En cuanto las manos rozaron el reflejo del espejo sus imágenes se formaron. Borrosa, difuminada, al otro lado del espejo se empezó a formar el reflejo de una chica. Larga melena ondulada, rubia, aunque podía llevar alguna mecha y tez blanca. La mandíbula parecía fuerte, la pose orgullosa y la mirada profunda, como si pudiera desentrañar todos los misterios del espejo con facilidad.
Se mantuvo en silencio un buen rato, como si el desperdiciar tiempo no fuera ningún problema. Finalmente tosió, ¿o tal vez fue el intento de contener una risa?, y dijo
- No me jodas, me ha tocado una cita con un Weasley.
Su voz estaba cargada de ironía, y no se avergonzaba en mostrarla. Sus palabras eran cortantes como el cristal, al igual que su tono, y no parecía que tuviera la menor intención de cambiarlo.
- A ver, aparte de comer zanahorias, estar arruinado y dar toda la pena del mundo ¿Qué hace un Weasley en vete tu a saber que escuela? - La mirada de Elvira centelleaba al otro lado del espejo - ¿Por qué vas a la escuela, verdad?
Aksel frunció el ceño, cruzando los brazos tras apoyarse con el hombro mientras su reflejo en el espejo parpadeaba ligeramente bajo la luz temblorosa del salón. La ironía y la chispa de Elvira no le sorprendían, aunque la familiaridad del apellido le hizo arquear una ceja con sutil interés.
—Weasley, eh —respondió con voz tranquila, un toque de sonrisa socarrona asomando—. No me esperaba que el nombre de mi familia política fuera tan conocido fuera del Reino Unido. Mi padre trabaja en el Ministerio Internacional, no solo moviendo papeles; las alianzas entre escuelas no siempre son fáciles, y sí, vete tú a saber cómo acabo aquí en Durmstrang.
Suspiró, encogiéndose de hombros con esa mezcla de resignación y determinación que lo definía.
—En cuanto a lo de las zanahorias y las penurias, ya me parezco menos a la caricatura que imaginas. Y sí, voy a la escuela. Porque, aunque no soy un genio, creo en que el esfuerzo pesa más que la magia fácil. Ahora dime, Ginger Fan —añadió con una sonrisa apenas perceptible, dejando claro que no se tomaba tan en serio el apodo—, ¿qué hace alguien con esa ironía y ese tono en un espejo mágico a kilómetros de distancia?
Su mirada, aunque contenida, buscaba conectar con la suya al otro lado del cristal, dispuesto a escuchar y quizás sorprenderse.
El reflejo al otro lado del espejo bufó desdeñosa. No parecía que la cita de Aksel destacara por la paciencia precisamente pero aguantó la socarronería del chico, acumulando munición para cuando le tocara hablar.
- Vale, tu padre trabaja de bedel o de auxiliar de limpieza en el ministerio, ¿y? El mío trabaja en el wizengamot y no lo voy predicando a los cuatro vientos. - Chasqueó la lengua - Aunque me da igual quienes sean tus padres, Weasley. - El tono de voz se hizo un poco menos árido mientras decía - Se supone que este trozo de vidrio estúpido nos ha juntado por algún motivo. No creo que lo haya hecho por mi borderia y tu socarronería, así que lo mejor será que avancemos..... No sé que lección hay detrás de este encuentro, pero lo mejor será aprenderla para que nos podamos dedicar a cosas más interesantes.
Aksel pudo escuchar una risa divertida cuando habló de su escuela. Por un momento perdió de vista el reflejo, como si ella hubiera quitado la mano, pero la imagen se recuperó a los 10 segundos.
- Perdona, me he reído tanto que casi me ahogo. - La imagen se veía ahora más borrosa y tenue - Tskk, perdón por quitar las manos. A ver, ¿No serás amigo de un tal Sergei, verdad? Es un tipo bastante divertido, va de alfa, de - puso voz grave imitando a un macho - soy el mejor, soy la élite, soy el más macho, soy el más fuerte, y no ha podido aguantar conmigo cuatro minutos sin irse llorando
La sonrisa de Elvira se hizo peligrosa, a pesar de la falta de visibilidad se podía advertir que había un filo en sus palabras y sus ademanes
- Espero que no seas como él, o tendré el gusto de despedazarte en menos de cuatro minutos. Me gusta superarme.
Escuchó a que terminara de describirse y le dijo
- Está bien lo del esfuerzo, es el talento de quien no tiene talentos... pero no creas que no lo valoro, yo también me esfuerzo, mucho....
y en ese mucho parecía haber implícito un demasiado, demasiado esfuerzo para llegar donde había llegado.
- Ginger fan... Estás perdiendo el encanto Weasley, esperaba algo con más mordiente. En la primera cita me han llamado bruja, en la segunda - dijo divertida - no me han llamado, estaban demasiado ocupados llamando a su mamá para que le limpiaran el culo. - Sonrió, una sonrisa breve, como un rayo de sol que aparece detrás de un nube.
- Pues podría irte con toda esa mierda del amor, de la amistad verdadera pero no me engaño. Mi familia espera mucho de mi, así que después de esta noche probablemente no nos volveríamos a ver. Así que lo que busco es a alguien con quien poder dejar aparcada por una noche la ambición, lo que esperan de ti, y pasarlo bien. Una noche para relajarse y no tener que ser la más fuerte, la más dura, la más inteligente.....
