Partida Rol por web

Vuestro viaje comienza con tranquilidad. Comienza conduciendo Athena en la salida de la fortaleza. Después de tanto tiempo encerradas dentro la verdad es que sienta bien lograr salir de aquel sitio a tomar un poco de aire libre y sobre todo con una misión puesta como destino.

El viaje es gratificante, cogéis una ruta comercial con pocos peajes y decidís ir hacia Raverna para hacer una pequeña parada en la ciudad. No os tomáis mucho tiempo, más que nada observáis la ciudad desde lejos y tomáis una noche de descanso en una posada local. En cierto modo la ciudad trasmite tranquilidad y un sentimiento muy hogareño. Las casas tienen un tono normalmente blanquecino y con tejados de teja rojo pareciéndose a un tipo de arquitectura Veneciana.

Sabéis que no es tiempo para turismos y al preguntar al tabernero lo única que dice son las cosas buenas de la ciudad, como si estuvierais puramente en una ciudad turística. Los que hayáis vivido por la zona sabréis que las grandes ciudades están controladas por algunas mafias y Bellafonte y Lucrecio son zonas muy controladas por la corrupción tanto política como militar. Esta vez tomáis la elección de seguir sin darle mucho juego al asunto, realmente se os sale de las manos y ya sabéis que las preguntas innecesarias traen gente innecesaria.

Teniendo en cuenta algunas indicaciones sobre las rutas, sabéis que hay una ruta comercial poco usada cogiendo cerca del mar, esta ruta hace que tardéis más, pero os permite no llamar mucho la atención, ademas muchas de vosotras no habéis visto nunca el mar o principalmente algo exterior de Ferenlir.

El mar algunas de vosotras es bastante impresionante. Los mares del este casi siempre están en calma. Son un espectáculo al atardecer, podéis observar como todavía hay animales marinos a donde alcanzáis a ver, también podéis ver algunos filibotes haciendo sus rutas marítimas y quizás algunas sirenas y arpías en la lejanía pescando en el aire.

Una vez llegáis a "El Dominio" se puede respirar una sensación pura de magia. La isla de Albidion esta bastante cerca y su magia ha llegado hasta esta costa, la tierra esta más viva, las plantas respiran más animadas y todo es relativamente más espectacular

Poco a poco os separáis de la costa, dejando las maravillas o atrocidades de la magia y os dirigís a Saint Dominica. El camino sigue un poco infectado por la magia, pero poco a poco lo dejáis atrás para volver la misma decoración de siempre. Os paráis en algunos puestos comerciales de la zona para preguntar como han estado y para vuestra impresión los negocios van bastante bien. Aunque dicen que la zona oeste de Saint Dominica no esta haciendo afectada por el parón en las ruta comercial del norte. Indagando un poco más descubrís que esa ruta comercial solo afecta a un bajo porciento de la ruta comercial del norte, ya que lo único que hay que hacer es dar un rodeo de 45 kilómetros para evitar pasar por allí, pero ese rodeo afecta a las pequeñas y medianas compañías de trasporte que dar ese rodeo les cuesta relativamente más caro por el peaje y ademas se retrasarían de 1 a 2 días más de viaje. Después de eso os despedís del mercader y seguís en el Speedwagon hacia Saint Dominica.

La pequeña ciudad de Saint Dominica se alza imponente en el pequeña llanura en el que se sitúa. Es bastante fácil de encontrar y podéis observar como, a lo lejos, la rodean algunos bosques. Las rutas comerciales están llenas de pequeños carros comerciales que trasportan los productos, lamentablemente si echáis un vistazo a la ruta al norte, podéis observar que apenas hay carromatos tomando esa ruta. Por otra parte también podéis observar algunos pequeños pueblos colocados cerca de las murallas y en la llanura. Os percatáis que son campesinos que aprovechan la zona para hacer sus cultivos y criar ganado. Estos pueblos están algo dispersos, pero no se alejan mucho de la propia sombra de la ciudad.

El Speedwagon es mejor dejarlo fuera en el aparcamiento de carromatos. Estáis aun dentro y podéis saber cual sera vuestro procedimiento. Es tarde y casi se oculta el sol, Pralon Master seguramente este recogiendo su tienda y no os pueda atender, pero aun tenéis que entrar en la ciudad. Stake os proporciono a todos unos pasaportes e identificaciones, aunque el gran problema reside en Astrid. Esta en vuestras manos que hacer, pero se pueden hacer muchas cosas. También tenéis 2 monedas de oro cada uno de vosotros y 2 monedas extras Astrid en el caso de necesitar rellenar el inventario o algunas necesidades del grupo, medicinas... etc.

