Partida Rol por web

Al apoyar la mano en el espejo el mundo a vuestro alrededor pareció dejar de girar, como si aguantara la respiración. La sensación era más familiar, la sensación de vértigo menor, y, poco a poco, las imágenes se comenzaron a formar, borrosas, como en la primera ocasión que habían tocado el espejo. 

A un lado del espejo aparecía el reflejo de una chica de larga melena rubia y tez pálida, mientras que del otro lado se formaba la imagen de una chica afroamericana con pelo negro.

Se hizo el silencio mientras dos corazones comenzaban a cantar. Solo hacía falta saber si la canción sería la misma, y saber quien sería el primero en romper el hielo.

En cuanto la imagen borrosa tomó algo de forma delante de mí y vi un nuevo borrón, busqué ante todo el pelo y, al ver que era oscuro, solté un pequeño suspiro.

—Hola —dije a modo de saludo, sin entender del todo si al otro lado había una chica o un chico de pelo largo. ¿Una chica? ¿Qué sabía el espejo que yo no? —¿Puedes oírme? —pregunté, preocupada por si la conexión no llegaba bien.

 Aún me encuentro resollando y tratando de sobreponerme a la aguda presión en el pecho cuando toco el espejo. La borrosa imagen al otro lado me causa curiosidad, y luego sonrío al escuchar una voz femenina. Bueno, al menos no parece ser el Sergay que mencionaban...

 "¡Hola! Sí, te oigo perfecto. Mejor que las videollamadas, ¿eh? Bueno, excepto por lo de la imagen, aunque siento que así es más divertido. ¿Quieres que revelemos nuestras identidades de una vez o te gustaría mantener el misterio? Con mi anterior cita usé el nombre de Bee, pero puedo usar otro nombre... ¿Cómo te gustaría que te llamara?"

—¿Videollamadas? —pregunté en cuanto dijo aquella palabra. Vale, otra que sabía de temas muggles—. Eh, pues... no lo sé. ¿Bee? ¿Por algo en especial? —pregunté con curiosidad.

—Occami —dije con una sonrisa. No pensaba darle el mismo nombre que a Lepri y tampoco iba a darle el mío tan rápido. Entrecerré los ojos intentando definir mejor su imagen—. ¿Bee entonces? —ladeé la cabeza, quizás con otro ángulo pudiera distinguirla mejor.

—¿Qué tal tu cita anterior? Ha debido de ir bien si me has dado con esa alegría el nombre de Bee. ¿Era majo? ¿maja?

 "Pues... Porque me gustan las abejas. Y me identifico con sus colores." Respondo a la pregunta de mi compañera de cita. Cuando dice su nombre abro la boca con sorpresa. "¡Oh, suena a nombre asiatico! ¿Eres de Mahoukakaroto?" ¿Es así como se llama el colegio de magia japonés? Siempre lo olvido.

 "Bee estará bien. Y si, ha sido una cita interesante. En un momento pensé que se había enfadado conmigo, porque pensó que me estaba haciendo la tonta al hablar con él. Y bueno, me contó cosas... Personales." Me rasco la oreja con la mano libre. "Y ahora estoy contigo. No sé cuanto tiempo durará esta conexión, así que no quiero restar minutos de nuestro tiempo juntas hablando de mi cita anterior. Sería irrespetuoso, o así lo siento." Digo. "¿Qué cosas te gustan, Occami? ¿Tienes algún dulce favorito?"

Algo en aquellas palabras me hizo abrir la boca con sorpresa.

—Oh... —miré el reflejo, afinando la vista tanto como podía para intentar identificar detalles de la persona que tenía delante—. Eh... sí —dije cuando mencionó la escuela japonesa—. Justo de allí —mordí mi labio inferior.

—No, en realidad no. Te tomaba el pelo —sonreí—. Pero creo que podríamos mantener el misterio, Bee. Si no nos decimos quiénes somos ni de dónde venimos, podemos simplemente ser —propuse.

