Delgada, grácil, rubia, aparentemente medianamente atractiva, bien, es lo menos que se puede pedir de una mujer. - Dijo antes de preguntarle - ¿Tienes buenas notas? La verdad es que no me gustaría salir con alguien que no tuviera conversación, o que no se supiera comportar con un cierto decoro. Ser la pareja de alguien famoso requiere una serie de virtudes que no todas las mujeres tienen, y la inteligencia es una de ellas. Inteligencia para saber cuando hablar, y sobre todo, para saber cuando callarse ¿Tu crees tener esas virtudes?

Aquello más que una cita parecía una entrevista de trabajo, y no hacía falta preguntar mucho para saber que Sergei se sentía muy superior a Clarimonde sin haberla conocido aun.

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14/06/2025, 09:45
Chica 4

Le observé en silencio unos segundos tras su presentación, tan impecable como gélida. Supuse que lo de chocar los tacones no era una broma. Y lo del tono... tampoco. Parecía encantado de conocerse y no estaba del todo segura de que supiera que había otra persona al otro lado del espejo.

Esperé a que terminara de hablar antes de responder. No porque me intimidara, sino porque no suelo interrumpir los monólogos, especialmente cuando alguien está tan ocupado impresionándose a sí mismo. Sin duda podía ser la pareja perfecta de Juliette. Vaya dos. 

Mi educación me impidió ahorrarme esa conversación y sonreí, manteniendo todo mi aplomo, como si mis padres estuvieran controlando mi comportamiento desde lejos. 

—Clarimonde Beaumont —dije con calma, haciendo una leve inclinación de cabeza. No me molesté en enumerar méritos, dudaba que los apreciara si no venían con una copa o un uniforme—. No tengo campeonatos ni aspiraciones deportivas, pero sí sé conversar sin convertir cada frase en un recordatorio de lo brillante que soy.

Parpadeé sorprendida e indignada cuando dijo lo de lo «mínimo que se puede pedir de una mujer». Jamás me había planteado usar mis poderes de veela con nadie pero, tenía que reconocer, que ese sujeto hacía que esa idea fuera atractiva. 

—En cuanto a mis virtudes... supongo que dependerá de quién las mire. Algunas son más útiles que otras: saber cuándo hablar, por ejemplo, o cuándo dejar que alguien termine de hundirse solo en su propia arrogancia.

»¿Y vos, monsieur Berenkov?,  ¿acostumbráis a hacer audiciones para el papel de vuestro acompañante, o es solo una estrategia para espantar a cualquiera que no os adore de inmediato? —hablé en un tono formal, voseándole intencionadamente con un tono sarcástico, burlándome de sus aires de grandeza. 

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14/06/2025, 11:01
Sergei_Berenkov

Sergei correspondió a su inclinación de cabeza con otra, manteniendo unos modales caballerosos que no parecían ir en consonancia con lo dicho anteriormente.

- Beaumont - Dijo pensativamente, como si ese nombre le evocara algo. No le dedicó más tiempo a ubicar ese Beaumont en su cabeza y se concentró en lo que ella le decía. Chasqueó la lengua, ligeramente contrariado - Es natural para una mujer no tener aspiraciones, es incluso lo indicado ¿Para que tener aspiraciones si el lugar que le corresponde es el de cuidado de la familia? - Sonrió, condescendiente antes de decirle - En cuanto a mi, solo te he dicho lo más importante, tampoco me gusta presumir, solo quería que pudieras poner en valor frente a quien estás, y la suerte que has tenido. El espejo te ha puesto en el camino del líder de Durmstrang en el baile, y no hay nadie en ese castillo que sea mejor que yo, ni que se me acerque.

