Partida Rol por web

Bueno, no era tan tarde como el joven creía, aun habían personas sirviéndose y conversando, cosa que había puesto algo incómodo al elfo, pues muy en el fondo sabia que había esperado un rato mas para no socializar con los demás, no tenia ganas y su excusa no le sirvió de mucho. Sin peros ni quejas, fue a buscar una bandeja e intentó realizar el protocolo rutinario que los demás hacían, pero le resultó algo imposible, pues nadie pedía lo mismo, así que tubo que pedir lo que a el le pareciera necesario. -Teniendo en cuenta que es de día, no voy a necesitar muchas vitaminas D, pero sabiendo que no es el mismo clima y no es el mismo tiempo el de día que el de noche... ¿necesitaré esas vitaminas? demonios, ni siquiera se que comidas son saludables para mi... esa parece tener mucha azúcar, y esa no me convence...- Dijo mirando un muffin y una cajita de chocolate.

Después de un buen rato pensando lo que iba a comer, decidió sacar un jugo de naranja, una manzana verde y unas tostadas de pan integral con dulce de membrillo. Cuando alzó un poco a vista para ver a quienes conocía, no le resultó difícil distinguir a Renata, Aki y Sayaka, también reconoció mas rápido a Yamiko y a Aida, pero ahora venía la parte complicada, pues, ¿con quien se sentaría? El sabia bien que no quería socializar, pero una parte dentro de su interior quería ir a saludar a Sayaka y a Renata, y a todos los demás. Volvía a estar paralizado, un paso hacia sus conocidos lo llenaba de culpa e inseguridad, un paso que lo alejaba también lo hacia sentir culpable e inservible, todos esos pensamientos e inquietudes pasaron en los tres segundos mas lentos que había vivido, iban tres segundos y medio, cuatro segundos lentos como la nieve al caer, y tanta era esa presión que sus ojos se tornaron azules y sus manos empezaron a temblar muy levemente mientras miraba sus dos opciones rogando por un factor que pudiera inclinar la balanza.

Anneka dio una palmada alegremente.

 -¡Es un plan entonces! El campo de prácticas, para las que no lo sepan, está en los jardines. Es como un campo deportivo vallado de gran tamaño. Y siempre hay un profesor vigilando, así que podemos ir sin problema que no nos pasará nada.

Siguió con su desayuno mientras la conversación seguía. Cuando Sayaka alabó la leche con chocolate, Anneka se irguió orgullosa diciendo:

 -Por supuesto que está buena, ¡es la bebida de las reinas! Luego cogemos otro brik para tomárnoslo más tarde, ¿vale?

Las explicaciones de Renata sobre la magia en su tierra intrigaron a la princesa zombi.

 -¿La magia es poco común en tu casa? ¡Pero si es lo más normal del mundo! Basta con tener un poco de ojo pra verla fluyendo y requetefluyendo por todas partes. En mi casa la encuentras por todas partes, ya sea en forma de pequeños jirones como de niebla o de brillantes fuegos fatuos. Al fin y al cabo es lo que mantiene a toda la población de mi reino con vida. O eso dice mi papi.

Arathidas estaba inmerso en una complicada elección cuando una figura muy familiar se le acercó flotando por el aire.

 -Anda, Yamiko te conoce. ¿Conoces tú a Yamiko?

La chica fantasma se reía entre dientes mientras te miraba, tan concentrado como estabas intentando elegir con quién sentarte.

 -Pareces en apuros. ¡Oh, Yamiko igual te puede ayudar! ¿Quieres asustar a alguien? ¿O hacer que algo flote?

En lo que respondían a su pregunta, Aetheldryd terminaba su desayuno en silencio. Solo levantaba la vista cuando alguien correspondía a su interrogante y dejaba las otras conversaciones fluir hasta que Aida le preguntó algo directamente. Aprovechó para limpiarse sus labios y manos con una servilleta mientras meditaba la respuesta, aunque no era algo demasiado complejo de responder.

