Las citas se sucedían y con ello las dificultades para elegir pareja. Ya no era solamente que fuera difícil elegir a alguien, y que ese mismo alguien te eligiera, si no que el espejo mostraba en cada uno de sus reflejos una posibilidad, y ninguna de ellas carente de atractivo.
El espejo le había traído un Runespoor, un Threstal y una estrella, que con su baile parecía encender el mundo a su alrededor. Sabía que estaba siendo afortunado. Las experiencias con el espejo estaban siendo dispares, y había oído a gente que le había ido muy mal, y a otros muy bien. Si hacía caso de las quejas de Sergei, no parecía que nada le estuviera funcionando, más después de ver como el gallito había sido desplumado por un Threstal. Si hacía caso a Bjorn, aquella experiencia le iba a liberar y cambiar su vida.
Cuando llegó al espejo una mano ya le esperaba. Era una mano menuda, delicada, que parecía ser amable. Uñas cortas, alguna cicatriz de algún corte antiguo. Una mano que esperaba por él. En cuanto se formó el reflejo completo pudo ver que al otro lado estaba una chica bastante alta, de una larga cabellera morena que dejaba caer sobre un lado y con una sonrisa, que a pesar de estar borrosa, se podía intuir que era de las que ensanchaban los corazones.
Ella habló primero, su voz era musical y tenía algo de reconfortante, como si uno estuviera en casa solo por hablar con ella. Habló con un amago de duda, y entonces se dio cuenta de que sus ojos tenían un color inconfundible, el color de quien ha llorado no hace mucho. A pesar de ello, lo recibió con una sonrisa, tratando de pasar por alto la experiencia que había tenido.
- ¡Hola! ¿Cómo estás? Me puedes llamar Molly, no es mi verdadero nombre, pero me gusta mucho. Me lo he puesto por la planta - sonrió - Ya sabes, la que forma parte de la poción herbovitalizante... Tiene unas flores preciosas. ¿Cómo quieres que te llame? ¿De donde eres?
Al principio solo vio la mano, ahí, esperándolo.
Aksel dudó un momento antes de poner la suya sobre el cristal. Pero lo hizo. La dejó ahí. Sin presión, pero firme.
Y cuando ella apareció del todo, lo primero que sintió fue un calor agradable. Deseó, con una mezcla de esperanza y cautela, que la experiencia fuese como ese primer momento.
Era alta. Mucho más de lo que se habría imaginado. Pero eso no le importó. Su voz tenía una especie de música vieja, como un disco que suena con un leve crujido. Y sus ojos… eso fue lo único que le hizo tragar saliva sin saber por qué. Quizá si hubiese podido verlos más nítidamente.
Cuando ella habló y se presentó como Molly, Aksel esbozó una sonrisa pequeña, honesta.
—Molly está bien —su voz sonaba algo más baja de lo normal, como si aún estuviera adaptándose al tono del espejo—. La planta es resistente. Supongo que eso también dice algo de ti.
Una parte de él quiso decirle… no. De hecho, lo dijo.
—Me gustan las flores que resisten el invierno.
Abrió los ojos, sorprendiéndose un poco a sí mismo. Quizá el espejo sí lo estaba cambiando un poco.
—Puedes llamarme Aksel. Es mi nombre de verdad —bajó un poco la mirada, solo un segundo, antes de volver a subirla—. Soy de Noruega. Pero estoy en Durmstrang. Y tú… ¿de dónde eres cuando nadie te ve?
La pregunta se le escapó sin pensarla demasiado. Como cuando se toca una nota que no estaba en la partitura. Pero no se disculpó. No apartó la mano. Y en el fondo, deseó que ella tampoco lo hiciera.
Sonrió entonces, cayendo en la cuenta de algo. Abrió un poco más los ojos, con una sorpresa limpia, casi infantil.
—Eres la primera persona que se me presenta nada más comenzar. Gracias.
La chica sonrió con cierta timidez al escuchar a Aksel
- Es una planta un poco extraña, porque su tallo es de color negro, pero sus flores blancas son preciosas, además de ser muy útiles. - Se sonrió - Pero sí, es una planta dura, aunque no te creas que yo soy tan dura - Se rio - Tampoco soy una princesa a la que rescatar, digamos que podría ser un 5 de dureza más o menos.
Sonrió con calidez cuando le dio su nombre
- Aksel - repitió - Entonces no es justo que yo tenga tu nombre y tú no el mío. - Se sonrió - Me llamo Matilda, pero casi nadie me llama así, todos me llaman Tillie, es como me llaman mis amigos.
Y entonces toda la calidez abandonó el rostro de Matilda, golpeada por la confesión de la pertenencia de Aksel a Durmstrang. No contestó a sus preguntas mientras su ceño se endurecía. La calidez de su voz había desaparecido, siendo sustituida por rabia y dolor, el dolor de quien ha sufrido una mala experiencia hace poco
- Espero que no esto no sea una broma, y no seas un amiguito de ese.....cabrón - El insulto sonó extraño, como si la boca de Matilda no estuviera acostumbrada a usarlos - de Sergei Berenkov, porque sino, ya hemos terminado. No voy a aguantar a nadie insultándome a mi o a mi familia. Estoy muy orgullosa de ser hija de muggles, y quien tenga un problema con eso no merece mi tiempo ni mi atención.
Matilda estaba dispuesta a retirar la mano en ese momento. La experiencia con Sergei había sido tan desagradable que la había hecho llorar, y no iba a aguantar que nadie más le estropeara la noche. Su nueva fuerza venía inspirada por un threstal, aunque eso, Aksel no podía saberlo. Nunca pensó que algún día podía pagar los pecados cometidos por Sergei, pero así era, ahí y en aquel momento. Solo podía contar con él para tratar de resolver el entuerto.
Aksel la escuchó con atención. No era solo que estuviera en tensión porque el tono hubiese cambiado, era más que eso. Sentía que algo se le había cerrado en el pecho. Como si de pronto el aire del otro lado del espejo fuera más denso.
Aun así, no apartó la mirada. Ni la mano. Se notaba que quería medir las palabras, pero también que no iba a dejar que se quedaran cosas importantes sin decir.
—Un cinco está bien —dijo al fin, con una sonrisa pequeña—. Ser flexible es importante. Así no se rompen las cosas. Y tampoco las personas.
Su voz era suave, sin intención de calmarla con condescendencia, sino como alguien que entiende que un poco de suavidad a veces sirve más que un escudo.
—¿Y yo cómo debería llamarte, entonces? ¿Molly? ¿Matilda? ¿Tillie? No quiero usar un nombre que no te guste. Pero me gusta que me lo hayas dicho tú.
Cuando la expresión de ella cambió, Aksel también lo sintió en el cuerpo. Se tensó, sí. No como alguien que teme una amenaza, sino como alguien que no quiere que le corten un lazo que acaba de empezar a tejerse. Se mantuvo ahí. Serio, pero sereno.
—No es una broma. Y no soy precisamente amigo suyo. De hecho...
Alzó un poco la mirada, como recordando con claridad lo ocurrido, y se atrevió a sonreír, muy leve.
—Nada más empezar este lío del espejo, Sergei ya iba dando órdenes. Que si había que comportarse como un "macho de verdad", que si nos tocaba una veela había que "sacarle provecho" y entregársela. Como si todas vosotras fuéseis objetos. Me pareció tan ridículo que le dije que no. Que yo había venido a disfrutar, no a cazar a nadie.
Se encogió un poco de hombros, pero sin restarle importancia.
—Desde entonces me tiene cruzado. A mí, y también a un amigo mío, que también le plantó cara. Nos ganamos su enfado. El suyo y el de su séquito. Pero no me importa. Lo último que he visto es que lo han dejado llorando, con el orgullo hecho trizas. El karma es sabio a veces.
Sonrió un poco más, aunque sin rastro de burla, como quien se consuela con justicia natural.
La miró con un respeto nuevo, distinto al de antes.
—Me gusta cómo has reaccionado. Con fuerza. Con claridad. Si yo estuviera en tu lugar, tampoco dejaría pasar algo así. Es importante defender a los tuyos. Y a una misma.
Se notaba que no lo decía por quedar bien. Lo admiraba de verdad. Quizá porque a veces a él le costaba hacerlo sin vacilar.
—Yo no sé qué fue primero —añadió entonces, con una media sonrisa pensativa—, ¿el mago o el muggle? Pero los muggles... viven limitados sin magia, usando solo su ingenio, su constancia, su capacidad de adaptarse. Hacen cosas que para nosotros serían fáciles, pero ellos no tienen atajos. Y los que llegan al mundo mágico… imagínate. Meterte de lleno en un lugar que se supone que deberías conocer, y que en realidad te mira como si no pertenecieras. Que te traten con condescendencia en el mejor de los casos. Tiene mucho mérito. Y mucha valentía. No es un camino justo. Pero lo hacen. Vosotros lo hacéis. Y eso... a mí me parece admirable.
La voz de Aksel bajó un poco, se volvió más íntima, más real todavía.
—Sé que hay prejuicios. No voy a fingir que no existen. Pero también sé que una persona no es solo lo que dice su linaje, ni lo que puede hacer con una varita. Las personas son mucho más que eso. Son sus gestos, sus decisiones, lo que aguantan, lo que cuidan.
Lo pensó un segundo antes de decirlo, como si no estuviera seguro de si debía.
—He escuchado que se te da bien sanar a la gente. Y... te tengo algo de envidia por eso, si te soy sincero. No muchos pueden hacer eso. Pero ya sabes lo que dicen: los que curan a otros, a veces se olvidan de curarse a sí mismos. Cuídate también tú, ¿vale?
Lo dijo con una voz suave, casi tierna. Como si, por un momento, su mano en el espejo no estuviera solo tocando la suya, sino sujetándola con la delicadeza de quien de verdad quiere quedarse.
Matilda se sonrió, ruborizándose ligeramente. Inclinó un poco la cabeza y finalmente confesó
- Me han tenido que recordar por las malas que no te puedes dejar hacer daño por cualquiera.... - Se sonrió - Puede que no haya sido de la manera más amable, pero creo que era lo que necesitaba para tener este cinco. - Su sonrisa se amplió, irradiando una amabilidad y cercanía que distaba mucho de otras experiencias en el espejo - Me gusta como piensas, de como ves un cinco como algo bueno. Me pareces una persona muy positiva.
Reflexionó un poco sobre el nombre que más le gustaba y le dijo
- Matilda no, parece que he hecho algo mal y que mi madre me está regañando - Se sonrió divertida - Tillie está bien, ya que vamos a ser como mínimo amigos mejor que te vayas acostumbrando a usar ese nombre.
Lo dijo sin ningún tipo de duda. Para ella era natural hacer amigos, aun así, había dejado una minúscula puerta abierta para que pudieran ser algo más. Aquello decía mucho, no parecía ser el tipo de chica que teniendo novio buscara otro. Debía estar soltera y disponible, aunque no parecía estar desesperada. Todo iba bien, eso parecía, hasta que confesó que venía de Durmstrang.
Matilda le igualó la mirada. Aun así, su naturaleza se manifestaba. Aun enfadada, aun dolida, le daba una oportunidad de explicarse, lo escuchaba, y algo en su expresión le decía que quería creerle. Escuchó con paciencia y finalmente suspiró, como si fuera una válvula de escape, soltando una presión que había estado a punto de sobrepasarla.
