Partida Rol por web

VA A COMENZAR LA CORTE NOCTURNA.

MEDIANOCHE.

- Los guardias a las órdenes del Capitán Zarak abren las grandes puertas dobles de madera del Salón Principal del Castillo.

- Por ellas salen dos hombres portando entre ambos un cuerpo ensangrentado. Son el Caballero Zuyla Dravescu y el Maestro Maserrak.

- Un rato después salen también del Salón los siguientes cinco hombres: Capitán Zarak, Sargento Dominik, Mayordomo Valru, Escudero Krevcheski, Emisario Zort Dravescu.

Los cinco van armados y se dirigen decididamente a los Barracones del Castillo, donde descansan todos los guardias feudales que no están de guardia. Tanto los guardias del castillo como los de las diferentes comitivas nobles que han ido llegando estos días al Castillo de Balgrad.

El petimetre comenzó a hablar en voz baja, de forma que el resto del patio no le oyera, pero que no pareciera sospechoso. Creo que antes de lanzarnos como una jauría de perros hambrientos sobre su presa, deberíamos de trazar un plan. El petimetre temía por su vida, y sabía que tirar la puerta y gritar “tirar las armas” no era la opción más oportuna.

Las Basarab son duros y no se rinden fácilmente, como ya hemos visto. No esperaría menos de unos hombres de armas. Preferirán luchar hasta la muerte, y la orden es apresarlos. En la mente del petimetre todavía seguía viva la imagen de la terrible mujer, sobrevivido a un golpe mortal, y lo peor de todo, osado desenvainar el acero ante la menor provocación en una escena que clamaba a gritos su muerte.  Mi modesta opinión es que si queremos que estos seis hombres se rindan, tendremos que ponerles en una tesitura muy desfavorable… donde su única opción sea acatar nuestra voluntad, y por ende la del Duque.

Tenemos que llevarlos a un lugar donde no puedan atrincherarse, se encuentre superados en numero, y lo más importante pillarles por sorpresa. El escudero pronuncio esta última frase mirando al Capitán Zarak.

Sabía que se había adelantado a los pensamientos de los otros hombres,  y que podrían sentirse molestos al oír las órdenes de boca de un escudero. Después de todo, no son ordenes es mi opinión.  Bueno, si ese es el plan que tienen en mente, después de todo, yo solo soy un escudero temeroso por mi vida. Y ustedes son guerreros versados en el arte de la guerra.  Acatare cualquier otra orden, esta era mi mísera opinión. Si es vuestra voluntad, no me hagan caso.

-Os recuerdo que estamos hablando de guardias, no de caballeros de la casa Basarab. Además, creo recordar que en los barracones no sólo se encuentran ellos, sino también guardias de otras casas, y del propio castillo. 

Miró al escudero, sonriendo con cierta malicia. El gesto típico que se ve en aquellos ancianos algo amargados.

-De todos modos, me cuesta creer que alguien como vos, en la flor de la vida, sea tan... Prudente. Capitán Zarak, sargento Dominik, ustedes conocen mejor que yo los barracones y a que hombres podemos esperar dentro en éste momento, ¿qué opinan?

Entre los dos sacamos el cuerpo de Georgina Basarab, al que había que añadirle el peso de la armadura que llevaba puesta. No estaba muy acostumbrado al esfuerzo físico de aquel calibre aunque el Caballero Zyula Dravescu bien habría podido cargar con ella él solo.

- Por allí, Caballero Zyula - dije señalando, no sin esfuerzo, en la dirección en la que estaba la capilla.- Llevaremos el cuerpo a la capilla para que se ocupen de él, si el Duque permite darle sepultura habrá que preparar el cuerpo y si no... bueno, en ese caso será mejor que nadie más lo vea, por lo que pueda pasar.

Me dedique a guiar al caballero pues era él quién más peso cargaba. Cuando estuvimos lejos de ojos y oidos indiscretos me permití dirigirme a él en un tono más informal.

- Perdonadme si os importuna que os diga esto pero... habéis sido imprudente ahí dentro - le advertí, aunque seguramente él ya se había dado cuenta.- Vuestro acto, aunque honorable y justo, pudo haberos costado la vida, ya habéis conocido de primera mano la naturaleza imprevisible de nuestro señor... Yo no quería que ocurriera esto pero me temo que nada podía hacer para evitarlo.

Los primeros minutos de camino Zuyla permaneció en silencio, mientras el Maestro Maserrak lo guiaba hacia la capilla. Muchas cosas pasaban por la cabeza de Zuyla, y la menor de ellas no era precisamente el que el Duque hubiera enviado a su padre en una misión punitiva. ¿Qué podría aportar un anciano si los guardias Basarab presentaban resistencia?

Pero el Maestro pulsó la tecla que hizo que el caballero matavampyr por fin saliera de su mutismo, sus palabras precedidas de un leve suspiro.

Lo se. No pude evitarlo. respondió entristecido Y os agradezco vuestra intervención. Toda mi vida he servido a mi señor con fidelidad, pero fui educado en la creencia de que el honor está por encima de todas las cosas. Un señor sin honor no es más que un tirano.   exclamó apretando los dientes antes de relajarse un poco. No me malinterpreteis. Se quién es el Duque Guyla Kadar, y si le he jurado obediencia es porque así me lo pidió mi primo y señor en Slatina. Era la única forma de que no masacrara a todo nuestro pueblo. Pero eso no hace más dulce el trago que acabamos de presenciar.

Los pasos resonaban por los corredores vacíos mientras se acercaban a la capilla del castillo.

