Partida Rol por web

En el camarote

Se oyen una serie de crujidos por todas las vigas del barco que os hielan la sangre e incluso podrían haceros despertar o entrar a formar parte de vuestras pesadillas. Las tablas de la cubierta sobre vuestras cabezas se han movido y se oye el inconfundible chasquido de cuerdas que anuncian su ruptura...un quejido aún mayor llega después y luego un chapoteo...estais muy seguras de que acabáis de perder un trozo de el Dañino.

Se oye un disparo. Solo uno.

Un disparo.

El cañón humea en la mano de la capitana que sostiene el arma en una mano y el timón con la otra. Su tez está lívida e inspira terror, como una gorgona mitológica cuya belleza se ha transformado en ira. Su silencio resulta ensordecedor y cómo su mirada pasa de hito en hito por cada uno de vosotros os hace saber que alguien iba a pagar por esto. Tal vez todos.

-La vela mayor. A-ho-ra- dice con un tono muy pausado...muy tranquilo...en español, para que no queden dudas.

Filippo y Diego se han quedado muy serios y con la mirada evitan las de los demás. Rápidamente el rubio va a por el italiano y le ayuda a incorporarse para bajarlo por las escaleras evitando tropezar con Ron por el camino. El italiano va fafullando por lo bajo pero apenas se le entiende, aunque su tono no es de buen humor.

Tal y como pudo, tambaleándose y moviéndose de manera torpe y desequilibrada fue primero hacia donde se encontraba Nina.

- Vamos Nina... Deberíamos salir de aquí... No... No es... Seguro... Se oyen... Hay un... Disparo...

Hablaba como podía mientras intentaba no vomitar y si Nina hacia por levantarse también la ayudaría sino intentaría subir ella sola. 

Maritza agradecio la traduccion al español, ya que poco le habia entendido a la capitana. Sin decir nada la gitana fue para abajo con todo su esfuerzo, seria un dia vago para ella. Pero pronto lo recuperaria y volveria a mostrarse al mando. Ahora solo esperaba que no fueran muchos los que terminaran abajo con la mala condicion.

Quienes vieron hacia las escaleras de la cubierta vieron como la gitana bajaba tomandose el estomago. Con algo de esfuerzo miro quienes estaban, saludando a Ruby si es que la hbia notado bajar y luego acercandose a Nina. Queria ver como estaba, no la habia visitado tanto como habia querido.

PERO QUE COÑO!!

Por alguna razón la enfermedad no tuvo efecto en el, estando bien lúcido y atento, pero jamás pudo predecir lo que pasaría a continuación.

Pero en vez de soltar alaridos y vociferar maldiciones a diestra y siniestra optó por algo mejor, ponerse a trabajar otra vez

La rabia le hizo olvidar toda la mierda de todo, dandose cuenta de que había sido su culpa por no cuidar todo los aparatejos de cuerdas.

Trepó a toda marcha para desatar los malditos nudos y aflojar la vela y evitar que el palo mayor se partiera, si tenía que cortar las cuerdas, pues eso haría si no había otra salida y no podía repararlas.

Venga, deprisa Jesse, o esto podria acabar mal.

Ronald escuchó el estruendo y por la inclinación de la mayor y los crujidos supo que si no se izaba la vela principal, o se dejaba caer, perderían el palo mayor y no habría forma de repararlo en altamar. Como pudo se arrastró hasta el palo mayor, e intentó por todos los medios trepar hasta el nudo que permitiría comenzar a izarla. - Maldición idiotas de mar, - gritó como pudo cuando vió que los músculos no le respondían como era debido - Si no aflojan esa vela perderemos el mástil - miró hacia arriba, una distancia imposible, unos imposibles veinte centímetros que cualquier idiota patas largas podría alcanzar. - Vamos condenados bastardos, es un puto nudo y tirar de la soga, o subirse y cortar los nudos... perder la vela es preferible a perder el palo mayor.

Me lanzo de inmediato hacia el palo mayor escuchando las órdenes de los demás, corriendo todo lo que puedo, intentando evitar mayores destrozos. Veo que Ronald se acerca, no parece tan lívido como a la propia sirena, así que no sé si podrá ayudar mucho.

Con la agilidad que me caracteriza subo sin ningún problema y empiezo a recoger la vela para que no se destroce el mástil. Joder, joder, joder... es todo lo que digo mientras subo conteniendo las arcadas que ocasiona el movimiento, que aunque estoy relativamente bien todavía sigo notando algunos efectos* de la enfermedad.

Por fin, las dos velas están en los alto convenientemente recogidas, pero los daños ya habían sido causados y eran irreparables mientras estuvierais navegando. Atrás queda el gran pedazo de madera que había sido el bauprés y su vela cebadera que se mantenían flotando en el agua, como un mudo y acusatorio testigo de vuestra falta. Claro que para haceros sentir culpables aunque no lo fueseis ya estaba la cara de la capitana, todo un poema de frustración y enojo. Más parecía que había perdido un hijo que un trozo del barco. 

