Partida Rol por web

Cuando Daniel y Lis volvieron Trish se encontraba encogiéndose de hombros ante las últimas palabras de su hermana. Los ojos de la muchacha de pelo azul se dirigieron hacia los dos recién llegados y les dedicó una sonrisa.

—¿Ya está todo? —preguntó de manera retórica, poniéndose en pie—. Nosotras estábamos hablando de ir a dar una vuelta, pero a lo mejor es preferible que tiremos ya para el Morris —valoró la muchacha antes de mirar a la anfitriona de la casa.

—En cualquier caso... Lis, creo que nos despedimos aquí —señaló—. De nada serviría tu precaución si ahora nos paseamos contigo como si nada.

Trish se acercó a la mujer, y en caso de que ella se mostrase receptiva le daría un abrazo de despedida.

—Gracias por los pañales. Y si necesitas cualquier cosa, ya sabes dónde estamos.

Cassandra siguió la mirada de su hermana y se encontró con la escena, si uno se olvidaba de la situación que los había llevado hasta allí, podría pensar que los dos que cruzaban la puerta hacían buena pareja y el pequeño Thiago les quedaba bien. Una ceja se elevó en el rostro de la buscadora con ese pensamiento, recordó que Lis no les había dicho nada del padre y eso no le gustaba. Por las palabras de la joven madre Cass tenía la impresión que el padre no estaba muerto, que simplemente no estaba y no parecía probable que volviese, pero por improbable que pareciese esa opción era una posibilidad y si era posible deberían estar preparados para la contingencia.

Asintió con la cabeza después que Trish hablara, si a lo que traía Daniel en las manos o a las palabras de su hermana era algo que tendría que aclarar verbalmente.

-Las telas son una buena excusa para haber venido y así los fisgones pueden pensar que las verduras han sido el pago. -diciendo esas palabras se acercó a la mochila y la abrió para que Dan pudiera dejar su carga dentro.

Daniel metió los pañales en la mochila que Cass mantenía abierta, al tiempo que asentía a las palabras de Trish. 

-Sí, me parece una buena idea ir marchando hacia casa -dijo. Miró a Lis, le guiñó un ojo cómplice y acercándose a ella le dio un beso en la mejilla-. Nos vemos, antes o después -sus palabras de despedida tenían un doble sentido que solo ellos dos en aquel momento podían entender. 

La joven asintió, de acuerdo con las palabras de Trish, y después aceptó su abrazo. Sus manos frotaron por un momento la espalda de la muchacha y cuando se separaron, le dedicó una pequeña sonrisa. Su mirada seguía albergando una tristeza demasiado profunda como para desaparecer fácilmente, pero también había allí agradecimiento y aprecio. 

—No, gracias a ti. Me habían hablado bien de vosotros, pero ahora que he podido conoceros sé que Thiago no sólo estará bien, sino que también tendrá cariño y estará a salvo. —Hizo una pausa y tragó saliva despacio—. Y eso es lo que más me importa. 

Estiró la mano para coger la de Daniel cuando el chico le dejó un beso en la mejilla y apretó sus dedos un momento, compartiendo cierta complicidad con él. 

—Nos vemos —dijo, y más que una fórmula de despedida parecía una forma de sellar algo entre los dos. 

Finalmente su mirada se alargó hasta Cassandra y sus siguientes palabras fueron para los tres. 

—Tened cuidado en el viaje de vuelta, por favor. Hay muchos peligros en el camino. 

Tras esas palabras los acompañó hasta la ventana por la que habían entrado y esperó hasta que empezaran a bajar por la escalera de incendios antes de cerrarla y meterse hacia el interior del apartamento. 

Abajo podían ver a Janine, que seguía apoyada en la pared, vigilando a ambos lados de la calle. Sus ojos se movían de un lado a otro y en uno de esos movimientos vio a los viajeros del Morris y su postura se relajó un tanto mientras esperaba a que terminasen de bajar. 

En cuanto se reunieron con ella, la chica les hizo un gesto con la barbilla, aunque su mirada parecía centrarse más en Daniel. 

—¿Qué? ¿Todo bien? 

No esperó a que le respondiesen ahí, sino que directamente se dispuso a caminar hacia la entrada, suponiendo que la acompañarían. 

Descendieron las escaleras, dejando atrás a Lis y su historia, su pasado y su presente, aunque una parte de él estaría con ellos bajo la forma de su hijo. Ante ellos, un futuro, en especial para Daniel que había asumido de forma libre y personal todo un reto al que debería hacer frente en un futuro inmediato. Cuando vio a Janine, no dudó en seguirla, aprovechando para responder a su espalda a la pregunta formulada.

