Partida Rol por web

No pude evitar sonreir ante esa sensación se calor. Me recordaba a las tardes sudando en la forja junto a mi padre, y era imposible no sentirme agusto junto a ese calor. Aunque le faltaba el olor a leña quemada y el ruido del martillo golpeando el hierro para ser perfecto.

-Ahh, esto me recuerda a mi casa-dije mientras seguía comiendo sin prestar demasiada atención al muchacho que se estaba poniendo rojo-.Por cierto Sam, ¿tu crees que aquí traeran peliculas o si tienen un cine? Puede ser muy divertido ir las dos a ver una peli. Tu también puedes apuntarte si quieres-dije mirando al demonio como si fuera un amigo de toda la vida.

La discusión de la otra mesa parecía ser grave, porque se empezó a sentir un calor (definitivamente mágico) que aumentaba de a poco. Probablemente a mi me afectara menos, gracias a mi frío natural, pero incluso así sentía que era bastante fuerte. Me acerqué un poco a Aethel, e intenté proyectar mi poder hacia afuera, para protegerla del agobiante calor.

Aethel apenas iba a contestarle a Kyrt cuando escuchó lo que comentó Gaea a Ismael y, a consecuencia de ello, la pelilila soltó un largo y pronunciado suspiro mientras negaba con la cabeza.

-Por qué... por qué en el primer día...-se lamentó, y al mismo tiempo el chico demonio comenzó a reclamar para que su magia comenzara a afectar el ambiente. Ya sabía lo que iba a pasar y no pudo evitar sentir reproche a la pelirroja que no le parecía importarle aquello. Era obvio, era una novata que adoraba jugar con el fuego, literalmente-. Tom Lucitor Ismael, Ismael, por favor, tranquilízate.

Sentir la magia fría del elfo le ayudó bastante y le miró completamente agradecida. Así no tendría que quitarse los guantes y le sonrió de lado. 

-Creo que necesitaremos tu magia...-le dijo a Kyrt y después de fue acercando a Ismael sin alejarse tanto del elfo para que su poder mágico le siguiera ayudando a regular la temperatura de su cuerpo. Podía sentir cómo dos esencias tan diferentes chocaban entre sí-... Ismael, vamos.. es nueva. Ella no sabía que era tu mesa, ¿verdad?-miró a Gaea casi suplicando que le siguiera el rollo, pero no sabía si podría entenderla-.  Podrías explicarle mejor si te tranquilizas el por qué de esta mesa-su voz no era condescendiente, poseía esa firmeza a cuando se pide disciplina pero con esa misma cantidad de afabilidad y familiaridad, indicando que ya había lidiado ante dicha situación antes-. Podrías hacerlo, ¿Ismael? 

Aetheldryd llegó en el momento justo, ya que de no haber desviado la atención de Ismael, igual Gaea habría acabado convertida en "muchacha flambé". Porque el calor no había disminuído, sino que aparte de incrementarse poco a poco, algunas llamas empezaban a vislumbrarse en el aura del muchacho demonio.

 -¡¿Que me calme?! ¡¿Pero tú has visto la pachorra que tiene?! ¡Esta mesa está reservada a los demonios y demás seres infernales! ¡Cualquiera que no pertenezca a esos grupos tiene que pedir permiso o buscarse otro sitio! Y si tienes problemas con ello, pregúntale a cualquier profesor.

Sam se había quedado de piedra al ver lo valiente que era Gaea, enfrentándose a ese alumno al que todo el mundo prefería evitar o bien coger con pinzas para ahorrarse su desmedida ira.

 -Yo... Supongo que ver una peli suena bien. Es más, podemos ir ahora mismo, ¿qué te parece?

Que Ismael nunca había matado a nadie, pero sí había quemado melenas, ropa, material escolar y demás pertenencias. Y nada de eso era agradable nunca.

La mayoría de los alumnos que estaban en el comedor se habían quedado petrificados, mirando la escena que se desarrollaba ante ellos. Nadie salió corriendo a avisar a un profesor ni nada parecido. Todos querían ver cómo se desenvolvía la cosa, ya que la que había provocado a Ismael era una novata, pero la acompañaban dos veteranas. ¡Nadie sabía cómo podía acabar aquello!
 

- Creo que sí, es una suerte que mi elemento sea justo lo contrario, aunque la diferencia en experiencia es tangible. El inconciente genera una fuerza que yo concientemente apenas puedo siquiera reducir un poco. Dime que quieres que haga Aethel. -

Esta no era una situación que la joven disfrutara ni a la que le hubiese encantado entrometerse, pero lo había hecho por el bien de Ismael más que el de Gaea porque tenía en estima al demonio. Eran compañeros de curso y se llevaban relativamente bien, llegando a tener conversaciones tranquilas y llegando a respetar el carácter de éste, pues el hecho de molestarse a esos niveles no era solo por su personalidad innata, era algo que compartían la mayoría de su raza... Y ahora Aetheldryd debía limpiar los errores cometidos personas que no sabían comportarse como era debido lavando sus manos por "desconocer" cuando siempre estaba la acción de ser prudentes. ¿Por qué a ese tipo de personalidades les costaba entender que no todos cabían en su mismo molde?

