Partida Rol por web

 -Po-ho-ho-hor favor, amiga. No es criticar, es evaluar su estilo. Y además, si no me oyen, no hay daño. Bueno, sí que lo hay, el que produce esa blusa en mis delicados ojitos. ¿Has visto el estampado?

La arañita señaló a una alumnna que tenía un solo ojo, una cíclope de la variedad de tamaño no gigante, que llevaba un atuendo francamente horroroso.

 -¿Ves como en el fondo no son críticas maleducadas sino apuntes de cosas a evitar? Nunca vayas como ella, pequeña. Consejo gratuito. Ahora, ¡vamos a por canapés! ¡Y luego a charlar con alguien! ¿Tienes amigas o amigos? Seguro que les encantará ver cómo estás de adorable.

- Aethel -  LLamé a la chica mientras me acercaba, y seguía a Aki con la mirada. - Espero que no se haya ido por mi culpa. Escuché que se dió cuenta que los miraba, pero era simplemente porque esperaba para hablar contigo. No quería parecer un irrespetuoso cortando la conversación de alguien. Después me disculparé con él. - Hice una pausa.

- ¿Vamos al jardín? Hoy el cielo está... particularmente bello. Me pregunto si esta Academia no tendrá algo que ver. -

Tal y como le pasaba a Laila, Sarah no veía gran cosa desde su baja estatura. Menos mal que contaban con Joel.

¡Y ese muchacho lo había dejado con su novia dos meses atrás! Estaba libre... y seguramente todavía la echase de menos. -Cuánto lo siento, no tendría que haber preguntado...- ante su propuesta de "bailar con dos chicas monas" no pudo evitar levantar de nuevo la vista con una animada sonrisa y asentir de forma enérgica con la cabeza.

Estar con Joel era agradable, no lo iba a negar. Y, pese a los nervios iniciales, la cálida y cercana forma de ser del chaval hizo que Sarah cogiera algo más de confianza. Seguía siendo un ídolo para ella, de eso no había duda alguna, pero al menos ahora no se cortaría tanto a la hora de hablar (o al menos eso esperaba).

Tras una carcajada algo infantil y animada cogió de la mano a Laila. -¡Yo tampoco sé bailar el boogie! Laila- se giró hacia su amiga con una amplia sonrisa, -¡te va a tocar enseñarle a dos ese baile!

La pelilavanda continuaba jugando con su trenza mientras veía a Aki y le sonreía cuando él expresaba no tener miedo a ese tipo de criaturas, el gesto de sus labios se tornó un tanto más seria sin dejar de sonreír. Le aliviaba la idea de que otras personas no se cohibieran a las distintas aplicaciones, usos y aptitudes mágicas, pues con esto se armaba de bases (y de valor) para alcanzar uno de sus propósitos en la vida. Sí, apenas era una joven de 16. ¿Qué sería lo que tanto anhelaba? Algo muy profundo que, sin lugar a dudas y sin querer, Aki le ayudó a estabilizar.

-Gracias por tus palabras Aki. Y tu no dudes en consultarle, ella te ayudará... siempre y cuando tu matrícula esté en regla-comentó lo último en voz baja y soltando una leve risa amarga por los rumores que rondan a la Directora por su interés al ámbito monetario. Pero el chico se despidió y parpadeó un par de veces mirándole hasta que él dijo "que tú también lo quieres. Escucha tu corazón, por favor...". Primero la señora McCarthy y ahora él... ¿Por qué creían que había algo entre el elfo y ella? Ante esa frase, la joven sonrió de lado y continuó tranquila mientras negaba con la cabeza-. No pasa nada con...-pero Aki le sonrió y se fue sin darle la oportunidad de despedirse.

-Espera, Aki...-Aetheldryd soltó un suspiro mientras su sonrisa se desvanecía. ¿Se retiró porque ella hizo o dijo algo inapropiado? Luego volteó cuando Kyrt le llamó y otra vez suspiró-. No se por qué se fue, aunque debiste escuchar que él cree que...-se calló y recordó las palabras de la fantasma-... Nada. Y sí, luego conversamos los dos con él-sonrió un poco, pero era un gesto tenue, ante el recordatorio de la actividad que tenían planeada y asintió.- Claro, vamos. Busquemos a Renata y a Sayaka, quedamos de ir con ellas... aunque... -Y bajó su voz para decirle algo al elfo con una mirada más... ¿alegre? 