Su voz se apagó. No era una voz frágil ni lastimera, pero no era tan dura como al principio. Se apartó el pelo de la cara de manera automática antes de preguntarle
- Y tú supongo que vendrás buscando el amor para toda la vida, si es que no lo has encontrado ya. Tienes todo la cara de haberlo encontrado, y eso que no te veo la cara....¿Así que..mi pregunta es....si lo has encontrado, si de verdad lo has encontrado.. Por qué has vuelto a tocar el cristal?
Se rio
- Bueno, claro, y también me gustaría saber que vas a ser de mayor... Por si tengo que pedirte cita en - puso voz masculina en un intento de imitación - el ministerio internacional.
Aksel mantuvo la mirada fija en el espejo, aunque la imagen fuera poco más que un contorno vibrante. Escuchó en silencio, sin interrumpir, como quien no tiene prisa por responder porque está, de verdad, escuchando. Solo cuando la última risa se deshizo en el reflejo, habló.
—Supongo que ahora me toca a mí.
Su tono era calmo, casi íntimo, pero no blando. Había algo contenido, como si midiera lo que decía no por miedo, sino por respeto.
—No vine buscando el amor de mi vida. Vine a no buscar nada. Me insistieron. Y por ahora, solo me ha mostrado gente interesante... así que ¿por qué no? Sería un insulto no mirar, con toda la gente que se ha quedado sin la oportunidad. ¿No te parece?
Desvió un momento la vista, como si intentara ordenar una idea que ya llevaba dentro.
—Dices que tu familia espera mucho de ti. Lo entiendo. En la mía, no cumplir con lo que se espera no se castiga con gritos… sino con decepción. Y a veces, eso pesa más.
Volvió a mirarla, con una ligera sonrisa. Esta vez no era de burla ni de defensa. Era real.
—¿Y qué harás si encuentras a alguien con quien mandar el mundo a la mierda por una noche? ¿Dejar que se te escape? No creo que sea tu estilo.
Levantó un dedo, apuntando suavemente hacia el espejo sin llegar a tocarlo.
—Primera cita, te llamaron bruja. Segunda, ni te llamaron. Eso dice más de ellos que de ti. Si quieres algo más mordiente, más personal…
Se inclinó apenas, lo justo para que sonara como un secreto.
—Te llamaré Thestral. No porque seas oscura o espectral… sino porque, aunque no todo el mundo puede verte con claridad, quien sí lo hace sabe que hay algo raro y valioso ahí. Algo que no siempre se puede explicar.
Una chispa burlona, cómplice, asomó en sus ojos.
—Además, hay cierta elegancia en lo que asusta a los demás.
Se encogió de hombros con naturalidad.
—¿Qué voy a ser de mayor? No lo sé. A veces quiero seguir el legado familiar. Otras, solo desaparecer por un tiempo con una escoba vieja y una mochila, perderme en los bosques del norte. Mientras no se te olvide quién eres... creo que da igual hacia dónde vas. Tú ¿Qué tienes en mente?
Se cruzó de brazos, apoyado contra el marco del espejo. No desafiaba. Solo estaba ahí, firme, con su mezcla de serenidad y ironía.
—Cuatro minutos, ¿eh? Inténtalo. Si lo consigues, al menos te habrás desquitado. Y si no… sabremos que aguanto más que Sergei. Aunque, siendo sincero, has capturado su esencia mejor que él mismo. Nos liderará en el baile, sí. Pero se esfuerza tanto en parecer que a veces se le olvida ser. O eso me parece, viendo con quién lo han emparejado.
Hizo una pausa, ligera. No comentó nada sobre su risa, pero en su voz había algo que no estaba antes.
—La verdad es que no casan mal tu bordería y mi socarronería, Thestral.
Le dedicó una mueca burlona. Una lengua sacada de forma descaradamente teatral.
—¿Cuántos minutos llevamos?
Al menos sabía esperar, eso sí se lo iba a tener que reconocer. Elvira le soltó una andanada sobre su condición de Weasley y hubo de admitir que no se encogió, ni se fue llorando con su mamá como ese llorica de Sergei. La educación moderna y toda esa ristra de novelas cursis, que tanto odiaba, habían hecho a los chicos blandengues, unos moñas, y este parecía no serlo, al menos no tanto. Sabía que no le había hecho nada, y que no tenía ningún motivo para darle caña, pero ella era así, necesitaba saber sobre que terreno pisaba para valorar si valía la pena su tiempo o no. No se cegaba por quimeras, ni se arrugaba ante nadie, así que sí querías comer en su mesa, por así decirlo, tenías que demostrar ser capaz de traer algo de valor.
Se sonrió, tan cáustica que de ser el espejo un artefacto con menos magia lo habría derretido. Tenía una forma de sonreír muy de chico malo, sonrisa torcida, sin apenas dejar ver los dientes, tensa, lista para transformarse en una mueca si la ocasión lo ameritaba.
- Te toca, si es que tienes algo interesante que decir... - Dijo presionándole para descubrir si era metal al que valía la pena forjar.
Se mantuvo en silencio, le dejó que reordenara sus ideas, mostrándole que podía mostrarle un poco de paciencia, siempre que no demostrara ser un auténtico memo. En cuanto empezó a hablar se dio cuenta. No iba a hablar por hablar, lo que dijera, con sentido o sin él sería meditado, y no trataría de imponer su visión de las cosas como hacían muchos chicos. Se apartó distraídamente un mechón de pelo y bufó
- Oh, no es por ti. No me gusta llevar el pelo tan largo, pero encaja justo con lo que se espera de mi.... continúa, por favor - El tono era directo. No parecía que estuviera arrepentida o que realmente le preocupara si se había molestado o no, aunque tenía la deferencia y cortesía de pedir disculpas. Tras ello permaneció en silencio y le dejó acabar.
