Gryffindor… Supuestamente determinación, osadía. Decididos y valientes. Nobleza, lealtad. -se quedó pensativa- Fuego. Voluntad.
Otra pausa.
-No tengo todo eso, pero es donde mejor encajo. ¿Y los vodyanoy? Un apelativo gracioso. No puedo entrar en ese club, la disciplina no es lo mío.
Sincera y cercana, confesando qué y quién era. Nada pretenciosa, sino humilde y directa.
-¿En serio me preguntas lo de druida? -risa ligera, divertida- Te has descrito así. Mira al fondo de tu corazón. Me gusta que lo seas, yo también lo soy un poco bastante.
La imagen se desvanecía, el tiempo agotándose, la arena tan solo un hilo moribundo.
-Una locura. Yo no hago locuras, encontrarás otras chicas que sí. Hadas del bosque y ninfas de lagos y ríos. ¿Es lo que buscas en este evento?
Situó la palma de la mano donde estaba la del druida. Cerró los ojos y se concentró, respiró profundo, canalizando toda su voluntad y energía gryffindor en aquel punto intentando franquear la barrera de cristal.
-Siente mi mano, druida. No pienses en nada más. ¿Te vale como locura?
El espejo no les dio más tiempo para despedirse. Los minutos habían sabido a segundos, y la música y el baile los había unido. Ambos conocían el mundo muggle y no estaban incómodos en él, tenían cosas en común, muchas cosas, y sobre todo se habían divertido entre ellos. Una cita divertida, una promesa de muchas más en el futuro, eso les había mostrado el espejo como uno de sus posibles futuros. Una oportunidad y ahora todo estaba en su mano: Dejarla ir o aferrarla con todas sus fuerzas, solo el tiempo lo diría.
- FIN DE LA CITA -