Partida Rol por web

La segunda planta está compuesta por un lado del ala este, que contiene las aulas, y del ala oeste, que comprende la biblioteca y los despachos del profesorado.

También cuenta con escaleras para subir a la tercera planta y bajar a la primera.

Mientras vuestros compañeros eran conducidos al sótano por la profesora Deadeye, vosotras comenzasteis a caminar en dirección a los despachos del profesorado. Un soggoth... ¿Qué demonios significaría eso? Fuera lo que fuese, esas cosas de aspecto falsamente adorable estaban en todas las aulas y dependencias y empezaban a desperdigarse por los pasillos. Persona con la que entraban en contacto, persona a la que atrapaban entre sus pseudópodos de alquitrán. Se oían gritos de miedo y angustia mientras corríais hacia el despacho de la directora.

Del único lugar del que no parecía provenir sonido alguno era del pasillo que conducía a la biblioteca. ¡La biblioteca! Tal vez ese fuera un buen lugar en el que buscar información sobre aquella criatura. Porque si os encontrabais con un grupo de esas cosas, probablemente no tendríais más remedio que intentar defenderos. ¿Y cómo defenderse de algo a lo que no conoces?

Por otro lado, el pasillo que conducía a los despachos estaba relativamente desierto, con sólo una o dos de aquellas criaturas. Dieron un par de saltitos, olisquearon el lugar y mutaron hasta convertirse en ese odiado fango que se arrastraba por el suelo y las paredes.

Aetheldryd corría sabiendo de memoria los caminos a tomar por la escuela para ir al despacho de la Directora. Aún no había aprendido alguna magia de... entonces paró en seco en la segunda planta y miró a la rubia con evidente inquietud, se acercó a ella cuidado su postura y sin revelar un miedo obvio. Sí estaba inquieta, pero no tanto como para no dejar de pensar con claridad.

-Renata, hoy en la mañana apareciste en el comedor. ¿Esa fue magia de teletransportación?* ¿Crees que pueda ayudarnos aunque sólo tú te muevas?-preguntó la pelilavanda esperando alguna respuesta, pues si ella puede moverse por el campus sería de gran ayuda-. ¿Puedes ir al despacho de la Directora? Las demás podemos buscar información de esas cosas... si no puedes, diría que vayamos a ver qué podemos encontrar. 

Y cayó en cuenta ella igual en otra cosa, algo que podía hacer por sí misma tomando en cuenta su don. No tenía nada con qué anotar, pero si llamaba a alguien... entonces comenzó a buscar rastros de algún fantasma, alguien que pudiese ayudarla a llevar una nota a la Directora. Los espíritus pueden atravesar paredes y si volaban por fuera de la escuela llegarían rápido por la ventana sin arriesgarse. 

Aguzaste tus sentidos sobrenaturales, buscando rastros o auras de espíritus que pudieran darte alguna pista de lo que estaba pasando por allí o simplemente que pudieran serte de ayuda.

Tuviste suerte, ya que tras unos momento de observación pudiste ver al viejo señor Tamegoro examinando una pared con cara de estar sumamente interesado en ella. Tamegoro era un anciano japonés que supuestamente había muerto en su casita de Kioto, se había metido en un ihai funerario y había aparecido por allí años más tarde. Pero no le importaba, ya que le encantaba meterse en los cuartos de baño a asustar a los novatos moviendo los rollos de papel higiénico o apareciendo de repente por la taza del váter. Menos mal que era majo cuando no estaba gamberreando...

Renata ladeo su cabeza intentando recordar lo que decía Aetheldryd, pondría su mano en su mentón para acentuar la imagen de estar pensando, pero con ambas manos guiaba a sus compañeras Aida y Etna.

Una razón de no soltarlas, era que estaba haciéndose adicta al calor y la sensación de sostener a alguien mas, un vínculo que…

Sacudió su cabeza y volvió a concentrarse en sus recuerdos.