-Sí, descansé, gracias. Estaba muy cansada y el encantamiento que lanzó la Directora a la comida ayudó para que no cayera pesada. Imagina cómo estaríamos todos si eso hubiese pasado-torció sus labios a una sonrisa ante la idea de imaginarse con empacho o que alumnos faltasen por tal eventualidad. Miró de reojo cuando Renata evadió su comentario, negando con la cabeza porque al menos aquello no pasó a mayores. 

Como esta vez el diálogo no la incluía, la pelilavanda se quedó callada sin dejar de prestar atención, intercalando miradas cuando alguien tomaba la voz y escuchando ciertos datos relevantes que resultaban curiosos.

Sayaka mira a Renata y dice:

Esa expresión es rara… no sé, el mundo normal… para mí el mundo normal es mi aldea y madre siempre está usando magia… jeje

Decía mientras sonreía mientras escucha lo que dice su compañera de habitación que insistía en que hicieran eso, ella añade muy animada:

Claro y nos enseñamos lo que podemos hacer cada una.

Asiente a lo dicho por esta sobre tomar más bebida, sabía que iba a volverse en cierta forma adicta ya que estaba muy buena, quería seguir probando las comidas y bebidas de los humanos, eran muy ricas. Asentía a la explicación de Aneka de la magia y añade:

En mi casa podemos ver espíritus y seres mágicos… Kitsu es uno, yo aun estoy aprendiendo a diferenciarlos pero madre puede hablar y ver a todos los espíritus del bosque, de la magia, de los muertos… yo creo que es porque tiene los ojos dorados… yo todavía los tengo rojos y no puedo verlos, pero cuando crezca un poco mas espero que se me pongan así… a fin de cuentas solo tengo 76 años… bueno, 16 humanos… ¿y vosotros, en vuestras casas pasa como en la de Anneka?

Preguntaba a los demás presentes en la mesa

Renata vio de reojo a un Elfo, no conocía a muchos Elfos así que ver un rostro conocido de otra raza le era fácil, o eso creía, pues en el incidente de ayer, termino confundiendo a los dos únicos Elfos que conocía.

De un brinco se puso de pie y alzo sus manos para gritar, animada aún más por ver que el joven estaba con otra conocida suya.

-Arthidas!!!! Por aquí! –Con su figura hacia señas igual que alguien llamando a un avión desde tierra, básicamente estaba llamando la atención de todo mundo. Tú y la chica fantasma pueden venir con nosotros.

Y como si todo aquel jaleo no fuera nada, volvió a sentarse para continuar con su conversación.

-No, para nada –Respondió a la chica de cabellos rosas y ojos interesante. Todos los humanos poseen algo de magia en diferentes formas, la mitad podrían entrenar para ver por años y lograrlo, de esos pocos aún menos pueden verlo sin entrenar, casi 1 de cada 5, de esos, pocos tienen talento innato, pero si sumas que muchos no creen en la magia, los que la llegan a ver se espantan y otros son tratados como locos. Eso deja a casi uno de casi mil capaces de usar magia.

Con un suspiro la niña vuelve a respirar.

-Por eso para los humanos es normal que la magia no exista.

Terminado de comer puntualiza.

-Anneka, a mí me costó ver la magia, desde niña veo luces porque tengo el don, pero diferenciarlas me costó años… mira.

La pelirrubia cerro los ojos, por un breve momento, parecía en paz consigo misma.

Y al abrir los ojos, había un destello mágico en ellos, solo visible para quien maneje la magia.

-Al inicio necesitaba esto para ver la magia, todo esto solo para aprender a ver como ustedes.

La chica zombi miró a Renata casi con fascinación.

 -¿En serio? Jo, el mundo de los humanos tiene que ser aburrido, no te ofendas.

Se quedó pensativa un momento y, acto seguido, añadió:

 -Pero, ¡eso te hace a ti especial! No, ¡súper especial! Eres una humana entre mil o quizás más. ¿No hace que te sientas genial y poderosa? Tal vez no al nivel de una princesa, pero sí al de una duquesa, por ejemplo.

