Partida Rol por web

El chico rubio de Gryffindor, que se había presentado como —¿Izrael? No puede ser, ¿Nathan? No, no era eso— fuera propuso salir al patio a practicar el conjuro. Era uno de esos chicos que siempre tenían algo en la cabeza, y a quinenes otros tendían a seguir naturalmente. A Maxwell le iba bien, le gustaba mantenerse en segundo plano, tener libertad para moverse solo cuando hiciera falta.

Lo cierto es que había pensado pedir ayuda a la chica de segundo del pelo rizado, pero si podía mezclarse con los demás y evitar deber un favor, ya tenía algo ganado. Un conjuro sencillo le había resultado complicado, y si no quería que el viejo lo echara de casa tenía que demostrar que había aprovechado el tiempo para algo, así que sospechaba que iba a tener que pedir más de un favor.

Se levantó lentamente, desplegando sus piernas con un sonoro crujido. Había corrido escaleras arriba, brincado montaña abajo y vuelto arriba de nuevo, y pasarse después toda la clase sentado, inmóvil, le había dejado las piernas pesadas y entumecidas. Por suerte, todavía era un niño, y eso no le hubiera impedido echarse a correr otra vez si era necesario.

Cogió el libro y el estuche, guardó la varita en un bolsilló interior de la túnica que, suponía, estaba cdosido para tal fin, y siguió a los demás al patio.

Neil se había quedado ensimismado con aquella clase. Le había encantado. Mientras todos acaban de practicar el hechizo él se puso a ojear el resto del libro.

Cuando se dió cuenta oyó como Árpád decía que también se iba al patio y le cundió un poco el pánico por verse allí sin nada recogido mientras todos iban saliendo.

Ey! ¡Esperadme, que también voy! dijo mientras tiraba todo dentro de la mochila y con el sombrero en la mano corría detrás de sus compañeros.

En un año que había pasado la profesora Lance mantenía la misma apariencia. Estaba claro que sus conjuros ilusorios no dejaban mostrar su verdadera apariencia, lo que os hizo plantearos si realmente era así, o quizá se tratase de una mujer anciana y horrible. En cualquier caso, Lance no era tan temible como Green y su simpatía era de sobra conocida por vosotros, hasta tal punto que todos vosotros habíais decidido de nuevo cursar su asignatura con la intención de aprender algo más sobre las Artes Quiméricas.

¡Buenos días! Dijo la profesora mostrando su par de pares de ojos, de pronto cada uno de ellos parpadeó como si nada tuviera que ver con los demás y continuó hablando.

¡Me alegro de veros a todos este año! Espero que hayais pasado un feliz verano y que hayais disfrutado de vuestras familias. Hoy vamos a practicar un conjuro que quizá a muchos os llame la atención. La profesora miró alrededor de la sala, y vosotros copiasteis sus movimientos. Aquella sala no era como siempre, había muchos objetos que antes no habíais visto y Lance parecía emocionada por ello.

Uno a uno os los fue señalando, y otros los iba tocando con su varita. En cuanto ella los rozaba, la imagen desaparecía, tan solo era una ilusión, y realmente era un gran trabajo.

Hoy vamos a realizar vuestra primera ilusión optica, el año pasado aprendimos un par de conjuros útiles, pero nada tan interesante como esto. De pronto un humillo blanco comenzó a brotar de su varita, al tiempo que sacaba un trozo de lana sin cardar de su bolsita. La trenzó en la punta de la varita y gritó: ¡Immago Lissitum! Y la lana se desvaneció, y entonces un pequeño jarrón con flores se materializó encima de su mesa. El conjuro parece bastante real, pero tened en cuenta que no es capaz ni de reproducir sonido, olor, textura, ni temperatura, pero fijaos. Dijo mientras tomaba la imagen entre sus manos y se la llevaba consigo. Podréis fingir que tenéis un objeto sin que sea cierto. Eso sí, tan solo podréis crear pequeña imágenes de objetos, nada de crear personas, ni tampoco animales. Dijo pensando en que quizá les daba a todos por engañar a los profesores copiando las imágenes de sus mascotas y paseándolas por los pasillos o el resto del colegio.