Los mapas conseguidos sobre Saint Dominica son algo antiguos, pero aun sirven. Sabéis que la ciudad esta separada por estos lugares.

• Barrios pobres, cercano a las murallas.
  • Posadas: Están marcadas en el mapa, no suelen ser caras y siempre están llenas de gente con información.
  • Tabernas: También están marcadas y aquí se viene a beber y a jugar.
  • (Otros, lo que se os ocurra yo lo interpretare.)
• Barrios de mercaderes, en la circunferencia central de la ciudad con una ruta especifica a todas las puertas.
  • Casa de Pralon Master: Se trata de una casual casa-tienda tan común en las personas que tengan un negocio particular y familiar.
  • Plaza de abastos: El mejor lugar para comer y reabastecerse. Los nobles y los comerciantes suelen quedar aquí para charlar y también muchos mercaderes suelen venir aquí a hacer sus negocios.
  • Plaza del ayuntamiento: Aquí es donde precide el alcalde. Todas las ciudades, a pesar de tener un rey, suelen tener un representante del pueblo que filtre las quejas de los burgueses y los campesinos y despues las comunique al rey.
  • También hay tabernas y posadas algo mas caras.

  • (Otros, lo que se os ocurra yo lo interpretare.)

• Barrio noble, inaccesible para vosotros y que se encuentra en la circunferencia interior de la ciudad y es la zona alta de al ciudad.

Astrid se rascaba un poco la cabeza ojeando el mapa mientras pensaba. La verdad era que lo primero al llegar era garantizarse un lugar de descanso y ante la duda de cuando tiempo iban a permanecer en aquel lugar decidió comentar sus teorías con el resto de compañeras.

-Bueno, a mí me hace poquísima gracia permanecer aquí mucho tiempo, más que nada porque la amenaza estaba en los caminos ¿no? -Dijo sacando el pergamino de la misión. -Ya que acabamos de llegar lo mejor sería buscar un lugar donde pasar la noche, por el tema del dinero diría que lo suyo sería preguntar en una de las posadas cercanas a la muralla. Tras ello podríamos o bien dividirnos por la ciudad para cubrir más terreno o ir todas juntas a alguna zona y preguntar a los locales.

Una vez más guardó silencio, en parte esperando alguna respuesta o sugerencia mientras sacaba un pergamino en blanco y empezaba a garabatear y escribir. -  El barrio de los mercaderes parece una buena opción, después de todo son los principales afectados por los ataques, si están descontentos será sencillo escucharles despotricar o reclamar al alcalde y podremos meter baza…y después podríamos comer algo antes de ponernos manos a la obra.

Athena durmió en aquel cuarto de la torre femenina tras la insistencia de sus compañeras. A pesar de que no entendía por qué se enfrentaban al riesgo de una nueva avería, no pudo evitar sonreir durante casi toda una noche en su estado de reposo. Tal descanso fue bastante fructífero, porque desde luego no podrían haber encontrado una mejor conductora para el carro SpeedWagon.

No obstante la utilidad de Athena podía verse mermada de forma alarmante en el caso que se propone; preguntar a las gentes sobre el incidente. No es que Athena sea una mala interlocutora -¡su lenguaje es excelente!-, pero sus excesivas formalidades y sus extrañas ocurrencias podrían alterar a más de un viandante nada acostumbrado a la tecnología.

-Estoy a su disposición como líder de grupo, Astrid.- Inclina la cabeza de forma educada mientras mantiene la visión pendiente a sus alrededores. -Quizás no sea lo más indicado efectuar operaciones en solitario. Lo idóneo sería formar pequeños grupos y elegir estratégicamente los puntos a preguntar y las localizaciones a visitar para así planear un reencuentro puntual.- Añade llevándose una mano al pecho, vestida con ese atuendo formal que suele utilizar para no llamar la atención, además de sus guantes.

-Evitemos a ser posible los conflictos innecesarios. Nuestra tarea debe ser la prioridad.- Comenta ante las palabras de Astrid sobre meter baza.

