Partida Rol por web

Farkas olisqueó el aire con curiosidad, primero como si se le abriera el apetito con el olor de carne fresca recién chamuscada y después con cierta repugnancia pues aquel olor extraño iba acompañado de un extraño tufo como de azufre.
Extrañado miró hacia todos los lados intentando descubrir la procedencia de aquel olor. No venía de las cocinas y tampoco veía que nada o nadie se estuviera quemando en aquellos momentos, los gritos serían grandiosos.

Al llegar finalmente el caballero de los Cárpatos, con su habitual hastío e irreverencia, el rostro del delicado clérigo se agrió en una sincronía casi perfecta, como si hubiera percibido el hedor de un alimento rancio, o el de un cadáver putrefacto. Fuera  intencional o un acto reflejo, aquél gesto se aferró a su semblante durante un lapso para nada efímero, sin llegar a desvanecerse por completo mientras Adelmus respondía a las inquietudes del recién llegado.

- Tal vez estéis en lo cierto, Radoslav. Pero nuestra tradición es sagrada, y no puede haber concesiones en ese aspecto. Y al ser dos las parejas que han de unirse hoy, estimo que los ritos no han concluir antes de la énatos*.  En el final, será tan sólo un breve suspiro bajo el amparo de este divino santuario.

Al terminar con las predecibles y devotas excusas, su mirada azul pareció buscar la aceptación de ambos pretendientes, escoltada por una sonrisa serena y dulce, que era como un bálsamo prodigioso entre las tantas imágenes severas e inhumanas presentes ese día en la capilla. En su auxilio, los niños pronto estarían de regreso con su natural júbilo, y quizás luego el encanto de las Szantovich lograría maquillar el resto de la gris ceremonia.

Iacobus, las ceremonias de bodas es lo que tienen- dice, mas por comentar que por otra cosa. A decir verdad, dudaba bastante que esto satisfaciera al caballero. Ahora mismo le encantaría estar cortando cabezas que no estar en la iglesia esperando un enlace que no había pedido. Pero no tenía mas opciones. Ninguno de ellos. Claro que él aceptó sin mayores dificultades este enlace, cosa que dudaba que fuera así por parte del Caballero de los Cárpatos- nos guste mas o menos, nos toca esperar.

FARKAS DELI:

- Astucia + Consciencia, tirada oculta y secreta.

Sandu espera la entrada de los niños en la capilla. Tiene los anillos preparados para Vikos y la hermosa Sagrada Escritura, para Tiberiu.

Aguarda nervioso, pero algo incomodo por los que se quedan molestando en la entrada.

- Las puertas de la Capilla se abren de par en par, dejando entrar la luz solar.

- El Reverendo Padre Adelmus vuelve a cantar con una voz sobrenaturalmente hermosa.

- Schaar Dvy, el noble menor protector de Dama Dubieta, es el primero en entrar.

- Le siguen las novias, resplandecientes e increíblemente bellas con sus trajes de novia.

- Junto a ellas cuatro niños arrojando pétalos de flores: Vikos, Veronika, Tiberiu y Lindor.

- Los Guardias Tomescu y Boru cierran las puertas de la Capilla por fuera, y el lugar vuelve a quedar casi en tinieblas.

Camine irguiéndome, después de todo era una ocasión muy especial, trataba de tirar los pétalos de flores al mismo tiempo que mi hermana, mirándola ocasionalmente con una sonrisa, para luego seguir dedicado a la tarea, mi padrino entonaba una canción realmente hermosa que hasta hizo regocijar mi corazón…

- ¡Veronika, esta usted impresionante! - dice Sandu, sonriendo, a la pequeña dama Basarab, en cuanto la vio entrar por la puerta. - Joven Vikos, aquí tiene usted la almohada con los anillos, ¡siga a su hermana, señor! 

Sandu respira hondo y hace una ligera reverencia ante el ultimo de los niños, el joven Tiberiu. El honor que hoy le brindan, es digno de un rey. Aquí tiene la Sagrada Escritura, su valor es... Joven, hoy es un día que deberá grabar en su memoria. Cuando llegue adelante, su santidad, el Padre Adelmus, se hará cargo de la Biblia. Sandu se quita enseguida del camino y sigue nervioso con la mirada a los niños, especialmente a Tiberiu. No estará tranquilo hasta ver el libro en manos seguras.

La ceremonia comienza y mi papel en ella es mayor del que esperaba. Había seguido a las personas hacía el interior de la Capilla, pero se me permitió ir lanzando flores con el resto de los niños nobles. Acepté de buen gusto y seguí a las novias lanzando pétalos a sus espaldas. Me sentí muy bien, aceptado y entretenido con ello.