Su sonrisa empezó a volver a su rostros, débilmente, pero allí estaba. Finalmente se hizo el silencio. Suspiró y le dijo
- Elvira. - Dijo como si lo explicara todo. Se sonrió - Es la persona que me ha recordado que como mínimo tienes que tener un cinco en dureza. Sus formas a veces no son las más amables, pero a veces necesitas que alguien te diga que no se arregla nada llorando y que es mejor plantar cara que esperar a que te salven. - Su sonrisa creció - Es una chica especial, a pesar de que somos muy distintas somos amigas, aunque no es de las que lo manifiestan en público. A veces querría ser más como ella.... En cuanto a Sergei - hizo un gesto como si estuviera apartando una mosca - No le demos más vueltas, ¿Te parece? No merece nuestro tiempo.
Sonrió, recuperando la jovialidad perdida, como si los problemas con Sergei compartidos los hubieran unido de nuevo.
- A ver, es que...en mi primera cita...bueno, acabe llorando por causa de Sergei, y no quería volverme a sentir así por algo de lo que estoy orgullosa. - Se rio - Tampoco quería que Elvira me volviera a decir que era una blandengue, así que, tuve que mostrar los dientes. Lo siento, no suelo ser así, no es justo que tú lo hayas tenido que pagar, lo siento muchísimo.
Se rio cuando cambio el dicho del huevo y la gallina por el mago y el muggle. Negó con la cabeza, pero no dijo nada más hasta que Aksel terminó
- Yo soy bruja, pero mis padres son muggles, y no verás a dos personas más maravillosas en todo el mundo. Mi madre es enfermera, que es como se llaman los medimagos en el mundo muggle, y mi padre profesor de historia. - Sonrió - Supongo que la vocación por la gente me viene de mi madre, y mi pasión de la lectura de mi padre. Ellos no tienen magia, pero me han dado una niñez mágica, donde no faltó el cariño nunca, y me dejaron volar cuando la carta llegó a casa.
Se sonrió
- Los prejuicios existen y existirán, si no es por sangre será por color, y si no por el largo del cabello. Quien quiere pelearse por diferencias lo seguirá haciendo.... Pero nos unen más cosas de las que nos separan y hay mucho mundo para que las comunidades mágicas y muggle vivan en paz. - Se sonrió - Fue duro cuando llegué, porque en el mundo muggle incluso la magia es otra cosa, lo que se ven en las películas y eso, pero me acogieron muy bien e hice amigos muy pronto. - Asintió - Estoy de acuerdo contigo, las personas son algo más que eso y no he visto más magia en este mundo que los besos de mi padre cuando estaba enferma y era una niña.
Sonrió, y su sonrisa parecía un amanecer. Era una persona que transmitía buena energía, de las que debía ser capaz uno de escapar. Por lo poco que veía a través del espejo y lo que ya había visto en su comportamiento debía ser muy popular, aunque se comportaba como si fueran ya amigos. Asintió y le dijo
- Sí, voy a encaminar mi trabajo hacia ser Medimaga, si puedo en San Mungo, donde están los casos más graves, aunque no me importaría quedarme en Hogwarts - se rio - Nadie sabe lo que trabaja la señora Pomfrey y los problemas que dan los partidos de quidditch desde un punto de vista médico. - Negó con una sonrisa graciosa - No es algo que envidiar, no sé que magia se te da bien, pero estás en séptimo y has aprobado, así que debes ser bueno. Si quieres puedo enseñarte un par de hechizos para curas de emergencia. A veces son la diferencia entre la vida y la muerte...y más vale saber que no saber.
Se rio con ganas cuando le dijo que eso no estaba al alcance de todos y le dijo
- Te voy a confesar algo, el primer día que atendí a un herido me desmayé al ver su sangre, y fue el herido el que me tuvo que atender a mi. Afortunadamente solo era un corte poco profundo......
Sonrió con dulzura cuando le dijo que se tenía que cuidar y asintió
- A falta de voluntario para cuidarme lo tengo que hacer solita. Tranquilo, tras el incidente Sergei estoy bien...es solo, bueno, que la palabra Durmstrang ha sacado lo peor de mi. - Sonrió - Afortunadamente veo que tiene también otro tipo de tesoros ocultos que merece la pena conocer. Así que, ya que sabes lo que voy a ser de mayor.....es justo saber lo que vas a ser tú. - Sonrió - Pero no quiero la respuesta corta y misteriosa en plan, no sé, aun no lo he pensado.... Salta al vacío, ¿Dentro de 10 años donde ves tu vida?
Aksel no la interrumpió en ningún momento. La escuchó con la misma seriedad con la que se escuchan las cosas importantes, como si cada palabra de Tillie tuviese un peso especial que no quería alterar. Sonrió levemente cuando ella confesó lo del "cinco en dureza", y aunque no lo dijo en voz alta, se sintió... afortunado, de poder ver ese cinco en acción. De que ella hubiera querido mostrárselo a él también.
Se ruborizó apenas cuando ella dijo que le gustaba cómo pensaba. No era una reacción explosiva, ni exagerada, pero sus mejillas tomaron un leve tono más cálido, y bajó la mirada un segundo antes de responder.
—Bueno... hemos llegado hasta aquí. Otros no —dijo con una sonrisa tímida, alzando apenas las cejas—. Algo estaremos haciendo bien, ¿no?
Asintió suavemente cuando ella le dijo que mejor se fuera acostumbrando a "Tillie".
—Tillie está perfecto. Me gusta cómo suena. Y me parece justo eso del "como mínimo amigos". A veces lo más bonito empieza por ahí.
Cuando Tillie mencionó a Elvira, Aksel ladeó un poco la cabeza, con una sonrisa que traía algo de reconocimiento.
—La conozco. Justo he tenido una cita con ella antes de que me tocara contigo. No me odió, así que lo considero un logro —se rio suavemente—. Puede que te haya hablado de alguien. ¿Un Wesley norteño, quizás?
Hizo una mueca divertida.
Cuando ella decidió no volver sobre Sergei, Aksel solo asintió. Con firmeza, sin necesidad de añadir más. Lo entendió como una frontera que no era necesario cruzar. Pero sí quiso decir una última cosa, bajando un poco la voz.
—Creo que puedes fiarte de lo que te dice Elvira. Tiene una forma directa de cuidar, y eso también es cariño, aunque no lo parezca. Y en cuanto a haberlo pagado... en realidad, tiene sentido. Le han puesto como representante de Durmstrang para el baile, así que entiendo que me cortes con el mismo patrón. Además, me ha servido para ver que incluso una flor amable como tú puede tener espinas. Y eso... eso la hace mucho más interesante.
A medida que Tillie hablaba de sus padres, de su madre enfermera y su padre profesor de historia, algo se aflojaba dentro de Aksel. No era tristeza, ni envidia. Era una especie de maravilla callada, como cuando ves por primera vez algo que no sabías que echabas tanto de menos.
—La forma en que hablas de ellos... es bonita —dijo finalmente, en voz baja—. Me ha hecho pensar en cosas que hacía tiempo que no pensaba. En cómo una infancia puede ser mágica incluso antes de saber que lo eres.
Asintió, todavía con esa especie de asombro suave en el rostro, cuando ella habló de los besos de su padre. Lo pensó, y concluyó que sí. Que no había conocido hechizo más poderoso que ese.
—Hay trabajos que nadie aplaude, pero que sostienen el mundo. Lo que dices de Pomfrey es un ejemplo claro. Si algún día tengo un problema, ya sé a quién acudir. Aunque, si voy a estar cerca de thestrals o dragones, casi que me interesa aprender un par de hechizos de primeros auxilios... en serio. Intentaré aprender lo mejor posible, si tienes paciencia
Se rió con ganas cuando ella contó lo del desmayo. No de ella, sino de la situación en general.
—Al menos el paciente tuvo sangre fría —dijo entre risas—. Eso se llama trabajo en equipo, ¿no?
Cuando le preguntó qué quería ser, Aksel se quedó en silencio un momento más largo que de costumbre. No porque no tuviera una respuesta, sino porque, de algún modo, era la primera vez que se la pedían así: sin juicio, sin prisa, sin esperar que lo supiera todo.
—No lo tengo del todo claro. De verdad. Durante mucho tiempo pensé en seguir el legado familiar... pero no estoy seguro de que sea lo mío. En estas citas me han dicho que podría dedicarme a escribir. Incluso me han dicho que debería estampar frases en camisetas con eslóganes tipo "se puede ser torpe y valiente a la vez, groaaar". Sin el rugido no queda igual, con la imagen de un micropuff intentando escapar de una bañera
Sonrió.
Luego bajó un poco la mirada.
—Últimamente me ronda por la cabeza eso de ser legeremante. O profesor. Pero para lo primero me falta talento, y para lo segundo quizá me falte paciencia...
Alzó la mirada entonces, y sus ojos tenían una luz distinta. Como si la confesión más tonta fuera también la más sincera.
—Pero si te soy completamente honesto, cuando me imagino dentro de diez años... no pienso en un trabajo. Pienso en un hogar de piedra tibia, con un fuego caldeando la casa y el olor a guiso casero flotando en el aire. Afuera hace frío, lo suficiente como para que silbe, pero no puede entrar. Dentro hay una o dos mascotas, no sé muy bien cuáles... tal vez un perro dormilón o un gato con mal carácter. O criaturas mágicas. Y... no sé. Sé que suena tonto, pero eso es lo que de verdad veo cuando cierro los ojos.
Se encogió un poco de hombros, como si temiera haber dicho demasiado. Pero no se retractó.
—Esa es mi verdad más honesta, Tillie. No sé si será así. Pero es donde me gustaría estar.
Y al decirlo, apretó un poco más su mano contra el espejo. No para retenerla. Solo para que ella supiera que estaba ahí. De verdad.
Tillie se sonrió cuando Aksel dijo que le parecía bien usar ese diminutivo. La sonrisa de Tillie era dulce y serena, y se pudo imaginar que muchos de sus enfermos debían calmarse más por esa sonrisa que por ninguna pócima que les pudiera preparar. La chica rio, jovial.
- Me lo empezó llamando mi abuela, luego los amigos, y la verdad, Matilda parece un nombre demasiado rotundo - se rio - no creo que pegue mucho conmigo. En cuanto a lo de solo como amigos.... - se sonrió - A ver, es que, nos acabamos de conocer, si te dijera que me he enamorado me tratarías de loca - hizo una pausa y con voz socarrona le dijo - Tranquilo, no estoy loca. - Se sonrió - Creo que lo mejor es conocer a la persona, y después, la noche es muy larga.... Aunque no soy de las chicas que se ganen en una noche, no me gusta correr. - Asintió - Aunque toda historia tiene un principio, y lo bonito podría empezar hoy, sí.
