Nada más tocar el espejo sus respectivos reflejos se fueron formado. Dos chicos que parecían muy diferentes por su apariencia. Uno vestido de punta en blanco, con corbata, sombrero, chaleco y un cuidado vello facial. El otro pálido, vestido de una manera más informal y con el pelo peinado con un estilo desigual.
Ya sabían que su tiempo sería corto. Era hora de que las palabras de la boca desataran a las del corazón.
Con ciertas disyuntivas puse mi mano sobre el espejo por tercera vez. Aunque expectante cada vez dudaba menos de que el espejo fuera capaz de mostrarle siquiera un reflejo de lo que yo buscaba. Aunque en el fondo de mi alma aún había dejado un rinconcito resguardado para las ocasiones especiales ¿Sería esta la ocasión?
—¿Hay alguien ahí?—dije con un susurro sin intención de alertar demasiado a quién estuviera al otro lado—. ¿Cómo está saliendo este evento tan especial?
Me quedé unos largos segundos callado, sin comprender qué había pasado exactamente.
-Eeee...mmmm....
Al final, me decidí a hablar. Estaba claro, había habido alguna interferencia, un cruce místico de cables, pero él no tenía la culpa. Ni yo, tampoco.
No se me ocurrió ni por un instante apartar la mano de la superficie del espejo. El rajao no era, ni de lejos, mi idioma.
—Jaja, Hola. Pues... Yo creo que cooking. Como mínimo tengo dos amigas más. No flex
Necesidad de justificarme incoming.
—A ver, no busco nada de nada, eh, sólo conocer gente, compartir experiencias, ser nosotros mismos sin... preocuparse por mantener una imagen pública.
Algo que parecía que afectaba a muchos en Hogwarts.
—Jaja, no sé si me pillas, fam. Cosas de esas, de conocerse y crear lazos. Nada importante.
Buah. Casi estaba más relajado, tras el choque, hablando con otro tío que con la cita anterior. Me había gustado mucho, sobre todo al final, pero me había llevado al límite. Algo más relajado estaría bien.
—¿De qué escuela eres? —típica pregunta —¿Y de qué casa?
Me encogí de hombros.
—No creo que las casas tengan importancia, no creo en que la pertenencia a una defina a un mago. Pero, bueno, lo pregunto por hacerme una idea de con quien hablo. Eso simplemente, no es por prejuicios ni nada de eso. Y se de lo que hablo, porque yo soy de Slytherin; la famosa casa de Howgarts famosa por... muchas cosas no todas buenas.
»Por cierto, cómo quieres que te llame? Yo he estado usando Brinco en las otras dos citas, creo que tiene rizz, igual lo uso a partir de ahora. Como nombre artístico.
El silencio era siempre más grandilocuente que un millar de palabras. Expectante pude escuchar aquel sonidillo que hablaba de sorpresa y duda. Por un instante incluso pensé que desaparecería la conexión. Pero entonces alguien se decidió a hablar.
Hablaba raro, ciertamente raro. Pero si su silencio era elocuente sus palabras corroboraron el silencio. Sonreí. El espejo no daba una.
—Espero que puedan llegar a ser tres—contesté en animada intervención—. Tal vez te preocupe demasiado la imagen pública ¿Eres sangre pura?
No tenía muy claro si mi escuela y mi casa le serían de ayuda alguna o lo harían prejuzgarme pero yo no tenía ningún tipo de problema en contar o permanecer en las brumas del anonimato.
—Soy papillonaise de la escuela Beauxbatouns—respondí —. Encantado de conocerte Brinco. No he usado nombre con nadie aún, el segundo reflejo del espejo me llamó joven alquimista, si eso te sirve como referencia.
-Bueno, técnicamente soy lo contrario de un sangre pura. Un hijo de muggles, como dicen por aquí. Lo que pasa es que no es de conocimiento común. Hasta ahora solo lo sabía el jefe de mi casa y un par de profesores.
Me reí
-Ahora hay que sumar a los tres encuentros de hoy. Vaya suerte que tienes, ey.
Escuché, con interés, que pertenecía a Beauxbatons.
-Tengo planeado ir a visitar tu escuela, si me dejan. Tenía unas ideas equivocadas de ella. No sé, pensaba que sería un sitio mas igualitario, pero me han dicho que también hay linajes y casas. Not cool, todo ese rollo de puros, impuros. Como en Hogwarts. Pero, aún así, tengo ganas de ir. Por las hadas...