La chica zombi sonreía mientras pensaba en la pequeña corte de "nobles" que estaba montandoa su alrededor. ¡Amigas dignas de toda una hija de reyes, sí señor!

 -Sayaka, cuando quieras practicar a ver espíritus tienes que venir a mi casa. Hay muchos fantasmas por allí que buscan tener un cuerpo y van a pedírselo a mi padre. Mi madre puede sentirlos, no sé si los ve como hace la tuya, pero siempre sabe cuándo hay espíritus cerca y cuándo no.

Sayaka escucha a Renata y junta las manos con expectación mientras dice:

Es verdad lo que dice Anneka, eres muy especial… pero por lo que se de los humanos también son todos muy… ingeniosos, no pueden hacer muchas cosas y por eso inventan cosas para hacerlas… no sé, no pueden volar y se ponen a inventar cosas para volar… y si encima Renata puede hacer magia…

Decía mientras cogía de las manos a la rubia y animadamente y sonriente le decía:

Qué bien que te tengamos como amiga, nos puedes enseñar cosas de los humanos también jeje

Después mira a Anneka y asiente mientras dice:

Si…. Si madre me deja cuando estemos de vacaciones puedo ir a tu casa y tú a la mía, seguro que es divertido… o más divertido aun, podemos hacerlo todos, ¿verdad?

Sugería mientras miraba a los demás presentes en el lugar.

El pensamiento era profundo, pero sabia que por mas que pensara lo único que haría a sus sentimientos cambiar seria algo externo, que no dependiera de el, y eso lo hacia sentir mucho peor, siempre se valía el solo, ahora muchas cosas iban a depender de lo que otros hicieran. Afortunadamente no paso mucho tiempo entre su preocupación y y la solución, pues las palabras de Yamiko eran todo lo que el necesitaba escuchar, el simple hecho de saber que otras personas querían estar cerca de el le aligeraba el cuerpo, sentía un calor diferente en el pecho, sus ojos estaban azules como el océano y no pudo evitar sonreír sin sentido, por lo visto lo que el quería era estar cerca de los demás pero la excusa que se ponía era saber si los demás querían o no.

-Buenos días Yamiko -Dijo con esa recién formada sonrisa matutina -Tenia un pequeño dilema que acabas de resolver, ¿te gustaría... - No pudo terminar la pregunta porque la pequeña escenita de Renata lo distrajo. cada palabra ella decía se le guardaban en los zapatos al elfo, y si que pesaban. Todavía no se sentía completamente exonerado por lo de ayer. Volvíamos al mismo dilema, solo que esta vez el podía pedir una opinión. -¿que dices? ¿nos sentamos con ellos Yamiko? -Dijo mirando al grupo que lo había invitado, dejando toda acción que fuera a hacer en la respuesta de la fantasma.

Aida sonrió a lo último que Aetheldryd, porque se imaginó una escena en la que ningún estudiante iba a clases por malestar estomacal. Por alguna extraña razón, esto le hizo gracia a Aida, la cual, por un momento, no pudo ocultar una sonrisa divertida.

-Hubiese sido el holocausto -le respondió, aguantando la risa-... el holocausto del váter -aunque su sonrisa no duró por mucho, ya que, dándose cuenta de que había actuado sin pensar en todos los que tenía alrededor, levantó ambas manos y se disculpó con la pelilavanda-. L-lo siento por decir algo desagradable -Oh, sí. Ahí íbamos de nuevo.

Esta vez esperó que la tierra se la tragase, mientras terminaba de comer. Los demás hablaban sobre cosas muy interesantes, pero Aida se encontraba bastante avergonzada como para integrarse a la conversación, por lo que simplemente se quedó en silencio.