—¿Cosas personales? Espero que no te llorara porque había roto con su ex y estuviera en esto de las citas para darle celos.

—Está bien, háblame de ti. ¿Qué cosas te gustan además de las abejas? —quise saber.

Una parte de mí se sintió algo contenida, la parte de siempre, esa que tenía que mostrarse neutral. Otra parte quería conocerla un poco más, sabiendo que, gracias a la privacidad del espejo, quizás no juzgaría.

Mientras Chica 1, que en esta cita se hacía llamar Occami, iba conociendo a su pareja le pareció escuchar el tono divertido y juguetón de Leprechaun, como si estuviera al otro lado del espejo en lugar de su cita. Tuvo que mirar dos veces al espejo para cerciorarse que el reflejo era el mismo, el de Bee.

"Entiendo los ritmos, sí, pero debo mejorar mis habilidades de baile. Si encuentro una buena profesora..."

Leprechaun dejó la insinuación en el aire y no se volvió a escuchar su voz. Chica 1 no sabía si Bee lo habría oído, pero ella sí... ¿Qué estaría haciendo Leprechaun al otro lado del espejo?

 Por un momento celebro de haber acertado con el nombre del colegio. "Eres la primera japonesa rubia que conozco, ¡pero hablas muy bien el inglés!" Entonces me dice que es broma, y no puedo evitar reírme. "Vaya, me pillaste. Tienes sentido del humor, eso es genial." Agrego entre risas.

 Risas que aumentan cuando me pregunta sobre los temas personales de Brinco. "Uy, ¿te imaginas alguien así? Que horror. Nah, sólo que hay cosas que debe mantener en secreto por... Cosas." Me tengo que morder la lengua, me apenaría causarle problemas por revelar cosas que sólo él debe hacer, cuando crea correcto.

 "Ey, ¡yo pregunté primero!" Suelto con una nueva carcajada. "Bueno, a ver. Me gustan las cosas dulces, en general me gusta la comida. Soy muy comelona, en serio, si un día salimos te saldrá más barato comprarme ropa que llevarme a comer." Admito un poco apenada, pero es que es cierto. Tengo suerte de no ser una pelota rodando por las escaleras. "Y me gusta leer, y aprender cosas nuevas. Conocer gente, de todo tipo. Ahora te toca: ¿qué cosas te gustan, Occami?"

Bajé la mirada un poco avergonzada cuando Bee afirmó que tenía sentido del humor. Nunca lo había creído así. Se rió alegre, tranquila, como si no le importara nada que le hubiera tomado el pelo durante un momento.

No quiso revelarme nada sobre su cita anterior, cosa lógica, e hice un mohín cuando me recordó que ella había preguntado primero.

—Que te gusten las cosas dulces es lógico, para eso eres una abeja, ¿no? En mi casa, los elfos domésticos hacen unos dulces con miel deliciosos —dije, orgullosa de Mimi.

—También me gusta leer, y... —me quedé un instante en silencio, distraída, mirando hacia otro lado—. ¿Lepri? —murmuré, confusa.

Entonces, me di cuenta, al volver a mirar al espejo, que era Bee, no Lepri.

—Perdona... me he quedado un instante perdida en otro mundo. Te decía que... —intenté rebobinar hacia atrás—. Eh... —¿Con quién estaría Lepri?

—Yo... leer. Me gusta leer —carraspeé, volviendo a concentrarme o al menos intentándolo. ¿Por qué el espejo había hecho algo así? ¿Era verdad o solo mi imaginación? —¿Qué tipo de libros te gusta leer? Tengo un libro muy bonito sobre herbología que habla del néctar de las plantas y es divertido porque si chupas la imagen, tiene sabor a algo, pero es un poco raro ir chupando libros —sonreí un poco.