- Vaya, así que vienes a un evento donde todas las chicas lucen sus mejores galas y los chicos se ponen su traje más elegante ... ¿Buscando nada? - Se sonrió, irónica - Debe ser así en Durmstrang, porque aquí te aseguro que hay más de uno que piensa que esta noche va a perder la virginidad, o que es la última vez que va a estar con alguien del sexo opuesto. - Se rio - Aunque hay algunos casos en que puede que eso sea cierto.
La chica se encogió de hombros y pareció considerar las palabras del muchacho.
- Así que gente interesante, ¿eh? - Se sonrió, divertida - Dame un par de minutos más para cambiarte la percepción. En fin, se supone que debemos hacer esto, que es bueno para nosotros y que vamos a aprender algo - se sonrió - Yo por ejemplo, mientras hablo contigo estoy tratando de averiguar que magia hay detrás del espejo. No puedo evitarlo, me gustan los acertijos y las cosas que no entiendo, y suelo hacer más de una cosa a la vez. La curiosidad es lo que hace a los buenos magos, y ser interesantes y divertidos es lo que hace a los buenos compañeros de baile
Lo dejó en el aire, como si no se refiriera a él, hasta que Aksel habló de su familia y entonces se rio. Una risa burlona pero cantarina, de esas risas que no pretenden herir, pero que ponen de manifiesto el haber hecho alguna afirmación muy inocente o desacertada.
- ¿Decepción? ¡Oh, que castigo! - sonrió, esta vez lo hizo casi amablemente - En la mía se castiga con dolor. - Se quedo pensativa por un momento antes de continuar si valía la pena decírselo. Finalmente decidió que poco importaba si lo sabía o no, así que habló - En mi casa tenemos una variante de la maldición cruciatus. No necesita varita, ni componente verbal, así que si tu vieras a una persona sufrirla no te darías ni cuenta. Desde que entré en el colegio, cada vez que había alguna nota que fuera menos que perfecta... - se encogió de hombros - Supongo que entenderás que un poco de decepción no me parezca tan grave, y estoy segura de que cuando dejes de tener tan en cuenta la opinión de los demás te lo parecerá a ti.
No le dijo que ella misma sabía hacer esa maldición, y que en ocasiones la utilizaba para que nadie se pasara de la raya con ella. Era mejor asustarlos una vez que entrar en una guerra larga y que iba a desgastarla, así que, si alguien la atacaba le demostraba lo que podía sufrir si seguía por ese camino. Casi todos lo entendían, hasta los más tontos.
Al preguntarle por si dejaría escapar a una persona con quien mandar el mundo a la mierda se quedó pensativa ¿Era su estilo? No lo creía, tampoco creía que su estilo fuera el pasar una noche entera con alguien. Estaba en terreno desconocido, así que simplemente dijo
- Ese es el plan. Elegir, usar y tirar. No creo que tenga tiempo para mantener una relación después, y la verdad, tendría que ser peor de lo que soy para querer que cualquier persona se acercara a mi familia. - Se sonrió, divertida - Así que si esperabas ponerme el anillo siento desilusionarte. Soy fea, borde y bailo como un troll borracho, no te convengo, que no se te olvide.
Entonces se rio, se rio con ganas cuando la llamó Threstal. Negó con la cabeza y su melena se movió frenetícamente detrás de ella. Se la tuvo que volver a apartar y le dijo
- La primera cita era un blandengue de Francia, que pensaba que por ser el barón del cruasán o algo así me iba a derretir. El segundo es otro blandengue, aunque ese ya lo conoces, y el tercero, ¿Me llama Thestral? - Se sonrió irónica - ¿Acaso has visto tu muerte conmigo? - Se acercó al espejo como si quisiera compartir un secreto ella. Secreto por secreto, era lo justo - Soy oscura, y puedo ser peligrosa... pero tienes razón en que no me pueden ver con claridad, porque los mantengo lejos. Si no te conocen no te pueden herir, además, mantener una amistad o una relación es mucho tiempo, y no tengo tanto tiempo libre para desperdiciar. - Se quedó mirándolo y le dijo - No puedo negarlo, pero tienes cierto palique. Estoy seguro que has debido dejar a tus citas muertas.... Tendré que avisar de la presencia de un embaucador del norte.
Al final Elvira explotó en una risa, corta pero sincera, refrenada rápidamente al tener consciencia de ella
- Entonces admito ser la más elegante del castillo. Bu! - Dijo con una sonrisa mientras le preguntaba que quería ser de mayor. Parecía tener un problema de legado, y también parecía estar en esos momentos de irreflexiva rebeldía cuando lo único que te importa es que te dejen en paz. Frunció un poco el labio, contrariada y le dijo
- Eso de volar con la escoba solo hacia el amanecer ha sonado mucho a novela romántica - Se sonrió ligeramente burlona - Yo voy a ser ministra de magia y a presidir el Wizengamot, ese es mi futuro, eso es lo que se espera de mi. Alguien tiene que arreglar todos los problemas del mundo mágico sin dar tantas excusas
Lo dijo con tranquilidad, como si ser ministra de magia fuera algo sencillo. No parecía que fuera un plan que realmente le hiciera mucha ilusión, no lo dijo con la más mínima pasión. Lo dijo como quien lee las instrucciones para montar un mueble, mecánicamente sin tener en cuenta el camino. Afortunadamente el hablar de Sergei y como había jugado con él hizo que recuperara algo de su sonrisa
- Nah. No puedo maltratar a todo el mundo que me lo pida Weasley ¿Y si resulta que eres masoquista y te gusta que te traten mal? No, yo no querría darte ese placer... Primero hay que conocer a la presa para saber donde le duele y que es lo que le gusta, para no dárselo, evidentemente - Dijo con un tono de voz sugerente. Elvira no parecía ser de las que jugaban, pero eso no parecía quitar que no supiera como hacerlo. Se sonrió - Es lo que hice con tu Sergei, averiguar lo que quería para quitárselo. Es hermoso ver como un arrogante capullo de mierda pierde su seguridad en cuanto le dicen un par de fruslerías..... - Rio - ¿Liderar? No sé que tipos de líderes valoráis en el norte, pero para mi no debería liderar ni una excursión al baño.