Cuando dijo que había mantenido una cita con Elvira se puso la mano en la boca y ahogó un grito, antes de mirarlo con más atención
- ¿Entonces la conoces? - Se sonrió - Si no te ha hecho llorar eres un afortunado, parece tener siempre la palabra exacta para machacarte, aunque a veces lo hace por tu bien. - Negó con la cabeza y empezó a reírse - No somos tan amigas como para que me hable de sus ligues... en realidad ella no tiene amigas muy cercanas, es una persona bastante distante, porque dice que los amigos quitan tiempo y ella no lo puede perder, pero entiendo que te haya comparado con un Weasley. Son todos pelirrojos y de piel clara, bastante revoltosos. Creo que te caerían bien.
Siguieron hablando de Elvira y de lo que debía haberle hecho a Sergei
- Más que cuidar tiene un sentido de la justicia peculiar, y del orden, odia las cosas desordenadas, y si alguien rompe ese orden lo trata de restaurar. - Sonrió y negó con la cabeza antes de reírse - No soy ninguna flor, soy una chica de dureza cinco, así que más vale que me cuides bien si no quieres que se lo diga a Elvira. No hablemos más de Sergei, solo pensar en él me dan ganas de gritar.
Y hablaron de padres, y los padres de Tillie parecían ser maravillosamente muggles. Se sonrojó un poco y empezó a jugar nerviosamente con su melena negra azabache
- Bueno, es que... ¡Son mis padres! Tengo que hablar bien de ellos. - Se sonrió e igualó su voz, bajando el tono - Entonces, ¿Cómo fue tu infancia? ¿Tus padres son magos? La verdad es que siempre he tenido curiosidad por saber como se vive la niñez sabiendo que se es mago desde el principio. Yo me enteré a los 11 cuando, sin querer, provoqué que lloviera dentro de mi casa durante dos días seguidos.
Hablando de sus profesiones ella admitió que sería medimaga, y cuando Aksel le dijo que acudiría a ella negó con rotundidad
- ¡De eso nada! Te cuidarás para no tener que acudir, que no hay nada mejor para la salud que tener un poquito de cuidado. Más si tienes que estar cerca de criaturas mágicas.... - Sonrió con dulzura - Vaya, voy a tener un alumno. No te preocupes, lo aprenderás rápido y tengo paciencia. Mi madre siempre dice que una enfermera tiene que tener un título de la universidad y un cinturón negro en paciencia - Se rio y entonces cayó que igual Aksel no sabía lo que era un cinturón - Es como un trozo de tela que demuestra tu maestría en algo.
Tillie rompió a reír cuando se refirió al incidente con su primer paciente y tuvo que admitir que sí, que había tenido un poco de suerte de que no la hubiera dejado caer. La conversación estaba siendo cómoda y ella le preguntó por su futuro. ¿Cómo se veía en 10 años? ¿Qué quería hacer? La respuesta de Aksel no la dejó indiferente
- Está bien no tenerlo claro, somos jóvenes, y tenemos derecho a equivocarnos. - Se sonrió - ¿Legado? ¿Acaso eres millonario? Eso se avisa antes hombre - Dijo entre risas antes de asentir - Escribir, sí, te veo en eso, se te dan bien las palabras aunque no sé si tienes mucho sentido de la moda, o igual la moda en Inglaterra es distinta. Yo eso de las camisetas no acabo de verlo - sonrió con dulzura - Pero que yo sea una descreída no quiere decir que no puedas tener éxito. Creo que tienes fuerza, ahora solo tienes que aplicarla en la dirección que quieres.
Las otra profesiones que citó fueron recibidas con una negación
- No creo que te peguen. Demasiado estáticas, yo creo que a ti te iría mejor algo donde se tenga que viajar mucho....no te veo de profesor, y legeremante.... la verdad, si supiera que lo eres no me acercaría. Las mentes deberían ser privadas....
Y entonces todo cambió, Aksel se tiró a la piscina y dijo lo que realmente quería.
- Quieres un hogar, todavía no sabes como lo quieres, o que harás para mantenerlo.... - Se sonrió divertida - Pensaba que me ibas a pintar dentro de tu hogar ideal, pero ya veo que tendrá que ser en la segunda cita - Bromeó antes de negar - No me parece nada tonto, me parece bonito, pero le faltan detalles. Alguien que esté preparando ese guiso casero, tal vez amigos, no sé.... perdona si digo algo inapropiado pero... ¿Tienes problemas con tus padres? Parece que lo que añores es, eso, el hogar de tu niñez - Dijo Matilda con empatía antes de sonreír - Me vale tu verdad, las verdades siempre me gustan. Más si son así de bonitas.
Sonrió con malicia y dijo con aire de inocencia
- Como no me preguntas nada, te tendré que preguntar yo...pero nada triste, no me gusta el Aksel melancólico. Esto es una cita y estamos aquí para pasarlo bien, así que, arriba ese ánimo, que a las chicas no nos van los tristones - Sonrió con dulzura antes de preguntarle con malicia - Estoy interesada en saber..... ¿Cómo te ligaste a tu última chica? Eso dice mucho de un chico...... Así que, te escucho impaciente. Cuéntaselo todo a tita Tillie
Aksel se rió suavemente con lo de Matilda suena rotundo, y más aún cuando Tillie dejó claro que no estaba loca, aunque el remate socarrón le hizo alzar las cejas, divertido.
—No te habría tratado de loca. Bueno... quizá de temeraria —sonrió, inclinando apenas la cabeza—. Pero hasta eso suena bonito cuando lo dice alguien como tú. A veces, decidir rápido es un riesgo... pero este rato ya lo está valiendo, ¿no crees?
Asintió con ligereza cuando ella le habló de Elvira y su posible cita con un Weasley.
—La conozco, sí. Aunque no me consideraría su ligue. Más bien... un insensato bien preparado —se rió bajito—. Tiene esa habilidad para encontrarte justo donde más escondido estás. Te clava una verdad y luego te deja sangrando con elegancia. Me cae bien. Me sacudió un par de capas, y eso... a veces hace falta.
Frunció el ceño un momento, pensativo.
—Mi padre hablaba de los Weasley, sí. No conocí a ninguno en persona, pero se notaba que les tenía cariño. Dice que eran "gente de verdad", y cuando mi padre dice eso... es porque de verdad lo cree.
Cuando Tillie volvió a sacar el tema de su dureza con la amenaza en tono de broma, Aksel la miró fingiendo temor con una mano al pecho.
—Prometo tratar a la flor de dureza cinco con todo el respeto que merece. No solo no pienso hacerte daño, sino que, si puedo evitarlo, nadie más lo hará —hizo una pequeña pausa, con una media sonrisa más traviesa—. Ahora... si el daño viene en forma de cosquillas, no puedo prometer nada. Esas dan miedo. Uno no se puede defender de eso.
La conversación giró entonces hacia su infancia, y Aksel asintió, acomodando mejor su mano sobre el espejo.
—Sí, mis padres son magos. Los dos. Pero, en realidad, no creo que fuera tan distinta a una infancia muggle, salvo que los problemas se arreglaban con varita, el perro tenía tres cabezas y el pulpo de la bañera medía tres metros... lo normal.
Se rió, con los ojos entrecerrados de la imagen que se formaba en su mente.
—¿Lloviendo dentro de casa? Madre mía... me habría encantado ver la cara de tus padres. Debió de ser un caos, pero un caos mágico. De esos que no se olvidan nunca.
Aquel gesto de ternura se le quedó un poco más, incluso cuando ella le regañó para que se cuidara.
—Vale, vale —levantó las manos como si se rindiera—. Prometo no necesitar cuidados... aunque me voy a quedar con ganas de que me pongas una tirita mágica. Pero sí, quiero aprender. Y tengo paciencia también, aunque no tenga cinturones. Me gustará ser tu alumno.
Le gustaba cómo hablaba Tillie. Con naturalidad. Con esa dulzura sin empalagos que hacía que uno quisiera quedarse a escuchar un rato más.
Cuando ella mencionó lo del legado y le preguntó si era millonario, Aksel soltó una carcajada inesperada.
—Depende del concepto de millonario. No me falta el dinero, no te voy a mentir. Pero cuando hablaba de legado, me refería más a... trayectoria familiar. Mi padre es diplomático, trabaja en el Ministerio Internacional de Magia. Mi madre enseña runas antiguas. En casa no se hablaba mucho de "qué quieres ser de mayor", era más "cómo vas a estar a la altura".
Negó con suavidad, como si sacara esa presión de los hombros solo al decirlo.
—Así que no, no soy de los que eligen con facilidad. Tendría que darle un tiento a lo de escribir. Aunque admito que lo de las camisetas con micropuffs me tienta... igual revoluciono la moda —la miró con una sonrisa ladeada—. Pero gracias por la sinceridad. Lo de que no me ves de profesor o legeremante... lo entiendo.
Se quedó un momento pensativo, y bajó un poco la voz.
—Aunque a veces siento que... hay cosas que llevamos dentro, tan escondidas que no sabemos ni cómo nombrarlas. Y alguien tiene que ayudarte a recordarlas. Con cuidado. Con permiso. Pero igual tienes razón, no sé si es para mí. Tal vez solo lo pienso porque a veces me gustaría entenderme mejor.
La confesión le dejó un poco más callado. Pero cuando Tillie bromeó con que esperaba salir en su hogar ideal, Aksel reaccionó rápido, divertido.
—¡Eh! Dijiste que te gustaba ir despacio. No quería romper las normas en la primera cita. Pero... bueno. Podría haber una taza más en la mesa, sí. Una taza con iniciales grabadas y un pequeño encantamiento para que el café nunca se enfríe. ¡Y un malvavisco flotando!
Y entonces, ella hizo esa pregunta directa. Con dulzura. Pero también con una sinceridad que no se esquivaba. Aksel bajó un poco la mirada antes de levantarla de nuevo. Sin tristeza, pero sí con algo más profundo.
—No tengo problemas con mis padres. No graves. Pero... no están mucho. Son exigentes. Brillantes. Un poco fríos a veces. Yo creo que me quieren, a su manera, pero...
Se encogió de hombros.
—Creo que más que buscar ese hogar, quiero ofrecerlo. A alguien. A quien le haga falta.
El silencio fue breve, apenas un segundo. Luego Tillie rompió la tensión con una sonrisa pícara. Aksel parpadeó, sorprendido por la pregunta, pero luego alzó las cejas, fingiendo gravedad.
—Te diría cómo me ligué a mi última chica, pero... es que no le gusta hablar de sus ligues.
Dejó un segundo para que ella procesara la referencia a Elvira, y luego estalló en una risa baja, ligera.
—No he tenido "una chica", Tillie. En Durmstrang solo quieren lo mejor de lo mejor de lo mejor —se puso en posición marcial, imitando la voz grave de algún instructor—. Excelencia, disciplina, superación constante... y muy poco espacio para andar ligando con gente decente. Y siendo honestos, tampoco he sido el tipo con más talento. Me ha tocado echarle muchas más horas que a otros. Así que... nada de ligues. Hasta ahora.
Le lanzó una mirada más cercana, cómplice, y entonces, sin perder el tono suave, devolvió la pregunta.
—¿Y tú? ¿Quién fue la última persona que te robó el aliento? —sonrió— No importa si fue chico o chica. Solo quiero saber si fue con una frase bien dicha, una sonrisa torcida... o algo tan tonto como unas manos heladas en una tarde de invierno.
Se quedó esperando su respuesta. Sin apremiarla. Solo queriendo conocerla. Un poco más.