Diego ya ha vuelto a la cubierta, solo, pero parece que para ayudar a quien lo necesite para bajar al camarote, su gesto continuaba siendo ceniciento, no sabríais decir si por el malestar producido por la fiebre o por los daños sufridos en el barco.

-Velasco, o timón.- ordena con frialdad la portuguesa y su orden es obedecida por el español con la velocidad del rayo, hasta a él parecían habérsele pasado las ganas de decir alguna tontería de las suyas.

-McMartigan, Maritza. O meu camarote. Agora.- y dicho esto baja las escaleras y vuelve a su despacho, dejando la puerta abierta para que los que han sido llamados la traspasen.

En el camarote

Nina abre un poco los ojos al ver cómo intentas acercarte a ella para levantarla y parece con ánimo de colaborar.

-Vale Uxía ya me levanto...pero luego quiero un aumento...-no parecía que te estuviera vacilando. A pesar de tu fiebre era mayor, ella parecía seguir con sus delirios. Saca sus pies de la hamaca y se apoya, medio en Ruby y medio en un poste- ¿porqué se mueve esta condenada taberna?

Dais una imagen un tanto lamentable pero lo importante era salir de allí no fuera a ser que se derrumbara el palo mayor sobre vuestras cabezas.

En ese momento cuando apenas habéis conseguido dar dos pasos hacia el final del camarote, veis que Diego baja ayudando a Filippo a no caer escaleras abajo y el rubio parece algo sorprendido por veros de pie.

-Ya ha pasado el peligro, Ruby...hemos perdido el bauprés pero eso ha sido todo.- la tranquiliza al imaginar porqué estaba intentando salir del camarote. En ese momento suelta al italiano que se apoya en una pared y se deja caer en el suelo, muy dispuesto a dormirse allí mismo.- Voy a ver si alguien más necesita ayuda y enseguida estoy de nuevo aquí abajo, la capitana ha llamado a la bruja y al enano, no sé que clase de feria van a montar pero...-el bodeguero intenta hacer un chiste pero no le termina de salir el humor por la situación y se calla. Pero no así el italiano.

En el camarote

-...una que yo no pagaría por ver...espero que a nadie se le ocurra decir que una gitana y un gnomo van a dirigir nuestro rumbo o seremos el hazmerreir de todo el puto caribe...- musita el timonel que logra ponerse de pie costosamente y ayuda a la sirena a quitarse el peso de Nina. A pesar de su deplorable estado, su fuerza no parecía tan mermada como la de Ruby y otros, es probable que su tamaño tuviera algo que ver.

Diego hace una sorda carcajada, como un ruidito ante la broma del timonel y sale del camarote para volver a la cubierta.

Se encogió de hombros, dejó que recostaran de nuevo a Nina y ella regresó tambaleándose hasta su hamaca, tumbándose en ella y volviendo a cerrar los ojos para no sentirse tan mareada. 

Solto el palo mayor y se dirigió lo más dignamente posible al camarote de la capitana, estaba pálido, sentía los músculos como gelatina de pollo y agradecía no tener nisiquiera bilis en el estómago para lanzar. Caminó a los tumbos, y terminó apoyandose en la borda más cercana para llegar sobre sus dos pies hasta la puerta del camarote.

Trataba de no pensar en lo que sucedería, sólo importaba llegar al camarote y cuando lo hizo ensayó una especie de saludo en la puerta, y se perdió en las sombras del dintel.

En el camarote de Uxía.

Una vez dentro no se permitió relajarse, se aseguró de llegar hasta la alfombra y una vez allí sus piernas lo obligaron a sentarse sobre la misma. Eso si, se aseguró de que a pesar del mareo y de las nauseas, su cuerpo se mantiviera erguido y su mirada buscó la de la capitana - A sus órdenes - dijo, o mejor dicho creyó decir y balbuceó.

La gitana tiene que hacer un esfuerzo pero obedece a la capitana moviendose hasta llegar al camarote de ella. Haciendo un esfuerzo para caminar mas normal de lo que se sentia.

En el camarote de Uxía.

Maritza entro un poco despues del enano, dando una mirada al lugar y aprovechando una silla libre para sentarse. Ya seguro recibiria una tirada de oreja pero preferia hacerlo estando comoda si era posible.

"A sus ordenes capitana. Se siente bien?" pregunto por educacion, aunque podia ver que estaba mejor que ella.

En el camarote

Al cabo de unos momentos, el rubio vuelve al piso inferior, no trae a nadie más consigo y los gritos en la cubierta parecen haberse mitigado.

Con ayuda de Diego, Nina logra llegar de vuelta a la hamaca y Filippo decide quedarse tumbado en el suelo, en una esquina del casco.

-Dice que así respira mejor, pero yo creo que le da miedo que se rompa la hamaca por su peso.- dice Diego en voz alta al tiempo que da unos golpecitos en la mejilla de la sirena, bastante molestos. Hace lo mismo con Nina, recibiendo gruñidos.

-No te duermas, esto es la fiebre de caribe, pronto se nos pasará a todos pero hay que intentar mantenerse hidratados y combatir la temperatura.- te ofrece ofrece agua. Si, agua.- Lo siento pero el ron te podría adormilar demasiado- responde, como adelanto a una posible mala reacción.