Partida Rol por web

Agradecí que Visany no me encomendara ninguna tarea, pues no me encontraba en condiciones. Ahora mismo me sentía como un despojo humano. Pero antes de que nada, me acerqué a mi otro hijo para abrazarle también.

-Dagu, cariño, ¿Cómo estás? ¿Qué pasó en el salón, desde que yo me fui?

Las dudas y preguntas, solo en charla general. Las cosas van muy lentas en las otras escenas también, es una partida de ritmo medio ;), por eso no metemos prisa. Además, creo que a Dagu se le olvidó responder XD.

Greta preparó los postres y los colocó en bandejas.

- Cuando quieras, Visany, vamos a repartirlos. Como son pocos, yo aguanto las bandejas y tu los sirves, si te parece bien.

Asiento a las de Greta.

- Vamos. - le digo. No hagamos esperar a los Invitados al Banquete.

- Estoy bien Madre. - respondo devolviendole el abrazo a mi madre. La verdad es que no sé muy bien cuando os fuisteis por lo que no sabría deciros que aconteció tras vuestra salida.

Tampoco quería preocupar a mi madre en demasia. Cuanto menos sepa de todo lo acontecido mejor.

- Ahora deberíamos de descansar. - digo cogiéndola por el brazo.

-Sí... necesito descansar, estoy exhausta de veras... Espero que esas horribles pesadillas que me atormentan me dejen dormir un poco... Hijo, por favor, llévame hasta la cama. -le pedí, cogiéndole de la mano. No lo hubiera hecho si de verdad no me encontrase total y absolutamente falta de fuerzas, destrozada tanto por dentro como físicamente.

- Venga conmigo Madre. - le digo acompañándola hasta los "aposentos" del servicio,

Mientras caminaba junto a mi hijo volví a agradecer a Dios que ambos estuviesen vivos. No sé lo que pasó en el salón, es más: no quiero saberlo. Pero espero que ninguna de aquellas criaturas del infierno llegase a entrar y que mis pequeños no tuviesen que ser atormentados como yo lo estaba. Aunque ya no eran tan pequeños, Dagu era ahora el que me llevaba hasta la cama. Otra lágrima recorrió mi mejilla sin importarme (había derramado ya tantas aquella noche...). 

Greta, cargada con las bandejas, sale de las cocinas detrás de Visany. Según las ordenes de Otto, el primero en servir, debería de ser el primo del Duque, Kars Kadar.

- Los criados repartieron los postres del banquete entre los nobles en sus habitaciones y después regresaron a la zona del servicio.

- En el castillo flota una sensación opresiva, es como el presentimiento de que algo terrible está sucediendo.

De regreso a las cocinas mantengo la misma compostura que antes de salir con Gretta.

- Será mejor que nadie sepa nada. - pienso llegando hasta mi tía, quien está recogiendo la cocina tal y como le indiqué ayudada por los sirvientes que estaban en condiciones de hacerlo.

- ¿Como vais tía? - le pregunto a Innya en relación a la recogida de la cocina. ¿En que puedo ayudaros?

EN MITAD DE LA MADRUGADA.

Pese a lo agitada que ha sido la velada, casi todos los habitantes del castillo acaban cayendo dormidos, sucumbiendo al agotamiento tras tantas impresiones sufridas.

Pronto caí presa del sueño, debido al agotamiento tanto mental como físico. Desde luego no se trató de un sueño reparador, pues a pesar de haber caído en brazos del sueño acompañada de un beso en la mejilla que me dio mi pequeño Dagu, aquella noche horribles pesadillas volvieron a atormentar mi torturadamente impidiéndome conciliar un sueño tranquilo ni placentero.

Tras acostar a mi pequeño Lindor en la cama del mayordomo me acosté al lado suyo por encima de las mantas para poder sentir su presencia y así asegurarme de que estaba a salvo en mis brazos. Aquel día que se suponía de celebración y felicidad se había convertido en un infierno y a pesar de ser una mujer hecha y derecha tanto mis nervios como mi mente estaban destrozados. Durante toda la noche estuve en un estado de duerme vela constante atenta a cualquier ruido que pudiera oírse en la habitación o fuera de ella por lo que no pude descansar como es debido.