- Se me ocurren algunas líneas de investigación en torno a los mercaderes y a los nobles, que seguro que algunos de ellos son patrocinados, - intervino al fin la joven maga - tal vez a alguno le haya venido demasiado bien lo que está ocurriendo, esos no tienen por qué ser culpables, pero podrían posicionarse en contra de nosotros e incluso intentar algo. Mejor que actuemos con discrección y no vayamos proclamando a los cuatro vientos nuestra misión. Podemos intentar... un momento... - sacó un bollo que tenía escondido en la manga de su túnica y le dio un mordisco.

Parecía feliz de dar su opinión, pero por su rostro, la cuestión del bollo era más por vicio que por hacer una pausa dramática. - Ahora, decía que podemos intentar hacernos amigo de algún noble, y por supuesto de algún campesino descontento en la taberna. Tal vez con algo de alcohol a alguno se le suelte la lengua y diga algo interesante. - Le dio un segundo y último bocado a su bollo.

- ¿Qué tal si nos dividimos y hacemos una inspección del terreno durante las próximas doce horas? Contactar un noble, a algún campesino más hablador de la cuenta, y echar un vistazo a las tiendas discriminados perjudicados y beneficiados. Y no decir ni media palabra más que viajamos hacia el norte. Una vez tengamos la información, si tenemos que presentarnos oficialmente, podríamos hacerlo.

Elya al llegar al lugar comtemplo el lugar sobretodo las murallas que rodeaban la ciudad, eran muy impotentes y frias, como toda piedra. Al oir ruido de sus compañeras se dirigio hacia ellas en silencio y escuchando su conversacion meditando un poco que decir, no era la que más podia aportar en la conversación, pero al menos que quedará claro lo que pensaba.

- Estoy con Galiana y con Astrid... Aunque no espereis que hable con hombres... - Comento en bajo. - Lo suyo seria buscar un rastro en dos grupos y el radio de busqueda se extenderia y con lo cual, mayores resultados... -

Miro a las demás en silencio, su aporte esperaba ser de ayuda aunque no fuese demasiado excesivo, ni demasiado corto.

- Entonces, ¿hacemos eso? - Miro a las demás.

Dianne permaneció callada. Muy callada.

-Claramente, lo mejor es separarnos. Así pues, haremos la distribución oportuna para ver qué tipo de información podemos sacar de todo esto. Pero quizá sea más aconsejable para nosotras ir primero a la posada y ver de pasar la noche aquí. Después, podemos dar un paseo o incluso visitar alguna taberna para tomar algo y escuchar conversaciones- comentaba la maga encogiéndose de hombros. 

-Jo, qué pena. me habría encantado visitar el barrio de los nobles... pero no estamos aquí de turismo. Y aunque así fuera, tampoco podríamos entrar- pone cara de tristeza exagerada. Pobre, qué ilusión más tonta. -Al menos me quedas tú para consolarme en mi pena...- se acercaba dramáticamente a Galiana, y en cuanto parecía que iba a abrazarla o besarla, le pega un bocao al bollito que tenía. 

-Grrashiag mi amorhg- decía masticando, pero feliz, después de todo.

Astrid escuchó y sopesó las opciones y comentarios de sus compañeras. Ciertamente todas tenían su parte de razón, ella era la primera que solía explorar directamente sobre el terreno antes de los asaltos o ataques a aldeas, pero ahora las cosas cambiaban. Aquí ella constaba como enemiga del estado o algo así posiblemente, lo más normal era que los ciudadanos y comerciantes recelasen de ella, mas aun los nobles. Tras meditarlo durante un rato se dirigió a Galiana.

- No creo que yo de la mejor imagen en este lugar. El dividirse nos ayudará a ocupar más terreno pero podría dejarnos expuestas. Creo que todos podemos confiar en ti, así que me gustaría nombrarte como "la segunda al mando". Tomaras decisiones mientras yo no estoy o por mi. 

Se rascó la cabeza pensativa tras decir esto, tenía la sensación de que en su cabeza sonaba mucho mejor o que tenía más sentido. Finalmente se acercó a una de las cajas de los suministros y tomó una manzana roja como la sangre.

- Empezaremos por peinar el distrito comercial. - Tras decir eso pone un pie fuera del speedwagon y muerde la manzana.

Que Dianne le hubiera dado un bocado a su bollito le pareció muy dulce. Era su bollito, y no un bollito de la caja. Podría haber escogido un nuevo y reluciente bollito pero prefirió el que Galiana había guardado, el suyo, no el de nadie más. Era algo casi tan íntimo como un beso y empezó a hacerse una película romántica en su cabeza cuando Astrid intervino.