Matilda bufó divertida al ser tildada de temeraria. Inclinó la cabeza y se rio con ganas
- Eres un embaucador. Ya veo, parece que os dan clases de labia allí en Durmstrang. - Sonrió - No, listillo, no soy temeraria, tiendo a pensarme las cosas muchas veces, pero.... - Sonrió con calidez - No puedo negar que el rato lo está valiendo, aunque ya veo que has gastado todas tus vidas con Elvira por temerario - Se sonrió - Sí, es cierto, no se le puede negar que es precisa y punzante, a veces cruel, pero todas sus acciones tienen cierto sentido, no es cruel por serlo, tampoco le he visto ensañarse, en ciertos modos es quirúrgica.
Tillie asintió efusivamente, compartiendo la opinión del padre de Aksel por los Weasley. Eran gente de verdad, eso no podía negarse, y te podías llevar muy bien con ellos si te gustaban los líos. Matilda le tuvo que recordar que no era ninguna flor, o al menos no una blandita. Se sonrió socarrona y le dijo
- Eso es justo lo que diría alguien que quiere hacerte daño - Le sonrió - Aunque ha sonado bien, ha sonado a buena persona. - Se sonrió - No suelo equivocarme. Tengo una especie de sexto sentido con los capullos - Por como lo dijo no pareciera muy habituada a soltar tacos - y contigo no ha saltado, aunque, si vas a utilizar algo tan dañino como las cosquillas tendré que defenderme con uñas, dientes y espinas - Se rio - A mi no me dan miedo, porque solo tengo cosquillas en un sitio, y no te lo pienso decir.
Se rio al comparar sus infancias. Para Aksel vivir con magos había tenido unos problemas, para Tillie habían sido otras, pero habían sido niñeces normales dadas las circunstancias. Se sonrió divertida
- Y yo que me quejaba de que Jackie Chan me llenaba la cama de pelo - se sonrió - Y eso que solo tenía una cabeza, no me quiero imaginar tu normalidad con dos cabezas más. Lo del pulpo prefiero no imaginármelo - sonrió - normal que en el mundo mágico tengáis tanta afinidad con los krakens.
Y Tillie le contó como había descubierto su magia. Se sonrojó y asintió, aquello había sido digno de verse, pero para que lo entendiera tenía que explicárselo bien.
- Verás, yo de pequeña casi siempre estaba enferma. Aun así, como soy bastante activa, no llevaba bien lo de quedarme dentro de casa, y menos cuando mi madre me castigaba sin salir a fuera. Un día me dijo que no podía salir, porque se iba a poner a llover, y me dio tanta rabia, tanta rabia.... que pufff - Finalmente se rio - Fue muy gracioso, porque fuera no cayó ni una gota, y mis padres tuvieron que decir a los vecinos que teníamos una fuga de agua. - Se apartó el pelo distraídamente y sonrió con picardía - Mi padre me construyó una cueva con paraguas e impermeables, y dormimos allí... Fue toda una aventura.
Aksel le dijo que se dejaría cuidar por ella en caso de accidente, pero Tillie le dijo que no, que se tenía que cuidar para no necesitar de sus cuidados. Se sonrió cuando se rindió, y asintió satisfecha
- Si te portas bien te daré una tirita mágica de quidditch, pero solo si te portas bien - Se sonrió - Pues ya tengo trabajo, vine buscando una cita, y me voy con más trabajo, que suerte la mía. - Le guiñó el ojo - Pero has elegido bien, tengo una versión de Ferula que no necesita de varita, y eso puede ser muy útil si por algún motivo no puedes hacer servir las manos. - Se rio - Ya sabes, a veces necesitas las manos para taponar heridas.... Bueno, creo que lo mejor es no hablar de eso, no vayas a desmayarte con todo lo grandote que eres.
Acompañó su carcajada al hablar de su fortuna, aunque no parecía que tuviera dinero, aunque sí posición.
- Entiendo, tu padre quiere que seas embajador, tu madre que enseñes runas, ninguno piensa que puedas hacerlo y tú eres el que menos quiere hacerlo - Sonrió empática - La altura la fijas tú, y se mide en lo feliz que te haga lo que haces. Los padres son padres, pero la vida es nuestra, así que.... intenta estar a la altura que tu juzgues mínima, pero fíjala tú. - Sonrió - Si conoces a Elvira ya sabes que no le gustan los blandengues, y escribir sienta bien, y si te gusta, escribe en una revista de moda, no dejes que yo te disuada.
Y entonces Tillie le preguntó por su hogar y cuando no se vio en él decidió bromear. Sonrió mirando como Aksel salía del entuerto y elevó un poco una ceja, graciosamente, mientras asentía.
- Está bien, eso quiere decir que escuchas, eso es bueno. No está mal, aunque esa taza con iniciales podría tener cualquiera, así que intentaré no hacerme demasiadas ilusiones, aunque lo del malvavisco flotando es tentador.
Sonrió y le preguntó con toda sinceridad si tenía problemas con sus padres. Tillie asistió y le dijo
- No están mucho, pero han educado a una buena persona, algo habrán hecho bien. - Sonrió - Es difícil ser padre, y también ser hijo... Estoy seguro que cuando seamos mayores los entenderemos. - Se sonrió - Estoy segura de que te quieren, casi casi te quiero yo, y eso que te acabo de conocer. Ofrecer un hogar que necesitas es precioso.
Lo dijo con dulzura. Tillie era un alma amable que no podía ver un atisbo de sufrimiento, y creyó ver en Aksel la herida de la falta de cercanía de sus padres, aunque él no le diera importancia. Lo dijo con dulzura y amabilidad, buscando la manera de hacerle sentir mejor. Sin saber si lo conseguiría. Cambiaron de tema y Tillie le preguntó por sus conquistas, se rio de la gravedad con que le dijo que no tenía experiencia. Tillie suspiró y asintió despacio
- Entiendo, es un ambiente de alfas, donde no hay mujeres - Se sonrió de su imitación y lanzó la mano hacia el espejo, en un amago de caricia - No se te da mal, tal vez no te des cuenta de tus encantos. - Sonrió - Nadie capaz de encandilar a Elvira tendría que decir eso. - Se sonrió y lo miró con complicidad - Yo no veo nada malo en ti como para no ligar, al contrario, viendo como se comportan otros en tu escuela podría decir que eres el perfecto caballero.
Entonces al devolverle la pregunta se sonrió
- ¿La última vez? - Se sonrió - Han sido muchas veces, pero.... - Suspiró divertida - A ver, a mi siempre me han gustado los chicos mayores, ya sabes, más maduros, más hombres, así que, he tenido un par de relaciones, nada demasiado serio. La última vez fue hace dos años. Era un estudiante mayor de castelobruxo, muy guapo, encantador, con un acento que te derretías solo de escucharlo - Su sonrisa se fue tornando triste - Todo parecía ir bien, pero, él quiso dar un paso para el que yo no estaba lista....y me dejó. A los pocos días volvió a su castillo y no lo volví a ver.
La sonrisa de Tillie se había apagado. Era una herida todavía sangrante, y habían pasado dos años. Suspiró y lo miró a los ojos a través del espejo
- Desde entonces se me han declarado varios chicos, pero... no estoy lista. Intento ser buena y honesta, y no hacerles daño... Pero... no sé si alguna vez lo superaré. - Suspiró - Por eso, tal vez, necesito ir lento.
Ni siquiera tuvo fuerzas para lanzarle otra pregunta. Resultaba que la chica de sonrisa amable que siempre cuidaba de los demás también podía necesitar ser cuidada.
Aksel alzó las cejas, fingiendo sorpresa ante lo de "embaucador", con una sonrisa en los labios que se le escapó antes de poder evitarla.
—¿Embaucador yo? ¿Eso dicen en Hogwarts? —ladeó la cabeza, fingiendo inocencia— Debe de ser cosa de mi padre. Él sí que sabe negociar... aunque yo solo he heredado la parte torpe del encanto. Lo intento, eso sí. ¿Funciona?
Le guiñó un ojo con picardía. Asintió cuando Tillie habló de Elvira con aquella precisión quirúrgica tan suya.
—Sí. No le hace falta ensañarse. Su forma de cortar es limpia. Como si tuviera bisturí en vez de varita —se encogió de hombros—. A veces me parece más valiente que muchos. No porque no tenga miedo, sino porque no le tiembla el pulso. Y eso... se respeta.
Cuando Tillie volvió a bromear sobre las flores y los capullos, Aksel se rió con suavidad, y bajó un poco la cabeza, como si reconociera algo.
—Bueno, los capullos tienden a disfrazarse con aromas dulces para atraer, ¿no? Pero tú... tú hueles a verdad. A manzanilla, quizás —sonrió leve—. No tienes pinta de caer en trampas fáciles.
Y entonces vino lo de las cosquillas. Aksel se quedó mirándola, medio pensativo, como si estuviera descifrando un hechizo invisible. Y murmuró, casi sin darse cuenta:
—La parte baja de la espalda.
Y enseguida frunció el ceño, riéndose de sí mismo y llevándose una mano a la cara.
—No, espera. No lo digas. No respondas. No quiero saber si he acertado. O sí. O... da igual. Estoy metiéndome en un jardín, ¿verdad?
Su risa fue baja, sincera, de esas que le nacían cuando algo de verdad le tocaba una fibra.
Lo de Jackie Chan le hizo arquear una ceja.
—¿Jackie... qué? ¿Eso es un nombre o un encantamiento exótico? —se rió— Por lo que dices, me lo imagino más como una especie de león peludo hiperactivo que suelta pelos hasta por los oídos.
La historia de Tillie, enferma pero rebelde, le sacó algo más que una sonrisa. Mientras ella hablaba, Aksel no se movió, como si no quisiera interrumpir ni siquiera con un gesto. Y cuando terminó, soltó un suave "wow", casi como un pensamiento escapado.
—Dormir en una cueva de paraguas suena a una de esas cosas que te quedan para toda la vida. Es precioso. En serio. Ojalá haber vivido algo así.
Y lo dijo con una admiración honesta. Porque aunque sus padres habían sido muchas cosas, él no recordaba una cueva de paraguas. Y, por un momento, la envidia fue de la buena: la que no amarga, pero te muestra lo que te gustaría construir algún día.
Cuando ella le ofreció una tirita mágica si se portaba bien, Aksel se puso casi recto, como un alumno aplicado.
—Me esforzaré. Solo por la tirita. No por impresionarte. Que conste.
Y se rió con ganas. Luego asintió, interesado.
—Esa versión sin varita suena muy útil. Me parece que empiezo a entender por qué vales un cinco en dureza. Tú no cuidas, Tillie. Tú salvas.
Luego, cuando ella interpretó su vida como una expectativa que no compartía, Aksel asintió con más seriedad.
—Más que pensar que no puedo... creo que creen que estoy demasiado lejos. Como si para llegar allí tuviera que convertirme en otra cosa. Y no quiero dejar de ser yo.
Le agradeció el consejo con una sonrisa algo tímida, y alzó las cejas con aire pícaro:
—Posiblemente tengo un dos en dureza... pero un ocho en descaro. Para compensar.
Y la sonrisa, aunque era una broma, tenía ese algo de verdad que hacía que no se sintiera vacía.