-Por supuesto. Todo bien -dijo con un tono alegre-. Janine, sin duda eres una buena amiga suya. Tiene suerte. Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? -aunque no esperó a que esta le diera permiso-. Lo de Lis, ¿tan solo lo sabes tú? -ellos estaban allí consecuencia de una filtración. Y alguien tenía que haber sido el punto de partida. Confiaba en la joven pero sabía lo complicado que podía resultar guardar un secreto. Y cuando uno desmadejaba el ovillo, siquiera un poco, el resto ya no dependía de sí.

Cassandra se despidió con un cabeceo de Lis y bajó por la escalera de incedios la primera, no tenía ninguna intención de que la historia pudiese repetirse, si su hermana se caía lo haría encima de ella. Por suerte, o más bien porque aquella estructura estaba en buen estado y no como la cochambrosa de aquella vez, no pasó nada y los tres volvieron a tocar el suelo firme con sus pies.

Un suspiro silencioso después la morena avanzó con pasos suaves hacia Jaime, en el rostro tenía una expresion casual y estaba dispuesta a hacerle la pregunta que se había quedado sin respuesta, pero Dan se le adelantó al hablar y esperó a saber la respuesta de la muchacha antes de pronunciar lo que le picaba.

Trish se encogió de hombros con las palabras de Lis, como si las cosas que ella describía fueran, simplemente, inevitables. El Morris era quizá para los que lo miraban desde fuera una especie de oasis en un desierto de mierda... Para los de dentro, probablemente, lo más parecido a un hogar que muchos podían conocer. Sin duda eso los convertía en un objetivo, pero también les había servido para tener algunos amigos. Uno cosa compensaba la otra, al menos hasta el momento.

—Hasta pronto —se despidió antes de salir por aquella ventana.

La chica de pelo azul dejó que su hermana y Dan bajasen primero. No le gustaban demasiado las alturas, y ante ese tipo de situaciones sólo tenía dos soluciones: la primera, la más frecuente, sacárselo de encima cuanto antes. Pero otras veces, como aquella mañana, aplazó mirar hacia abajo hasta el último momento.

Con un asentimiento, sintiéndose más segura al poner los pies en tierra, Trish dedicó una mirada a Cass antes de dirigirse a Janine. Dejó que una media sonrisa creciese en su rostro al escuchar la pregunta de Daniel, consciente de que la respuesta era evidente, pero no dijo nada sobre eso.

—Yo tengo otra —anunció con un tono amistoso—. Lis habla como si fuera todo fuera súper peligroso. Que a ver, no es un paseo por un cuento de hadas, pero se puede vivir... Tú lo sabes, ¿no?

En realidad Trish sólo quería saber por curiosidad si aquella impresión era algo de la joven madre, o una cosa generalizada en la comunidad, quizá inculcada incluso por sus protectores.

La joven asintió con la cabeza, dándole permiso a Daniel para preguntar, aunque el joven prácticamente ya lo estaba haciendo antes de que ella terminase ese gesto. Y al escuchar qué era lo que rondaba al chico frunció los labios y los llevó hacia un lado. Iba a responder cuando intervino Trish y llevó su mirada hacia ella para escucharla también. Finalmente se encogió de hombros.  

—Por poder se puede vivir en cualquier sitio, ¿no? —dijo, y por su tono parecía que su opinión era similar a la de su amiga—. Pero claro que es muy peligroso si no tienes una comunidad y quien te proteja. 

Sacudió la cabeza, dejando de lado ese tema que le parecía obvio, y miró hacia Daniel de nuevo. Sus cejas se alzaron un poquito y resopló con suavidad entre dientes. 

—Ya me gustaría —respondió antes de señalar lo evidente—. Pero vosotros también lo sabéis y de alguna forma os habéis tenido que enterar, así que está claro que no soy la única. 

Puso una cara entre resignada y de circunstancias sin dejar de caminar. Apenas faltaban unos pocos metros para llegar a la empalizada y allí ya podían ver a Orson, dando pequeños paseos junto a ella. Un poco más allá podían ver al otro tío, el tal John, acercándose también a la valla desde otra dirección. 

Cassandra no se perdió detalle de las respuestas de la rubia, no le pareció que estuviese mintiendo ni escurriendo el bulto, pero ella no era ninguna especialista en darse cuenta de eso. En realidad daba igual pues no les quedaba mucho tiempo de estar a solas, la buscadora esperó a que acabase de hablar para soltar su pregunta, sin anestesia ni nada. A ver si había suerte.

-¿Podría haber sido el padre el que se ha ido de la lengua? Aunque no esté por aquí debe saberlo...

Intentó sonar casual, como quien da por sentado algo sin malicia alguna.

Trish escuchó la simplicidad con la que Janine respondió y asintió de manera ligera, consciente de que tanto ella como Lis no dejaban de tener razón: el mundo era peligroso. Sin embargo, la muchacha siguió pensando que aquel miedo estaba inflamado probablemente por los protectores de aquella comunidad. Pero como tantas otras cosas, mientras no les pidiesen ayuda no era su problema. A la chica le gustaba ayudar a la gente, pero para plantearse enfrentarse a los irlandeses tendría que haber estado mucho menos cuerda.