Ahora estoy dentro de la Capilla y continúo lanzando aquellos pétalos para que las novias se vean aun más bellas. La verdad es que ambas son muy hermosas, especialmente esa joven de ojos rojos. Es muy joven, no debe ser muchos años mayor que yo y aun así se casa con todo un hombre. No lo entiendo del todo, pero si esa fue la decisión del Duque Kadar, estoy seguro de que fue lo mejor... para él por lo menos.

Sigo con mi labor y una sonrisa en la cara mientras hago que aquellos colores vuelen de mis manos hacía el cielo y caigan sobre el suelo, decorando aquella construcción para este hermoso acontecimiento.

Me apresuré en ocupar el lugar que me correspondía como madrina del enlace del Senescal Stolnic con Dubieta Szantovich. Como mujer cristiana y fervorosa me sentía dichosa al tomar un papel tan relevante en semejante ceremonia. Agradecí desde lo más hondo de mi alma que no tuviese que afrontar tal tarea en el enlace entre Radovina Szantovich de Bran y el Caballero de los Cárpatos, pues mi aversión hacia este último podría provocar un desventurado futuro para la pareja aunque yo así no lo quisiera para la pobre mujer que tenía que casarse con alguien que iba a ir al Infierno sin dudarlo. 

Mientras esperaba en la posición que me habían asignado, escuché la voz serena de mi querido Adelmus, y no pude evitar esbozar una sonrisa al escucharle. 

Luego vi entrar a Vikos y a Veronika, y me sentí dichosa y orgullosa. Supuse que toda madre se debía sentir así al notar que sus hijos crecían fuertes y sanos, y al verles sonreir. 

A último momento un joven deja las cestas solo para Veronika, colocando los pétalos de la que yo tenía en la cesta de ella y entregándome a mí una hermosa almohadilla con los anillos.

Camine con orgullo y la frente en alto, me parecía una tarea mucho mas apropiada para mi, el varón.

Mientras vi que a Tiberiu le entregaban una biblia, supuse que en ella estarían los rezos especiales para una boda, se llamaban rezos? Bueno, como sea, debía de de llenar de orgullo a mi madre y a mi casa.

La entrada de los niños fue un verdadero alivio para él, eso significaba que la tediosa ceremonia que iba a celebrarse estaría a punto de comenzar.

Cuanto antes empiece, antes terminará.

El padre Adelmus no tenía intención de acortar la liturgia, así que Farkas se vería condenado a permanecer dentro de la capilla, aunque si salía un rato a comprobar como estaban las cosas por el patio nadie notaría su ausencia.
Se movió nervioso en la parte trasera de la capilla y miró hacia el exterior esperando que las novias aparecieran y todo aquello comenzara.

Parece que ya están entrando.

En cuanto Zuyla vio a su padre salir de la capilla se acercó rapidamente al padre Adelmus para intentar evitar mayores repercusiones:

- Disculpe padre, mi señor padre no se encuentra muy bien y es posible que no pueda atender a su cometido como padrino. Le ruego me permita excusarle y tomar su lugar como padrino del Senescal y Dubieta. - dijo solemnemente en tono bajo y agachando la cabeza para finalizar la petición. No estaba muy seguro de en qué estaría pensando su padre y por qué se marchaba de la capilla en el momento justo de la boda. No era un comportamiento muy normal y tendría que hablar con él luego.

Pero no podía permitir que el buen nombre cristiano de los Dravescu quedara mancillado.

Entonces se abrieron las puertas y comenzó a entrar la comitiva de las novias, así que Zuyla retrocedió unos pasos y se apartó sin dejar de mirar a Adelmus para asegurarse de que le permitiría tomar el papel de Zort como padrino.

Vio a lady Svitlana colocarse en su posición de madrina y Zuyla aprovechó e hizo lo propio como nuevo padrino de los novios.

Esperaba que todo saliera bien, y sobretodo seguía teniendo en mente el extraño comportamiento de su padre.

Finalmente entraron las novias a la capilla. Al fin la ceremonia iba a comenzar. Ya era hora. Se estaba cansando de tanta espera. Claro que no podía negar que Dubieta -y Radovina- estaban simplemente resplandecientes. A pesar de ello, no pudo omitir la ausencia inesperada de su padrino, sustituido rápidamente por el Caballero Zuyla. Algo tendría que pasarle para este repentino cambio de última hora. Eso no afectaría al evento, pero le sorprendió. Quizás tuviera que preguntar después del enlace...

En todo momento seguía a Schaar, si de algún modo se sentía segura era al lado de éste. Acarició el rostro de su pequeño, con ternura, sabía que se portaría bien, ahora solo debía lanzar pétalos de flores y hacer caso a Schaar.