Elvira adoptó un tono más ligero en su voz al decirle
- Puede que el haber maltratado a una compañera haya hecho que me ensañe más. Es muggle, pero eso no es culpa suya, y ha curado a más de un alumno. - Sonrió - Será una gran medi-maga y no se merecía que la trataran mal. Tal vez el espejo lo que ha querido es darle una lección a Sergei, y a mi me ha permitido pagar una deuda, aunque eso no lo sabe ella. No todavía.
Se sonrió y negó con la cabeza
- Masoquista, estaba segura de eso. Solo un Weasley puede ser tan tonto como para tocarle las narices a una criatura peligrosa. No sé el tiempo que llevamos.... Tal vez me haya quedado sin munición después de haber hablado con Sergei, tal vez necesite un descanso para mantener mi fachada para que nadie se acerque.
Sonrió y golpeó con la uñas el espejo, repiqueteando, como si estuviera buscando algo y de pronto su sonrisa se amplió. La zona central del espejo se aclaró, y durante un par de segundos se pudo ver su verdadera imagen. Duró eso, dos segundos, apenas un parpadeo, tras el cual Elvira chasqueó los dedos.

- Maldición, ya creía que lo tenía. El espejo me va a llevar más tiempo...... - Sonrió, orgullosa de lo que había conseguido y le dijo - Mientras acabo de demostrar que soy la bruja mejor de este castillo será mejor que te haga una pregunta, para que no te aburras.....Veamos... ¿Si pudieras cambiar algo de ti, que cambiarías? ¿Y si pudieras cambiar algo del mundo?
Aksel se mantuvo en silencio durante toda la diatriba. No por miedo, ni desconcierto, sino porque tenía el hábito de escuchar entero antes de decidir qué parte merecía respuesta y cuál solo una ceja alzada. Ella hablaba como si cada frase pudiera lanzar un hechizo prohibido. Quizá podía. Pero él también tenía los suyos. A su disculpa, simplemente negó con la cabeza; no tenía importancia.
Cuando ella terminó —con esa media sonrisa que olía a pólvora recién apagada—, Aksel inclinó ligeramente la cabeza, sin romper el contacto visual. No era un gesto sumiso. Más bien, un saludo de combate entre duelistas: reconocimiento mutuo.
—Cuando buscas algo, condicionas la mente, tu percepción —empezó, con voz tranquila—. Aquí hay mucha gente que espera tener el encuentro de su vida, dejar una marca indeleble. Quizá algunos lo logren, pero a mí, honestamente, me da igual. Por ahora, esta noche ya ha merecido la pena.
Se acercó al espejo, curioso, casi rozando el cristal con el rostro. Habló serio.
—¿Entonces soy interesante y divertido?
Rió abiertamente, dejando clara la broma.
—Lo curioso también puede ser interesante.
Concedió.
Se pasó la mano por el cabello, pensativo, incluso un poco apesadumbrado. No era compasión, sino el peso de las palabras amables que ella había dicho.
—Claro que entiendo que no te parezca grave. Pero, tanto un uno como un cuatro son suspensos —dijo, medio en broma, medio en serio—. Ni siquiera sé si me he expresado bien o si lo entenderás. Seguro menos aún estarás de acuerdo. Por cierto, no me ofende que uses maldiciones a la ligera. Con tantos magos, ya suena bastante plausible.
Arrugó la nariz, luego sonrió con confianza, casi como si compartiera un secreto.
—Un pequeño secreto: los planes no suelen sobrevivir al contacto con el mundo real. No quiero ponerte un anillo, pero quizá una bufanda para el frío. Gracias por la advertencia… pero me gusta decidir por mí mismo. Además, ¡tiene que ser divertidísimo ver bailar a un troll borracho! Algo así como dum, dumdum, duduplash… ¡Al suelo!
Rió de nuevo.
—La gente embauca cuando quiere algo. Pero dime, ¿crees que quiero algo de ti? O simplemente disfrutar de la magia que nos ha juntado —alzó una ceja, divertido—. Quizá soy un genio en Encantamientos y aún no lo sé. Tendré que probarlo…
Se masajeó cerca del ojo, como quitando algo invisible.
—¿Y eso es lo que esperas tú de ti?
No preguntaba para cuestionar, sino por simple curiosidad. Negó enérgico.
—No soy masoquista —mordió el pulgar un instante—. Me vas a poner difícil saber qué te gusta. Solo para después lanzar una moneda para ver si te doy lo que quieres o no.
Cambió el tono al escuchar lo de Sergei.
—Gracias.
Solo eso dijo. No porque quisiera el dolor ajeno, sino porque le parecía justo. Confiaba en ella más que en él mismo.