-Si –En su rostro se revelo que era algo que no debía hacer. Aunque es algo que no debo usar, es una técnica de combate…

Qué aprendí porque mi familia esperaba que matase criaturas mágicas…

-…de un largo linaje, no es como la tele transportación original, pero una vez la domine podre usarla cuantas veces sea necesario, aunque creo que eso me tomara casi diez años.

Mientras explicaba eso, su pasión por la magia impulsaba ese tierno arrebato de elocuencia.

-Es una técnica que se liga a ti, por lo que tiene una forma diferente por cada usuario y cambia también dependiendo del ánimo. Como soy principiante, el mío es un remolino de rosas, pero necesito que se forme todo, he visto que los adultos usan cosas como Fuego o Rayos, son mas rápidos. Cuando crezca espero que mi cuerpo se disuelva en pétalos…

Obvio que aquella era técnica de pelea que también tenía como propósito asustar al oponente, desaparecer y aparecer en fuego, electricidad, sombras o cualquier elemento agresivo podía infundir terror usado de manera adecuada, ella por parte de su carácter, solo podía usar pétalos.

Alguna vez enojada vio aparecer en su magia, vides con espinas, pero aquello hacia años cuando todavía vivía con la familia principal.

Y como esa magia revelaba su carácter amable, era también culpable de que ella fuese rechazada por su familia, su carácter no era adecuado para un líder, aunque el resultado de la magia fuese el mismo que cualquier otro que la usara.

-Actualmente solo puedo usarla una vez al día, pero gasta casi toda mi magia -Dijo con tristeza, no quería defraudar a su querida Sempai. No puedo usarla otra vez, ademas no se si puedo llevar a nadie conmigo aun. 

¡Aquellas cosas eran endemoniadamente lindas, pero letales! Aida estaba asustada, pero, al mismo tiempo, emocionada. Por extraño que pareciese, aunque la situación no era para tomársela a la ligera, Aida estaba ruborizada. Renata la tenía de la mano. No recordaba alguna vez que hubiese tenido tanto contacto con alguien a tal punto. 

Escuchó maravillada en qué consistía el poder de Renata. ¡Era realmente sorprendente! Pertenecía a su familia, y eso era genial. Ella también tenía una técnica... de la cual no estaba nada orgullosa. 

Renata no podía usar su técnica más de una vez por día. Eso quería decir que ya no podía usarla. Aida se quedó mirando a Aetheldryd y a Renata, esperando que alguna resolviese qué podían hacer.

Aetheldryd no pudo evitar suspirar al ver que la habilidad de Reata no podría usarse. Teletransportación era un hechizo bastante complicado y que aunque lo dominase a ese nivel (que no era bajo) representaba un poderío digno de admirar. La pelilavanda sonrió y puso una mano en el hombro de la rubia.

-Gracias y disculpa, pensé que se podía utilizar-entonces la joven volteó a ver una de las paredes vacías, abrió sus ojos y comenzó a hablarle a la nada-. ¡Señor Tamegoro! -hizo señas con la mano y caminó unos pasos hablando al aire-. Necesitamos su ayuda, por favor. ¿Puede ir a buscar a la Directora y decirle que hay soggoths? Es una emergencia, todos peligramos-luego volteó a ver a las demás y les vio preocupada-. Vayan a la Biblioteca a investigar de estas cosas. 

El anciano fantasma en cuanto te vio te dedicó una amable sonrisa.

 -Hola muchacha, ¿qué tal estás? Estaba mirando esta pared. ¿No te parece que está increíblemente limpia?

Sin embargo, su expresión se volvió más seria al escuchar tu petición.

 -Vaya, eso suena mal. ¿Sogots has dicho? Iré de inmediato y volveré lo más rápido que pueda. Puede que este anciano sea un fantasma, pero aún puedo ser de utilidad.

Dicho y hecho, el viejo fantasma desapareció de tu visa, rumbo al despacho de la directora.

 -¡La biblioteca suena genial ahora mismo!

La arañita había estado callada como un ajo desde que todo el problema con aquellas cosas empezó. Pero nada más escuchar la sugerencia de Aethel, recuperó la locuacidad.