Lo digo con tanta convicción que debía ser verdad. Probablemente a nivel académico fuera el estudiante más brillante, y seguramente su equipo de quidditch contaba sus partidos por victorias. No parecía darse cuenta que lo más posible es que Clarimonde tuviera también en cuenta otros factores para decidirse por una cita y otra. Clarimonde se había sentido indignada por haber sido declarada "aceptable" por Sergei. Era la primera vez en su vida que era declarada "medianamente atractiva", y la sensación era tan mala como cuando le decían que era la más atractiva del mundo. Todo iba relacionado con el aspecto, con la belleza, con la seducción....y para alguien como Clarimonde, que había seducido durante toda la vida sin pretenderlo, iba de algo más, tenía que haber algo más, a la fuerza. Tenía que haber algo que le moviera el corazón independientemente del aspecto, el dinero o la fama.... tenía que haberlo, y aquí esperaba encontrarlo.

Sergei torció el gesto en cuanto Clarimonde empezó a hablar. Hablaba demasiado como para ser una mujer, y parecía ser rebelde. La sonrisa de Sergei se fue haciendo afilada, peligrosa, la de un cazador. Puede que Clarimonde no fuera suficiente para él, pero podía enseñarla, domarla, para que lo fuera.

- No es arrogancia, es la verdad, yo no tengo la culpa de que la verdad sea la que es, y no voy a disculparme por ello. - Sonrió con un ligero encogimiento de hombros - En cuanto a tus virtudes, no creo que la falta modestia sea una virtud, me horroriza la gente que es falsamente modesta, me parecen hipócritas y mentirosos. - Sonrió - Aunque puede ser que digas eso porque no tienes ninguna virtud..... - Amplió su sonrisa antes de decirle - Solo tienes que aprender a callar y a ser menos insolente, y a sonreír cuando te hablen, en la alta sociedad no hay muchas más necesidades para las mujeres como tú.

Y Clarimonde lo sabía, lo había visto en algunas de las recepciones a las que había tenido que ir por el cargo de su padre. Mujeres reducidas a objetos, donde su único valor era la belleza y hacer brillar a maridos mediocres. Sí, ella sabía  que muchos la codiciarían para eso. Con sus poderes podía cambiar percepciones, doblar voluntades...pero ella no quería ese destino, ella merecía más.

El tono sarcástico fue detectado por Sergei, aunque no le afectó lo más mínimo. Era como la picadura de un mosquito en una armadura de seguridad y autoconfianza. Sonrió con arrogancia y le dijo

- No acostumbro, porque no hay nadie que llegue a mis expectativas. La pureza de la sangre es muy importante, y últimamente es más difícil encontrar a alguien de un linaje digno sin estar intoxicado por la influencia muggle. - Sonrió - También el aspecto es importante, y aunque no creo merecer menos que una veela, podría llegar a conformarme con algo más.... mundano. - Sonrió y palmoteó con la mano un insecto molesto imaginario - No es cuestión de adoración, es cuestión de utilidad, yo ofrezco una posición social que no puede ofrecer casi nadie, una pureza de sangre y una seguridad que no pueden ofrecer el resto de pelagatos. Aunque si me adoras - dijo devolviéndole el sarcasmo - Solo puede hablar de tu buen gusto en hombres. 

Notas de juego

 

 

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14/06/2025, 16:18
Chica 4

No pude evitar un parpadeo lento al escuchar su réplica. Tal vez —solo tal vez— una parte de mí seguía queriendo creer que todo aquello era una fachada. Una pose rígida, esculpida por años en una escuela donde la frialdad era sinónimo de prestigio y el orgullo, de supervivencia. Quería pensar que su arrogancia no era más que un método patoso para impresionar. Pero no. Cada palabra parecía cuidadosamente seleccionada para confirmar que lo suyo no era simple vanidad sino una convicción peligrosa. Peligrosa no por el poder que ostentaba, sino por lo profundamente convencido que estaba de que el mundo debía girar a su alrededor.

—¿Entonces se trata de suerte? —pregunté en tono suave, apenas ladeando la cabeza con una sonrisa afilada—. Qué alivio. Durante un segundo temí que el espejo me estuviera castigando por algo.