Con el tiempo, desarrollaréis ciertas habilidades que os harán crear imágenes realmente impresionantes. ¡Ya lo veréis! ¡Y ahora, a practicar!

Mircea llegó a clase temiendo llegar tarde, pero resultó que era el primero en llegar. Saludó a la profesora inclinando la cabeza lo justo para que pareciera cortés pero no sumiso. Del profesorado de Hogwarts, Mathilda era de las mujeres más agradables que les había impartido clases el año pasado. Además, en primero Mircea había sacado la nota más alta en Artes Quiméricas, así que estaba claro que estaba obligado a cursarlo este año de nuevo. Al menos sabía que coincidiría con Perry y eso le animaba.

Según iban entrando, fue saludando a los compañeros con los que compartiría esa clase durante todo el año y guiñó un ojo a su amigo, el ochi-de-soim, Perry.

Cuando la profesora Lance comenzó a impartir el aprendizaje de un nuevo conjuro, Mircea tomó nota en un pergamino de posibles usos e inconvenientes del hechizo. Algunos de los problemas quizás fueran fácilmente remediables potenciando el conjuro, eso tendría que descubrirlo por su cuenta.

Esta vez no hubo que practicar movimiento de varita, como en casi el resto de hechizos de Artes Quiméricas. La fuerza de aquella magia residía en la capacidad de imaginación y en el sometimiento de la voluntad para poder transformar un objeto en otro. Así pues, tras recitar varias veces las palabras adecuadas, decidió finalmente ponerlo en práctica.

Sacó del sombrero que había dejado apoyado sobre la mesa un pañuelo de seda, con las iniciales M.P bordadas en dorado. Doblado y de un blanco reluciente, sería el objeto que transformaría. Immago Lissitum, susurró apuntando con la varita.

De repente sobre la mesa apareció un Samovar completo de pequeño tamaño, de los de un litro de capacidad. Mircea asintió con la cabeza. Era una réplica bastante acertada.

- ¡Buenos días Profesora Lance!- Dijo Perry con entusiasmo al entrar en la clase, por supuesto sin ningún pudor porque pudiera parecer que quería ganarse su estima. Aquella clase era su favorita y, al contrario que otros, Perry no estaba realmente dotado para ello, pero eso le daba igual. Compensaría con ganas y esfuerzo la falta de talento. Se alegró de ver que Mircea ya había llegado, pues no sabía quién iba a estar en clase excepto él. Los demás que vinieran le daban un poco igual. Se sentó a su lado y le saludó con una sonrisa. Era extraño como le presionaba la presencia de Mircea en la clase. Quería realizar el hechizo e impresionar a la profesora, pero también al rumano.

Escuchó con atención las explicaciones y, como siempre, el hechizo le pareció de lo más útil. Después se asombró al ver el hechizo de Mircea.

- ¡Wow! Ahora es mi turno.- Sonrió imaginándose el objeto que iba a recrear. Al verse la varita en la mano le recordó al los objetos muggles de colección que guardaba su padre por toda la casa. La saga Star Wars. Sacó la varita e imitando a la profesora realizó el conjuro con su entusiasmo habitual, que contrastaba con la aséptica práctica de la magia de su amigo.- ¡Immago Lissitum!

La varita de Perry había adquirido el aspecto de una espada láser y la movía en el aire como peleando contra las hordas del Imperio.

- Zzzzzumm, zzzuuumm.- Hacía el ruido con la boca, pues el conjuro no permitía más que manipular la imagen.

Cuando llegué allí, vi que no era el primero. ¡Hola!

Somos pocos - me dije.

Bueno, espero que merezca la pena haberme cogido esta optativa.

Comprobé que lo que hacía la profesora Lance tenía cierta semejanza a otros conjuros, pero era cierto que éste era particular.

Tengo que conseguir que se me reproduzca lo que quiero, lo que deseo, lo que...Mmm, sí, sí, eso, eso. Cogí una pelusa de su bolsillo del pantalón.

¡Immago Lissitum!

¡Vaya!, parece que lo que me imaginaba no podrán verlo ahora.