La noche está llena de temores y yo ya he conocido algunos de ellos. Seres extraños que parecen hombres pero que se deshacen en huesos al morir, como si llevaran tiempo difuntos sin decidirse a acatar la orden de Dios de descansar. Lobos disfrazados en la piel del hombre, como un lobo disfrazado de oveja, acechando en el interior de nuestros refugios y listo para devorarnos sin que sepamos quien nos atacó. Ser devorados y depredados en nuestros lechos es ahora un miedo presente y me revuelvo en mi cama con el temor de soñar sabiendo que no sé si despertaré otra vez o moriré devorado por una bestia mientras no estoy consciente.

Me veo en un bosque y corro huyendo de los lobos. No puedo verles, solo escucho sus aullidos que me señalan como la presa de esta noche. Corro sin detenerme y cuando intento mirar a donde ir solo veo árboles y penumbra. Me golpeo con un tronco y caigo al suelo. Miro desesperado alrededor y entonces veo a mi madre frente a mí con su mirada cariñosa, lista para abrazarme y consolarme. Me acerco a ella rápidamente y le abrazo con fuerza mientras me rodeo entre sus largos brazos y siento ese familiar calor que me acoge. Miro alrededor aun sujeto a su abrazo y veo a mis tías, mis primos, los amigos y otros sirvientes amables del castillo. Incluso Durius está entre ellos y todos me consuelan, llevando lejos mis miedos pues todos están conmigo ahora. Cierro los ojos ya tranquilo cuando escucho un aullido demasiado cerca. Abro los ojos asustado y veo que es mi madre la que ha aullado, luego todos los presentes le siguen antes de transformarse en enormes bestias lupinas como la que vi en el salón. Todos mis seres queridos son depredadores que se lanzan sobre mí para devorarme sin piedad antes de que despierte sobresaltado y lleno de sudor.

Mi madre duerme a mi lado y le miro con desconfianza, esperando que en cualquier momento despierte y cambie a la forma de un monstruo terrible, pero entonces entiendo que es muy tonto mi temor y que mi madre es la buena mujer que siempre ha sido y que todo esto es una pesadilla.

Vuelvo a dormir, intentando despejar mi mente pero aun sumamente asustado y nervioso, mirando de vez en cuando la ventana de la gran habitación en la que me encuentro, temiendo que una bestia entre por ella para devorarnos en sueños. Aun así, el cansancio mental y físico logra sumirme en el más profundo de los descansos... un poco agitado pero reparador.

Estoy agotado y aunque sé que debería descansar mi mente se niega a descansar.

- ¿Qué pasará con Innya? ¿Y con Dagú? Ambos han caido "en desgracia" pero hasta que punto lo habrán hecho. ¿Que poder tendrá Duruis para evitar que pagen con su vida?

Al final caigo en un duerme-vela qeu si bien no me permite descansar todo lo necesario si que regenera parcialmente mi energía permitiéndome además estar alerta en espera de inmediatos acontecimientos.

De vez en cuando me despierto sobresaltado pero consigo tranquilizarme al comprobar que todo sigue igual que la última vez que abrí los ojos.

Dagu no sabía si iba a poder dormir esa noche... muchas cosas había visto como para ello. Desde luego, aquel lugar era mucho mas extraño y oscuro de los que sospechaba. La noche ocultaba amenazas mucho peores que los hombres por lo que parecía. 

¿Como dormir ante aquello? el joven dio vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, intentando no pensar y revivir lo visto hoy sin conseguirlo del todo. Al final, sin embargo, le pudo el cansancio y calló en los abrazos de Morfeo. Tuvo la suerte de no soñar, y casi mejor, porque de lo contrario su sueño hubiera sido de lobos y cadáveres... 

Había conseguido conciliar el sueño pero no pasaron muchas horas antes de que una pesadilla me devolviera a la realidad. La cara de Lindor durmiendo plácidamente fue lo primero que vieron mis ojos, aquella visión me tranquilizó momentáneamente pero no pude volver a conciliar el sueño. Me levanté con cuidado y me acerqué a la ventana para mirar hacia fuera. Un temblor me recorrió la espalda cuando recordé como aquella criatura había salido del castillo. La inquietud y el temor volvieron a mi cuerpo y las ansias por salir de aquel lugar amedrentaron mi corazón, solo sentí ganas de coger a mi niño y alejarnos de allí juntos. Respiré profundamente y me senté en una silla no muy lejos de la cama, vigilando a mi pequeño mientras dormía.

La sirvienta Elena entró en la cocina poco antes del amanecer, cuando todos estaban aún durmiendo.