- Sí, me parece genial que empecemos por el distrito comercial, es dónde más gente se mueve, y apuesto que los nobles tienen sirvientes que les hacen la compra. Justo un buen lugar para obtener contactos. - Guardó silencio y se puso a repasar mentalmente las sugerencias de Astrid.

Llegado un momento el tono de su piel fue variando levemente al principio del habitual a un rosado cada vez más intenso, hasta que, roja (y al borde del colapso), respiró. - ¿Quéeeeeee? - Exclamó con una expresión de susto, una emoción tan grande que hizo que el bollo se le cayera de las manos. Bajó el tono de voz a un pequeño mientras un lagrimón se le escapaba por las mejillas. - Estúpido suelo - dijo antes de recuperar su sagrado bollito. - Jamás te daré lo que es mío me oyes... ¡Jamás! - Ese bollito había significado tanto y ahora estaba en el suelo, mancillado. Pero justo antes de romper a llorar por él, la frase de Astrid incrementó su mente. - ¿QUE QUÉEEEEEEEEE? ¿YOOOO? - Y finalmente se puso tan colorada que podría venderse a mitad de precio de un tomate porque presentaba un color excesivamente maduro.

Dianne empezó a reirse al ver la reacción de Galiana.

-JAJAJAJAJ. Pero tiene razón. Serás una buena lidersegundalmando. Ella sabe hacer todo lo que hace muy bien, yo le confío mi vida a ella- decía orgullosa de su pareja. -Entonces, ¿cómo hacemos las separaciones?- aún la pobre Galiana con esa cara roja como un tomate, analizando la nueva información que se le había dado, Dianne se acercó de manera suuuuper sutil a ella, agarrándola de la cintura. Estaba claro que ella preferiría ir con ella. Siempre. Con una sonrisa que parecía denotar la mayor de las conformidades a lo que la líder dijera. Pero... en realidad, no. Todo disimulado.

"Quenomeseparendeellaquenomeseparendeellaquenomeseparendeella..."

-Acompañaré a la señorita Astrid.- Declara Athena ante la idea de una separación de grupos. Que ella no sea la líder es algo totalmente comprensible, dada la percepción que tienen de ella y lo dudoso que puede resultar darle responsabilidades a una máquina. Aunque en su interior quizás siente un poco de recelo que no expresa bajo ningún concepto.

-Relegar responsabilidades en otros miembros del grupo es una decisión acertada si vamos a separarnos. Aunque los grupos son pequeños. A su señal empezaremos la búsqueda.- Asiente levemente mirando hacia Astrid con esos ojos fijos y sin parpadeo.

Astrid no pudo evitar reírse un poco ante la reacción de sus compañeras. - A ver, no saquéis conclusiones precipitadas, no hago esto por tener menos responsabilidades y más tiempo libre, eso no es de un buen líder, pero me reiteraré en mi plan de acción anterior. Por ahora iremos todas juntas al distrito comercial. - En ese momento abrió mucho los ojos, parecía que acababa de percatarse de algo importante. - Si, iremos allí, pero antes de preguntar a los comerciantes locales directamente iremos a ver a Pralon Master, nuestro contratista....el que ha pedido que hagamos esto vaya. 

Tras decir estas palabras se dirigió a la puerta del speedwagon, se puso su gorra en la cabeza y miró al interior una última vez. - Procurad no separaros por ahora, no sabemos si existen elementos hostiles dentro de estos muros.

- Me parece genial que salgamos a ver al contratista. ¡No se me había ocurrido! - tomó a Dianne de la cintura satisfecha también de que no las separaran. - Me pregunto cómo será, qué tipo de vida lleva. Y también sería interesante saber cómo ha conocido nuestra existencia, pero por pura curiosidad.

Sin más, sacó de debajo del sombrero otro bollito y dejó que Dianne se lo comiera entero. Sólo había una cosa que la hiciera más feliz que comer dulces, y era verla comer.
 

- De acuerdo... Vamos... - Comento Elya en bajo como siempre y posicionandose detrás del grupo, era demasiado antisocial la chica, no podia evitarlo. Observaba a las magas y su mirada se volvio algo triste, caminaba mirando al suelo sin levantar mucho la cabeza, echaba de menos a alguien y no sabia expresarlo.

Ahora tenia una misión y personas nuevas a las que proteger.

