Partida Rol por web

Caminé junto a Alister hacia la lechucería. No iba corriendo, pero sí a buen paso. Tenía la sensación de que a Alan no le vendría bien estar solo con todo lo que estaba pasando con su hermano. Era mi amigo y quería apoyarlo en un momento así de difícil. 

Al entrar en el lugar miré alrededor y al ver a Alan empecé a caminar hacia él. Pero antes de decir nada saqué la varita y en silencio realicé los gestos de un hechizo con cuidado. No podíamos confiarnos en ningún lugar, por desierto que pareciese. Y tal vez así podría saber si Charlotte se encontraba también allí, ya que no podría verla.

Me encontraba escribiendo en la misma lechucería una carta. Lo hacía con bastante prisa, ya que, aunque mi hermano se encontraba a salvo al parecer, nada parecía estar en su sitio y estaba impaciente por enterarme de todo. Pero aquello tenía prioridad, tenía que sacar a Anthony de la escuela. Mis padres lo entenderían, tenían que hacerlo.

Absorto como estaba en la carta, ni siquiera me di cuenta de la presencia de Alice. Estaba demasiado concentrado en lo que tenía decir para que mis padres tomasen la radical decisión de sacar a Anthony de la escuela y cambiarle de centro en medio del curso. Tenía que ser algo que les preocupase tanto como me había preocupado a mí. Tenía que contarles la verdad.

Queridos papá y mamá:

 

Os mando esta carta para advertiros de algo que está ocurriendo en Hogwarts. Seguramente ya os habréis enterado del accidente que ha tenido hace poco con Dracons, pero no sabéis todos los detalles. El caso es que hay algo más grande detrás de todo eso y todo parece indicar que hay alguien de la casa Slytherin detrás.

 

Unos alumnos hemos estado investigando por nuestra cuenta y nos hemos enterado de que Anthony está siendo utilizado para hacer tareas muy peligrosas. ¡Entró el solo en el bosque prohibido y estuvo hablando con un enmascarado que dijo haber asesinado a alguien del ministerio. Le entregó algo al hombre y se marchó! Sé que esto no se va a quedar aquí, que van a seguir pasando cosas extrañas, y Anthony podría resultar parte de ellas.

 

Os lo ruego, trasladad a Anthony de colegio. Sé que suena a locura, pero sabéis que no lo diría si no estuviera completamente convencido de que aquí corre grave peligro. No os preocupéis por el dinero, si es necesario venderé la escoba y todo el equipamiento de quidditch y trabajaré el doble en verano, pero, por favor, tenéis que confiar en mí. Hogwarts es peligroso para Anthony. Podría ocurrirle lo que a Dracons.

 

Os quiere,

 

Alan.

Tras repasar minuciosamente la carta durante nos segundos, me quedé pensativo unos segundos, hasta percatarme de la presencia de Alice. Ah, hola Alice. Dije, sin intentar esconder la carta que tenía en la mano. Lo cierto era que, ahora que lo había escrito no estaba seguro e si enviarla era la mejor opción. ¿Se sabe algo de ellos?

Estaba ausente y pensativo, algo realmente raro en mí. Intentaba decidir cual era el mejor camino a seguir. Avisar a mis padres y confiar en que lo trasladarían a tiempo del colegio o vigilarlo personalmente de cerca. La primera opción, si salía bien, era la mejor de todas, pero si salía mal... Mis padres podrían intentar ponerse en contacto con él y eso podría acabar fatal para Anthony.

A tus espaldas queda Riddle inmerso en sus pensamientos mientras le sigues los pasos a Dietrich como si fueras un sabueso. Su objetivo es un grupo de lo más variopinto, conformado por tres chicos y una chica; estos deben ser aquellos de los que hablo Black justo antes del partido. No parecen tener mucho en común aparte de una tez palida que es de lo más común en los Slytherin, pero todos ellos de inmediato prestan atención a Dietrich en cuanto advierten su presencia.

-Todos, venid conmigo -el servilismo del que Lestrange hace gala normalmente ha dejado paso a un modo autoritario. Los mencionados lo miran con curiosidad, pero no hacen comentario alguno mientras le siguen hasta los dormitorios. Una vez allí, Lestrange cierra la puerta y se asegura de que están a solas.

-Espero que lo que tengas que decir merezca la pena. -dice Diane con una mirada inquisitiva, al parecer a ella no le impone tanto como parece hacer con el resto.