¿Asesinar a sangre fría a una invitada? Ni siquiera le dio ocasión de disculparse por su error, que además estaba inducido por el de los pequeños.  Zuyla meneó la cabeza No hay honor en esa muerte, y dudo que el alma de esta pobre joven encuentre reposo en el más allá.

Tomescu, en la puerta de los aposentos de sus señores, fue a ver que ocurría ante la repentina salida de los hombres del salón principal

- Son guardias. No es conveniente tender una celada a los guardias de una comitiva en nuestro propio castillo. Además, en efecto, en los barracones están nuestros propios soldados, que superan en número a los basarab. Lo que hay que hacer es actuar rápido - dice el capitán sonriendo al petimetre.- No os preocupéis tanto, que vais bien acompañado - dice con buen humor. 

Tras esas palabras, y sin esperar más, se dirige a los barracones de los soldados, mirando para comprobar quienes de sus hombres se encuentran de guardia en la puerta

La dama Svitlana Basarab de Polonia sale del Salón Principal acompañada por sus hijos Vikos y Veronika.

- Poco después sale el Caballero de los Cárpatos, portando una espada que no es suya.

Ruego entonces que me disculpéis, digo el petimetre, al parecer no iba a haber ningún plan.  No le gustaba la idea, pero acataría las órdenes. Bueno, entonces cumplamos nuestra tarea. Solo espero que mi prudencia no se haya tomado como cobardía. La virtud de la prudencia, es lo que nos permite llegar a viejos.  Dijo esto sonriendo a Valru. Si no, pregúntaselo a la dama Basarab, si hubiera dispuesto de un poco de dicha virtud aun seguiría en pie. Mientras hablaba el petimetre dio un paso al frente, en dirección a los barracones.

El caballero de los Cárpatos emergió de las puertas que conducían al salón principal, a paso tranquilo, sosteniendo en la mano una espada que no le correspondía. La suya envainada acompañaba el movimiento de su andar, chocando suavemente contra su muslo en un roce mudo. Iacobus echó una mirada a su alrededor, encontrándose con los pasillos vacíos, algo que no pareció importarle en absoluto. Giró y puso rumbo a sus aposentos, hacia los cuales se dirigió sin ninguna prisa, como si se limitara a estar paseando por el interior del castillo. Las sombras parecían acompañarlo y posarse sobre sus hombros, su rostro, sus ojos sonrientes.

Sólo quien se acercara lo suficiente podría notar que tenía la armadura sucia. Salpicada. Sangre.

Llegamos finalmente a la capilla y dejamos el cadáver sobre un banco, a la espera de que los criados se ocupasen de él más tarde. Con la tensión del momento había tenido que pasar por alto un detalle: la sangre. Recordaba que el brillo de la sangre derramada de Georgina Basarab me había fascinado, era un brillo más bien sobrenatural. Pero dadas las circunstancias no había podido determe a contemplarla, y ahora que volvía a verla no pude evitar que despertara mi curiosidad.

- Mirad la sangre de la dama, Caballero Zyula, ¿nos os parece extraña? la sangre no suele brillar de ese modo - y mientras contemplaba el espectáculo, una extraña idea surgió en mi mente.- Un momento... os llaman el Matavampyr... ¿Creeis que...? ¿Creeis que ella es...? Ya sabéis a lo que me refiero.

Aunque había tenido encuentros desafortunados con otras criaturas sobrenaturales, no sabía nada acerca de los vampyr, salvo que se decía que el Caballero Sidor de la Selva Negra había sido asesinado por uno de ellos.

VALRU:

- Te parece que casi todo el mundo ha salido ya del Salón Principal.

- Las puertas del salón principal se abren una vez más y por ellas salen: Schaar Dvy, Dubieta Szantovich, Tiberiu Radomir Szantovich, Radovina Szantovich de Bran, el Chambelán Otto, el Senescal Stolnic, y el Paje Lindor.

Tomando las manos de mis hijos me alejé lo más rápidamente posible del Salón Principal. Caminaba apresuradamente, pues no sabía hasta cuándo sería capaz de mantener la compostura y no deshacerme ante el horror que me recorrió por entero al imaginarme las hermosas cabelleras de mis hijos ondeando al compás del viento, en una pica. 

Señor, protege a mis hijos.-me repití una y otra vez, en mi fuero interno, mientras inconscientemente apretaba sus manos, en un gesto que pretendía constatar que están vivos y que no les han cortado la cabeza. Pero no todos habían salido ilesos del Juramento. La sangre... Giorgina... Hice un esfuerzo inconmesurable para no romper a llorar. Respiré hondo, mientras llevaba a mis hermosos retoños a sus aposentos. Me pregunté varias veces si procedería bien al ahondar en lo que acababa de ocurrir, pero debía estar prevenida. Los pensamientos se agolpaban en mi cabeza, ahogándome. Debería haber hecho algo para evitarlo...

¿Quién ha atacado a vuestra tia? ¿Qué ha ocurrido?-digo, intentando que mi voz no suene temblorosa, intentando ser la madre que debo-Oh Dios mio... ¿os han hecho algún daño?

  A Verokina no le gustaban sus aposentos...esa no era su habitación y dudaba poder dormir bien, pero eso ya no importaba. Miró a su madre la cual les había llevado de la mano, su mirada lejos de ser la de siempre destintaba tristeza ya algo más...algo que no lograbais terminar de discernir. 

El caballero de la armadura que había junto al duque...y luego el mismo Duque....dijo en voz baja mientras se soltaba de la mano de su madre, la niña miró a su hermano...y explotó !!!porque no nos dijisteis para que veníamos!!! es por eso que nuestra tía está muerta!!!  emberrenchinada como una niña de su edad pero sin llegar a llorar, se fue a la cama con su muñeca de madera, con esos trajes hechos con restos de trajes antiguos.