Me callé lo de los elfos con baguettes y boinas, esta vez.
-¿Joven alquimista? No way. ¿Quién te ha llamado así? Yoda? !Si aquí todos somos jóvenes!
Paré un segundo. Había comido lengua, estaba on fire. Lit. Aún sentía la energía, el flow. Era eso.
-¿Te gusta la alquimia? No es mi asignatura favorita, pero se me da bien. Cosmología y alquimia son interdependientes, por la relación de cada los planetas con un metal primario.. Bueno, eso ya lo sabes, es básico. Pero últimamente estoy intentando saber si las constelaciones tienen influencia sobre la fuerza ódica.
Reí de una forma comedida. No tenía ningún tipo de prejuicios contra los sangres puras ni contra los de sangre muggle. Mi preocupación iba más bien encaminada al uso que se hacía de ese valor.
—Una suerte que yo lo sepa que no te va a juzgar por algo que ni siquiera es capaz de verse a simple vista—consideré sin darle mayor importancia al asunto—. En Beauxbatons, como en cualquier otro lugar, hay gente que necesita imponer su verdad por encima de las anteriores. Eres bienvenido a mi escuela cuando quieras, Brinco. ¿A quién tenías pensado venir a visitar en concreto? Para visitar a las hadas tendrás que adentrarte en el laberinto del jardín.
Solté una risilla cómplice cuando este bromeo con el apodo que me habían dado.
—Eres libre de cambiarme el nombre para hacerlo tuyo—le indiqué—. Quizás lo de joven es porque el estudio de la alquimia comprende muchos años de concienzudo estudio para sacar conclusiones sobre la materia. Yo elegí Beauxbatons porque en ella da sus clases el mejor alquimista de todos los tiempos, Nicolás Flamel.
Sopesé los intereses de su estudio y me resultó gratificante la reflexión, pero necesitaba saber un poco más sobre ello por lo que no dudé en preguntar.
—Muy interesante. ¿Has sido capaz de medir tu fuerza ódica para luego extrapolarla primero a tu entorno, luego a tu planeta y finalmente a las estrellas? Es todo un viaje ¿Te has parado a pensar que este espejo funciona con una gran cantidad de fuerza ódica para ser capaz de transportarnos en el espacio tiempo para enfrentarnos sobre su superficie? Mi campo de estudio se centra en la alquimia de los cuerpos y todo sus componentes, la capacidad de transmutarse al entrar en contacto con otros. En ese aspecto me interesa mucho este espejo y como trasmuta nuestros cuerpos para enfocarnos en experiencias extraterrenas.
Asentí educadamente mientras explicaba su filosofía. La sangre no se veía a simple vista, ni el talento, ni el potencial para la magia. Ok.
-Pues iré a conocer a... a...Luna. y a los duendes¿Te puedo llamar Al? De Alquimista, jaja.
Mi actitud relajada, sigma, era obvia por mis gestos, pero tras la imagen borrosa, me pareció que mucho del lenguaje corporal se perdía. Quedaba la voz y había que ser más comunicativo de lo normal. Puf
En cierto modo, era mejor. Al parecía más mayor que yo. Todos lo parecían, pero con los espejos esas diferencias físicas se atenuaban y estaba seguro de que yo pasaba por un pavo de 19. Aún así, era un poco sus que nos pusieran a menores con tíos que ya podían votar y se recortaban la barba. A ver, también estaban las chicas, pero eso era diferente. No sobre el papel, pero sí para mí en éste momento de mi vida.
-Ahm, Nicolas Flannel, Flamel. Lo había oído hablar, si..-La verdad es que no -. Yo es que soy más de Sir Isaac Newton.
Estaba clarísimo que la hechicería y alquimia modernas, las que se daban como asignaturas en Hogwarts, debían su codificación y su forma a Newton — incluyendo el uso del latín—, aunque el origen de la magia fuese celta o más antiguo todavía.
Escuché su teoría acerca de la fuerza ódica y los espejos. Me costó un poco seguirle porque algunos términos no los nombraba de la misma manera, pero me hice una idea de lo que quería decir.