—Elegante y escurridizo Threstal… también son leales.
Se encogió de hombros, sin intención de responder a lo de tocar las narices a una criatura peligrosa. Era su tipo de criatura preferida.
—¿Por qué cambiar algo de mí? —preguntó, confundido— Si cambiase, ¿seguiría siendo yo? Soy lo que soy. Cambiar, es lo que ocurre cuando tocas el mundo. Como una piedra que se pule en un río.
Cerró los ojos.
—En cambio, el mundo cambia todo el tiempo. Quizá cambiaría que el esfuerzo valiese un poco más, que cada uno fuese dueño de sí mismo. Sí, suena cursi.
Abrió los ojos.
—¿Y tú? ¿Qué cambiarías? Y mientras lo piensas… atento a tu encantador de confianza.
Dibujó unas líneas mágicas en el espejo.
—Esta runa la llaman Simple. Nadie conoce su efecto real, pero dicen que fue una de las primeras. Contiene un ápice de magia. Quizá la magia del espejo sea así. Simple. Y la base para cosas mucho más complejas.
- No esperaba causarte esa impresión... Así que la noche ya te ha merecido la pena tsk - Chasqueó la lengua divertida - Estoy perdiendo facultades. - Se sonrió con una sonrisa afilada - ¿Me estás retando a un combate? Yo de ti no lo haría, tengo mala fama, no juego limpio y nunca he perdido. - Dijo con una sonrisa divertida, antes de encogerse de hombros y contestarle - Aun lo he decidido, por lo menos no eres demasiado coñazo, así que tendré que seguir arriesgándome. Ya sabes, mejor no darle la espalda a alguien que te reta....
Hablaron de sus familias y del distinto concepto de decepción de una y de otra. Elvira minimizó el sufrimiento de Aksel a lo que él dio su punto de vista. Se sonrió, con un ligero desdén y le contestó
- Lo entiendo, pero creo que te dejas herir por algo que no tendría que hacerlo. ¿Acaso tú también me vas a salir blandengue? - Dijo divertida, aunque no de una manera cruel - Lo importante es lo que tú piensas, y si tú no te decepcionas lo que digan los demás n debería importarte. En cuanto a utilizar maldiciones contra otros...No disfruto especialmente, pero hay veces en que has de demostrar que eres el más fuerte, y cuanto antes lo hagas y más obvio sea menos gente se atreve a discutirlo. Es mi lema, pega primero, pega fuerte y pega mucho.... Nunca hay que subestimar la obstinación de un rival, así que lo mejor es quebrar su espíritu la primera vez....
Al hablar sobre planes se rio, divertida, negando con la cabeza.
- No estoy de acuerdo. Los planes sobreviven si se tiene la disciplina necesaria. Hay gente que se rinde a la primera, que dice que no puede, pero con la voluntad necesaria los obstáculos dejan de serlo. - Se sonrió - Igual hace de mi una ilusa, pero todo lo que me he propuesto lo he conseguido. - Entonces explotó en una carcajada - Estoy perdiendo facultades, definitivamente, si me despisto me querrás poner un anillo. - Negó con la cabeza, a un tono casi tierno - No te convengo. Estúdiame de lejos, como lo harías con un dragón....
Enarcó un ceja inquisitiva cuando le preguntó sobre lo que creía que esperaba de ella
- ¿Tal vez batir el récord de Sergei? ¿Alardear de ser más hombre que él? O tal vez disfrutar de mi encantadora compañía... -se sonrió - lo sé, soy irresistible.. y eso que todavía no he nublado tu mente con mis encantamientos - se rio - Hay una leyenda negra en Hogwarts que dice que el motivo por el que salió conmigo el capitán del equipo de quidditch de Hufflepuff fue ese... pero no duró.... -se sonrió - Tal vez tendría que hacerlo contigo. - Se sonrió coqueta antes de decir - Te haría bailar con Sergei.....
Su plan vital parecía estar claro, así que la pregunta de que espera ella de ella misma le pilló un poco a traspiés. Se quedó en silencio, reflexiva, antes de decirle
- Espero no fracasar y no decepcionarme a mi misma. - Entonces se rio al tratarlo de masoquista y cuando le preguntó que es lo que le gustaba y que no. Suspiró - Me gustan las cosas sencillas: Un libro antiguo y polvoriento a la orilla de la chimenea, volar en las noches de tormenta y supongo que viajar, nunca lo he hecho, aunque me encantaría hacerlo - Se sonrió sarcástica - Un buen hombre que sepa como tratar a una mujer y que no le importe ser desechado al día siguiente..... No pido mucho, para ser un Threstal
Elvira sonrió y le dijo
- Que el esfuerzo valiera más... Eso no sería un mal cambio, pero sí suena cursi - Dijo divertida - Además, siempre te puedes esforzar más hasta que el esfuerzo le rompa el brazo al destino. - Se pensó un segundo que cambiaría y le dijo - Que no hubiera coles de Bruselas, las odio -sonrió - Aunque si tiene que ser algo en plan profundo diría - se mordió el labio distraída mientras pensaba - Que cada uno se ocupara de sus mierdas sin pretender cargárselas a los demás - chasqueó la lengua - me revienta la gente que lloriquea para que los demás le resuelvan sus problemas. Las damiselas en apuros me parecen lo peor....