Diana entró tan contenta como una perdíz en la clase, conocía a todos los alumnos que se encontraban en la clase y solía llevarse bien con todos... bueno con casi todos porque lo cierto es que con Sam y Morpho no había llegado a hablar mucho, peor aún así los saludó también con la mejor de sus sonrisas, al igual que al resto de los presentes.

- Wala Perry... has conseguido conjurar una espada laser...- Dijo Diana sentándose al lado de su amigo de Ravenclaw, al ser muggle conocía perfectamente el universo de Star Wars... entonces decidió probar suerte con otro icono de la literatura y el cine muggle- Bueno... voy a probar yo ahora.

Decidida sacó su varita e imitó como pudo los movimientos de la profesora, cuando se sintió capaz se prpearó y lanzó el conjuro.

- ¡¡IMMAGO LISSITUM!!- Diana le ponía mucho animo a todo, pero en vez de reproducir una copia del anillo único le salió una especie de circulito metálico oxidado, la niña lo cogió con cierto desconcuelo- Creo que tendría que haber escogido otra optativa... con esto jamás voy a ser capaz de dominar la Tierra Media- declaró recuperando la sonrisa... era mejor reirse de sí misma que ponerse a llorar.

Sam llegó con poco tiempo a la clase, pero llegó. Un mechón se le había separado de su perfecto peinado, y levantó la mano derecha para ordenar el mechón, colocandolo detrás de la oreja.

Se sentó junto a Morpho, la única serpiente además de ella. No tenía ningún cariño al resto de allí presentes y ni saludó ni sonrió a ninguno. Sacó la varita y la puso sobre la mesa, con la mano muy cerca. Escuchó a la profesora y asintió a sus explicaciones. El conjuro era bueno e interesante.

Memorizó los movimientos y las palabras a pronunciar. Carraspeó antes de lanzar el conjuro Immago Lissitum

Allí, en la mesa, una pulsera apareció de la nada. Con tonos dorados y la cabeza llena de rubíes, la joven bruja se puso a su serpiente pulsera en la muñeca.

La profesora Lance se dirigió en primer lugar hacia Morpho, echó un vistazo a lo que tenía entre las manos y se dio cuenta de que había sacado una pelusa de su pantalón en lugar del trocito de lana de su bolsa de componentes mágicos. Mircea parecía haber hecho lo mismo, pero el pañuelo de seda tenía unas iniciales bordadas con un trocito de lana muy fino que fue lo que se consumió cuando realizó el espectacular conjuro.

La profesora explicó a Morpho su error, pues no había escogido bien el componente del conjuro y por eso no lo había realizado con éxito, después miró a Diana, ella ni si quiera había tomado ningún componente, por lo que tampoco le salió.

Chicos, me temo que os tocará quedaros toda la siguiente hora aquí conmigo para realizar el conjuro con éxito, lo volveremos a intentar, a ver si con mi ayuda os sale mejor. ¿Entendido?

A los demás, tan solo decir que Mircea a logrado realizar una fantástica... miró aquel objeto ilusiorio y dijo, bueno lo que sea eso, ¡genial! Es muy bonito y te ha quedado muy bien. Lástima lo de las iniciales de tu pañuelo.

Por lo demás, Sam, Perry y tú también, Mircea  ¡10 puntos para todos! ¡Enhorabuena, chicos!

¡Ah! Y se me olvidaba, Diana y Mircea, si tenéis interés en practicar el conjuro Artifficus conmigo, podríamos practicarlo también, el año pasado nos quedamos sin darlo por culpa del baile, así que durante esta hora os podéis quedar también y lo practicais. ¿Os parece bien?

Cuando Perry hizo su conjuro y aquella cosa larga apareció en sus manos, Mircea no supo qué pensar. Parecía una varita más larga y brillante. ¿De donde habrá sacado semejante idea? Arrugó el entrecejo cuando su amigo empezó a hacer movimientos mientras hacía ruido con los labios. Buscó por el aula buscando a alguien que quizás le acabara de lanzar un Confundus, pero no lo encontró. Cuando Diana llamó a aquella cosa "espada láser", Mircea se quedó aún más sorprendido. ¿Una espada? Pero si es redondeada...