—Oye, Bee... ¿Puedo hacerte una pregunta rara? ¿Te gustan las chicas? Quiero decir, no te estoy juzgando —aclaré rápidamente—. Es que no sé si... nos han puesto juntas por eso o... ha sido casual o... bueno, se supone que esto es una cita, ¿no? Ehm... ¿Es una cita? ¿Consideras una cita lo de antes?

 "¡Wow! ¿Tienes elfos domésticos en tu casa?" Comento con entusiasmo. "Me encantan los elfos domésticos, siempre tienen algo delicioso en las cocinas..." Me relamo pensando en todas las escapadas nocturnas que me he dado en estos siete años de colegio.

 Entonces pasa algo. Noto a Occami distraída, y suelta una palabra extraña. "¿Eh? ¿Tratas de convertirme en conejo?" Ah, no, que el hechizo es Lapicorpus, o Lepicorpus, no lepri... Creo. Transformaciones no es mi mejor materia. "¿O te refieres a un Leprechaun? Uhhh, ¿te has encontrado a un leprechaun y te dio su olla de oro?" Río, risueña. "Hum, igual es que somos de mundos distintos y el espejo conecta esos mundos... Aunque eso sería triste, porque significaría que no te volvería a ver." Admito con un suspirito de tristeza.

 "Leo muchas cosas. Recetas de cocina, muuuuchas. Y cualquier libro que me llame la atención. ¿Conoces el Monstruoso Libro de los Monstruos? Es una pasada, me tardé en domar al mío, pero hoy en día se deja amodorrar sin morderme." Sonrío. "¡Ese libro de herbología suena genial! ¿Lo compraste, fue un regalo?"

 Occami me hace una pregunta extraña. "¿Gustarme? Bueno, sí. Me gustan chicos y chicas, cada uno tiene un punto de vista distinto del mundo." Digo sin dejar de sonreír. Me rasco el lóbulo de la oreja. "O sea, sí. Me refiero a... ¿qué es una cita? Es un encuentro entre dos personas, ¿no? Están las citas médicas, por ejemplo, de un doctor que ve a un paciente, o citas de trabajo donde compañeros se encuentran para adelantar o discutir amistosamente sobre algún tema laboral... Y están las citas románticas, claro. Pero... No sé, por lo que dijo nuestro director siento que es algo más que sólo una 'cita' al estilo de encontrar novio o novia. Es más bien... Un encuentro con otra persona que resuena contigo, que puede convertirse en tu otra mitad, o en tu mejor amigo o amiga... No sé. ¿A tí no te gustan las chicas?" Pregunto con curiosidad.

—Sí... —dije de pronto, dándome cuenta de que le había hablado de los elfos.

Mis mejillas se pusieron rojas y, aunque la persona al otro lado del espejo podría haberse burlado de mí, pareció emocionarse.

—Lo cierto es que son muy buenos cocinando —admití, pero la voz de Lepri me dejó confusa unos instantes.

—No, no... es que he escuchado la voz de... —dudé—. El chico con el que hablé antes. Habrá sido mi imaginación, creo —dudé de nuevo—. Era un leprechaun gigante... —sonreí con cierta ternura—. Y él decía que era un poco miedoso, pero no hubo olla de oro, aunque me prometió que me daría una moneda cuando nos viéramos —apoyé mi hombro en el espejo para estar más cómoda.

—Volveremos a vernos, Bee —aseguré sin ningún tipo de duda—. Oh, yo tengo también un libro monstruoso, pero sigue mordiendo. Igual debería dejártelo para que me lo domaras tú —propuse—. Me lo regaló mi tía, le gustan mucho las plantas. Fue una de las mejores alumnas de Hog...warts —mordí mi labio inferior.

A Bee le gustaban tanto los chicos como las chicas; según ella, cada uno aportaba un mundo diferente. Su forma de definir una cita me pareció perfecta, porque no lo llevó al lado romántico, sino al práctico, y eso me hizo sentir bastante más cómoda.