Cuando Tillie protestó por lo de la taza con iniciales, Aksel abrió mucho los ojos fingiendo escándalo.
—¡Claro que te escucho! ¿Por qué crees que sigo aquí? Además, dices cosas interesantes. Pero si las iniciales no te convencen... bueno, si algún día pasas por Noruega, puedo invitarte a un chocolate con malvavisco en una taza verde aburrida que bosteza si alguien la mueve de sitio o la deja sola después de beber. No es muy habladora, pero... tiene buen gusto.
Cuando Tillie dijo que sus padres habían hecho bien en educarlo, y que casi casi lo quería ella, Aksel sintió algo que no supo describir del todo. Solo apretó un poco más los dedos contra el espejo y bajó la mirada un instante.
—Gracias, Tillie. Eso ha sido... no sé. Muy bonito. No me cuesta imaginarte ahí, en ese hogar, con el estofado. Sería un buen lugar. Aunque fuese como la visita de una buena amiga.
Y luego, entre risas, matizó:
—Claro que hay chicas en Durmstrang. Pocas. Las suficientes. La mayoría no aguantan y se van a otras escuelas. No las culpo. Es un sitio exigente. Frío. Como tallado en piedra. A veces... demasiado.
Alzó las cejas cuando ella dijo que había encandilado a Elvira, y negó, sonriente.
—¿Tú crees que la encandilé? No estoy tan seguro. Yo no soy un caballero. Soy solo un chico normal con algo de suerte. Aunque, si te soy sincero, el espejo me está mostrando gente increíble que jamás habría soñado conocer. Hasta una Tillie de la tormenta.
Y entonces llegó la historia. La que ella no quería contar y sin embargo, contó. Y Aksel la escuchó sin interrumpir, sin forzar ninguna sonrisa. Cuando Tillie acabó, él asintió con suavidad, y bajó la voz:
—No sé si tengo derecho a decir esto. Pero si él quiso dar un paso que tú no... y no supo esperarte, viendo lo que podría perderse... entonces quizá no era tan maduro como pensabas. Solo es mi opinión. Perdón si me meto donde no me llaman.
Dejó el silencio respirar un poco, antes de sonreír de nuevo, con ese tono que mezcla ternura y verdad.
—Pero hay canciones, Tillie... canciones lentas. De esas que empiezan suaves, como una tormenta en el horizonte. Que se acercan sin prisa, pero cuando llegan, te tocan el alma. A veces, lo más bonito... necesita tiempo.
Y, como si quisiera devolverle algo de ligereza, cambió de tono, alzando las cejas con aire conspirador:
—Vale, pregunta seria... pero importante: si tuvieras que elegir una sola golosina para comer el resto de tu vida, ¿cuál sería? Y no vale decir algo saludable, ¿eh? Nada de uvas pasas. Aquí estamos hablando de vicio puro.
- Eso digo yo, no te vayas a pensar que tienes a todo Hogwarts a tus pies - Le respondió con una bonita sonrisa mientras se llevaba la mano a la mandíbula, para adoptar una pose más reflexiva - mmmmmm, yo creo que la torpeza es gran parte de tu encanto, y sí - sonrió divertida - funciona. A un chico que me hace reír le daría una cita, o como mínimo un baile.
Lo dijo sin vergüenza alguna, como quien constata un hecho. Tillie se lo estaba pasando bien y no le importaba que Aksel lo supiera. No era una chica de dobleces, palabras ambiguas o intenciones oscuras. Era de las que te podía mirar a los ojos con una sonrisa y decirte me gustas, o te quiero, o lo siento, no me siento atraída por ti. No era cruel, se preocupaba por los sentimientos de la otra persona, pero no era de las que mentían. Hablaron de Elvira y la sonrisa de Tillie se amplió
- No sé si es valentía, o si no tiene miedo, pero ella traza un camino y lo ejecuta. Si hay un obstáculo lo quita de en medio, y si no puede lo sortea. No hace nada que no tenga que hacer aunque.... - Se sonrió - Creo que en el fondo, muy en el fondo, está esperando a que alguien la rescate de ella misma. No me lo ha dicho, de estas cosas no habla. Es un pálpito... pero me puedo equivocar. - Se sonrió - Te has sentido atraído por ella, ¿Verdad?. No me importa hablar de ella, aunque admito que me están empezando a dar celos - Se rio - Lo entiendo, tiene esa personalidad misteriosa que tanto os gusta a los chicos.
Bromearon sobre las flores y cuando dijo que olía a verdad se rio
- A las chicas nos gusta oler a tentación, a deseo...oler a verdad es casi como oler a simpatía - Se rio abiertamente - Nada de manzanilla, ese es un olor para niñas repipis. Solo diré que me encantan los lirios, que no tengo cosquillas en la parte baja de la espalda y que las diferencias entre una trampa y un jardín a veces son muy sutiles.
Le guiñó el ojo juguetona y le dijo
- Si no me hubieras hablado tanto de Elvira tal vez te lo habría dicho.... - se sonrió - No te preocupes, le diré de tu interés....
Y hablaron sobre mascotas, y en eso que Tillie nombró a Jackie Chan, y como buen mago, Aksel no lo conocía. Se sonrió
- Digamos que es un muggle famoso del que mi padre es muy fan. Es uno de esos que hace artes marciales, pero nuestro Jackie chan es súpertranquilo, solo come, duerme...y suelta pelo. - Se agachó para mostrar la altura del perro y no le llegaba muy por encima del tobillo - Es más o menos así de grande. - Se rio - Y sí, fue una experiencia, pero yo me asusté, porque sabía que había sido yo pero no sabía como arreglarlo. Se rompieron un montón de cosas, la televisión, el equipo de música... menos mal que mis padres no se enfadaron conmigo - Suspiró con ternura. Era un buen recuerdo porque sus padres lo habían elegido así, porque las consecuencias habían sido negativas.
Enarcó una ceja cuando dijo que no estaba tratando de impresionarla. Bufó para ahogar una carcajada y se quedó mirándolo mientras reía. Se sonrió, con ternura, y asintió
- Es útil, la verdad, no me gusta quedarme solo con lo que nos enseñan en el colegio. Me gusta llevar mis encantamientos médicos un poco más allá, aunque preferiría no tener que hacerlos nunca. No quiero salvar a nadie, pero a veces - Se sonrió divertida - alguien con cinco de dureza tiene que arreglar el día, aunque no puedo negar que un ocho en descaro también puede ayudar.
Llevo un dedo al cristal y lo llevó al lugar donde debía ocupar el corazón de Aksel
- No dejes de ser tú. Es lo mejor que tienes, incluso diría, que tal vez eres demasiado duro contigo. Yo no te pondría menos de un 3 y medio en dureza.
Y entonces se preguntaron sobre el futuro. Aksel pintó una cabaña, un hogar y Tillie bromeó con una falta de una taza para ella. La chica se sonrió, jugando con la falta de sentido de una taza sin iniciales.
- Oh, así que digo cosas interesantes. - Se sonrió - Súbete el descaro medio punto más, embaucador. - Fingió planteárselo por un momento y le dijo - Tendré que pasarme, con chocolate o sin, tengo que comprobar si mis alumnos asimilan el aprendizaje, y no te preocupes por la taza, creo que soy demasiado habladora, así que compensaré por la taza.
Tocaron el tema de los padres y ahí Tillie le dijo lo que creía: Tal vez serían un poco ariscos, pero lo habían criado, y, desde su punto de vista, habían criado a alguien encantador. Se sonrió al ver como se avergonzaba y le dijo
- Bonito ¿eh? ¿Eso me sube el descaro? - se sonrió coqueta - A mi tampoco me cuesta imaginarme, pero ya te he dicho que voy poco a poco, más cuando no dejas de hablarme de otras chicas. - Se sonrió - Estoy seguro que vas a causar un tumulto en el baile por las chicas que nos pelearemos por ti - Se rio - Tranquilo, si hay heridas ya me encargo yo de ellas.
El tema volvió a Elvira y Tillie sonrió
- No me ha dicho nada de ti, solo me ha hablado de Sergei y de como lloraba. - Se sonrió - Si no tuvo la necesidad de hacerte daño al menos fuiste educado, y si te conto algo de ella o te hizo algún tipo de regalo diría que estás en cierta posición de ventaja. - Asintió divertida - Yo pensaba que la noche iba a ser malísima, porque mi primera experiencia con Sergei... buff - Dijo - Pero después, solo puedo dar las gracias, y entre esos agradecimientos, por cruzarme contigo.
Y entonces Tillie le mostró su herida, la herida que le había dejado el amor por un chico mayor. En cuanto lo escuchó hablar suspiró y durante un momento
- Una parte de mi se arrepiente, tal vez debería haber sido más valiente.... Pero nunca lo sabré. - Sonrió con dulzura - Gracias, solo saber que pareces tener ese tipo de opinión de mi ayuda....- Negó con la cabeza - Meter las narices es lo que hacen los amigos, ¿No? - sonrió - Tienes razón, hay cosas que necesitan su tiempo, una canción, hornear un bizcocho, preparar una pizza - Sonrió animándose un poco - He de admitir que me encantan esos momentos antes de...., la tensión antes del beso, las dudas en si debes o no debes hacerlo..... Las mariposas en el estómago.
Aksel decidió devolver algo de ligereza a la conversación y le preguntó por una golosina para comer siempre. Eso le sacó una sonrisa traviesa
- Las palomitas de colores, son mi perdición. Son un dulce muggle que se come en los cines y podría alimentarme con ellas - Se rio divertida, agradecida de aligerar el tono de conversación - Si comes un cubo no puedes parar, y el problema es que son de esas cosas que se van directas a las caderas.
Hizo un gesto para enseñar sus caderas, y por lo que parecía a través del espejo la figura de Tillie tenía unas curvas en las que perderse. Sonrió, juguetona, mientras volvía a su posición inicial.
- Vayamos al grano. No nos queda mucho tiempo - Se sonrió - ¿Cómo te gustan las chicas? - Lo miró juguetona - A parte de Elvira, claro....porque no puedo rivalizar con su aura misteriosa y su melena rubia.
Aksel sonrió, con esa expresión que mezcla ironía y algo que casi podría pasar por orgullo, cuando Tillie dijo que funcionaba. Ladeó la cabeza con fingido encanto.
—Entonces tenemos un trato: un baile. Mínimo —se rió, apoyando más cómodo la mano contra el cristal—. Aunque ahora me siento como un estafador que ha vendido un trozo de luna... por una sonrisa. Espero que al menos lo disfrutes.
Escuchó su reflexión sobre Elvira con interés genuino. No le sorprendía que Tillie tuviera esa sensibilidad para ver bajo la superficie. Cuando ella le lanzó la pregunta directa, él no se escondió. Sonrió con un leve encogimiento de hombros.
—Sí. Me sentí atraído por ella —le sostuvo la mirada con honestidad—. Pero también me ha pasado con todos los que he conocido en este espejo —hizo una pausa, ladeando una sonrisa sincera—. Incluyéndote a ti.
Se alzó de hombros, quitándole dramatismo.
—No lo digo por quedar bien. Solo que, cuando ves a alguien de verdad... cuando alguien se muestra como es, sin filtros... algo se activa. Me pasa con la gente que se permite ser real. Y tú eres muy real, Tillie.