Como le había dicho Elvira podía hacer varias cosas a la vez. Mientras hablaba miraba el movimiento del dedo de Aksel, sonrió de manera torcida
- ¿Una runa? ¿En serio? ¿Eres de esos que tiras las tabas y lees el futuro? Yo no creo en el futuro, no creo que esté en las runas, en los números o en los posos de un café. Tenemos una profesora aquí que está loca y cree que vamos a morir todos de formas terribles.....son tonterías....- sonrió - La magia del espejo no es simple, es antigua y caótica. No sé explicarlo, cuando he interaccionado con la magia he sentido...algo..
Bajó el tono y le dijo
- Lo he podido sentir, las ilusiones de todo el mundo, de los que estamos hoy y de los que vinieron antes que nosotros...No eran imágenes, era.... un poco.... demasiado....Necesito un momento....
Se apartó del espejo todo lo que pudo sin romper el contacto. Tardó unos segundos en recomponerse antes de decir
- Creo que ya sé porqué estoy aquí. El espejo me ha enseñado como se siente la gente cuando se enamora.... - bajó la voz, mostrando un asomo de fragilidad - aunque creo que nunca he estudiado esa asignatura, y no sé si estoy especialmente dotada....
—Si tú no puedes perder… pero tampoco puedes vencer… ¿Qué hacemos? ¿Un duelo eterno? —ladeó la cabeza con media sonrisa— Creo que el espejo no nos dará tanto tiempo. El hecho de que no me des la espalda ya es una pequeña victoria.
Levantó una ceja, como si eso contara más de lo que parecía.
—Sobre lo de decepcionarse… no lo sé. A veces no es lo que los demás esperan de uno, sino lo que uno siente que debería haber sido. Pero supongo que ya me estás llamando blandengue otra vez, ¿no? —añadió, como si pudiera oír su risa— No es debilidad tener heridas. Lo es no aprender a vivir con ellas.
Bajó un poco la voz, sin perder la firmeza.
—Pero entiendo lo de golpear antes de que te golpeen. Lo he visto mucho. Supongo que soy afortunado… aún no he sentido que tuviera que hacerlo.
Gruñó por lo bajo, como si le pesara admitirlo.
—El plan no sobrevive… pero se adapta. La disciplina es buena, pero sin flexibilidad, se rompe. Y no, no te creo una ilusa. Me gusta tu firmeza.
Sonrió cuando ella habló de que no le convenía. Había algo encantador en ese desafío velado.
—No soy de los que estudian dragones de lejos. A veces hay que acercarse… para saber si lo que ves es fuego o sólo humo.
Pausó un segundo, luego miró directamente a sus ojos.
—¿Tú quieres un anillo?
La pregunta no era un juego. Tal vez sí lo era para ella, pero él… no estaba seguro. Había algo en su tono, en cómo lo decía. Quizá no era más que una forma de decir “no me dejes sola”. Quizá era lava. Pero había que acercarse al dragón. Aunque fuera con una espada de madera.
Le dio espacio para responder.
—Así que… ¿Hogwarts? ¿Slytherin? —lanzó al aire, sin esperar respuesta inmediata—. No importa. ¿Cuánta magia crees que haría falta para hacerme bailar con Sergei? ¿Y cómo crees que me lo cobraría? Aunque reconozco que por ahora disfruto de tu compañía. Tienes un minipunto.
Cuando habló de sus gustos, Aksel no se rió. Le pareció más honesto que divertido.
—Viajar... suena mejor que quedarse esperando a que la vida pase por el pasillo del castillo. Si algún día lo haces, lleva uno de esos libros polvorientos contigo. Hay quien necesita mapas. Otros solo necesitan una historia.
Dudó. Luego dejó salir una media sonrisa resignada.
—Aunque —no lo hagas— eso de volar en la tormenta... —cállate— suena un poco a novela romántica —tarde—. Y no, no pides mucho. Solo me pregunto si el Thestral seguirá ahí al día siguiente. Dicen que su lealtad es... complicada.
Cuando ella habló del cambio, se acercó al espejo. Su reflejo parecía más pensativo de lo normal.
—Entonces... tampoco cambiarías nada de ti —dijo en voz baja—. Me parece bien. Y no sé si me gustan menos las damiselas en apuros... o los caballeros de blanca armadura que se olvidan de todo lo demás buscando a una. Creo que van a medias.
Le lanzó una mirada lateral, con algo de picardía:
—Prefiero una compañera que me cubra las espaldas mientras enfrentamos al dragón.
Se rió, breve y genuino.
—Hay algo dicen sobre las runas... que son una forma primitiva de la magia. Algiz, por ejemplo —mencionó una de las favoritas de su madre—, es una runa de protección. Algunos creen que fue el origen del Patronus.
Se volvió hacia ella, ahora con un tono suave, sin adornos:
—Si el espejo te mostró eso... es porque puedes con ello. Tómate el tiempo que necesites.
Y, como si soltara algo importante en medio de todo lo anterior:
—Te convendría alguien que no huyera cuando ve una criatura peligrosa. Aunque no sepa bailar con Sergei.
- ¿Y quién dice que no puedo vencer? - Dijo con una sonrisa afilada mientras lo miraba con calma y suficiencia. Finalmente se encogió de hombros antes de decir - Es cierto que el problema del tiempo puede ser un reto, pero trabajo mejor con presión. - Rio suavemente y se encogió de hombros antes de decirle - Si quieres sentirte victorioso por eso, adelante, pero es más por algo práctico. Siempre hay alguien que aprovecha cuando das la espalda, olvidando el buen juicio, y eso me obliga a dejar las cosas en su lugar.