—¿A mí? Eh... pues... no lo sé. Es que nunca me ha gustado nadie. Ni chicos, ni chicas —admití—. Sé cuando un chico es guapo... o cuando lo es una chica. Pero nunca he tenido ganas de besar a ninguno... bueno, miento. Puede que a Lepri un poco —miré la punta de mis zapatos, algo avergonzada—. Pero creo que es por la intensidad de la magia del espejo, ¿no? No lo sé —cambié de postura porque la vergüenza me hizo sentir un poco incómoda.

—¿Tú ya has besado? En mi escuela mucha gente ha llegado incluso más lejos, ya sabes... acostarse. Pero yo no tengo prisa, la verdad. No es que me muera de ganas por probarlo. No le veo la diversión a... —rasqué mi nuca, dándome cuenta de que no había tenido una conversación tan privada con nadie sobre esos temas.

—¿Y si luego no me gusta? Casi prefiero no arriesgarme.

 "Uhhhh, ¿pensando en el chico anterior? No me pondré celosa por eso, ¿eh? Pero espero entonces que no sea efecto de que te esté aburriendo o algo..." Comento, en parte en broma, aunque una pequeñita parte de mi teme que Occami no me encuentre interesante.

 Sonrío a la seguridad con la cual Occami asegura que nos veremos. Sí lo espero, en verdad, porque sino esta actividad es una crueldad gigantesca. ¿Conocer gente genial pero no volver a saber de ellos? Horror. Su revelación me hace abrir más los ojos. "¿Tu tía estuvo en Hogwarts? ¡Que genial! Casi toda mi familia materna estudió en Hogwarts. Mi mama no, es squib. Y mi padre muggle. Y yo quedé en Hufflepuff... Digamos que no soy la sobrina/nieta favorita del lado de mi mamá.- Admito con una sonrisa. Es algo triste, pero me he acostumbrado. Prefiero a mi familia paterna.

 "Pero entonces... ¿eres de Hogwarts también? Bueno, no necesariamente, igual eres de Beauxbatton, he escuchado que hay muchas rubias atractivas allá." Digo sin dejar de sonreír. Escucho también como habla de su percepción sobre gustos a nivel romántico. -Bueno, encontrar a la gente atractiva ya es un comienzo, luego es ver si hay química. Y lo de besar chicos o chicas... Supongo que ya es por curiosidad. Yo lo he hecho, no todo el tiempo. Besar, digo. Aún nada de chaka-chaka." Me encojo de hombros. "Me gustan los besos. Suaves, sin mucha saliva. Y que tenga buen aliento también, así que nada de besar a quien haya comido ajo o cebolla." Agrego entre risas. "¿Quieres intentarlo? Podemos tratar de besar el espejo y ver que pasa..."

—¿Qué? No, no... yo solo... se coló su voz —dije, avergonzada y algo colorada—. No me aburres lo más mínimo —aseguré—. Es que soy un poco tímida —tragué saliva, escuchando cómo me hablaba de su familia.

—Toda mi familia es... bueno, clásica —carraspeé—. Por eso no sé mucho sobre el mundo muggle. Tengo curiosidad, me parece fascinante, y que me prohíban el contacto con lo muggle es como si me cerraran el 50% del mundo pero... bueno, no me atrevo a desafiarles, la verdad —admití.

—Lo de rubia te lo compro, se ve aunque sea borroso, pero no creo que sea atractiva —sonreí, sin contestarle sobre mi escuela—. Así que confirmamos que tú eres de Hogwarts, ¿verdad?

Divertida, cambié de postura.

—¿Chaka-Chaka? —me reí porque lo llamara así—. Buen aliento es importante, debe ser asqueroso besar a alguien con aliento a tierra podrida —arrugué la nariz, pero mi expresión se volvió de sorpresa y mis mejillas se incendiaron cuando dijo de besar al espejo.