Cuando ella bromeó sobre los olores, Aksel se cruzó de brazos, con gesto de dignidad fingida.
—Las chicas pueden oler a lo que quieran. A pecado, a deseo, a lo que sea. Pero yo lo siento... me ha tocado ser el pelirrojo rarito sin alma que prefiere el olor de la verdad —se inclinó levemente hacia el espejo—. El pecado es demasiado fácil. La verdad no se rinde tan rápido.
Le brillaban los ojos con ese tipo de picardía que no busca herir, sino rozar con ternura. Y cuando ella le acusó de hablar demasiado de Elvira, se llevó una mano al pecho, fingiendo ofensa.
—¡Eh! Tú también hablas mucho de Elvira. ¿No será que te interesa? —le lanzó una mirada traviesa— En todo caso, puedes decir lo que quieras de mí. Pero si a alguien le interesa la verdad, va a tener que trabajársela conmigo. No soy tan fácil como aparento.
La observó agacharse para mostrar la altura del perro y no pudo contenerse.
—Qué chitiquico.
Murmuró, derretido, con esa ternura que uno usa al ver algo tan ridículo que se vuelve adorable.
Y luego la escuchó hablar de magia, de superarse, de no conformarse con lo que enseñan. Asintió, convencido.
—Eres una chica capaz, Tillie. No tengo duda de que tu nombre va a aparecer en tratados de medimagia algún día. Es más, podría apostarlo ahora mismo con los ojos cerrados —le lanzó una sonrisa sesgada—. No sé, suena a alguien que sabe lo que hace.
Cuando ella le puso un tres y medio en dureza, Aksel parpadeó con sorpresa.
—¿Un tres y medio? Eso es... más de lo que me esperaba. Casi el doble de lo que me puse yo. Estoy impresionado.
Se acomodó en el borde del marco, como si intentara no parecer tan afectado por el halago, pero fracasando un poco. Y cuando Tillie le dijo que se estaba ganando el descaro, chasqueó la lengua.
—¿Ya voy por un ocho y medio en descaro? ¡Va a ser mi primera matrícula desde que entré en Durmstrang! —le lanzó una mirada más tierna— Y claro que te invitaré a ese chocolate si pasas por Noruega. Incluso podrás llevarte la taza de recuerdo. Prometo firmártela, por si algún día me convierto en una estrella o algo así.
Y cuando ella preguntó si su frase subía su descaro, Aksel no dudó.
—Te sube un punto entero —asintió solemne—. Podrías estar oficialmente por encima de mí. Aunque sigo sin creer que nadie vaya a pelearse por un pelirrojo alto, cobarde y con voz aguda y chillona —cambió la voz drásticamente, imitando a alguien que ha inhalado helio—. ¡Pero si se lía, te dejo curar con tus manos milagrosas!
Se rio, y después, al oír lo de Sergei, se le formó una sonrisa de medio lado. No de burla. Más bien de nostalgia extraña.
—Yo no tenía mucha idea, pero esto sólo me ha dado alegrías. Elvira... me marcó —extendió la mano izquierda hacia el cristal, mostrando la parte interior, justo donde una runa se dibujaba sobre la piel—. Aquí.
Suspiró, pero no con tristeza. Más como quien acepta una lección.
—Y me alegro de haberte conocido. Porque tú también me has sacudido un par de capas —la miró con calidez—. Sergei estaba muy equivocado. No va a conocer a nadie que se le acerque a ti ni en cinco vidas seguidas.
Y cuando ella habló de arrepentirse un poco, Aksel bajó la voz.
—Tal vez él no lo merecía. Y lo de la valentía... no se mide en cuánto haces por otro, sino en cuánto te sostienes cuando decides algo difícil. Tú lo hiciste. Eso ya es valiente.
Le brillaron los ojos cuando Tillie habló de esa tensión previa al beso, y asintió, riendo un poco.
—¿Sabes? A mí también me encantan esos momentos. Aunque... solo los he leído en libros. Pero los imagino. Las mariposas, las dudas, ese segundo suspendido en el aire. Me parece... mágico.
La charla cambió a palomitas, y Aksel entrecerró los ojos, pensativo.
—Palomitas de colores... suena como una versión amable de las grageas de todos los sabores. Divertidas, no destructoras de papilas. Quiero probarlas.
Y justo después, cuando Tillie mostró sus caderas con aquella sonrisa traviesa, Aksel la miró. Solo un segundo más de lo debido. Y suspiró.
—Ahora mismo... con curvas como las tuyas —lo soltó con descaro, sin rodeos; luego se relamió, juguetón, y fingió ponerse serio—. Si te refieres físicamente, no soy muy exigente. Prefiero el cabello largo, me inclino más por las morenas que por las rubias, y me atraen más los ojos profundos y la sonrisa sincera que los ojos felinos y la sonrisa devoradora.
Hizo una pausa, más honesta ahora.
—Pero lo único que sí necesito... es ver a la persona de verdad. La gente es absurda y profunda, y hay mil cosas que pueden atraerte. Al final, lo que busco es una cara que no me importaría ver cada amanecer.
Sonrió, ladeando la cabeza hacia ella.
—¿Y tú? ¿Cómo te gustan los chicos? —y, antes de que respondiera, lanzó la estocada final con media sonrisa— Además de pelirrojos sin alma y esculpidos en mármol, con una voz que derrite el hielo en segundos —le guiñó un ojo, divertido—. Tú sabes, pura objetividad.
Tillie se sonrió divertida mientras bufaba. Aksel tenía cierto descaro sinvergüenza que la divertía. Asintió con cierta ceremonia y le dijo
- A no ser que bailes como un ogro sin modales, que en ese caso será hasta el primer pisotón - Se sonrió - Estafador, sinvergüenza y embaucador, pero tienes razón en una cosa, lo estoy disfrutando. Eres divertido - Se sonrió - Y al menos también sincero, se te notaba mucho que Elvira te había hecho tilín. - lo que no se esperaba es que Aksel le fuera a lanzar otra andanada. Explotó en una carcajada, pero ni el espejo pudo ocultar como se sonrojó violentamente por lo que dijo - Es un problema verse atraído por todas, porque luego vas a tener que elegir a una e igual haces daño al resto. - Se sonrió - Con lo hecho hasta el momento poco puedes hacer, pero tenlo en cuenta para las próximas citas, sinvergüenza embaucador.
No lo admitió, pero la confesión de Aksel había hecho mella en ella. Se sonrió, bajó la mirada y su cabello onduló con suavidad, atrapado por la gravedad. Finalmente se sonrió y dijo
- Creo que un poco de ti sí lo dice por quedar bien, pero eso no quita que sea halagador - Se encogió de hombros mínimamente -No soy muy misteriosa, no se me dan bien todas esas cosas de chica para ser misteriosa e inalcanzable, así que supongo que lo que queda es ser una misma. No tiene mucho mérito, pero entiendo lo que dices, hay mucha gente falsa que no te permite bajar la guardia. - Sonrió - Es una bendición cuando puedes ser tú sabiendo que nadie lo usará en tu contra.
Hablaron sobre las chicas, lo que deberían oler, lo que él apreciaba y Tillie sonrió
- Pelirrojo desalmado, eso sí que da verdadero miedo. - Se sonrió - Evidentemente cada chico es un mundo, pero como chica he visto a más chicos sucumbiendo a otros perfúmenes, que no eran precisamente de verdad. - Se acercó al espejo y le dijo - Claro que me interesa Elvira, pero es porque huele a pecado, pecado verdadero para los amantes de la verdad. - Se rio - Es algo a base de frutos rojos y...no sé, creo que ella misma se prepara sus perfúmenes, solo te diré que huele a ella, y que no he olido nada igual. - Se sonrió - Afortunadamente para mi, las chicas no me gustan de esa manera, pero eso no quita que pueda admirar los atractivos de una. - Le sonrió con ternura - Tranquilo, si me pregunta por ti le hablaré bien.
Cuando hablaron de lo que lograría Tillie simplemente manoteó el aire, como quitándole importancia. Negó con la cabeza, aquello no parecía ir mucho con ella
- Me dan igual los tratados y la fama, yo lo único que quiero es hace del mundo un lugar un poquito mejor. - Se sonrió - y que no se te suba a la cabeza ese tres y medio, porque es una nota en revisión. Puede bajar si te muestras blandito y poco masculino, necesito un poco eso de - Carraspeó y trató de imitar la voz de Sergei sin mucho éxito - Soy un elegido, soy el mejor, el más fuerte, ven a mi cueva, mujer.
Se rio con una risa fresca y balsámica, como una brisa en el verano. Alzó una ceja y asintió
- Perdona, pero las matrículas en Hogwarts son con un 10, yo creía que en Durmstrang eran más exigentes.... un 8.5 no llega ni a excelente - Se sonrió - Pero es un descaro bueno, no siento que estés siendo demasiado agresivo. Es como una danza, te acercas y te acercas pero sin llegar a tocar. Eso me gusta. - Se sonrió - Me pasaré, aunque sea solo por el autógrafo, tal vez pueda ir a Gringotts y sacar un préstamo a tu nombre.
Se rio y alzó una ceja al declarar que había ganado un punto en descaro y que tal vez podría estar por encima suyo.
- ¿Entonces tengo un 10 en descaro? Nunca me he tenido por especialmente descarada. - Suspiró, divertida - Las peleas de las chicas son más sutiles, vosotros no os dais ni cuenta, pero muchas peleas se celebran en el baño de las chicas. Somos más civilizadas que vosotros pero.... yo creo que sí, que alguna se peleará. - Sonrió - Yo no soy de esas, no tengo esa agresividad, y para mi es importante sentirme elegida. Siempre he creído que si había pelea, eso no era para mi. - Rio - Pero tranquilo curaré a las incautas. - Miró la marca de la runa que le había dejado Elvira, acercando el ojo al espejo, como si pudiera verlo mejor - Parece una runa. ¿Entonces, te hizo eso? Es poderosa, pero no pensaba que pudiera....No creo que sea una maldición, pero te lo puedo mirar en el baile, y hablar con ella para que te lo quite, si quieres. - Se sonrió divertida - Vaya, eso sí que es dejar huella. Ya me gustaría a mi dejar esa huella en los chicos.
Sonrió emocionada cuando dijo que se alegraba de haberla conocida. Contuvo el aire un segundo y luego lo soltó, con una gran sonrisa, liberada en cierto modo.
- Yo también me alegro de haberte conocido, y me alegro de no haberte mandado a paseo cuando me dijiste que eras de Durmstrang. - Sonrió, apenada - Sergei, yo creo que necesita que lo quieran, y el espejo debió ver que yo podía hacerlo.... Pero se empeñó en ver nuestras diferencias, y en ser especialmente capullo con todo lo de la sangre y las veelas. - Puso una mueca de cierto dolor - Tienes razón, tal vez no lo merecía, tal vez no era el destino. No creo mucho en esas cosas, pero a veces, tengo dudas. Hice lo que creí que era mejor, para los dos, y me equivoqué.... o tal vez no, tal vez solo esquivé una bala. - Sonrió - Afortunadamente no pienso que solo haya una media naranja, tenemos a mucha gente con la que podemos ser compatibles, vendrá otro.