Y es que todo lo que parecía decir Elvira tenía cierto halo de practicidad. Podía ser cruel, pero siempre con un motivo. No hacía nada que no fuera por una razón, como un carnívoro, que caza para alimentarse, no por el placer de la caza. Elvira puso una mueca cuando Aksel habló sobre que es debilidad y que no lo era. Negó suavemente con la cabeza, aunque no trató de convencerle de que estaba equivocado. En cambio sonrió y le dijo
- Entre los blandengues hay de muchos tipos. Prefiero los blandengues que viven con sus heridas a los que se quedan relamiéndolas - Explotó a reír - y sobre todo a los que a la primera herida se mueren, esos son los peores. Crecemos en el conflicto, no sería la mitad de buena bruja si nadie hubiera tratado golpearme. La ausencia de golpes....te hace blandengue - Sonrió, burlona, aunque acabo riendo de nuevo
- Entonces eres como un Gryffindor, valiente pero insensato. Lo mejor a veces es no acercarse, más cuando alguien cercano a ti ha salido quemado....
Elvira aguantó la mirada de Aksel, como si estuvieran a punto de batirse en un duelo y finalmente rio
- Claro que quiero un anillo, ¿Pero quién le pone un anillo a un dragón? No me entiendas mal, no es por el sentimiento romántico, pero hay que mantener el legado, la sangre... Somos uno de los sagrados 28, así que se espera que mantengamos el legado, y que criemos la próxima generación de prohomes. - Sonrió, burlona - Pero no tengo prisa, tengo muchas cosas que hacer antes de aceptar mi papel en esta historia.
Rio de forma peligrosa antes de asentir
- Hogwarts y Slytherin, como lo fueros mis padres, mis abuelos... Todos, menos un vergonzoso Hufflepuff que tenemos encerrado en una mazmorra - Lo dijo de forma ligera, dando a entender que podía ser cierto o que podía estar tomándole el pelo - En cuanto a tus amenazas vacías decirte que mi especialidad son los conjuros que afectan la mente, así que, realmente no me costaría mucho... aunque, de momento no te quitaré el placer de mi compañía
El tono de su voz de hizo suave, casi sensual, mientras remarcaba lo que significaba el placer de su compañía. Ese tono murió cuando la acusó de ser un personaje de novela romántica, se rio, pero había algo de peligroso en esa risa, de advertencia
- Los threstals vuelan en las tormentas para recordar que, por mucho poder que se tenga, en frente a la naturaleza no soy nada. Me ayuda a mantenerme humilde... siento romperte la ilusión de que soy una romántica, complicada sí, pero no romántica, y tienes toda la razón del mundo, los caballeros blancos son tan odiosos como las princesas, cada uno tendría que ser capaz de salvarse a si mismos, así que olvídate de coberturas blandengue, espabila y derrota a tu dragón.
Aksel le mostró otra runa, una protectora, pero no parecía que Elvira creyera mucho en runas. Era una bruja hecha y derecha, y creía en lo que podía hacer con sus manos, sin confiar en nada que no fuera sus manos y su varita. El espejo la golpeó con lo que sentían los demás, su castigo por haber interferido en magia tan compleja que no se podía tomar a la ligera. Se retiró un momento, pero se recuperó pronto. Cuando volvió Aksel le dijo lo que le convenía y eso hizo que la sonrisa de Elvira se tornara en una máscara peligrosa. Sus palabras volvieron al tono inicial antes de decirle
- ¿Estás pidiéndome algo o es que pretendes arreglarme la vida?
—Yo lo digo. Pero te admito que el tiempo es un hándicap para ti.
Fue todo cuanto respondió, observando mejor su sonrisa. Y su risa explosiva, como una chispa inesperada que no terminaba de encajar con el resto... aunque de algún modo sí lo hacía.
—Tipos de blandengues... —reflexionó— Entiendo. Como sea, me gusta el resultado que veo, Thestral.
Se encogió de hombros, sin añadir peso a lo dicho.
—¿Gryffindor, insensato? Bueno... por un lado, el que salió quemado llevaba ropas que se prendían con facilidad y no preparó runas defensivas. ¡Ni siquiera sabía que los dragones escupen fuego y tienen garras y dientes! Seguro que pensaba que eran lagartijas. Y por el otro, hay pocos tesoros o conocimientos que merezcan la pena y no requieran cierto riesgo. La fortuna sonríe a los audaces, dicen.
Lo siguiente le hizo fruncir apenas el ceño. Había algo familiar en ese peso, algo con lo que había aprendido a cargar sin que se notara.
—¿Los Sagrados 28? Ah, sí... las familias británicas más puras —rodó los ojos apenas—. La élite de la élite. Expectativas, compromisos, alianzas, reputación... —enumeró con desgana— Lo mismo en todos lados. Sólo cambia el idioma del brindis.
Se pasó una mano por el cuello, como sacudiendo algo invisible.
—Ah, y pues... otro dragón, supongo, le pone el anillo.
Entonces, con toda la solemnidad innecesaria que pudo reunir, se inclinó levemente, teatral:
—Gracias por permitirme disfrutar de vuestra compañía.
Ni preguntó por el Hufflepuff. Era demasiado específico para ser mentira. Y demasiado absurdo para no serlo también. Ambas cosas eran posibles con ella.
Cuando volvió a hablar sobre volar en las tormentas, Aksel no discutió. No valía la pena. Para él, sonaba como una justificación con poesía añadida. Una manera elegante de llamarse pragmática sin querer soltar el lirismo.
Estiró el cuello con gesto pensativo.
—Quid pro quo.