Cuando volvió a fijarse en su Samovar, vio que por debajo asomaba el pico de su pañuelo. Levantó la ilusión que no tenía masa y por tanto carecía de peso, y vio que las iniciales habían desaparecido. Sonrió a su pesar, pues había sido capaz de sacar el conjuro con solo un poco de lana cuando debería haber usado una cantidad mayor.

Gracias, profesora Lance. Es un Samovar, se usa para el té en los países de oriente, explicó el chico. No importa, sonrió a la mujer. Estaba pensando que con un reparo, y un par de hilos sueltos, quizás pudiera arreglar el desaguisado.

Ya aprendí el Artifficus, profesora. Un hechizo muy útil. Pero gracias, dijo según cogía su samovar cuasi-imaginario y el sombrero para marcharse de clase. Tenía prisa.

Se despidió de la profesora y de los demás. Luego te veo, Perry, dejó en el aire justo antes de salir por la puerta.

Perry no pudo evitar reírse a carcajadas ante la ocurrencia de Diana.

- ¡Qué bueno, Di!- Lástima que no le hubiera salido el hechizo, al parecer Perry no era tan poco dotado como había pensado. Era genial poder hablar con alguien de las "fricadas" muggles y que no pusiera la cara que estaba poniendo Mircea.- Venga Mircea, no me digas que no sabes que es una espada láser.- Cuando el tejón se despidió, Perry le devolvió una sonrisa que significaba "cuando gustes". Los que habían fracasado podían quedarse a seguir practicando. Esperaba que en adivinación pasara lo mismo para poder avanzar lo máximo posible. A pesar de haber conseguido realizar el conjuro le parecieron muy pocos puntos para tanto esfuerzo.

- Diana, yo no me quedaré mucho pero si quieres puedo ayudarte también. He quedado con Selena para ayudarle con duelo. -Le encantaba la positividad de la chica y le había sorprendido con su conocimiento sobre Tolkien.

- Sí por favor, me gustaría mucho que me ayudases con esta clase, la verdad es que no se por qué me la he escogido este año... no se me dá muy bien, pero bueno haré lo que pueda... la profesora ha dicho que hy que utilzar algo... ¿Valdrá con esta madeja de hilo? La compré para dársela al gato de Eli, pero se me había olvidado hasta este momento- la niña le mostró una madeja de hilo rojo.

- ¡Qué mas da eso Diana! Lo importante es que te guste.-Estaba claro que Perry demostraba un entusiasmo desmedido por artes quiméricas.- Yo no arriesgaría. Toma un poco de la mía.- Le tendió unas hebras de lana.- De todas formas preguntase lo a la profesora.- Perry se esmeró en enseñar a Diana cómo realizar el conjuro tal  cual lo había hecho la profesora, después se despidió de ella para acudir en busca de Selena.

Sam vio la pulsera en su muñeca y se la quitó. La dejó sobre la mesa y se levantó, guardando la varita. Recogió todo y se marchó. Sería un buen momento para hacer otras cosas.

Hasta luego, profesora, muchas gracias. se despidió.

Diana prestó mucha atención a los consejos que le dió Perry.

- Muchas gracias Perry... ahora seguro que si me va a salir. Venga vete ya que no te quiero entretener más- lo despidió con la mano con su radiante sonrisa.

Entonces volvió a concentrarse y repitió los gestos, pero esta vez usando el hilo que le había dado el chico de Ravenclaf.

- Venga... vamos allá... IMMAGO LISSITUM... Un anillo para dominarlos a todos wajajajaja- exclamó feliz porque en aquella ocasión si que parecía haberle salido bien el conjuro

De acuerdo profesora - le contesté.

¡Qué mierda!, me quedo aquí como un perdedor.

Esta vez esperó a que su compañera hiciese el hechizo.

Bueno, ahora me toca a mí - dije alcanzando un hilo de lana similar al que Diana había cogido segundos antes.

Immago Lissitum - grité con convicción.

Ahora sí, así es como debería haber ocurrido antes.

Se lo mostré a la profesora.

Poco después marché de allí.

¡Un gran trabajo jovencitos! ¡Veis como con un poco de esfuerzo y concentración os sale mucho mejor!

¡Enhorabuena!