—No funciona, creo, o sea... no es que lo probara, yo... —me rasqué la nuca—. Antes le di un beso al espejo para despedirme de Lepri, no un beso... de esos con lengua ni mucho menos, sino uno así rápido, como cuando los das en la mejilla —me sentía nerviosa y necesitaba explicarlo—. Además, no sabemos si alguien ha chupado el espejo antes... pero si quieres podemos probar una cosa. Pon tu mano en el espejo —le dije, indicándole la zona y esperando a que lo hiciera.

Quizás el espejo transmitía cosas, así que cuando lo hizo, pasé el dedo suavemente por donde estaba su palma y después, poniendo mis manos a modo de cono, encajé mi cara entre el cristal y mis manos y solté vaho caliente. Quizás pudiera notar las cosquillas y el calor, o quizás era solo una pérdida de tiempo.

El dedo de Occami recorrió la palma de Bee pero no sintió ningún tipo de contacto en lo físico. El espejo marcaba entre ellas una separación física. Otra cosa es la sensación que pudiera ocasionar imaginar esa caricia, o ver los labios de Occami tan cercanos al cristal, pero la sensación nada tenía que ver con algo físico.

Desde el otro lado del espejo, más lejos de lo que parecía estar Occami le llegó a Bee la voz de Brinco. Su reflejo no se materializó pero parecía no estar tan lejos como la mayoría. Su voz dijo

"—Por cierto, ¿Qué harías si alguien te tirara un refresco en la cabeza? Es para un amigo."

Parecía que Brinco había visto lo que había hecho, aunque no había intervenido. Después de esas palabras no volvería oír a Brinco, dejándola con la duda de si su cita lo habría oído también o no.

 Me alegra saber que no la aburro, aunque me sorprende lo de ser tímida. "¿Por qué tímida? ¡Si no podemos vernos! Ni saber quienes somos, entonces, ¿qué te puede causar timidez?" La verdad yo hubiera pensado que aquellos que fueran tímidos de forma usual, aprovecharían todo el anonimato para soltarse el pelo.

 Me apoyo con el hombro al espejo, escuchando sobre la familia de Occami, sonrío cuando habla de familia clásica, por un momento tengo la impresión de que dirá "familia normal", y no me habría molestado, pero no digo nada. Después de todo, muchos de mis compañeros que vienen de familia de magos han vivido toda su vida viendo la magia como algo normal, común. Es como decir que las familias de un papa, una mama, y un par de hijos es la familia normal, mientras que las familias de dos mamas, o de dos papas, o que en vez de hijos tengan perrhijos o gathijos no se consideren normales. "Bueno, ya eres mayor de edad, o estás cerca. Deberías poder hacer lo que quisieras sin importar lo que diga tu familia. Y espero que lo hagas, te va a abrir todo un mundo nuevo." Siento envidia, buena envidia, al pensar en lo interesante que habría sido descubrir el mundo mágico en esta edad, más madura y con más experiencia, en vez de haberlo hecho con once años, apenas empezando a conocer también el mundo muggle.

 Vuelvo a reír al darme cuenta que ya he confesado de donde soy. "Sí, Hogwartiana de alma y Huffie de corazón." Veo que no me aclara de donde es ella, pero no insisto. "Yo sí creo que eres atractiva. Si lo eres físicamente me da igual, pero tu personalidad lo es, y es suficiente para mi." Digo sin dejar de sonreír. La acompaño en la risa sobre el chaka-chaka, el ñiki-ñiki, como supuestamente suena una cama con resortes cuando pasa. Tocón-tocón si ademas golpea la pared. Me voy a desilusionar mucho si mi primera vez no hay esos sonidos... "Una vez paré a un chico cuando iba a besarme porque el aliento le olía a una poción multijugos... Igual es que sí se bebió una multijugos y me iba a besar con otro niño... O niña." Me rasco la cabeza.