Suspiró antes de entrar a la capilla, estaba algo nerviosa y no se encontraba muy bien en aquel lugar, solo esperaba que toda la ceremonia pasase lo más rápido posible para poder relajarse y pasar al banquete.

Con paso elegante caminó al lado de su prima, era su gran día y todos las observaban. Estaban muy hermosas, cierto era, y a medida que avanzaban la capilla estaba más oscura.

Cuando llegaron al lado de sus prometidos, Dubieta hizo una leve reverencia y sonrió, aunque no sabía si se apreciaría su sonrisa entre la oscuridad y el velo blanco que cubría su rostro.

A pesar del murmullo generalizo, sobre todo a causa de la espera, cosa que por otra parte solía ser bastante habitual en este tipo de ceremonias, pude escuchar claramente las excusas del Caballero Zuyla Dravescu en nombre de su padre. Al parecer se encontraba mal, y reconozco que fue algo que me preocupó un poco. Es cierto que Zort Dravescu era un hombre entrado en años, y sufría los típicos achaques de la edad, sin embargo, quizás se tratase de algo más acuciante si le impedía asistir a la boda y ejercer el honorable cargo de padrino.

Mi ayuda en el evento brillaba por su ausencia, salvo las indicaciones dadas por el Senescal acerca de Kars Kadar y los Basarab, me había limitado a comportarme casi como un invitado más exento de responsabilidades. Solucionado, o más bien controlado, el asunto de los Basarab, se podía decir que estaba disponible. Me acerqué rápidamente hacia el Caballero Zyula y enseguida le expuse los motivos de mi preocupación.

- ¿Decís que vuestro padre no se encuentra bien? - pregunté.- Es terrible... perderse este evento, apuesto a que le habría encantado asistir ¡Qué duda cabe! Es un honor ser el padrino de una ceremonia de este calibre... Aunque en realidad me preocupa el estado de salud de vuestro padre, Caballero Zyula, si os place y el Senescal lo autoriza - bajé la cabeza ligeramente mirando al Senescal.- iré a comprobar que no se trata de nada grave.

El rostro de preocupación de Zuyla lo decía todo y asintió con la cabeza en silencio ante la petición de Masserak.

Pero antes de que éste se marchara o el Senescal tuviera oportunidad de concederle su venia para salir... Zuyla agarró con firmeza pero suavidad el brazo de Masserak y bajó muchísimo la voz para que sólo él y el Senescal pudieran escucharle.

- Por favor, disculpad a mi padre. - repitió Zuyla de nuevo. - Siempre me había parecido que la edad no hacía mella en sus facultades mentales, pero este asunto del padrino de boda y su ausencia me tienen preocupado. Temo que pueda deberse a su senectud, más que a cualquier otra excusa. No se me ocurriría nada por lo que él pudiera faltar a este honor... - musité mientras agachaba la cabeza.

- Si el Senescal tiene a bien de concederos el deseo de ir a comprobar el estado de salud de mi padre, por favor - dije mirando a Maserrak a los ojos - tened la máxima discrección. Si las facultades de mi padre están mermando quiero ser el primero en saberlo. - Zuyla seguía totalmente extrañado por el errático comportamiento de su padre. Se preguntó si Zort Dravescu seguía en condiciones de ejercer como diplomático.

- Gracias. - finalizó el Caballero antes de dar un leve y amistoso apretón en el brazo a Maserrak para luego soltar de nuevo con suavidad su brazo permitiéndole marchar si el Senescal lo autorizaba.

- Gracias- susurró Tiberiu con una sonrisa aunque en un tono algo confuso al recibir el pesado libro.

Había escuchado que en la boda iba a haber regalos para los que se casaban, lo que no había imaginado es que también los habría para él. Y es que nada más recibir aquel extraño obsequio de un completo desconocido en lo primero en que pensó fue en que era un regalo para él de alguien que no sabía demasiado de sus gustos. Por supuesto instantes después su primera impresión quedó desmentida: tan solo se lo tenía que dar al Padre Adelmus.

Una vez comprendida su labor asintió, aunque antes se paró un momento para abrir el aparatoso libro por una de sus páginas. Satisfecho al verse capaz de leer dos o tres palabras tal y como el Maestro Maserrak le había enseñado, lo cerró y aceleró el paso para alcanzar a la lanzadora de pétalos. Cuando llegó junto a Adelmus le tendió la Biblia con ambas manos.

- El honor que hoy le brindan es digno de un rey- repitió con circunspección fingida. Al fin y al cabo si lo había sido para él por llevar el libro (aunque no lo comprendía del todo), por qué no iba a serlo también para el cura que lo recibía.- Pero pesa un poco- añadió tras recuperar su semblante risueño.