No dejé que se notara cuánto me asqueaba. Las chicas como yo habíamos aprendido a no titubear ante hombres que hablaban como si sus opiniones fueran dogmas. No se aprende eso en libros ni en Beauxbatons. Se aprende en las pausas de las cenas de gala, en las palabras no dichas durante las recepciones diplomáticas, en las veces que tu madre aprieta tu mano bajo la mesa para recordarte que una sonrisa vale más que una réplica. Prudencia, lo llamaban. Prudencia femenina.

—Creo que no deberías aleccionarme sobre la alta sociedad sin haber terminado de vincular mi apellido —dije con toda la calma que pude—. Te ayudo, por si no has caído aún: mi padre es Étienne Beaumont.

Me permití una pausa breve, lo justo para que pudiera calibrar el nombre, si era capaz.

—Tengo que darte dos noticias al respecto... Una: he pasado más horas en reuniones diplomáticas, mágicas y no mágicas, que tú en el campo de entrenamiento —no pensaba explicar en ningún caso que buena parte de las primeras eran por culpa de mi madre—. Dos: no cumplo tus estándares de pureza. Imagino que eso arruina todo lo que pareces buscar —añadí, con una inocencia falsa, aunque en realidad lo que esperaba era que soltara el espejo por sí mismo. No sabía cuánto poder podía tener ese tío realmente y si me podía salpicar comiéndome alguna bronca de mis padres, así que no podía arriesgarme a soltarlo yo.

Que dijera que no creía merecer menos de una veela me revolvió el estómago. El maldito Dumstrang era justo la clase de persona a la que quería evitar viniendo al baile y amparándome tras el espejo. 

—Tu definición de utilidad es interesante. Limitada, pero interesante. Quizá no te lo han dicho nunca —me incliné ligeramente hacia el cristal, como si estuviera a punto de revelar un secreto, sin poder contener mi lengua ante tanta misoginia junta—, pero algunas mujeres no necesitamos que nos ofrezcan posición, seguridad ni ninguna de esas cosas. Algunas incluso las poseemos ya... y lo que buscamos es otra cosa.

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15/06/2025, 08:56
Sergei_Berenkov

La sonrisa de Sergei se hizo cruel mientras escuchaba a Clarimonde.  Apenas reparó en la sonrisa afilada de la chica ¿Qué peligro tenía para él el filo de un cuchillo cuando su sonrisa era un hacha? la miró de arriba a abajo y le dijo

- Has tenido suerte de encontrar a alguien que te puede castigar sin que le tiemble la mano. Tú aun no sabes lo que necesitas, pero yo sí, y te lo daré, y no podrás vivir sin ello.

Clarimonde tenía claro que en lo tocante a la alta sociedad nadie tenía que darle ningún tipo de lección. Ella había asistido a más reuniones, eventos, cenas de gala y fiestas que, probablemente, todos los estudiantes de Beauxbatons juntos, y en todas ellas el resultado era el mismo, desde pequeña. Muchos la valoraban por su sangre, por el poder que había en ella, sin perder unos minutos en tratar de conocerla. Sergei finalmente ató los cabos y dijo

- Étienne Beaumont, ya decía que el apellido me sonaba de algo. - Se sonrió con sorna - Tu padre no es precisamente muy querido en nuestro colegio. Digamos que tiene una habilidad especial de olvidar su condición mágica y parece tener metido dentro del culo al ministro muggle....- Se sonrió - La alta sociedad no es solo tener casas y mansiones, es comportarse como ella, ser aceptado por ella...y yo te miro y no veo más que una clase media venida a más.