Dianne asentía feliz. -Vamooooggggh- salía Dianne lleva de energía marchando hacia delante la primera de todas con lo poco que quedaba de bollito ya mirando hacia el cielo.

 "A ver qué nos cuenta el contratista... sí que tengo cierta curiosidad, sí".

Tras ese acto tan teatrero, se giró para ver a todo el grupo de chicas desde atrás y se percató de cómo Elya caminaría lo más atrás del grupo. Ladeó un momento la cabeza, y se acercó a la chica a paso rápido. 

-¡Aaaaarriba esa cara! ¡Tenemos que estar de buen humor para hacer frente a la misión! ¿Te imaginas que es un señor grande feo y gordo el que nos atiende? ¡Hará falta algo más que de estómago para aguantar al típico pesado de turno! Y mira que te lo digo yo, que estomago tengo paaaaara aburrir JAJAJA- trataba de hacer reír a la chica. Parecía triste... Y Dianne se reía hasta sola, qué loca.

De camino a la entrada fue bastante normal, había gente haciendo cola y dos carros siendo inspeccionados ¿Algún atentado o simple seguridad? Podíais ver que algún que otro guardia intentaba ser sobornado, pero ninguno de ellos se dejaba. Posiblemente parte de la cultura de los Reinos Iluminados.

La cola fue despejándose a bastante velocidad y al fin os toco el turno a vosotras. El guardia os pidió quedaros quietas y se marcho un momento, Astrid ya sabia por donde iban los tiros, dentro de lo que cabe a la que se quedo mirando fue a ella y no precisamente por su despampanante escote.

Al poco rato vino él mismo guardia con un cartel en la mano y al parecer el jefe de la puerta. Este era bastante imponente y no poco fornido que digamos. Os miro a todas y después hablo.

- El jefe nos pidió que os dejáramos pasar -tiseo (¡Tsk!) con la lengua- Espero que no hagáis gamberradas, bandida y magas de los Reinos Oscuros, os tenemos un ojo echado -dijo mirándonos de reojo sin bajar la barbilla, como creyéndose mejor que vosotras tres.

Ciertamente impone, pero también es bastante sobrante que creéis problemas nada más entrar. Los guardias de esta ciudad se creen mucho ¿Quizas moleste a alguien la presencia de ciudadanos Oscuros en epoca de la tensa paz? No era posible responder, aun.

El anochecer hace que las tiendas cierren y posiblemente la gente vaya a cenar. Aun no es muy tarde y ayuda bastante que la gente mengue su actividad. La gente se queda mirando a las jóvenes lesbianas, aunque no se sabe muy bien si es por ser lesbianas (Si lo demuestran publicamente) o por ser magas Oscuras. El camino por el barrio pobre que llega hasta el barrio comercial ciertamente esta vigilado, pero no por las patrullas nocturnas, y habitado por los jóvenes correteando de un lado a otros. Posiblemente el hecho de que sea la ruta hacia la zona comercial la haga más segura y por ello las madres los dejen más libres por estos lares.

Una vez traspasado el umbral de la segunda puerta, también vigilada, entráis al barrio de mercaderes que se toman muy en serio sus negocios. Entre la competencia insana y algunas mujeres que os han ofrecido su servicio de tabernas y posadas como si fuerais puros turistas, que es lo que sois. Mientras tanto la gente hace su vida como puede. Unos con rasgos más de los Reinos Neutrales intentan evitar la ley y hacer competencia desleal, otros regatean los precios de los productos y otros simplemente pasean disfrutando del buen tiempo nocturno.

Camináis hacia casa de Pralon Master y se os pueden ir el olfato por los diferentes olores del barrio a la hora de cenar. Mucho restaurante de lujo y muchos chef experimentados acosan la ciudad con sus platos. Es una experiencia que no se deberían perder ninguna de ellas, pero claro, el trabajo es el trabajo.

Al final llegáis a la entrada de la tienda, cosa que os ha costado una aventura. Sin embargo esta el cartel de "Cerrado", pero las luces están encendidas y un señor esta dentro, se puede ver perfectamente por la ventana de la puerta. En cuanto os ve las pintas agita la mano para que le veáis y entréis.