-He estado midiendo sincronías ódicas y zodiacales, pero en mi mismo, usando reactivos metálicos en gotas de sangre y la ayuda de la profesora de adivinación. Es un proyecto muy complicado, que me va a llevar algo de tiempo, pero...
Creo que valdrá la pena —terminé con algo de secretismo. La elaboración de un horóscopo que no sólo indicase cuando era mejor lanzar determinados hechizos (eso ya se sabía), si no que tuviese en cuenta cuando elaborar pociones, experimentos, realizar exámenes y jugar al Quidditch, era algo que iba a impresionar a todos los profesores y que cambiaria Hogwarts.
El resto de su teoría no la vi tan clara.
-Yo creo que se trata de espejos dobles, un puñado de ellos, que han sido imbuidos con varios efectos permanentes de legeremancia. Es posible...no sé —no había pensado en ello —...que pueda considerarse un único objeto mágico repartido entre todas las escuelas. Un ....un.... multimodam occultans duplici speculo
Pausa incómoda. Decidí romper el silencio con otra pregunta.
—Oye, y... ¿Cómo harías para saber si alguien tiene potencial mágico latente?
—¿Visitar a Luna?—pregunté extrañado—. Puedes llamarme Al, me gusta.
Me detuve un momento a pensar si tal vez alguna de mis compañeras de colegio se había presentado con Luna. Ya tenía marujeo asegurado para luego. Mientras tanto tuve que sonreír con la contestación sobre Newton.
—Son estilos diferentes—comenté con tono divertido—Una buscaba la piedra filosofal y el otro se encontró una manzana.
En serio que me sorprendió con su tesis sobre fuerza ódica y constelaciones. Parecía saber de lo que hablaba y tener claros sus objetivos. Le otorgué al instante el beneficio de la duda.
Me encogí de hombros al escuchar su teoría sobre los espejos dobles.
—Yo creo que son espejos Unidos los unos a los otros por las energías telúricas que unen diferentes partes de la tierra. Pero es interesante compartir teorías y debatirlas—pronuncié con honestidad pues para eso había ido al baile—. No tengo la más mínima idea de cómo puede comprobarse el potencial mágico latente en nadie. Supongo que eso es algo que corresponde a la experiencia y la observación de un ojo aguzado.
Perdón, ando de mudanza y no he podido parar mucho.
La imagen del espejo onduló lentamente, como si una piedra invisible hubiera caído en un lago de aguas profundas. Les recordaba con gentileza que su tiempo se agotaba, que si tenía que ser tenía que ser ahora o nunca. Lo que no se dijera podría no poder decirse después. Quedaba una cita y todo lo conseguido podía desvanecerse como un castillo de arena ante un tsunami. Pronto se pondrían todas las cartas sobre la mesa en el baile de los pasos perdidos.
-Yo te digo que Newton eran mago. No cap. Se ve totalmente. El mejor disfraz, ser el puto alfa de la física. Yo no sé si ese que dices encontró algo, pero no puedes comparar. Delulu.
Tras mi elocuente declaración y su comentario, me dio por hacer unos cálculos mentales. Al iba explicando todo aquello de las fuerzas telúricas e intentaba cuadrar todo lo que sabía de geología mística en mi cabeza. Me encantaba dar la brasa y ser un tocapelotas, pero, en el fondo, lo que me producía verdadera felicidad era ser un cerebrito. Lástima que, incluso entre "magos", se valorase más la mediocridad que el talento. La envidia y todo eso.
Yo, por el contrario admiraba a los que eran mejores que yo.
-Eh, Al. Eres bueno en esto de la alquimia. Vas a ser mejor que Franela...uh... Flanel. Oye, te molestaría darme un contacto en Beauxbatons, para -puse una voz grave, la misma que en la primera cita, como si fuese un psiquiatra engolado al que le escuchase más oírse que los Haagen-Dazs -¿..mantener una comunicación epistolar respecto a ciertos quehaceres alquímicos que tengo en mente?
La reunión en el espejo no había tenido la intensidad de las otras. La voz de Luna y Bee eran un plus. Pero me daba que la relación más larga que saldría de este acontecimiento sería la que tendría con J.A. No me costaba pensar en investigaciones conjuntas, en descubrimientos, en inventos.
-En mi casa, las rivalidades matan el trabajo en equipo.
Siento la tardanza, entre el trabajo y este calor, no me queda energy