La estaba haciendo de menos, estaba tratando de minar su autoestima hasta reducirla a un cascarón vacío. Cuando dijo que no cumplía con sus estándares de limpieza el sonrió. Fue una sonrisa torva, de las que te hacen cambiarte de acera cuando caminas, y peligrosa. Repiqueteó el dedo por el cristal para llamar su atención y luego siguió con el mismo el camino que mostraba el reflejo de su escote

- Sabiendo quien eres, Clarimonde, sé que debes ser su hija Veela.... - se rio - He tenido suerte al encontrarte. Siendo veela te puedo perdonar el sucio origen de.... ¿Era tu padre o tu madre? No, tu madre debe ser la veela, porque tu padre no tiene ni una gota de sangre... así que, o mientes, y muy mal, o hay gato encerrado. - El dedo de Sergei empezó a dibujar el contorno del reflejo del cuello de Clarimonde. Espero pacientemente a que acabara con su alegato de lo que buscaba y lo que no buscaba y él le dijo con cruel practicidad

- Eres mía, desde este momento y por toda la eternidad, aunque tú no lo sepas. - Se sonrió y sacó la lengua para relamerse - Puedes resistirte, puedes correr, pero te domaré hasta que seas mía, lo quieras o no. - se rio - Quien escribió que la belleza es más poderosa que la varita estaba equivocado. Yo soy el más fuerte, y te reclamo.

Bajó con su dedo siguiendo las curvas de su cuerpo. Estaba siendo realmente asqueroso, y sobre todo, estaba siendo amenazante. Cualquier mujer en su sano juicio jamás se entregaría a él, pero habían maneras, pociones, sortilegios, que tal vez pudieran nublar el juicio de Clarimonde. Sergei estudiaba en una escuela especializada en eso, así que iba a tener que tener mucho cuidado. Finalmente el dedo se detuvo a la altura del ombligo de la muchacha y le preguntó

- ¿Eres virgen? No me gustaría que medio Beauxbatons te hubiera disfrutado. Vas a ser mi esposa, y me gustaría saber que sigues siendo pura... 

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15/06/2025, 21:35
Chica 4

Durante unos segundos me quedé inmóvil, mirándole a través del cristal como si la superficie misma pudiera contener la oleada de repulsión que me subía por la garganta según iba hablando. Sentí una punzada seca, como si me acabaran de zarandear por dentro, pero no moví un solo músculo. Había aprendido, muy temprano, que los hombres como Sergei buscaban grietas. Una mueca, un temblor, una palabra dicha con el tono incorrecto. No lo tendría aunque me moría de ganas por soltarle venenosamente lo que veía yo en él cuando le miraba. 

Lo observé deslizar su dedo por el cristal con la misma paciencia con la que mi madre aguantaba a embajadores con aliento a coñac rancio. 

—Supongo que ese es tu gran secreto, ¿no? —dije en voz baja, sin apartar mis ojos de los suyos, como si solo hablase del tiempo—. Que todo esto, el tono, el dedo, las amenazas... no son más que un grito desesperado de alguien que no sabe cómo tener algo si no es forzándolo. ¿Crees que no sé reconocer a la gente como tú? Por favor... eres más evidente que un niño con una pataleta. 

Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, sobre todo porque podía provocar que me viera como un reto a conseguir, pero también sabía que él ya la había cruzado mucho antes y tenía que dejarle bien claro el punto. No podía agachar la cabeza, no iba a hacerlo. 

—Te equivocas, Sergei. No soy tuya. Ni ahora, ni después, ni en ninguna versión del mundo en la que tengas la capacidad de decidir sobre mí. Sé que hay hombres que coleccionan trofeos como tú coleccionas títulos, y puede que muchos te los hayan entregado por miedo, por conveniencia o por hechizos pero yo no. 

»Te habría ido mejor sabiendo cuándo callar y cuándo no dejar que tus complejos se te notaran tanto. Porque eso es lo que veo cuando hablas así: complejos. Un hombre que realmente se sabe fuerte no necesita repetirlo en cada frase. No necesita dejar claro que va a domar a nadie.

Solté una risa musical y dulce perfectamente practicada para que la falsedad no se notase en ella. 

—Vaya... y yo que pensaba que sabías algo sobre las veelas. ¿De verdad crees que alguna vez te casarías con una de las nuestras y que iba a ser "pura" para ti? —ladeé la cabeza, casi divertida, como si acabara de soltar una pequeña anécdota en una fiesta. Esperaba que la mentira saliese con la suficiente naturalidad con la que me empeñaba en mantener la fachada en público. Quizá eso fuera lo que necesitaba para que se olvidase de mí. 