-Todo cuanto Tom Riddle dice es importante, ya deberías saberlo a estas alturas. ¿O crees que os reuniría a todos para hablar de mí? Está en medio de planes muy importantes y cierto sangre sucia negro parece que quiere enterarse de lo que trama así que olvidaos de vuestras "diversiones" por un tiempo. Nada de llamar la atención hasta que lo controle todo, ¿queda claro?

Los cuatro miran a Dietrich con la misma cara que si hubiesen suprimido las vacaciones.

-Sobre todo vosotros dos. -añade señalando a Malbot y Fletcher, haciendo que el primero se adelante.

-¿Y se supone que ahora me debo aburrir hasta que Riddle lo diga? -cruza los brazos en jarras, haciendo que se marquen aún mas sus ya musculosos bíceps- Pensábamos darle su merecido a ese semigigante idiota, ¿ahora deberíamos ponernos a leer como lo haces tu? -dice con sorna consiguiendo una sonrisa cómplice de Fletcher.

-Harás lo que se te ordena y cerraras tu estúpida boca. -la mano del Slyhtherin se cierne sobre su varita y la clava bajo la mandíbula del otro- Ya sabes que a Riddle no le gusta que lo contraríen y si te crees que puedes hacer lo que te venga en ganas sin consecuencias eres aun mas retrasado que ese Hagrid. Ahora, ¿vas a obedecer o quieres hacerle compañía a Dracons en el hospital?

Parece increíble que Dietrich no se arredre ante un tipo que podría partirlo en dos como a una ramita seca. Son unos segundos tensos en los que el puño de Darius se queda pálido de tal fuerza con la que aprieta, pero finalmente lanza un gruñido y sale de los dormitorios como una exhalación. Los demás salen detrás de el, con aceptación implícita pintada en sus rostros. Dietrich sonríe, se nota que le gusta darse el gusto de mandar.

Si antes la idea de cerrar un trato parecía agradarlo las siguientes palabras de Elizabeth parecen ponerlo en extasis.

-Me encanta cuando me dicen eso. Por favor, perdonad mis modales de antes-hace una reverencia.- sería mas agradable si pudiéramos vernos, pero como "trabajador nocturno" entiendo su necesidad de mantener la discreción. Bien, hablemos pues de negocios.

Hay una copa...siglo XVIII, plata labrada por duendes e incrustaciones de ébano. Actualmente se encuentra en la residencia de los Lestrange, su mansión a las afueras de Londres. Tráemela y tendrás tu información.

Tracy no había esperado que el hombre respondiera de esa forma al ambiguo ofrecimiento de Elizabeth, lo cual la tensó de nuevo hasta la base misma de la nuca. Quizás está buscando que Elizabeth se niegue para tener una excusa y matarla, pensó repentinamente, y sintió que sus dientes iban a partirse de lo fuerte que se le apretó la mandíbula, sus nudillos ya transparentes más que blancos de la presión. Quizás realmente está interesado en hacerse con ello, pensó como acto siguiente, recordando el huevo que Coot le había entregado hacía una eternidad atrás. ¿Qué clase de hijo de puta involucra niños en sus transacciones ilegales?, siguió su mente, hirviendo de odio, mientras la Gryffindor hacía esfuerzos sobrehumanos por mantenerse quieta y no intervenir. ¿Por qué tratos con niños, si su inocencia o mayor facilidad para intimidad se compensa con su menor falta de influencia y menor poder? ¿Por qué...?

Ah, supo Tracy, mientras sus ojos vigilaban como un felino todos y cada uno de los movimientos del hombre. Justamente por eso. Porque cualquiera menospreciaría a un niño, y nadie le prestaría suficiente atención como para creer que pudiera robar o conseguir algo tan valioso.

La Gryffindor supo que Elizabeth aceptaría incluso antes de escuchar la voz de la Slytherin. Era la única respuesta que podía darse en la situación en la cual Elizabeth se había metido, y Tracy estaba más preocupada por saber qué era lo que quería el hombre, y más aún cómo aseguraría el silencio de Elizabeth, que por el hecho de que alguien delante suyo estuviera haciendo tratos con un mago oscuro, un asesino confeso. Porque lo que iba a seguir a la confesión sobre el objeto y la promesa de la Slytherin de traerlo sería una explicación de cómo contactar al enmascarado cuando hubiera de hacerse el intercambio. El enmascarado no iba a ser tan ingenuo de creer a pies juntillas que Elizabeth valoraba tanto esa información sobre Riddle, más que el ir corriendo a un adulto cualquiera a contarle sobre lo sucedido. ¿O sí lo creía? ¿Podía ser cierto?