-Vamos, Ismael, ella no lo sabía. Déjaselo por hoy, ¿sí?-la pelilila se quitó los guantes y comenzó a canalizar una magia que ya había aprendido: un campo de energía para retener la magia agresiva de Ismael, sintiendo cómo la magia comenzaba a generarse. -Kyrt, ayúdame en proporcionarme energía como con la profesora Auriel-y así, la maga sintió la esencia del elfo y cómo Sam también lo intentó aunque falló, tal vez por los nervios. Sin embargo, Aetheldryd percibió que la magia no funcionaba y percibió su inquietud acrecentarse -Oh, no. No puedo, no me está saliendo... Debo concentrarme, debo... -le costaba concentrarse. Si no hacía algo los daños en la cafetería serían graves. Claro, nada que un hechizo reparador no arreglase; pero Ismael se metería en problemas otra vez... Y, como si se tratara de un virus contagioso, la mirada de la joven se oscureció en frustración -¡Si solo van a mirar y no ayudar vayan a buscar un profesor!

Aetheldryd gritó decepcionada. No le gustaba juzgar, pero saber que otros alumnos no ayudaban por falta de iniciativa y morbo le encolerizaba como pocas veces. Cualquier veterano que la mirase reconocería ese lado suyo pesado, tenso y enojado... Era como si un fantasma iracundo invadiera un espacio y acongojara los corazones de los demás.

Me giré al ver que aquello esta llendo mas lejos de lo que pensaba. La verdad, aquello estaba llendo mas lejos de lo que pensaba, sobretodo teniendo en cuenta que solo era una mesa, pero era mejor que no hicera enfadar mas a aquel demonio si no quería terminar quemada el primer día, sobretodo tras ver como aquella chica intentaba pararlo y defender al resto. Yo no sabía magia como para ayudarla, y esperé que el escudo funcionara, pero al ver que algo no iba bien me acordé de una de las leyes no escritas del herrero: no dejes que otros hagan tu trabajo. Me levante, me puse entre la chica de pelo rosa y el demonio y me incline.

-Lo siento por mi falta de respeto, no pensé que fuera tan importante. Si va ha haber un castigo, por favor que sea a mi. Despues me marcharé a otra mesa y no volveré a acercarme a esta mesa.

Gaea hizo un esfuerzo de voluntad y se disculpó con Ismael, pero ya era tarde. El chico demonio había centrado toda su atención en Aetheldryd.

 -Has intentado lanzarme un hechizo.

El demonio se acercó poco a poco a la muchacha pelilavanda.

 -¡Has intentado hechizarme! ¿Qué demonios te pasa?

Entonces la temperatura empezó a bajar y la expresión de la cara de Ismael fue la de alguien que acaba de darse cuenta de algo.

 -Espera... ¿Me estoy poniendo demasiado intenso?

Al mirar a su alrededor vio a todos los alumnos que estaban mirando entre asus tados y asombrados. Esto hizo que se llevara las manos a la cabeza.

 -¡Maldita sea! -su aura volvió a brillar y la temperatura subió de nuevo, pero menos intensamente que antes- ¡Todo el entrenamiento del verano para nada! ¿Qué le voy a decir ahora a mis padres? ¡Les prometí que no me metería en líos este año!

Nerviosa, Aetheldryd esperó lo peor cuando Ismael enfocó su ira en ella a pesar de que Gaea se había disculpado de manera sincera (cosa que agradeció infinitamente y le hizo cambiar de opinión sobre la pelirroja) y... de pronto, la temperatura en el Comedor disminuyó y la chica sintió sus piernas flaquearse aunque no se apoyó en nada, haciendo fuerza para mantenerse en pie. Respiró hondo un par de veces mientras el demonio caía en cuenta de las consecuencias de su enfado y la pelilavanda se colocó sus guantes de nuevo.

-Sí, demasiado intenso, Ismael-su voz indicaba lo nerviosa que estaba, y agradeció que Renata no estuviera ahí para presenciar lo ocurrido-... Pero... Ismael, escucha-se acercó, indicando que tenía confianza en que no le pasaría nada malo... en ese momento-, ¿no lo notas? La última vez quemaste la ropa de un chico de curso superior porque pensó que sería divertido hacerte enojar... pero... ahora... sí, te pusiste mal... y no causaste daños, te diste cuenta de cómo estabas junto a tiempo.

La chica miró a Gaea y le sonrió de lado aún inquieta y decepcionada. ¿Por qué el resto de los alumnos no habían actuado ni fueron por ayuda? Al menos Sam, Kyrt y la aprendiz de herrería mágica hicieron lo posible para auxiliar en la situación. Al resto pudo ganarles el miedo, la curiosidad o incluso el morbo... pero se sintió mal de que no siguiesen uno de los principios básicos de Mignight Rose: el arte de la magia es para descubrirse a sí mismos y el mundo que los rodeaba. ¿Fue arte solo quedarse a ver? ¿Es arte no actuar? Ensimismada, la mirada de Aetheldryd reflejó que pensaba en algo triste, pero no lo exteriorizó. Sí, estaba juzgando mucho, pero era su método introspectivo para aliviar la tensión.

