Partida Rol por web

La siguiente señal Vitaly la hizo de pasada, sin pararse a mirar, y avanzó corriendo hacia el sur, dispuesto a ver que eran esas luces. 

Cuando vi a aquel enemigo del Emperador venir a por mí me preparé para evitar el golpe, por suerte no hizo falta y contraataque con toda la letalidad que me había otorgado mi entrenamiento. Esperando que fuera suficiente para acabar con aquel servidor de la Gran Águila. 

Seguidamente, el sonido de la cuarta campanada me instó a avanzar más rápidamente. Debíamos salir cuanto antes de aquel extraño lugar.

Paul se ajustó la máscara antigas, comprobó el estado de su equipo en el display de su armadura y se dispuso a salir tras los demás. Se situó en el centro de la formación de soldados de la improvisada escuadra de Kolya, para poder moverse a vanguardia o retaguardia según fuese necesario el apoyo pesado. Su M36 no podía compararse con los hotshots de las tropas de asalto, así que de nuevo empuñó su rifle de fusión. Se adentraban una vez más en la oscuridad.

-Quédese detrás de mi, docteur Bernard. Si le dan a usted no tendremos quien nos parchee las heridas al resto...

Arthur mantuvo su fusil en alto, esperando no tener que gastar munición. No le gustaba un pelo como estaban las cosas. No sabía nada de los orcos esos, pero si sabía que los energúmenos verdes y folloneros nunca iban solos. Y tres le parecían muy pocos hooligans para un partido.- Hay más de donde vinieron estos gilipollas- escupió.- Lo mejor será encontrar la forma de salir de aquí rápido.

- 782.M41, es el mismo año en el que estamos - comentó Fiks, en especial para Quintus, consciente de la historia del regimiento de los enviudadores y de los años que ellos habían perdido -. Tenemos comisarios e inquisidores entre nuestras fuerzas, cuando logremos salir de aquí puede que ellos sean capaces de esclarecer lo ocurrido.

Dicho esto se puso de nuevo con el auspex en una mano y la pistola láser en la otra a tratar de aportarles algo de lo que pudiese percibir.

Aquella situación no le gustaba nada al enviudador quien lo dejaba percibir claramente en su rostro. Miró de soslayo a la sargento y asintió con la cabeza dejando pasar a aquellos tres tras ella, él seguiría cerrando la marcha y al primer movimiento sospechoso sellaría sus pecados con plasma antes entonar la mínima plegaria a los dioses oscuros.

Los stormtrooper se pusieron de nuevo las máscaras, y se prepararon para salir junto con el resto... Sin embargo, la presencia de nuevos elementos junto con las estrecheces de la salida volvieron todo un poco caótico, dispersándose un poco la formación inicial. Nada que no pudiera arreglarse, claro, pero el inicio no era el mejor. 

-Si quiere pasar adelante, es bienvenido, pero no rastreamos. Quizás deberíamos, sí, pero nosotros vamos peinando sectores y volviendo antes de que ocurran mierdas locas inexplicables. De momento no hemos dado con nadie, pero me da en la nariz que hoy vamos a tener suerte-replicó el sargento, animado. 

-Vosotros ya conocéis vuestros sectores-indicó a los otros stormtrooper que se alejaban, tras escurrirse entre todos ellos-en cuanto a nosotros, sargento, nuestra intención es avanzar hacia el centro. La última vez nos pareció dar con algo prometedor, pero tuvimos que largarnos antes de que todo se fuera al garete. ¿Vienen?

El cultista recibió los impactos, pero a diferencia del anterior, quizás por no verse sorprendido, éste no cayó. Si pareció herido, y la sangre roja tiñó de un color más oscuro sus ropajes, pero se resistió a darse por vencido, intentando un ataque con su daga con muy poca fortuna. Mientras tanto, una quinta campanada sonó, casi anunciando la llegada a la carrera de Moham. 

Dos de los hombres, aquellos que estaban más alejados del grupo, se miraron entre ellos al escuchar todo aquello, diciendo casi al unísono:

-Kriegers dementes.

El otro, optando por ser algo más diplomático, optó por intentar razonar con los extraños.