No, pensó Tracy, sintiendo frío en la espalda hecha una piedra. No siendo este hombre un depredador. Hay más posibilidades de que esto sea una trampa. De algún modo se asegurará de que Elizabeth no diga nada. Ya sea con un hechizo, ya sea porque tiene gente dentro de Hogwarts o en algún sitio. Dios, y sobre eso no puedo hacer nada.

Negocio. Objetos únicos. Información. ¿Trabajador nocturno? ¿Copa en la casa de los Lestrange? Los datos se iban acumulando en la cabeza de Tracy, disponiéndose uno tras del otro mientras se solapaban transformándose en un rostro como el que la máscara no dejaba ver. Un mercenario, probablemente, entonces. No perteneciente a ningún grupo, quizás, o hubiera venido acompañado directamente, cosa que no escuchaba ni percibía que fuera el caso. Joder, había tantos hechizos que tenía aún que aprender, la ignorancia de los cuales podría costarle la vida ahora o más adelante. Su conocimiento era tan insuficiente. Incluso su entrenamiento, algo de lo cual su familia no estaría nada satisfecha.

Los ojos de la Gryffindor se mantenían en el hombre, en cada uno de sus gestos y movimientos, pero pensaba en Elizabeth. Esperaba que la Slytherin aceptara, como no podía ser de otra manera ahora que el hombre ya había explicitado qué quería, y fuera lo suficientemente inteligente para saber qué pedir respecto de cómo contactarlo o cuándo volver a juntarse. Ella, por su parte, se forzó a calmar aún más su respiración, hasta volverla casi inexistente, bajando los latidos de su corazón para forzarse a no reaccionar cuando el hombre volviera a levantar la varita. Porque Tracy sospechaba que el hombre quizás intentaría lanzar sobre Elizabeth un hechizo como el que habían hablado en las reuniones con los demás. Y si ese era el caso... la Gryffindor no iba a poder saberlo, y si reaccionaba para atacarlo posiblemente echaría todo por la borda y terminaría en dos muertes, pero esperaba que Elizabeth supiera que era una posibilidad.

Salí del cuarto de baño y me encaminé a la lechucería. Tuve mucho cuidado de no chocar con nadie y de no pisar por donde pudiera dejar demasiadas huellas. Aunque en ese preciso momento no estaba siguiendo a nadie, sería poco recomendable que alguien supiera que había gente invisible en el colegio.

Cuando llegué tuve la tentación de gastarle una broma a mi hermana pero ella ya se había encargado de asegurarse de que estaba allí. Además consideré que para Alan no sería un buen momento. –Ya estoy aquí. Hola a todos.

Me puse tensa al notar que había alguien más en la lechucería. Alguien a quien no podíamos ver. Esperaba que fuese Charlotte, pero por si acaso no respondí a Alan hasta que la voz de mi hermana sonó en el vacío. Entonces respiré aliviada y relajé la espalda mientras terminaba de acercarme al Hufflepuff.

- Hola, chicos. Yo no he sabido nada nuevo. - Estiré la mano y froté el brazo de Alan en un gesto amistoso con el que trataba de insuflarle ánimos de alguna manera. Me entristecía sobremanera ver al muchacho que solía ser alegre y optimista tan alicaído. - Siento lo de tu hermano, pero no pierdas la esperanza. Lograremos sacarlo de ahí sin que le hagan daño, ya verás. En cuanto consigamos las pruebas que Dumbledore necesita todo se solucionará. ¿Cómo estás tú?

Suspiré y miré al hueco donde había escuchado a Charlotte. Estiré la mano hacia el lugar donde intuía que podría estar la de ella, esperando que me la tomase. Necesitaba sentir su contacto. - Tendríamos que encontrar la forma de volverte visible... ¿Ninguno de vosotros conoce Finite? 

Cuando pasa el tiempo suficiente para que no se note que he estado escuchando me giro de repente, como si me hubiese acordado de algo y salgo con pasos decididos hacia la puerta de las mazmorras y hacia el resto del castillo. Aún sabiendo que cruzarme con gente de las otras casas por los pasillos no va a ser agradable, tengo que contactar con alguien del grupo.