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16/06/2025, 11:41
Sergei_Berenkov

Sergei sonrió, salvaje, despiadado. Las palabras de Clarimonde no parecían hacerle mella, no parecía tener un corazón que se pudiera avergonzar, que pudiera soñar o amar, no, solo había ambición, solo había sed de poder. Su sonrisa se hizo seductora, esa seducción barata que hacía huir a las mujeres pero que ciertos hombres creían que era arrebatadora

- Mi secreto, querida, es no aceptar un no como respuesta. - Sonrió - Nunca te has encontrado a nadie como yo, puedes creer que sí, pero no. Solo yo puedo darte lo que en realidad anhelas y necesitas, un sentido, una dirección, algo de lo que careces actualmente. En tu mundo, tal vez todo se pueda lograr con una sonrisa y una palabra amable, pero en el mío, las cosas se consiguen de otra manera.... y es mucho más divertido así.

No especificó que manera era, pero podía imaginárselo. La gente como Sergei hacía lo que fuera necesario para salirse con la suya, importando poco dañar a los demás, robar e incluso matar, si las circunstancias obligaban. Era alguien a quien temer, porque estaba segura de que haría cualquier cosa con tal de quebrar su voluntad. Lo mejor era hacerse lo menos apetecible posible, salirse de las ideas que el pudiera tener para que no la convirtiera en una herramienta. También la distancia ayudaría, porque, pasada esa noche, probablemente no lo volvería a ver, pero esa noche iba a tener que redoblar la precaución.

Como supuso, el hecho de desafiarlo hizo que su sonrisa creciera. Era un cazador, ella su presa, y el decir que nunca sería suya lo único que hizo fue enardecerlo. Negó con la cabeza, divertido, mientras trataba de minar su moral

- Claro que eres mía, lo que pasa es que aun no te has dado cuenta. Te tomaré, porque los fuertes toman lo que quieren, y yo te tomaré, y tú me servirás, es tu destino, y el destino no se puede evitar. Yo le pedí al espejo a una Veela, y una Veela es lo que me trajo. ¿Qué pediste tú? ¿Un hombre? También ha cumplido tus deseos... - Sonrió irónico - ¿Lo has pensado? ¿Has pensado por qué el espejo nos ha emparejado? Piénsalo, tal vez así acabarás con tu pose de princesa en apuros ante un hechicero malvado. El espejo te ha puesto en mi camino porque me necesitas.

Aquello era inquietante ¿Podía tener razón? ¿Podía el espejo pensar que lo que necesitaba era eso? No podía ser, no creía merecerse algo como eso, no era justo, no podía ser. Ella no había dañado a nadie a sabiendas nunca, ella no era cruel, no podía ser que el espejo opinara que esa persona podía ser su media naranja. A no ser que.....

Igual el espejo le estaba enseñando precisamente lo que no quería, lo que menos le convenía. Tal vez le estaba enseñando a valorar otras cosas, más allá del orgullo, más allá de la posición social. Lecciones que creía saber, lecciones que no deberían ser enseñadas....Tal vez un grito desesperado del espejo para tratar de salvar el alma podrida de Sergei....

Pero Sergei parecía más allá de toda salvación, y no había veela ni criatura en este mundo capaz de redimirlo. Estuvo segura de ello en cuanto le preguntó si era virgen, de una manera tan repugnante y falta de decoro que cualquier señorita le habría abofeteado de haberlo podido hacer. En cambio Clarimonde se rio. Ella tenía ciertas tablas en la alta sociedad y no era la primera vez que alguien le hacía ese tipo de comentario. Mentir era la mejor manera de salir airosa, no creía que alguien como Sergei se diera cuenta, no cuando las pocas neuronas que tenían se centraban en él. Abrió mucho la boca, sorprendido, y luego golpeó con el puño el espejo. Carraspeó mientras intentaba analizar la nueva situación. No solo Clarimonde, si no todas las veelas debían tender a la promiscuidad. Para su cerebro primitivo era normal, las veelas tenían el poder, y quien tenía el poder lo podía ejercer sobre el que no lo tenía, y bajo esos parámetros la virginidad era imposible.