La mirada de Aetheldryd recorría los rostros de quienes tenían la palabra. Había momentos en las que parecía que su mirada se perdía en el vacío, careciendo de un poco de brillo y no era por tener un mal recuerdo, era como si prestara atención a otra cosa más allá de las caras, la mesa o el propio Comedor. Aida y Anneka ya habían visto ese lado de ella en el pasado, usualmente cuando ella estaba sola... pero ahora que estaba rodeada de personas, ¿por qué lo hacía? De todas maneras cerró los ojos; y se rió un poco con el chiste de Aida, de verdad le había gustado. Pero habló en un tono bastante afable y tranquilo.

-Los humanos sin magia temen a lo que no pueden controlar, de ahí que si llegan a ver muestras de magia real se asustan. Aquello que es ajeno lo toman mal, juzgan sin saber-a abrir sus párpados se atravesó un destello de tristeza que se desvaneció rápidamente. Suspiró se recargó en la silla donde estaba sentada retomando una postura cordial y gentil-. Renata tiene razón, hay potencial en todos en mayor o menor medida; por supuesto que hay casos donde no poseen nada, aunque eso no les impide comprender que existen cosas que se escapan de su propia realidad. Y no, ese mundo no es aburrido: tienen sus propios medios de entretenimiento y transporte, armas que pueden rozar con el potencial de un misil mágico y disfrutan la vida diferente. Aunque yo uso magia, soy humana; yo se que mi vida será la misma que uno normal y puedo prolongarlo pero no es natural, no podré vivir lo que un vampiro, un licántropo o los elfos; pero ahí es donde radica lo especial de la humanidad: valoran la vida muy diferente y eso hace que tengan ambición en sus experimentos, descubrimientos y afecto a otros-el comentario de Sayaka corroboró lo que ella intentaba decir, asintiendo para concordar con esa opinión. Después se quitó los guantes y tendió sus manos en la mesa. Si este año debía cambiar, era mejor comenzar.

-Yo provengo de una familia dedicada a la magia por años, en especial a aquellos del ámbito paranormal si queremos llamarlo así. Mi abuelo es Alair Northwest, un invocador de espíritus bastante reconocido, al igual que su esposa (mi abuela) Vitalia, una sanadora elemental y de magia blanca-instó a que tocaran sus manos y cualquiera que lo hiciese podría percibir que estaba heladas... demasiado, era antinatural, más incluso que los de un cadáver-. Los Northwest nos caracterizamos por poder ver fantasmas; no requerimos ser una kitsune o un zombie o de alguna otra raza para eso, nuestro don nos permite ver de cualquiera aunque éste se oculte o use magia para esconderse, incluye tanto a los buenos como a los... malos; por esta conexión tenemos rasgos que no podemos controlar que nos hacen sentir que estamos en ambos mundos; mi abuelo tiene los ojos blancos y mis manos son más fríos que los de un muerto. De ahí que en el pasado se me veía muy seguido hablar sola, suelo conversar mucho con los fantasmas de la Academia-se encogió de hombros tratando de restarle importancia, pero en su tono de voz se revelaba cierto nerviosismo controlado por hablar de sí. 

En medio de tanto barullo, Renata podía sentir lo que era desayunar sin pensar en los planes arteros de la política de su familia o el solitario amanecer en la casa de su tía que, aunque la quería, no podía estar con ella todo el tiempo.

Emocionada dejo su plato, y los vio intentando grabar esta escena con fuerza en su mente, el primer día de escuela auguraba ser algo maravilloso.

-Si Anneka, Sayaka, como dijimos ayer, un día tenemos que visitar el hogar de cada una… -Como si mordiese algo amargo, la pelirrubia aclaro. Aunque en mi caso sería ir a una ciudad, mis papás tienen una casa ahí.

No quería visitar la casa familiar, imaginar cómo sería recibida en ese sitio sería bastante desagradable y más que tuviese amigos…

-Aida, Aetheldryd ¿Cómo es donde viven?

Había notado como Aida se quedaba callada y quería incluirla en la conversación, aunque si sus métodos eran correctos, era difícil de saber.

Además estaba interesada en la historia de su Sempai, los videntes y espiritistas eran una rama rara que no existía en su ciudad y su familia tenía la mala costumbre de desprestigiar todo aquello que no fuese suyo o no entendieran.