Y entonces Tillie le contó lo que le gustaba el momento previo a un primer beso, el como se paraba el mundo, el como se aceleraban los corazones. Ese momento era único y especial, y Aksel estuvo de acuerdo con ella. Ella se sonrió y le dijo
- Si sigues diciendo las cosas que dices no creo que pase de esta noche hasta que conozcas las mariposas - Se sonrió divertida - Has tenido suerte de tener el espejo de por medio, porque si no, tal vez ya te habría besado. Sabes como pasar con delicadeza sobre temas muy sensibles, y eso siempre nos gusta. No sé con quien será, pero creo que de esta noche no pasa. Espero que en directo tu descaro no mengüe, porque cara a cara, normalmente.... no soy tan atrevida
Tillie le explicó que no, que las palomitas no eran como las grajeas, que simplemente tenían colores distintos, pero el sabor era igual. No perdió mucho más tiempo, Tillie disparó, directa y al corazón. ¿Cómo le gustaban las chicas? ¿Podía tener alguna oportunidad?. Se sonrió cuando se percató de su figura y le dijo
- Se supone que el espejo no debería dejarte verlas, presentaré una queja - chasqueó la lengua divertida - Apúntate un 10 en descaro, creo que has conseguido tu ansiada matrícula - sonrió - Vaya, tengo el cabello largo, soy morena y huelo a verdad... ¿Me estás intentando decir algo, Aksel? - Se sonrió - Tendré que trabajar en los ojos profundos, si hace falta cavaré para darles profundidad
Se rio pero pronto adoptó una pose de mayor sinceridad
- Alguien que encaje con tu hogar y tu taza, entiendo. En cuanto a mi, me gusta que sean grandes, más altos que yo, y fuertes. - Se sonrió - No hay nada como enterrarse en un abrazo de alguien grande y cálido. No podría estar con alguien aburrido, o que tuviera mal corazón, ni que odiara a los muggles, sería imposible. En cuanto al físico, bueno, mi prototipo es el de un chico moreno de ojos verdes, a ser posible bronceado... - Elevó un dedo y dijo - Pero, el último del que me enamoré era más bajo que yo, de piel oscura y ojos marrones... y él último que me ha llamado la atención es pelirrojo, algo paliducho, y bueno, su voz no está mal, pero no sé si derretirá el hielo.
Se llevó el dedo a los labios, pidiéndole silencio y le dijo
- Pero shhhhht, no se lo vayas a decir. No alimentemos el ego de un monstruo desalmado esculpido en mármol.
El espejo comenzó a ondular anunciando que su cita pronto acabaría. Matilda sonrió y le dijo
- Tranquilo, todavía no me he enamorado de ti, pero creo que podría hacerlo. Al final de la noche nos tocará elegir, y sé que podrías elegir a otras. Cuando te vea te sonreiré igual, y bailaré contigo, si tu pareja me deja. Me gustas Aksel de Durmstrang, y eso significará tanto o tan poco como tu quieras.
Aksel se rió bajo, con ese brillo entre travieso y dulce que ya le salía sin esfuerzo cuando Tillie hablaba. Asintió solemne, como si acatara una sentencia.
—Acepto las condiciones: bailaremos hasta el primer pisotón. Pero voy a dar lo mejor de mí... si te destrozo un dedo del pie, al menos será con estilo.
Le guiñó un ojo, aunque al otro lado del espejo, su mirada se suavizó. No parecía solo una broma.
—Y oye... no le he prometido amor eterno a ninguna. Solo he sido sincero con lo que he pensado en cada instante. El espejo está siendo cruel, mostrándome a personas increíbles con las que, al empezar la noche, no habría ni soñado cruzarme.
Se quedó mirándola un poco más de lo que era cortés, registrando sin decirlo cómo se había sonrojado. Fue como una flor abriéndose al sol. No lo dijo, pero se le notó.
—Lo que digo no lo digo por quedar bien... bueno. Quizá un poquito sí lo diga por verte de rojo. Pero eso no le quita verdad a lo demás. Y te prometo algo: no usaré nada de esto en tu contra. Ni esta conversación, ni lo que me has mostrado.
Se apoyó en el marco del espejo con los antebrazos, escuchando sobre Elvira, sobre los perfumes, y se quedó un segundo callado, imaginando. Sonrió, leve.
—No voy a preguntarte a qué huele exactamente, lo averiguaré, porque quiero verla para preguntarle cómo le ha ido en sus encuentros. Pero si por casualidad te pregunta por mí, dile que soy un desalmado. Así, sin más. Si no lo haces puede que me vea obligado a descubrir dónde tienes las cosquillas.
Rió para sí, y luego carraspeó, poniéndose erguido.
—Vale. Vamos allá. Seré más fuerte antes de que se cierre el espejo. Lo mejor de lo mejor de lo mejor, grrrr...
Intentó decirlo con una voz de anuncio ridículamente profunda, y luego se le escapó la risa.
—Lo de la matrícula lo decía porque está en camino.
—Me gusta cómo comparas con una danza. Esto, al fin y al cabo, es la antesala del Baile de los Pasos Perdidos. Y hay que aprender a moverse, ¿no?
Le brilló la mirada, pillando el doble sentido.
—Y si necesitas un préstamo... mejor me lo pides a mí. Así podré presumir de lo muy macho que soy, que puedo proveer y todas esas cosas de hombre rudo. ¿No es lo que se espera de un pelirrojo sin alma?
Soltó una risa más corta esta vez, y asintió con falsa solemnidad.
—Acepto tu diez en descaro. O al menos un nueve con nueve. No discutas con el examinador.
Alzó una ceja con lo de las peleas de chicas.
—¿Peleas en el baño? Vaya. No tenía ni idea. Espero de verdad que no haya ninguna. Todas las que he conocido esta noche merecen la pena. Y espero que cada una encuentre lo que busca. Incluida tú, Tillie de la Tormenta.
Cuando ella se acercó a mirar la runa, Aksel bajó un poco la mirada, pero dejó que ella explorase.
—No hace falta que te preocupes. No es una maldición. Estuvimos hablando de runas, y ella quería entender al espejo. No fue algo negativo. Aunque cada vez que ella interactuaba con el espejo, ella sentía... cosas.
Calló un segundo, antes de mirarla de nuevo.
—Tú... dejas otro tipo de huella. Cálida. De las que no se olvidan ni aunque nieve durante un año entero.
Le bajaron un poco los hombros, casi imperceptiblemente. La voz se le volvió más baja, más íntima. Deslizó los dedos por el borde del espejo, como si buscara algo al otro lado.
—Y... sobre Sergei. Ojalá encuentre a alguien que le ayude a avanzar. A dejar de pensar en lo que los demás ven. A dejar de tener miedo. Nadie debería vivir así. Ojalá pueda ser feliz.
Se permitió quedarse así un momento. Y luego, enderezándose un poco, volvió la sonrisa, con algo más de chispa.
—Estoy de acuerdo contigo, ¿sabes? No creo que haya una única media naranja. Creo que hay varias. Algunas dulces. Otras más ácidas. Pero todas te enseñan algo.
Cuando ella lo regañó por haber visto sus curvas a través del espejo, sonrió sin culpa alguna.
—Estoy muy contento de que el espejo me haya dejado verlas —admitió sin vergüenza—. Solo estoy siendo sincero. Te ves preciosa, incluso con el filtro del cristal. Y... por favor. No cambies tu mirada. Quiero verla en persona.
Lo dijo casi en un susurro, con la garganta un poco cerrada. Luego se aclaró la voz y se animó con el siguiente tema.
—Y sí, justo es así, hogar y taza.
Cuando ella le explicó cómo le gustaban los chicos, Aksel escuchó con genuina atención. Cuando terminó, sonrió un poco más ladeado, y se relamió con descaro.
—Pues no te fíes de los pelirrojos desalmados. Luego esperan a que te duermas para abrazarte y quedarse ahí mirando al infinito, con esos ojos vacíos. Incapaces de dormir por el torrente sentimental. Un horror.
Y entonces ella lo llamó esculpido en mármol, y Aksel alzó una ceja.
—Tienes razón. Es injusto. Yo he visto tus curvas... más o menos... —e hizo ademán de levantarse la camisa, mostrando un poco de piel pálida y el principio de sus abdominales— ... así que te devuelvo el favor.
Se rió por lo bajo, bajándose la camisa otra vez, y bajó también la voz para el final.
—Oh, bailaremos juntos. Sea quien sea mi pareja. Incluso si eres tú, no podrás impedírmelo. Porque como mínimo... bailaré con una amiga.
Y justo entonces, cuando ella soltó lo de me gustas, Aksel de Durmstrang, Aksel se quedó... sin reacción inmediata.
Abrió la boca, pero no salió nada. Bajó la mirada, se rascó la nuca. Y al volver a alzar los ojos, tenía un sonrojo tan claro que hasta el cristal parecía compartirlo.
—Pues... vaya. Me acabas de dejar sin palabras. Eso no me pasa mucho. Y menos en voz aguda y chillona.
Se rió, torpe, y luego dejó que la sonrisa se le dibujara, boba y auténtica.
—Gracias. Por esto. Por ti. Por el rato. Nos vemos en el baile, Tillie. Y... guárdame ese primer pisotón.
Tillie se sonrió al escucharlo. El tono solemne desentonaba de la conversación, y, aguantándose la risa le dijo
- ¿Lo mejor de ti que es? ¿Destrozarme el pie en lugar de solo pisármelo? No sé si me va a convenir el trato - Sonrió al verle guiñar el ojo y cuando se excusó diciéndole que no había prometido amor eterno a nadie. Suspiró, cagándose de paciencia - Lo sé, pero no se puede ser tan encantador sin pensar que puede haber algo más. No nos debes nada a ninguna - Se rio - O ninguno, no sé si también te gustan los chicos, pero haces parecer que hay interés real, y la gente se hace ilusiones - Sonrió - ¿Culpable? No ¿Te vas a sentir bien cuando veas lo que has causado? No estoy tan segura.
Se sonrió
- ¿Ves? No tienes necesidad de quedar bien, y eso de hacerme sonrojar.... es totalmente mentira ¿Eh? - Dijo divertida, admitiendo tácitamente que lo estaba - Si usas algo en mi contra te la verás con alguien de dureza cinco y medio. - Se sonrió - Si te lo cuenta, si Elvira te dice algo, podrías decírmelo a mi también. Se ha portado bien conmigo, así que me gustaría que le fuera bien, oh, ser desalmado hacedor de cosquillas.
Se sonrió cuando dijo que la matrícula estaba en camino y que comparaba su forma de ser con un baile. Negó con suavidad, buscándole la mirada
- Si lo que quieres hacer con un baile es captar la atención de una chica hay que saber cuando acercarse - Se sonrió - Muchas veces la solución es acotar las distancias - Se rio - Parece mentira que un casi matrícula de honor en descaro no lo sepa. - Se rio - Y en cuanto a lo macho, prefiero que me abracen con fuerza a que me mantengan, una chica tiene que saber cuidarse - Le guiñó un ojo - Además, robar el dinero a un pelirrojo sin alma sabe mucho mejor que que te lo den, supongo que eso confirma mi nota en descaro - puso una voz respetuosa aunque estaba a punto de explotar - señor examinador.