Fue todo cuanto dijo al respecto de caballeros, princesas y dragones. Al menos en eso, estaban en el mismo lado del tablero.
Entonces llegó la frase final. Lo miró, con ese filo en la voz, preguntándole si pretendía arreglarla.
Aksel no parpadeó.
—No te estoy pidiendo nada. Tampoco lo ofrezco y, mucho menos, voy a arreglar nada. Sólo estoy aquí. Sólo te daba una opinión. Para eso estamos aquí, ¿no?
Se quedó en silencio unos segundos más. Observaba sin invadir, con la atención del que ya ha notado algo. Algo que no parecía tan leve como al principio. Una vez más. Una sola más, y tomaría medidas.
El reto la hizo sonreír y desde entonces Aksel pudo comprobar que su atención se redoblaba en el espejo mientras hablaba con él. Había aceptado el reto y no iba a dejar que la derrotara algo tan banal como el tiempo. Se sonrió y le dijo
- Has hecho mal en retarme. Has despertado al dragón.
Estaba claro que Aksel estaba conforme con ser un blandengue, según los estándares de Elvira, porque eso era lo que le había llevado a ser quien era. No estaba avergonzado de ello, opinara lo que opinara la chica. Así era él, y aunque le había dicho que era blando, también le había dicho que era un blando al que podía tolerar. En cambio, sí que acogió de buen grado lo que le dijo sobre la audacia y la prudencia, se sonrió
- En eso tengo que darte la razón, es más fácil ser valiente si estás bien preparado. - Se rio para si misma - En este caso lo que pasó es que la lagartija se creyó un dragón, y el dragón le tuvo que enseñar que su fuego no quemaba. Aunque tienes razón, no se consigue mucho siendo excesivamente cauto, aunque prefiero pensar que la fortuna sonríe más a los astutos. El cementerio está lleno de gente valiente.
Entonces hablaron de familias, de la sangre, de los compromisos. Elvira se dio cuenta que para él no era importante. Lo podía entender. En ocasiones le hubiera gustado ser alguien menos importante, tener una vida más fácil, pero su linaje tenía un hueco en la historia y eso te daba ciertas responsabilidades. La posibilidad de que otro dragón le pusiera el anillo estaba ahí, probablemente es lo que le pasaría. No tenía sentido luchar contra lo que no se puede cambiar y Elvira no iba a cambiar eso. Simplemente se encogió de hombros y se apartó el pelo de la cara, entonces se le ocurrió algo y estalló en una risotada alegre
- No te apenes. Los Weasley también son de los sagrados 28, así que aun tienes tu oportunidad....no todas las familias son tan... - Estuvo a punto de decir algo, pero no se atrevió a decirlo - como la mía
Y había un punto de algo en su voz que no se podía identificar. Podía ser un punto de amargura, o de tristeza, pero apenas planeó por su voz, alzando el vuelo y desapareciendo como si no hubiera existido. Pronto volvió su sonrisa burlona y le hizo una reverencia tan teatral como pudo
- He de admitir que vuestra compañía me es grata gentil caballero del norte....
Finalmente llegó el ofrecimiento de Aksel, aunque tal vez no lo fuera, tal vez solo fuera una oferta, o tal vez fuera un consejo viendo lo que necesitaba y le faltaba. Elvira reaccionó mal, poniéndolo en una situación incomoda y Aksel le contestó lo que creía. No le estaba ofreciendo nada, ni pidiendo, ni quería arreglar nada, solo le daba una opinión de lo que necesitaba, como lo había hecho el espejo sutilmente. La chica se quedó mirándolo durante un momento, en silencio y finalmente suspiró.
Fue un suspiro largo, de esos que parecen que no se van a acabar nunca. Puso las dos manos en el espejo, cerró los ojos y finalmente sonrió, sonrió con una dulzura que nadie podría creer que era la misma persona. Abrió los ojos, y por un momento tuvo la sensación de que lo veía, que veía a través del espejo como si fuera un simple cristal.
- Es una lástima. Ojalá lo estuvieras ofreciendo, habría bailado contigo toda la noche orgullosa de tenerte de compañero. - Se sonrió - Estoy segura que si alguien pudiera arreglarme ese serías tú. Nos veremos en el baile, y espero que al menos me reserves uno - dijo con una sonrisa divertida antes de advertirle - Deberías mirarte la mano.
La imagen de Elvira desapareció y en ese momento Aksel fue consciente de que había retirado la mano del espejo para cortar la conexión. Elvira le había mostrado finalmente que había algo más allá de su borderia y actitudes amenazantes, como él había intuido. Tal vez no fuera solo humo, tal vez hubiera algo de fuego, pero detrás de la primera llamarada, podía haber algo más. Aksel sintió un leve escozor en la palma de la mano que había apoyado en el cristal, y al mirársela, pudo ver como tenía grabada una runa que no estaba allí antes.
Nadie tenía que decir que significaba: Hagalaz, la runa que representaba la lucha y el esfuerzo, la perseverancia, la superación de los obstáculos. Era una runa que podía ser vista como una runa de la victoria en cierto sentido, como una respuesta al desafío de Aksel, o podía ser vista como una recompensa al reconocer a Aksel como alguien perseverante. Una misma runa, tantas interpretaciones como tenían los hilos del destino.
Sabía que podía borrarla con su varita en cualquier momento, pero no dejaba de ser maravilloso comprobar como Elvira había burlado al espejo. Prepotente, sí, pero también inteligente, y poderosa.
Algo le decía que no sería la última vez que la vería esa noche.
Y como diría Rajoy: Fin de la cita :D