 -No hay de esas cosas por allí, ¿verdad? Así que es seguro, ¡vamos hacia allí!

Renata oculto lo mejor que pudo su mal sabor de boca al tener de recuerdo a su familia, lo cual también era triste.

-Voy –Estaba claro que eran una carga para Aetheldryd, así que lo único que podían hacer era buscar cualquier cosa útil entre los libros. Chicas, vengan conmigo, Sempai se encargara de todo ¿Verdad Aethel-Sama?

Sonriendo con confianza se alejó en busca de la biblioteca, aun sosteniendo a Aida, mientras una esquina de su mente gritaba “¡Estoy sosteniendo a una chica tan mona y felpudita!”, en otra parte de su mente el contacto con Etna también alegaba “¡Es una chica demonio!”

Caminaba por los pasillos concentrada en su labor, pero en algún momento, ambas partes de su mente unieron fuerzas y gritaban al unísono “¡Abrázalas!”

-Chicas… ¿Alguna sabe donde queda la biblioteca…

Entre su barullo mental, a Renata se le olvido la dirección exacta de esta última estancia, estaba segura que ese era el pasillo, pero no recordaba donde virar o doblar para no perderse de ultimo momento.

En otras circunstancias, Aetheldryd habría conversado con aquél fantasma acerca de cómo se mantenían limpias las paredes o ayudarle a cruzar el umbral para que tuviese el descanso que merecía; pero esa situación apremiaba y ver que él se disponía a ser parte de la solución, provocó que su semblante se relajara un poco.

-¡Me quedaré a esperarlo aquí!-gritó al vacío, pero su mirada indicaba que parecía haber visto algo que de pronto ya no estaba en su centro de atención. Entonces cayó en cuenta que había hablado con fantasmas frente a personas que no podían verles y se paralizó un poco, recordando las burlas que le hacían en la escuela cuando era niña. 

Sin embargo, aquella memoria se desvaneció en cuanto Renata le habló con el honorífico japonés de respeto y sus mejillas adquirieron un color rojizo que contrastaba bastante con su piel pálida.

-No me digas así, solo Aethel... Es.. raro...-comenzó a jugar con la trenza de su cabello, pero luego negó para quitarse esa pena y volver a la seriedad demandada-. La biblioteca está en este mismo piso, solo sigue por el pasillo terminando de cruzar las aulas. Aida, llévala. Yo me quedo aquí esperando al señor Tamegoro y vuelven con la información que se requiere. Confío en ustedes. 

La chica demonio había permanecido en silencio desde el momento en el que se habían visto obligadas a salir de clase. Todo aquel asunto de soggoths o cienos o lo que fueran había conseguido impactarla más de lo que pensaba admitir. Sin embargo, ahora que el shock inicial parecía haberse desvanecido un poco, más aún teniendo una ruta despejada de bichos por la que ir, Etna volvió poco a poco a ser la de siempre.

 -Vayamos entonces a la biblioteca. Y si no has venido en diez minutos, cerraremos la puerta a cal y canto. Me niego a dejar que esas cosas se cuelen allí dentro.

A vuestro pesar, tuvisteis que dejar a Aethel momentáneamente atrás. Por suerte la habíais dejado en una zona despejada, desde la que podría escapar si se le acercaban demasiado esas cosas. De hecho el pasillo que conducía a la biblioteca estaba vacío por completo. El eco de vuestros pasos resonando le daba un aire ominoso a aquel pasillo, como si en cualquier momento algo fuera a saltaros encima.

Por suerte todo se quedó en un susto cuando llegasteis a la biblioteca. La enorme estancia llena de estanterías con libros y más libros se encontraba totalmente vacía e impecable, tanto que podíais ver el techo reflejado con claridad en el impoluto suelo. El bibliotecario, el señor Kurosawa, tenía fama de ser un hombre metódico y puntilloso, así que el orden de la biblioteca no os extrañaba demasiado a las que ya habíais oído hablar de él.

Pero aparte de estar completamente vacía, la biblioteca tenía dos cosas a tener en cuenta: muchos recovecos en los que ocultarse y muchos libros en los que quizá encontrar algo de información que pudiera ser util para la situación en la que estábais.