-No, no están en Sélica, sea lo que sea eso. Están, si el Emperador quiere y los condenados túneles no nos han perdido, bajo la Ciudadela de Acero, en Alabastria. O, al menos, cerca. Y no, ustedes vienen del sur. Tienen que venir de ahí, porque del este venimos nosotros y es donde estalló esa trampa, y no había nadie más. Por aquí aún nos queda camino que recorrer. Mire... No sé si han sufrido una conmoción, o el tiempo aquí abajo les ha afectado. Y, con el debido respeto sargento, ahora mismo me da igual. Lo que sé es que el condenado Von Rauken va a hacerse fundas para cubrir los tanques con nuestras pelotas como no demos con un acceso. Así que pueden quedarse aquí delirando sobre cosas sin sentidos, o seguirnos y matar mutantes, ustedes eligen-y tras esas palabras, y con un cabeceo a su grupo, se decidió a continuar el camino. 

Mientras tanto, Fiks comprobó por las lecturas que no debían estar muy equivocados. El sur, aunque se extendía algo más allá, estaba bloqueado, igual que su punto de partida. El único modo de avanzar parecía un laberinto hacia el ¿oeste?... Y una peculiar lectura energética en algún punto al sur, de tipo desconocido. 

Incluso los pieles verdes son capaces de aguantar una capacidad de daño limitada. Y, una vez heridos de gravedad, los disparos de bólter fueron suficiente para segar sus miserables vidas. Aunque no antes de recibir un disparo de plasma casi como quien oye llover. ¿Cuántos más de esos salvajes habría por aquí?

El avance del grupo hacia las luces, tanto del marine como la carrera de Vitaly, pronto se vio recompensado por una visión de lo que estaba ocurriendo. Aquel era uno de los grandes colectores, una visión normal de no ser por varias peculiaridades. La primera de todas, los braseros (que debían ser 4 a juzgar por las luces, aunque no podíais ver los de vuestras esquinas) que iluminaban todo el lugar, a veces con colores muy propios del fuego. 

El segundo, las diez figuras reunidas alrededor de dicho colector. Parecían personas de buena estatura, enfundadas en unas pesadas capas azules con capucha, que sostenían faroles de diseño intrincado que emitían una luz de colores cambiantes, como una especie de demencial caleidoscopio. Además, dichos tipos parecían estar en medio de alguna especie de cántico, y había varios cuerpos cerca, brutalmente mutilados. Uno de ellos, sostenido por uno de los cultistas encima del colector de aguas residuales, dejaba claro su destino: el negro pozo del submundo selicano. 

Vorgen se armó con el bolter pesado, tomó cobertura de con la esquina de la pared y abrió fuego contra el enemigo. Centró sus disparos en aquel que amenazaba con tirar ese cuerpo mutilado al colector de aguas residuales para, si ese enemigo caía, repartir los disparos entre los más próximos. 

Alain miró al soldado Van Horst y le asintió rápidamente, un gesto improvisado y ejecutado de una forma un tanto maníaca, pero sincero, al fin y al cabo. Como el fezzornita había hecho con él, el medicae indicó a su asistente que se colocara detrás de él, y entonces salió junto al resto en cuanto le tocó moverse. La formación no tardó en irse al garete, pero por el momento parecía que estaban a salvo. El devoto Acechadunas que iba en su escuadra, el tal Malek, se ofreció de nuevo para ir en cabeza, y el soldado de asalto inquisitorial lo desaconsejó. Estaba de acuerdo con él, pero ese no era ni el momento ni el lugar para iniciar un debate, así que se limitó a mantenerse alerta y aguardar a que los mandos tomaran la decisión. 

Vitaly asomó la cabeza alrededor de la esquina, chasqueando la lengua cuando la inmensa figura del marine comenzó a preparar su bolter pesado. Con un suspiro de impaciencia lantanita, asomo su amado rifle plasma y abrió fuego contra el cultista que tenía a tiro. 

Entonces, dejenme mirar pero les seguiremos ¿si? - dijo mirando al sargento Kolya, que era quien lideraba su equipo, imaginó que buscaría la colaboración con ellos, pero nunca se sabía; puede que Malek pecara de listillo, pero no le cabía en la cabeza otra disposición por parte del sargento Lantanita - ¿podrían compartir conmigo su frecuencia o una frecuencia para mantener la comunicación? nunca se sabe que podría pasar - estaba claro que no buscaba inmiscuirse en sus asuntos, solo buscar una estrecha colaboración entre todos. 