Luego, con las otras palabras de la chica, Trish se encogió de hombros. Miró alrededor, asegurándose de que no les escuchaban, antes de responder.

—No le des muchas vueltas, es normal que alguien se haya enterado. Pero lo importante era que Thiago estuviera seguro, y no creo que nadie cruce el río y entre en el Morris para llevárselo. Lo peor que puede pasar porque se sepa supongo que es que alguien se tome a mal la mentira de Lis, pero seguro que en el fondo todos lo entenderán.

—Si hay algo más en lo que podamos echar un cable, avísanos.

Nada de lo que dijo la muchacha era relevante, aunque quizá fuera un poco ingenuo pretender que ella afirmara haberse ido de la lengua. En todo caso y de no haber sido ella, aquel secreto había dejado de serlo prácticamente desde sus inicios con lo cual todos los miedos y prevenciones de Lis se tambaleaban peligrosamente. Daniel sintió una repentina urgencia por cumplir con su promesa. 

Y antes siquiera de pretenderlo ya se hallaban en los límites marcados por la empalizada. De forma casi inconsciente y obedeciendo a su naturaleza cariñosa, se inclinó sobre Janine y le dio un beso en la mejilla. 

-Gracias por tu ayuda, Janine. Y cuida de Lis. Te necesita -dijo a la muchacha.

Janine frunció un poco el ceño al escuchar la pregunta de Cassandra y un poquito más cuando Trish mencionó el nombre del bebé. Sus ojos se movieron rápido, mirando alrededor sin dejar de caminar. Se llevó un dedo a los labios para chistar a la muchacha, se detuvo antes de alcanzar a su amigo, donde aún no les oían ni él ni el otro, y se giró para mirar a la muchacha. 

—Tienes que ser más discreta, joder —le dijo a la peliazul en voz baja—. No sabes dónde te pueden escuchar, ni quién. No sueltes las cosas así. 

Después miró a Cassandra y negó con la cabeza. 

—Nadie sabe quién es el padre, así que no creo. —Frunció los labios y añadió algo más—. Es un tema peliagudo. 

No esperó respuesta por parte de ninguna de las dos antes de volver a girarse para seguir caminando. Se paró de nuevo junto a la puerta y al recibir el beso de despedida de Daniel se le subieron los colores a las mejillas. Regresó esa sonrisa fácil que ya había pasado antes por sus labios por culpa del joven y asintió con la cabeza. 

—Ni dudes que lo haré —aseguró, totalmente convencida. 

Después hizo un gesto de saludo a su amigo, que ya llegaba junto a ellos. 

—¿Todo bien? —preguntó Orson al llegar a su altura, con ese tono calmado que parecía acompañarlo.

Intercambió una mirada con Janine y la chica asintió con la cabeza. Después sus ojos recorrieron a los tres visitantes en un paseo tranquilo por sus rostros. 

—Podéis recoger las armas si os vais ya —ofreció, señalando el bidón donde estaba el revólver de Daniel. 

Para ese momento el otro tipo ya llegaba al lugar donde se encontraban, junto a la puerta, y no les dedicó más que una mirada fugaz antes de sacar la llave y abrir el candado. Se quedó sin decir nada junto a la entrada, esperando a que terminasen de despedirse y se marchasen. 

No tardaron los tres viajeros del Morris en estar al otro lado de la empalizada que protegía aquella comunidad. El frío seguía siendo intenso pero la niebla se había empezado a levantar un poco, permitiéndoles ver más allá entre sus jirones blancos. El camino de regreso les esperaba, listo para que desandaran sus propios pasos, y desde donde se encontraban alcanzaban a ver la sombra del puente a lo lejos, asomando entre la bruma. 

-No lo dudo -respondió a Janine con una sonrisa-. Cualquier cosa, sabes dónde encontrarme, dónde encontrarnos -añadió. Era evidente que hablaba de cualquier urgencia que afectara a Lis-. Hasta pronto, Janine.

Dicho aquello y con un último guiño, se encaminó con las manos en los bolsillos traseros hacia Orson, la calma hecha verbo.

-Todo bien, por supuesto -la sonrisa de Daniel un mar de serenidad-. ¿Acaso podría ser de otro modo? Las armas, es verdad. casi se me había olvidado -era algo díficil de creer en un mundo como aquel y era algo que ni siquiera Daniel olvidaría. Recogió su revólver, se lo guardó en la trasera de su cintura, cubriéndola con su chaqueta y se encaminó hacia la salida que el adusto cancerbero les franqueaba-. Que tengáis un buen día -señaló al tiempo que aguardaba a sus amigas.