-Aprovechamos e invitamos a Aki. ¿Te parece? Así hablan los dos bajo un ambiente que te sea cómodo y para él con menos barullo de personas. Entre más pronto se aclare la situación mejor será, ¿no lo crees?

Terminó de decir para ver al salón y buscar a Renata y a Sayaka para decirles que se irían de ahí.

- No, está bien. Creo que hablaré otro día, en un ambiente más privado. - Le contesté a la chica de pelo lavanda, mientras caminábamos hacia Renata y Sayaka.

- Renata, Sayaka, con Aethel nos vamos a los jardines, como habíamos quedado. ¿Aún desean unírsenos? -

Sayaka escuchaba a Arathidas preguntar a Renata de donde era cuando escucha a Kyrt preguntarles si se iban a ir al exterior con ellos, ella mira a Renata y a Arathidas y dice:

¿Os apetece ir con los demás al exterior? Seguro que es divertido y el cielo nocturno está muy hermoso.

Laila asintió y fue corriendo hacia el profesor Witchward para pedirle una canción boogie para bailar. Al poco la chica araña regresó con Sarah y Joel y la banda comenzó a tocar un tema de lo más animado.

Entonces Laila empezó a bailar, moviendo sus patas, girando y retorciéndose en movimientos que para un humano serían casi imposibles. De hecho, tan concentrada estaba que ni se dio cuenta de la gente que había dejado de bailar para mirarla.

 -¡Venga, venid a bailar! ¡Girad las rodillas, es muy fácil!

Se acercó a Joel y Sarah para animarles a bailar con ella. Y ciertamente entraban ganas, ¡porque tenía cara de estar disfrutando aquel baile como nunca!

Renata por poco se camuflaba entre el suave y mullido pelo de su amiga, aun apenada de haber confundido a los elfos.

Aunque no quería ponerse mal, ignoraba cómo debía reaccionar ante esas situaciones.

¿Debo disculparme? ¿Y si mejor estoy callada? Aunque podría enojarse si no hablo.

-Yo…

Con su voz un tanto tímida, vio un escape en la invitación del otro elfo.

-Si, vamos, Sayaka.

La pelilavanda asintió a lo dicho por Kyrt y caminó con él para llegar a donde estaban Renata y Sayaka. ¿De qué habrían estado hablando? Podría haber prestado atención si quisiera, pero no le gustaba inmiscuirse en conversaciones ajenas, por lo que Aetheldryd estaba fuera de contexto cuando vio a la rubia esconderse tras la kitsune. ¿Habría pasado algo?

-Buenas noches-saludó al otro elfo con ese mismo tono educado de siempre. Sayaka le había invitado. ¿También le interesaban esas cosas?-. Me llamo Aetheldryd, mucho gusto. Renata, ¿estás bien?-notándose preocupada por su compañera de habitación, se acercó a ella para mirarle con cuidado-. Seguramente te sentará bien el fresco. Vamos todos entonces.

Y cuando los demás comenzaran a moverse, ella seguiría al grupo en su habitual silencio. Buscó a Aki entre la multitud, esperando que estuviese bien debido a su repentina despedida. 

El elfo seguía igual de pálido, con esa mirada deprimente y ese aura fúnebre. Si el era una molestia, mejor se alejaba de ellos.
-Vayan ustedes, no tengo ganas...- Dijo con una sonrisa muerta y miró por última vez al grupo antes de irse al extremo más lejano del salón.
-detesto ser diferente, detesto ser siempre el que nunca encaja, detesto tener que volver a mí fria soledad.- y se quedó mirando el Boogie mientras la soledad tallaba su nuevo rostro.

Miré con una sonrisa al demonio, como si fuera una madre escuchando los problemas de su hijo. No puede evitar soltar una risita cuando comento sobre mi baile como si fuera buena haciendolo. El pobre estaba tan perdido como un pulpo en una fragua, y me resultaba gracioso.

-No lo hago bien, ni de lejos-le dije con una sonrisa-, pero agradezco el cumplido. Y sobre el traje de yeso, bueno, no te preocupes. El yeso se usa para que no nos hagamos daño cuando estamos heridos, cuando termine su función seguro que tu solo puedes romperlo-dije despeinandolo un poco-. Pero bueno, tampoco hay que hacerlo a la fuerza. ¿A ti que te gusta hacer para pasar el tiempo?