La sonrisa de Yamiko aumentó y asintió a la idea de Arathidas.

 -A Yamiko le gusta sentarse con gente. Es divertido verles comer.

Y dicho esto, fue flotando hacia la mesa donde estaba el resto del grupo, saludándoles con la mano.

 -Buenos díiiiiias. El elfo también viene a sentarse con vosotras, ¿os importa que Yamiko y él se queden aquí un poco?

 -¿Una ciudad? Creo que nunca he visitado una. ¡Este verano sin falta vamos a hacer visitas de vacaiones! Me encargaré de que preparen las habitaciones de invitados de mi castillo para que estéis bien cómodas. ¡Oh, y tengo que enseñaros la colina del fuego fatuo! ¡Y las marismas sin fondo! Dicen que si un elefante se mete en ellas no vuelve a salir. Pero tranquilas, que hay puentes para cruzarlas.

Mientras charlaban animadamente, la chica fantasma y el elfo habían acabado llegando a la mesa para sentarse con el resto del grupo. Anneka les saludó de pasada y luego miró a Aethel.

 -Mira, esa chica es una a la que podemos ver todos. ¿Verdad, esto... Yukina eras? Bah, da igual, que es un fantasma que no se hace invisible. Si decidiera hacerlo, ¿tú la verías igual, Aetheldryd?

La araña tuvo que taparse las piezas bucales con los pedipalpos para no estallar en carcajadas por el comentario de su compañera. Holocausto del váter... Esa chiquilla era un genio.

 -Nooo, no te disculpes, el chiste es genial. Quizás no del todo adecuado para la hora de comer si alguien está tomando pudin de chocolate o puré de lentejas, pero demostrar tu ingenio nunca está de más. Ahora, ¿me puedes coger una miga de pan o de galleta? Tengo hambre y me apetecen unos hidratos.

Aida, soltó un bufido divertido ante el comentario de la arañita sobre su chiste; cosa que la sacó un poco de aquél momento bochornoso. Asintió con amabilidad ante la petición de su compañera, tomando un pedazo de pan del que había en su bandeja, y pasándoselo a la arañita.

Al llegar Yamiko, la licántropo le saludo suavemente con una mano y, con algo de timidez, negó estar en contra de que el elfo se sentase junto a todo el grupo (aunque no podía negar que la presencia del elfo aún la ponía nerviosa; sobre todo porque no sabía cómo tratarle).

Escuchó con atención lo que Aetheldryd. Nunca la había escuchado hablar de sí misma, y hacerlo desconcertó a la peliblanca. Aetheldryd y los demás son geniales, pensó, apoyando sus codos en la mesa, y su redondeada carita entre sus manos. ¿Viajes, amigas? ¿Mis padres me dejarían? Eso por la mente de nuestra absorta chica lobo, hasta que Renata le habló, volviendo a su porte levemente nervioso e inseguro.

-¿Donde yo vivo? B-bueno... -nunca había hablado sobre sí misma dentro de la academia. Le daba un poco de vergüenza hacerlo, pero ya que todos estaban compartiendo cosas sobre sí mismos...- Es una aldea... que depende mucho de la magia. No solemos usar los artefactos de los humanos, casi todo lo que hacemos lo hacemos con magia. Las actividades como cazar se hacen en manadas, y... -por alguna razón el gesto de Aida pareció endurecerse un poco al tocar ese tema, pero rápidamente esa expresión se esfumó, y prosiguió- nuestra raza por lo general no se relaciona con otras; prefiere mantener el linaje puro.

Sayaka saboreaba un poco de comida mientras escuchaba lo que decían, a lo dicho por su compañera de habitación dice:

Fuegos fatuos… ¿sabes que en realidad son espíritus no?... yo puedo llamarles jeje

Después asiente a la pregunta de Yamiko, asiente y dice:

Claro… cuantos más seamos más nos divertiremos… somos todos amigos ¿verdad?