Cassandra mantuvo su expresión de curiosidad pero no dijo nada más, pareciendo que aceptaba la respuesta que obtuvo, aunque por dentro se preguntó como podía ser que nadie supiese quién era el padre y más la mejor amiga de Lis. Habían seguido avanzando y ya estaban en la valla dejando de estar a solas, por lo que se despidió de Janine y de los hombres. De la chica con un atisbo de sonrisa, un 'Hasta otra' y un movimiento de mano, de los hombres con un cabeceo y un murmullo que quizás podrían llegar a entender como 'Deu'.

Una vez alejados de la valla, y asegurándose que no había nadie cerca que pudiese escuchar, la morena volvió a aferrar bien las correas de su mochila y les preguntó a sus acompañantes.

-¿Entonces todo bien, no? El viaje no ha sido en valde...

Más que afirmar la segunda parte, esperaba que pusieran en común las impresiones a las que habían llegado.

En cuanto Janine le chistó Trish calló de inmediato, pensando que quizá se le había pasado algo por alto al mirar alrededor. Sin embargo un momento más tarde, cuando chica comprobó el entorno, ella hizo lo mismo, y consideró que con sus palabras posteriores exageraba. No la culpó desde luego: desde el principio habían tratado el asunto con cuidado y aún así la información se había extendido. Así que simplemente asintió, tomándose en serio aquel aviso, y guardó silencio hasta llegar a la puerta.

Una vez allí la muchacha asintió a las palabras de Daniel, y antes de marcharse hizo un gesto de cabeza a la pareja.

—Gracias por todo, chicos —enunció, a pesar de que en realidad poco tenían que agradecer.

Poco más tarde, cuando ya estaban de camino, Trish caminaba con una sonrisa fácil en el rostro. Las cosas estaban mucho más claras que cuando se habían levantado aquella mañana y tenía ganas de llegar al Morris y contárselo a los otros.

Al escuchar la pregunta de su hermana no tardó en asentir.

—Yo creo que ha ido de puta madre —aseguró convencida, asintiendo con la vista al frente y una expresión optimista—. No creo que de verdad encuentre otra solución pronto, pero por lo menos sabemos que no lo hizo simplemente por encasquetárnoslo.

Trish avanzó unos pasos antes de volver a hablar.

—Ey, Dan —enunció entonces—, Cass y yo comentábamos que quizá algunos de los otros entiendan todo esto mejor si hacemos más hincapié en las partes malas al contarlo —expuso. Quizá estaba reinterpretando un poco lo que habían dicho en realidad, pero el cambio era menor y era algo con lo que sí podía sentirse más cómoda.

Enarcó una ceja. ¿De puta madre? No sabía qué era lo que Trish estaba pensando, ni qué la llevaba a aquella conclusión, pero sin duda se explicaría. En lo que sí estaba de acuerdo era en que el viaje no había sido en vano. Tenían respuestas, el porqué de aquella situación, unos pañales y él, además, un proyecto personal.

-¿Partes malas? -dijo sin entender del todo a que se refería su amiga-. ¿Qué quieres decir exactamente? ¿Que aceptarán mejor la presencia de Thiago si decimos que hay una amenaza, un peligro real por el que los niños desaparecen de sus casas, secuestrados por no se sabe quién, que no vuelven a aparecer y que ni siquiera los recién nacidos se salvan de ello? ¿Que Lis es una mujer desesperada y que vive con tal miedo que ha preferido dejar a su hijo con nosotros y regresar a su territorio para hacer pensar que Thiago ha muerto y así evitar que sea lo que sea lo busque?

La perorata de Daniel tensó a la morena, no sabía cuanto se había encariñado con Lis y lo que habían compartido, pero que respondiese así a Trish no le hizo ninguna gracia. Menos cuando había sido ella la que lo había propuesto.

-Pues no, pero sí. -contestó un poco más seca que de costumbre, un vistazo a su hermana le dijo que ese no era el buen camino y añadió la explicación intentando ser menos cortante -Según como se diga puede parecer que la madre está paranoica, que exagera el peligro, o incluso que se ha inventado una historia para deshacerse del bebé. Nosotros la hemos visto y su dolor y su miedo nos han parecido muy reales, pero los que se han quedado sólo tendrán nuestras palabras y deberían ser muy convincentes para no volver a discusiones que no llevan a ningún lado, o que lo único que hacen es debilitar nuestra pequeña comunidad.

Según iba hablando el fuego en su mirada se fue transformando, de rabia dolida pasó a preocupación y cariño. Todos tenían sus mierdas personales y era inevitable que surgiesen roces, pero si se podían evitar según qué situaciones ella lo intentaría, con tal de seguir viviendo en la calma del Morris bien podían lavar los trapos sucios en 'petit comité'.