Aki atravesó la muchedumbre, que iba aglomerándose en la sala, con pasos lentos, la mente abstraída unos segundos, y luego volviendo a la realidad de la sala escuchando discretamente lo que la gente en su derredor tenía que decirse, antes de perderse de nuevo en reflexiones dispares…

Moviéndose así sin rumbo preciso, y con la mirada vagando, de pronto captó la de Aetheldryd quien miró en su dirección. Concentró sus pensamientos vagabundos, percatándose de que a su lado no sólo estaba Kyrt, sino también estaban Renata, Sayaka y un elfo… quien, sin embargo, se alejó del grupo tras un instante.

¿La chica sería amiga de Renata? En este caso, con la impresión que Aetheldryd me da, se trata de una amistad de temperamentos bastante desiguales… bueno, tampoco importa, como se dice que las diferencias se atraen… ¿Pero Renata realmente tiene que inmiscuirse en lo de entre Kyrt y Aetheldryd? No sé qué pensar de esta chica… Sea. El mal está hecho, si mal lo hay. Y como la fiesta aún no ha comenzado… ¿por qué no unirme a ellos? Como la profesora me aconsejo, tengo que ser directo...

Con unos pocas zancadas estaba con el grupo y sonrió a la pelilavanda con quien había sostenido la mirada mientras que caminó hacia ella. “Así de pronto nos vemos de nuevo. Habría preferido dejarte en la compañía exclusiva de Kyrt, pero veo que parecéis, al contrario, tener un plan común”, habló Aki con la franqueza inapropriada del socialmente mal adaptado. “Si estáis de acuerdo, me gustaría pasar un rato con vosotros antes de que el gran evento empieza.”

El muchacho se quedó paralizado, con las mejillas rojas. No estaba acostumbrado a tener ese tipo de trato con una chica. De hecho, no había tenido ese tipo de trato tan cercano con nadie.

 -Yo... Pues en mi tiempo libre estudio y practico mis poderes. Y leo. Poco más, la verdad. Aunque supongo que puedo ayudarte en la forja, ¡si quieres, claro! El fuego es lo único que se me da realmente bien.

Se sentía avergonzado y poco interesante. ¡Estudiar y leer no eran actividades para el tiempo libre que molaran! Maldita sea, hacer amigos era difícil, pero mantenerlos era aún más complicado.

 -¿Y tú, a qué te dedicas en tus ratos libres? Aparte de dedicarte a la herrería, claro.

Una muchacha mortalmente pálida y vestida con un kimono negro había aparecido al lado de Arathidas sin hacer ruido alguno. Y si uno se fijaba un poco, podía ver que la muchacha no tenía los pies apoyados en el suelo, sino que levitaba a escasa altura.

Con una sonrisa siniestra pintada en la cara, la niña se giró para mirar al elfo.

 -Hola. Yo soy Yamiko. ¿Qué eres tú? Pareces de carne, pero hay algo más. Algo que se parece a Yamiko.

El elfo estaba en otro mundo, cansado de ser el sobrante, la soledad lo tenia amarrado de una correa y lo llevaba adonde ella quería, la pena lo rodeaba y no sabia si sentía ira o tristeza, quería gritar y estar en silencio, quería simplemente existir y ya le era muy difícil saber si realmente existía. y volvía a tener esa duda, ¿alguien o algo? ¿suyo o de ellos? no quería saber nada sobre los demás, quería volver por unas horas a ese iglú donde cada día era igual al anterior.

la música sonaba y sonaba, el boogie es un ritmo adictivo y alegre, pero en ese momento no podía sentirse feliz y su corazón empezó a envidiar las caras felices de las demás personas que podían hablar tranquilamente con otros, sus oídos pedían melancolía o silencio, si se iba afuera echaría a perder el paseo de los demás, y si se iba a su habitación no escucharía nada y quizás algo importante llegase a pasar. Dio media vuelta para ir a buscar una bebida cuando la vio. Siguiendo con el mismo rostro indiferente (no es fácil sorprenderlo) miró a la cantina que estaba detrás de ella y la rodeó.