La hora llega de salir, de enfrentar lo que sea que nos encontremos allá fuera. Los stormtroopers Inquisitoriales están preparados para ponerse en marcha y yo también, pero ellos mencionan que podemos tomar la delantera, para lo que espero la orden del Sargento que está a mí cargo, el Sgto. Vladislovich, de quien obtengo órdenes en esta operación.

Le miro, esperando indicaciones acerca de mi actuar, pues estoy listo para salir a abatir lo que sea que se nos interponga, a pesar de dudar todavía de si debería utilizar mi bólter pesado o mi escopeta de combate. Me decanto más por llevar en mis brazos el bólter pues su potencia de fuego no puede compararse y es un punto de superioridad que no se debe despreciar.

"Puede ser la diferencia entre vencer y morir."

Y es precisamente esa clase de usos tácticos lo que define la supremacía, según el código que se nos enseña en Kasrkin. Utilizar de la mejor manera los recursos es la forma de conseguir la victoria en la mayoría de las situaciones. Espero que esta no sea la excepción.

- Va-va-vayamos entonces y que El Emperador nos guíe - farfulló con incomodidad Fiks, afectado por el comentario de aquellos soldados acerca de su salud mental; sabía que podía racionalizarlo como un malentendido pero, en aquel momento, le llevaba de cabeza -, al primer giro que podamos hacer hacia la izquierda y que nos lleve al sur deberíamos tomarlo: hay lecturas sobre el áus-p-p-pex que no deberíamos ig-g-g-...

Se golpeó nervioso la pierna y se acercó a la sargento Schenkopp para mostrarle la pantalla de la consola para que viese a qué se refería. Odiaba a esa mujer por su planeta de origen pero ella no había hecho más que demostrar entendimiento hacia su condición desde los Talleres Fénix y, poco a poco, se hacía a su compañía.

Oculta por el respirador, Katrin les dedicó a la pareja de "Doblesueldos" (la gente se ponía unos motes de lo más estúpidos) una mirada de hastío, pero dejó correr el asunto. Estaba más atenta a lo que les contaba el otro, aunque todo lo que decía le sonaba a drafelivano. Por lo que a ella respectaba, eran ellos los dementes, pero ¿Quién podía estar seguro de nada en aquella mugrienta oscuridad?

— Supongo que matar mutantes no hará ningun daño a nuestra misión — musitó hacia sus compañeros, dando a entender que por el momento seguirían al trío de soldados de asalto. Fiks se le acercó algo sobresaltado, incluso tartamudeando. Uno no podía esperar que un lantaninta mantuviera el tipo ni siquiera en situaciones sin peligro, pero el medicae era el único que podía manejar el auspex de manera competente, por lo que se esforzó por contener una reprimenda, concentrándose en la pantalla del aparato que le tendía el otro.

— Nuestro medicae tiene razón. El auspex muestra una señal de energía hacia el es... hacia el sur. Creo que deberíamos tratar de llegar a ella y ver de qué se trata. Quizás sea importante.

El sargento acechadunas apuró aún más su carrera, aquellas malditas campanadas parecían atravesar sus tímpanos y acelerar su corazón. Debía estar cerca, lo notaba, la única soldado que quedaba del pelotón, sin saber a ciencia cierta que podía haber sido del resto. Quizá pudiera encontrarlos y reunirlos de nuevo. Pero para eso debía llegar a tiempo, aún sin saber a dónde.

Quintus seguía sin llegar a comprender la situación, pero en cierto modo le daba igual, estar en otro sitio no era lo peor que podía pasarle a uno cuando el inmaterium te jugaba una mala pasada. Asintió ante la conciliación y orden de la Sgt.Schenkopp, él seguiría cubriendo la retaguardia mientras los recién llegados marchaban al frente, tenerlos delante vigilados le parecía mejor idea; si volvía ha haber problemas al menos el medicae y ella estarían mejor cubiertos.

Sin mediar palabra avanzaba junto con el grupo cubriendo a la comitiva con el rifle apunto para lo que pudiera pasar.