Ni por un segundo pensó que Clarimonde podía haber decidido no ejercer su poder, simplemente vivir como una chica normal, que no podía evitar tener la pinta que tenía. No era su culpa, y la mejor manera de evitar problemas era esconderse siendo distante con los chicos. Finalmente Sergei dijo

- Entiendo.... tenéis poder y lo ejercéis....yo haría lo mismo. - La idea de que Sergei pudiera tener un poder parecido al suyo era inquietante, aunque afortunadamente no había veelas entre los hombres, trasmitiéndose el poder solo por línea materna - Entonces, muggles en la familia, y no eres pura..... - sonrió - Bueno, un poco de experiencia será bienvenida. Has demostrado que mi conocimiento sobre vosotras no es perfecto, y quiero aprender.... ¿Cómo lo hacéis? ¿Cómo doblegáis a los hombres? ¿Los miráis a los ojos? ¿Necesitáis del contacto físico? ¿Basta con que oigan vuestra voz?

No parecía haber un interés real detrás de aquello, sino la necesidad de saber como funciona una herramienta del modo más adecuado posible.

Notas de juego

Cuando te repela mucho puedes quitar la mano del espejo, eh? :D

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17/06/2025, 19:47
Chica 4

No respondí al instante. Me limité a mirarle como si intentara entender qué clase de criatura tenía delante. ¿Era posible que creyera lo que decía? ¿O simplemente se escuchaba a sí mismo porque nadie más querría hacerlo?

—No aceptar un no como respuesta no es una virtud —dije al fin, con voz baja y firme—. Es un síntoma. De soberbia, de carencia o de miedo. Tú sabrás cuál es.

No retrocedí ni cuando mencionó que me "tomaría". No le di el gusto de verme estremecer.

—Nuestros secretos se quedan entre nosotras. No traicionaría a las mías.

Me limité a entrecerrar los ojos con estudiada indiferencia, como si evaluara un cuadro mal pintado y hablé con voz neutra. 

—No creo que tengas interés real en conocerme. Ni en conocer a ninguna veela. Ni siquiera creo que te convenga. 

»No soy lo que estás buscando. Te lo parezca o no.

Tenía claro que, sobre todo y ante todo, él no era lo que yo estaba buscando, como si el reflejo me hubiera gritado que no podía seguir en el camino trazado por mis padres o alguien como Sergei estaría al final del mismo. 

Deslicé mi mano suavemente por el cristal, apoyando sólo las yemas de los dedos. 

—Que tengas una buena noche —me despedí antes de dejar de tocar el espejo. 

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17/06/2025, 22:34
Sergei_Berenkov

- Claro que es una virtud, cuando la persona que te da el no no sabe lo que le conviene - Se sonrió irónico - Es una señal de genialidad, aunque probablemente no entiendes de eso.

Su gesto se torció cuando se negó a contar los secretos de las Veelas. Si se impresionó ante su temple no lo dijo, aunque probablemente ni se daría cuenta de lo ocupado que estaba en sí mismo. Sonrió antes de decirle

- Antes de que acabe la noche me lo habrás contado todo.

Lo digo con seguridad, con la arrogancia del que está acostumbrado a salirse con la suya. Poco podía esperar que la mano de Clarimonde se despegaría del cristal, dejándole con la palabra en la boca. Su reflejo se desvaneció, pero antes de que lo hiciera del todo el espejo empezó a adquirir un tono rojizo.

Lo último que vio Clarimonde de Sergei fue su puño, lanzado contra el cristal, con tanta fuerza que creó una pequeña grieta a su lado del espejo. Iba a tener que tener cuidado, porque aparte de ser un cerdo creído parecía ser agresivo.

Notas de juego

- FIN DE LA CITA -