Soy arathidas, un elfo que sabe que la carne se pudre tal y como se pudre la vida, alguien que conoce la soledad como la nieve conoce al frío y detesto hablar de mis poderes, si puedes lidiar con eso, hablamos, si no, no creo que te agrade estar cerca de mí. -Dijo con un tono indiferente y serio sin dedicarle una mirada, ya no iba a hablar con quien no lo soportara, sería directo, maleducado si así debía ser y cortante con los que no lo quieran tener cerca. Y siguió caminando a buscar una vaso con mas hielo que agua.

Al ver que el otro elfo (Arathidas*) no se presentó cuando ella lo hizo y desistió la invitación, le siguió con su mirada intrigada por aquél gesto que él demostraba. A diferencia de otros, a la pelilavanda no se le podía escapar aquella expresión porque ya la había visto antes e infinidad de veces y no precisamente en los vivos. Ella respetaba el espacio de otros, por lo que no iba a insistir en que se uniera; pero sintió un calosfrío que le hizo retomar en sus ojos un sentido de familiaridad tal que comenzó a voltear por todos lados hasta que vio a Aki acercarse a ella. Le sonrió, pero una alarma en ella había comenzado a sonar.

-Hola otra vez-contestó Aetheldryd, parpadeando un poco mientras lo escuchaba-. Claro, puedes unirte. Es una actividad que planeamos temprano y creo que entre más, mejor-volteó a ver a Kyrt recordando lo que le había susurrado y suspiró. Miró al grupo que se preparaba para irse y su porte general se tornó sereno. Demasiado sereno-. Si gustan pueden adelantarse, los alcanzo en unos minutos. Tengo que hacer algo.

Y continuó en su lugar hasta que por fin la vio. No necesitaba notar que levitaba para saber qué era, y la joven sintió su corazón acelerar. Que un fantasma se manifestara de esa manera no era muy usual, y aunque era consciente de los escudos de la Academia, aquella chica le pareció... inusual, nada más. Se hizo llamar Yamiko y, un poco intrigada, comenzó a caminar en dirección al enfermero Witchward. 

Sayaka saluda a Aki cuando llega, sin embargo, notaba algo, algo le llamaba la atención y pronto descubrió que era, se trataba de una chica que aparece de pronto y se pone a hablar, ella observa en silencio, sin embargo, tras las palabras de Aethedryd parpadea un par de veces como despertándose y se acerca al espíritu, tras inclinarse respetuosamente delante de este dice:

Encantada Yamiko… mi nombre es Sayaka…

Su madre le había dicho que debía ser respetuosa con los espiritus, que eran importantes y que estaban muy relacionadas con ellas.

Animada por la música y por los hipnóticos movimientos de la arachne, Sarah salió también a la pista. No lo hacía ni por asomo tan bien como su amiga, pero aun así era evidente que se divertía.

- ¡Venga! ¡Vamos! Ahora un paso para acá, ¡y otro para allá! Oh, ¡y media vuelta!- volvía a no tener cuidado en sus movimientos, pero al menos en esta ocasión tenía a Layla y Joel con ella.

Sin embargo, tan pronto acabó la música no pudo evitar que una serie de bostezos se adueñaran de ella. Era hora de dormir. - Vaya... uahhh... Y yo que quería bailar más...- se le entrecerraban los ojos y se le juntaban las palabras entre bostezo y bostezo. - Oye, creo que me voy a dormir... Uuuuaaaahhh... ¿te vas a quedar más?- ya no sabía si miraba a su amiga o a Joel.

Aki también saludó a Sayaka y sonrió a Aetheldryd, alegrado de que ella aceptara de inmediato su presencia en la actividad común que habían planeado, aún antes de los demás.

Notó asimismo la mirada de cierta complicidad, y hasta preocupación - es decir, si no se equivocó -, entre Kyrt et Aetheldryd y por un momento se preguntó si, de hecho, los otros se habían realmente inmiscuido en una actividad originalmente planeada para dos – pero bueno, por cierto uno más no podía destruir aún más la intimidad buscada, y sólo es el primer día!

Kyrt et la pelilavada tendrían un sinfín de oportunidades para platicar a solos.

De hecho, cuando Aetheldryd les dijo que los alcanzaría unos pocos minutos más tarde, no se lo ocurrió de preguntarse porqué, ni seguirla con la mirada. Para Aki siempre parecía natural que la gente se retirara para reflexionar por sí solos, porque para él, Aki, era algo muy natural de hacer.