Etna fue la primera en salir hacia la biblioteca, seguida por Renata y Aída, que se lo estaban pensando un poco más. Te daba un poco de cosa que la chica demonio cumpliera su palabra y te dejara fuera de la biblioteca, pero tú tenías claro lo que debías hacer. Se lo habías prometido a la profesora Deadeye.

Los minutos se te hicieron horas mientras esperabas a que Tamegoro volviera con la directora. Afortunadamente, el fantasma volvió. Y no volvió solo.

Al lado del fantasma, el cual sonreía con tranquilidad, se encontraba una visión bastante más ceñuda. La directora Morgana, subida en su fiel bola de cristal flotante, no parecía en absoluto contenta con el panorama. Movió las manos y pronunció unas palabras, haciendo que de sus dedos brotaran rayos de luz que hicieron retroceder a los cienos que había en el pasillo de acceso a los despachos de los profesores. Sólo entonces se acercó a ti.

 -Pero bueno, ¿qué ha pasado aquí? Este viejales me ha contado algo, pero no toda la historia. ¿Cómo se nos ha colado un Soggoth en la academia?

Renata al escuchar la locación de la biblioteca casi salio volando, tal vez lo hubiera logrado sino siquiera sosteniendo de manera testaruda a Aida y Etna.

-Chicas, vamos.

Libros de magia, amigas mágicas, esta definitivamente era su visión de estar en un hermoso sueño.

¡La biblioteca! Aida se tomó en serio la tarea de guiar a Renata y a Etna hacia ese lugar, no sin antes ponerse tan roja como un tomate. Aunque al final no hizo falta que guiase a nadie; Renata no las soltaba, y era ella quien las guiaba. Eso no era algo que desagradase a Aida. De hecho, nunca había pasado por algo similar con amigas. 

-Va-vamos... -dijo Aida, hablando para su hombro. Esa era una respuesta, tanto para Renata, como para la arañita que la acompañaba.

El olor a páginas gastadas golpeó la nariz de Aida. Se sintió algo más tranquila; la biblioteca era un lugar familiar para ella. Solía pasar bastante tiempo en ese lugar.

Una vez llegaron, se sentía tan bien que casi olvida a lo que habían ido. Tragando saliva y apretando un poco la mano de Renata dijo:

-Debemos comenzar a buscar... Aethel... no podemos dejarla mucho tiempo sola.

Al ver al fantasma y a la Directora, el rostro de Aetheldryd reflejó un enorme alivio y la evidente preocupación por lo que estaba sucediendo. Se acercó a ella luego de que la mujer hiciese gala de sus poderes y y procedió a tomar aire para contar lo sucedido.

-Estábamos en clase cuando esas cosas entraron por las ventanas, Directora. La profesora Deadeye evacuó a gran parte de los alumnos a los sótanos para su resguardo y unas compañeras están buscando en Biblioteca cómo lidiar con ellos. Es todo lo que sabemos en sí, no hemos salido para averiguar de dónde vinieron-parte de su postura tranquila se había desvanecido para dejar en claro la preocupación que había estando intentando controlar-. Señor Tamegoro, gracias por avisar. 

Sin decir una palabra más, Etna se fue hacia las estanterías, dispuesta a buscar un libro que pudiera seros util contra la amenaza. Ya fuera una guía de magibiología o "Cómo sobrevivira un apocalipsis para tontos", cualquier cosa que pudiera ayudaros era más que bienvenida.

Se os acababa el tiempo, por lo que tendríais que optimizar lo poco que teníais para buscar de manera eficiente. Aida ya había estado en la biblioteca, se conocía más o menos dónde estaba cada sección, por lo que encontrar un buen libro sobre criaturas magicas no sería difícil. Otra opción era mirar en los registros del bibliotecario, donde se encontraba cada libro apuntado por su título, sección, materia que cubría y una beve descripción del mismo. 

Eligiérais el método que eligiérais, teníais que ser rápidas. O Aethel se quedaría sin ayuda.