Después escucha a Aida y se le iluminan los ojos:

Entonces tu aldea debe ser muy parecida a la mía… nosotros no nos comunicamos con el exterior tampoco… usamos magia y herramientas que hacemos con la naturaleza… además vivimos en un sitio que los humanos no vienen porque tienen miedo jeje…. ¿os pasa igual a vosotros Aida?

Entonces se da cuenta de algo y dice:

¿Renata podríamos ir por la ciudad?

Dice mientras mueve la cola y las orejas con curiosidad

Renata ya estaba haciendo planes imaginarios llenos de colores pastel de todas caminando por templos en bosques, castillos encantados y tiendas citadinas. Incluso la idea de visitar una manada era bastante de color de rosa en sus vividas imaginaciones.

-Quiero ver sus hogares!

Casi grito emocionada viendo cómo se organizaba todo, hasta que tocaron un punto bastante peliagudo.

-Se puede… -Su voz no sonaba tan segura. Hay sencillos disfraces y con un toque de magia no podría pasar nada…

Pero esos hechizos de disfraces, no eran lo suyo.

Ella fue la tercera en unirse a la expectativa de Aetheldryd, que ella revelase algo de su vida privada era como saber el color favorito de una celebridad.

Entonces casi apareció un foco sobre su cabeza.

-Incluso podemos ir sin mucho disfraz, hay fechas y festivales donde la gente se disfraza, el día de todos los santos, hallowen, día de muertos, son festividades donde no seria raro ver a alguien como nosotras, y hay sitios u otras fechas donde no hay necesidad de disfraces como fiestas especiales.

Aetheldryd escuchó la pregunta que le había hecho Renata sobre cómo era su hogar, pero cuando iba a responder llegaron Arathidas y Yamiko a la mesa, recibiendo a ambos con una sonrisa afable y pequeña mientras Anneka hablaba. El primer día y ya estaban organizándose para hacer visitas en vacaciones, eso era moverse rápido y aprovechar el tiempo, cosa que le alegraba por ellas.

-Teóricamente podría verla, pero cada espíritu o fantasma posee cualidades únicas que van con su voluntad y a mi me falta desarrollar mejor mis habilidades. Al menos les puedo decir que hay muchos más fantasmas de los que creen aquí en la escuela, como la señora McCarthy, es muy amable y a veces charlamos por un largo rato.

La plática retomó el giro de los hábitos en las comunidades de los demás, pero en su caso la pelilavanda guardó silencio y escuchó al resto, junto a las ideas para hacerse pasar en el mundo de los humanos como otros de su par sin tener que ocultar sus rasgos distintivos. Por supuesto, ella no fue la excepción con su cabello y ojos lilas, pero...

-Aunque los rasgos sean llamativos, en la actualidad las modas están por doquier. No es raro estar en la calle y encontrarse a gente disfrazada sin motivo, con color de cabellos brillantes o pipilentes para tener ojos "exóticos"; claro, se llama la atención, pero el escepticismo impera más que la duda a lo sobrenatural-complementó mientras se acomodaba en su silla y guardaba silencio de nuevo para ver cómo convivían. De cierta manera se sentía incómoda por compartir mesa con tanta gente, pero era por la falta de costumbre. 

 -¡Oooooh, creo que ya sé qué fiesta dices! ¿Ese Halloween no es una fiesta donde se comen muchos, muchos dulces? ¡Me encantan los caramelos, el chocolate y todos los demás dulces del mundo! ¡Quiero ir a esa fiesta! En la academia no celebramos nada parecido, sólo se celebran festividades mágicas, como el Samhain o el Beltane. Y en ninguna de ellas se comen golosinas, son un peñazo.

La explicación de Aethel sobre sus poderes le resultaba interesante, pero bastante menos que la perspectiva de ir a una ciudad a ponerse morada de golosinas.

 -Entonces, ¿podríamos pasar desapercibidas entre humanos no mágicos sin problema?

Ay, que iba a poder celebrar ese Halloween de marras. Ese día no iba a probar bocado hasta la noche, momento en el que se atiborraría de dulcerías variadas.