Lo que parecía ignorar Aksel es que muchas disputas entre chicas, sobre todo las que tenían que ver con amores, se resolvían en un cuarto de baño. Sonrió con paciencia y le dijo
- ¿Pensabas acaso que sincronizábamos nuestros relojes para ir al baño? Nosotras somos más civilizadas, no acabamos a puñetazos o cosas peores.... - Se sonrió - Yo también deseo que encuentres lo que buscar Aksel, aunque todavía no tengo muy claro lo que es.
La runa de Elvira acaparó la conversación. Asintió y le dijo
- No creo que te haya querido hacer daño, pero si algo cambia me buscas en el baile - Lo dijo usando su tono de medimaga antes de relajarse con una sonrisa - Siempre necesita entender las cosas, lo que no esperaba que se pusiera a jugar con el espejo. Le echaré un vistazo en cuanto vuelva, no creo que el espejo le haya hecho daño tampoco.
Silencio, cuando notó su mirada le sonrió y se ruborizó cuando le dijo que su huella no se olvidaba.
- Maldito embaucador desalmado. A esto me refiero. Eres capaz de hablar de otra chica, que es lo más anti cita del mundo, y luego dices esto - Se sonrió - Creo que voy a tener que atenderte al final de la noche, si has sido con todas igual...... - Suspiró - No creo que Sergei pueda ser feliz, pero que lo sea lo más lejos de mi posible. No soy rencorosa, pero no creo que esa persona tenga corazón.
Y entonces Matilda se agachó y dejo ver su figura en el cristal, algo sugerente, no sucio, tal vez buscando una atención que deseaba. Se sonrió
- Yo también te quiero ver paliducho, aunque..... - Se sonrió - has vuelto a irte hacia atrás. Tienes mucho que aprender de baile - Se rio - y de chicas, así que tranquilo, no me fiaré de los pelirrojos desalmados, esos que te venden hogares con chimenea y taza y encima de los que abrazan. - Se rio - ¿Acaso eres un kraken? Un horror, un horror..
Lo que no esperaba Tillie es que se levantara la camisa. Bajó la mirada sin rastro de vergüenza y le preguntó
- ¿En noruega no tenéis sol? Estás muy blanquito - Sonrió con ternura - y fuerte, tienes unas abdominales que dan ganas de rascar. - Enseñó sus dedos de uñas cortas, cuidadas, las que necesitaba por su profesión - Bailaremos
Dijo con fe, aunque cuando admitió que le gustaba y no dijo nada lo supo. Sonrió
- Pues es una pena, unas palabras tuyas hubieran estado muy bien - Sonrió - Me lo he pasado bien, pero creo que nos deberíamos despedir antes de que el espejo nos corte. - Se sonrió - Y no seas tan egoísta, mi primer baile estará muy solicitado, muchos chicos se pegarán por él, así que, igual te guardo uno de los del medio, de los que nadie se acuerda.
Se rio y le dijo
- ¿Quitamos la mano a la de 3?
Aksel soltó una carcajada breve, ladeando la cabeza como si pudiera sacudirse la vergüenza con una sonrisa. Se pasó una mano por la nuca y negó, aún divertido.
—¿Yo? ¿Gustarme los chicos? Tillie... he compartido duchas, camas y testosterona en Durmstrang como para cinco vidas. Te aseguro que si fuera el caso, ya lo sabría —la miró con complicidad, sin escándalo ni molestia—. Aunque no te voy a mentir... a veces me he sentido más comprendido por un par de ellos que por muchas chicas.
Su expresión cambió apenas un poco. Más reflexiva. Sus ojos bajaron apenas, como si la risa se hubiera ido a otro sitio, más adentro.
—No lo pensé tanto, ¿sabes? Solo quería pasar un buen rato... hablar, conocer. Pero ahora que lo dices... —hizo una pausa, leve— Espero no haber causado ningún lío. El espejo va a presentar a mucha gente. Gente que de verdad valga la pena —alzó la mirada de nuevo hacia ella, con una sonrisa que no llegaba a ser entera—. Dudo que yo sea la mejor opción para nadie. Pero si alguien se ha hecho ilusiones… supongo que me duele. Aunque no lo pretendiera.
Se encogió levemente de hombros y luego, cuando ella habló de su dureza, sonrió, más sincero.
—¿Cinco y medio en dureza? —asintió— Va a ser un duelo interesante. Aunque tengo que advertirte que yo también abrazo con fuerza. No sabré mantenerte, pero eso sí puedo hacerlo.
Rió con suavidad al oír el "señor examinador", y se inclinó un poco hacia el espejo, con tono de confidencia.
—Confirmado. La nota en descaro no baja. Pero deberás llevarte las monedas a peso, sin ayuda de objetos o criaturas mágicas.
Escuchó lo del baño con una ceja alzada, claramente fascinado.
—No... no lo había pensado. Asumí que el baño era algo... más práctico. Me he perdido un mundo secreto, por lo visto —se rió para sí—. Suena... mucho más organizado que lo nuestro. Aunque no creas que hay tantas peleas entre los chicos. Creo. No lo sé. nunca me metí en una.
Cuando la conversación volvió a la runa, Aksel asintió con calma, más serio.
—No me preocupa. No lo sentí como algo malo. Más bien... como si el espejo le mostrase cómo se sentían los demás. Y ella quería entenderlo. Solo eso —la miró, más sincero—. Pero gracias por ofrecerte. Si algo cambia… te buscaré. Palabra.
Después, cuando Tillie habló de huellas, y le lanzó aquella acusación medio en broma, Aksel bajó la cabeza con una sonrisa culpable.
—Tienes razón. Hablar de otra chica y después decirte eso... no suena muy bien —se sonrió, sin excusas—. Me sale solo, contigo. Y no lo retiro. Porque es verdad. La huella que dejas... es dudarera.
Cuando ella se refirió a Sergei, Aksel asintió, más serio.
—Te entiendo. Y no pienso defenderle. Pero sí me gustaría creer... que la redención es posible. Incluso para él.
Levantó las cejas, divertido, cuando lo llamó kraken. Rió, bajando el tono como si conspirara con ella.
—Vale. Me pillaste. Soy medio kraken. Me trajeron a este baile para cazar incautas, convertirlas en pastelitos de emociones y devorarlas en una cabaña frente al fiordo —la miró conteniendo la risa—. Pero shhh, es confidencial.
Cuando Tillie le echó en cara que se había ido hacia atrás en vez de acercarse, Aksel suspiró, teatral.
—Lo sé. Terrible bailarín. Y peor ligón. Pero estoy tomando nota. Palabra de pelirrojo desalmado.
Y cuando lo de las abdominales pasó de broma a real, la sonrisa de Aksel se volvió más suave. Más tímida. Se miró el abdomen y luego a ella, bajando apenas la cabeza.
—No tenemos mucho sol, no. Pero... me gusta que te hayan dado ganas de rascar —le dedicó una media sonrisa—. Que sepas que eso lo voy a recordar cuando vuelva a estar congelado en Noruega.
Cuando ella dijo que lo quería ver, Aksel ladeó la cabeza, tocando apenas el espejo con los nudillos.
—Más palabras... durante el baile. Me guardo unas cuantas. Y no dudo que vas a tener cola —la miró como si ya la viera desde lejos, centro de algo que ni siquiera ella pedía—. Porque te lo mereces. Porque eres de las que se quedan. En la piel. En la cabeza.
Sonrió cuando ella dijo que quizá le guardaría un baile de los del medio.
—Está bien. Acepto uno de los del medio. Pero solo si me dejas recordarlo. Para contárselo a mi taza gruñona mientras se enfría el café.
Ella propuso quitar la mano. Él asintió, con una mirada que no necesitaba más palabras. Le temblaba apenas la comisura del labio.
—Una... dos...
Hizo una pausa breve. Y, con la voz un poco más baja, dijo:
—Dans.*
Y soltó la mano. Con una sonrisa entre triste y boba. De esas que se quedan en el espejo incluso después de haberte ido.
*Baile, en noruego
Tillie sonrió cuando habló de su pasado de duchas, camas y testosterona, una sonrisa divertida, que se hizo mucho más comprensiva cuando habló de los problemas de comprensión sonrió con ternura
- Sería mejor que tuviéramos un manual de instrucciones ¿Verdad?. Nos ahorraría mucha frustración y sentimiento, pero no te creas, nosotras nos sentimos igual. - Sonrió - Por eso, cuando sucede, cuando te entiendes con alguien es tan maravilloso. Es extraño, es difícil, por eso cuando pasa, es tan mágico. Si has tenido más de una cita así - sonrió divertida - eres un tío con suerte
Lo miró a los ojos durante un segundo y ladeó la cabeza, somo si no acabara de creerse lo que estaba escuchando. Llevo la mano al espejo y golpeó con la uña a la altura de la frente de Aksel
- Estoy segura que habrá gente que se habrá hecho ilusiones, y lo hecho, hecho está. - Sonrió - No te preocupes, soy una chica dura...pero de momento, eres mi mejor opción - Se rio - Aunque seguro que ahora viene un príncipe o algo así, que venga a rescatarme a lomos de un unicornio de un pelirrojo desalmado. - Se encogió de hombros y le guiñó un ojo - ¿Se puede tener más que un 10 en descaro?
Se sonrió cuando hablaron de lo que pasaba en los baños y le ofreció divertida
- Un día te lo enseñaré, preparo una poción multijugos que no saben a musgo. Con un pelo mío podemos hacer el truco de las gemelas - Dijo riendo divertida. - Así me gusta, no hay nada menos sexy que un chico que se comparta como un cromañón.
Entonces hablaron de Sergei, y por la cara que puso Matilda no pareciera que creyera que tenía salvación. Aksel había hablado de otra chica, pero le había dicho que dejaba huella. Le dijo que aquello no estaba bien, pero aun así Aksel lo mantuvo. Se encogió de hombros, se sonrió y dijo
- Así soy yo, una vez que me conoces........ - Se sonrió - No me engañas, embaucador, aunque lo que dices suena muy bien. Hasta lo del kraken, aunque no dejaré que me hagas eso del pastelito de emociones, al menos hasta el tercer baile.
Se sonrió y enarcó una ceja cuando dijo que era poco ligón y que sonaba bien eso de ser rascado. Tillie sonrió y le dijo
- Es uno de mis traumas. Me gustaría tener las uñas largas, pero con mi trabajo, es difícil. - Se sonrió con descaro - Lo compenso rascando el doble de tiempo, para compensar.....- le guiñó el ojo divertida - Para que lo recuerdes en tus noches frías de Noruega, mientras pescas salmones en el hielo.
Aksel dijo que habían palabras que se guardaban, y que, en su opinión iba a tener cola, porque ella era de las que se quedaba. Aceptaría un baile del medio, o del principio, o del final. Tillie le sonrió con ternura
- No sé si vas en serio o me estás tomando el pelo, pero estaré esperando ese baile, con impaciencia.
Cuando propuso quitar la de mano a la de tres contó hasta tres. Lo último que pudo ver es su cara de sorpresa, seguida de una sonrisa divertida. Había sido como un día de primavera, y ahora, el espejo se antojaba frío y anodino.
- FIN DE LA CITA -