-Sí, te estaba hechizando, pero no de manera directa. Intenté crear un campo de energía y no funcionó-se sujetó la trenza de su cabello y sonrió, ese gesto fantasmal habitual en ella porque aún evidenciaba decepción-, y afortunadamente no se requirió. ¿Sí escuchaste a Gaea? Espero que todo este malentendido se quede como anécdota de la cual recordar... y reírse a futuro.

Conforme hablaba ya se iba relajando, redescubriendo que cada quien actuó como consideró y no debía ponerse tan mal si otros sólo miraron. 

-¿Podemos comer? Hace hambre y hay que recuperar energías. 

Me quede mirando al demonio y la chica de pelo lavanda un rato, y despues de escuchar la conversación decidí intentar calmar al demonio, aunque el calor de ahora me resultaba agradable y preferiría que la temperatura se mantuviera así.

-Bueno, no se que curso habras hecho, pero al menos te ha valido para saber cuando te estas poniendo intenso. Y además te das cuenta de que no quieres hacerlo, lo cual es muy dificil. No creo que haya sido una perdida de tiempo. Si lo de que quemaste a un chico por tomarte el pelo es cierto, has avanzado sin duda-le dediqué una sonrisa sincera para intentar calmarlo mientras recogía mis platos para moverme a otra mesa-. Si, comamos. Tengo bastante hambre.

Asentí ante la propuesta de Aethel de reanudar nuestro almuerzo, y me dirigí a la mesa en la que estabamos sentados, donde había dejado mi comida. No se había enfriado ni un poco, probablemente gracias a la magia de aquel al que llamaban Ismael (¿Era un demonio?). Esperaría a que Aethel se sentara de nuevo para seguir comiendo, ya que sería descortés no esperarla.

 -Sí, si lo miras así... Es cierto que he mejorado.

El chico parecía haberse tranquilizado de manera más o menos estable. El resto de alumnos retomaron sus almuerzos mientras que Ismael volvió a su sitio.

 -Yo... Podéis sentaros aquí si queréis. Siento... Siento haber sido tan borde, supongo. Que la próxima vez podríais preguntar si por favor os podéis sentar, pero bueno, por hoy lo podemos dejar así.

Parecía bastante incómodo con todo aquello, como si el hecho de ser mínimamente amable hiciera que le brotasen sarpullidos.

 -Y buen provecho a todos y eso.

Sam suspiró aliviada al ver que todo se había solucionado ya. Cogió su bandeja y se sentó al lado de Gaea, dispuesta a devorar su comida. Tantas emociones le habían dado un hambre...

Aetheldryd dejó escapar un suspiro silencioso ya por fin relajando sus hombros. Todo había terminado de buena manera sin ningún incidente y comenzó a jugar con la trenza de su cabello mirando a Ismael.

-Provecho igual. Nos veremos en clase entonces-le sonrió en camadería y declinó la invitación de sentarse en esa mesa con la mayor cortesía que le fuera posible-. Otro día será.

Y como miró que Kyrt la estaba esperando, le hizo señas para que los dos se sentaran al mismo tiempo y por fin degustasen de la comida luego de un día tan ajetreado.

Tratando de que nadie más escuchara la conversación, Aetheldryd comenzó a platicar con el elfo en una intención privada t que Ismael no escuchara.

-¿Primer día emocionante, no?-dio un sorbo a la bebida y se encogió de hombros-... Ismael es un demonio, por eso su enojo es innato... y perdona si te causó inconvenientes este episodio "caluroso".

La joven torció su sonrisa y esperó alguna respuesta de Kyrt.

- No te preocupes. No me afectó tanto, gracias a mi frío. Espero haber podido reducir en algo el efecto de su magia, aunque se nota que es muy fuerte. Si lo intentara hacer a propósito, no creo que hubiera sido capaz de contrarrestarlo ni un poco. - 

Mientras hablaba, comía, ahora que Aethel estaba también. 

- ¿Tu estás bien? - 

-Claro que ayudaste-más relajada, se notaba que la personalidad tranquila de Aetheldryd imperaba ahora que por fin comía y su estómago agradecía el alimento-. Ismael es muy fuerte, pero por lo mismo debe seguir entrenando. Todos tenemos capacidades que, dependiendo de su uso, benefician o agravan alguna situación. Esta vez no pasó nada, y agradezco tu intervención.

La pelilila dio un sorbo a su bebida y continuó escuchando a Kyrt hasta su pregunta. Meditando bien qué responder, permaneció en silencio unos segundos hasta que se animó a decir algo simple.

-Sí, estoy bien-se encogió de hombros y continuó comiendo-. ¿Y tú? 

A la espera de su contestación, observó el Comedor por si veía alguna cara conocida. Pronto acabaría el día de bienvenida en la Academia y se preguntaba cómo sería su primer día en cuarto curso. Su rostro era sereno, pero a la vez poseía ese brillo de emoción característico de alguien ansioso por aprender más.