El interior de la tienda es maravilloso, posiblemente hayáis visto tiendas de magia muchísimo más grandes que esta y sobre todo grandiosas, pero la forma minimalista y estudiada forma de colocar los productos os hace sentir animadas más que nada por el olor. El olor a magia, ese perfume que no solo se mete por las fosas nasales, si no también alimenta el alma. Las magas pueden sentir como la energía fluye por la tienda como si fuera completamente libre y su olor embriaga y emborracha de forma sutil los sentidos, hace casi 1 semana que no sentíais ese sentimiento por las cosas y algunas tan siquiera lo sintieron alguna vez, aunque cualquiera tiene libre interpretación de lo visto en aquella tienda.

El viejo se levanta de su asiento detras del mostrado y se dirige hacia ellas con un baston. Posiblemente sea su medida de seguridad y no andador, pero tampoco podriais sospechar del humilde anciano que se presenta ante vosotras. No parece para nada demacrado y ciertamente os mira con curiosidad y sonrie un poco para vosotras.

- Sois las que queréis aceptar el trabajo... ¿Cierto? -dice dejando correr un poco las palabras por la edad y sonando algo ronco- Oh... Es una alegría ver que os acompañan tren magas en vuestro grupo y una arcana... ¡Jaja! -dice algo más animado- Díganme ¿Que desean negociar con este viejo?

Esperando vuestra respuesta el viejo se apoya en su bastón bastante tranquilo, sabe que no le vais a robar o por lo menos parece seguro de que nada no pagado vaya a salir por la puerta. Pralon sonríe esperando la respuesta.

Algo os llama la atención. Es algo mágico colocado en alguna parte de la tienda ¿Un artefacto, un objeto poderoso? No lo sabéis, pero con toda la tienda respirando magia no lográis distinguirlo sin concentraros. Es algo que os llama.

Dianne entró extrañada y a la vez embriagada por el olor a magia. No sabía decir de dónde, pero ahí dentro había algo. Al entrar y ver al señor, saludó con cortesía y sin dejar de sentirse como un tanto... patosa, se dispuso a hablar con el señor.

-Sí, queríamos...- se paró dramáticamente un segundo, luego continuó -aceptar el trabajo, y veníamos a por más detalles sobre el acontecimiento- se giró un momento a mirar al resto de sus compañeras. Luego volvió a mirar al señor. -Disculpe mis malos modales, ni siquiera me he presentado. Mi nombre es Dianne Villieirs, pero me ha desconcentrado por completo algo que ha dicho. ¿Tres magas? Hay algo que no entiendo- miró al resto de sus compañeras, esperando algún tipo de interacción al respecto de ese tema.

Dianne parecía incómoda, como incapaz de continuar hablando si no se resolvía esa inquietud que le había surgido en el cuerpo. Además de eso, esa incómoda presencia... ¿qué demonios era esa magia que presentía? Definitivamente, necesitaba comer. Los olores de las comidas en los restaurantes de lujo que vieron antes la ha dejado un tanto trastocada.

En la entrada se paso todo el rato callada y temblando cual gelatina, pero al dejarlas pasar sintió cierto alivio.

Elya por la ciudad iba todo el rato pegada a Astrid, observaba a todos lados y casi todas la veces veía HOMBRES, que desagradable. Se sentía muy incomoda como para pararse a observa el maravilloso lugar que la rodeaba, solo permanecía al lado de Astrid mirando a los HOMBRES con recelo, ya que las miradas recaían sobre el grupo, aunque fuese a las magas. Se hacia de noche y cada vez la joven de cabellos morados comenzaba a sentir hambre, el olor de los barrios y restaurantes inundaba sus fosas nasales, pero al ver hombres su primera necesidad se veía apagada, negando cualquier servicio ofrecido o indicación o invitación dada por las personas que pudiesen hacerlo.

Continuaban caminando y el estomago de Elya parecía que iba a estallar en cualquier momento del semejante ruido que hacia.

- Tengo hambre...- Musito en bajo, si alguien estaba a su lado en aquel momento podía escucharla con claridad, tenia una cara larga y ambas manos en el estomago.

Al llegar a la tienducha ella seguía teniendo hambre, el hombre anciano las dejo entrar, pero seguía siendo un HOMBRE. Elya no podía evitarlo y se echo algo hacia atrás, mas atrás que sus compañeras, se quedo en la entrada observando la tienda aun con ambas manos a la altura del estomago, parecía que tuviese mas un dolor de tripa que hambre propia. Dejo a sus compañeras hablar con el cliente mientras ella permanecía allí, desconfiada y en silencio.