 Me rio bajito cuando habla de haber intentado besar a el Lepri. "Uhhh, Occami y Lepri, sentados en un árbol, B-E-S-A...jiji..." Pongo la mano donde dice, y la miro hacer varias cosas. No se siente con el cuerpo, pero si con la imaginación, y me estremezco agradablemente. "Siento la intención, aún si no hay contacto. Pero entonces, si nunca has besado, no podrás imaginarlo si te beso" Arrugo un poco el ceño. Entonces abro mis ojos con sorpresa, y empiezo a reír. "Ahora ha sido Brinco el que se mete en nuestra conversación. Parece que si vio lo que hice antes de esta cita. Ojalá haya entendido que estoy dispuesta a defenderlo... Si es quien pienso que es, porque igual me equivoque y lo que hice no tuvo sentido."

—No lo sé. Es parte de mi carácter, supongo. Cuando no conozco a la persona… me cuesta abrirme —le dije a Bee, aunque aún conociéndola, también me costaría un poco, como si constantemente sintiera que pudiera ser juzgada.

Razón por la cual prefería ser yo misma quien emitía los juicios, como había hecho con Lepri.

—Aún no, me falta poco, pero aún no. ¿Tú sí? —pregunté cuando mencionó la mayoría de edad—. Bueno, como te dije, mi familia es clásica, no es tan sencillo. Pero supongo que ahora… podré empezar a tomar ciertas decisiones. ¿Qué harás tras el verano? —pregunté con curiosidad.

Sonreí un poco cuando dijo que era Huffie de corazón.

—Yo creo que si fuera de Hogwarts… no sería Huffie —le dije con un tono divertido—. Tengo entendido que sois alegres y amigables, ¿no? —quise confirmar.

Me puse algo roja cuando dijo que le parecía atractiva. Físicamente no podía saber cómo era Occami porque no me veía, pero mi carácter pareció gustarle, un poco.

—¿En serio? —dije sorprendida cuando me comentó lo del aliento a multijugos—. ¿Te imaginas? Qué problema. ¿Acaso ese niño que supuestamente iba a besarte era alguien que te gustaba? Igual alguien creía que te gustaba y por eso lo eligió, en caso de que fuera así… —me pareció interesante esa historia.

—¡No! No… nada que ver. Él… yo… ehm… no… —me puse nerviosa de inmediato cuando canturreó que Lepri y yo… y un beso…

—No, lo siento, nunca he besado, no sé cómo es… y lo que he imaginado alguna vez no me ha resultado tan agradable como cabría esperar. Lo veo como una lucha de babas y lenguas un poco… extraña —aclaré, aunque posiblemente tampoco fuera tan así.

—¿Brinco? ¿Tu cita anterior? —pregunté, algo confundida por sus últimas palabras—. ¿Quieres mandarle algún mensaje? Igual ellos también nos oyen. Dile algo, prueba.

La imagen del espejo onduló lentamente, como si una piedra invisible hubiera caído en un lago de aguas profundas. Las ondulaciones eran lentas, rítmicas, casi como los latidos de un corazón cansado, y con cada una de ellas el reflejo de Luna y Brinco  se iba diluyendo.

Ya sabían lo que pasaría después. Su tiempo se estaba acabando, aunque no podrían concretar cuanto tiempo habían pasado hablando. La sensación de vuelta a su mundo se intensificaba, así como las reacciones de sus compañeros de escuela. 

Sabían que les quedaba poco tiempo para despedirse, y ahora dependía de ellos aprovecharlo o dejarlo escapar. Bee se acercó al cristal para decirle algo a Occami cuando dos manos se pusieron en los hombros de Bee y estiraron de ella, forzándola a romper el contacto. 

Occami solo alcanzó a escuchar la risotada de alguien en la sala común y después el espejo se volvió frío y negro. Alguien le había arrebatado los últimos segundos en compañía de Bee.