Primero intento encontrar a Alice, a Ravenclaw o a Ravens pues son los que no habían desaparecido al acabar el partido, para ponerlos sobre aviso de lo que he escuchado y preguntarles si saben algo de Elizabeth, aunque si viese a Coot tendría que valer.

Satisfecho por como ha cumplido con las ordenes de Riddle, guarda la varita y se hace con un libro de texto de su mesita de noche antes de volver a bajar. Apoya la mano contra el marco de la puerta en un gesto inconsciente, pero casi al instante lanza un grito y la retira.

-¡Maldita sea! -masculla entre dientes.

Puedes ver clavada en su palma una astilla bastante grande. No obstante tu mirada se centra en el líquido rojo que brota de la herida y mancha la mano de Lestrange. Sangre. Tu mente borra todo pensamiento menos esa palabra. Sangre. Como el olor de un banquete suculento, el aroma de la sangre impregna tus fosas nasales. Cada fibra de tu cuerpo se tensa hacia adelante con ansia, con anhelo. Tu pulso se acelera. Tus sentidos se agudizan. Hambre y sed te golpean de improviso con una intensidad casi dolorosa.

Y entonces todo acaba. Dietrich sale por la puerta agarrándose la mano y todas las sensaciones se desvanecen.

Una extraña corazonada o quizás el deseo instintivo de evitar a la gente guían tus pasos hacia la lechucería del castillo. Eso te hace pensar en tu ultima carta y en las palabras de tu padre, seguro que no estará nada contento con el resultado. Y sabes perfectamente lo que le pasa cuando está descontento.

Al entrar puedes ver a Alan con un rostro tan ceniciento como el trozo de pergamino que está aferrando entre sus manos, así como a Alice y Alister.

Si, estoy bien. Dije, dedicándole una sonrisa a Alice. No era el momento de venirse abajo. Todavía no estaba todo perdido, solo había que desenmascarar a Riddle a tiempo y mi hermano estaría a salvo. Volví a mirar la carta una última vez antes de guardarla. Esto puede esperar.  Dije. Si las cosas se ponían demasiado peligrosas la mandaría, pero no todavía. Alice tenía razón, como siempre.

Yo lo conozco. Dije, contento de poder servir de ayuda. Colócate frente a mí, Charlotte, y avísame cuando estés.

Fue entonces cuando vi como entraba Alphard en la lechucería. Le dediqué una mirada de pocos amigos. Si había algún ojeador, por su culpa podría haber perdido alguna oportunidad... Aunque bueno, tal vez se tomasen el gesto del Slytheryn al revés, como si se tuviera que recurrir a trampas para vencerme. Fuera como fuere, había jugado sucio. No confiaba en él. Mira a quien tenemos aquí...

Con el gesto torcido debido a malos pensamientos, entro en la lechucería para encontrarme con una 'reunión improvisada'. Coot sostiene un trozo de pergamino, que no debe tener nada bueno escrito a juzgar por su cara, y lo acompañan Alice y Ravenclaw -Menos mal que no estamos a solas- es lo único que me da tiempo de pensar antes de que su bocaza se abra y acompañe con palabras la mirada que me ha dedicado.

- A la estrella del partido, por supuesto. - digo en tono mordaz, dando a entender que no me importa el resultado del partido, para después seguir en voz baja dirigiéndome al resto - Tenemos varios problemas y poco tiempo. Saben que Ingo ha seguido al hermano de Coot y que no estaba solo, Riddle está pensando qué hacer al respecto, con suerte supondrán que iba con Canterbury ya que son los dos gryffindor pero ambos tienen que tener mucho cuidado y separarse del resto, que piensen que estaban solos. Anthony se lo ha contado personalmente, me temo que está mas metido de lo que querríamos. - vuelvo la cara de nuevo hacia Coot y comento un poco mas alto con cierto desprecio en la voz - No me digas que no te has dado cuenta de quién ha brillado realmente esta tarde. - me acerco a Ravenclaw y vuelvo al susurro - Hay mas gente metida, posiblemente los nombres que os dí antes, Lestrange ha ido a avisarlos de las nuevas pero no puedo estar en dos sitios a la vez. - vuelvo la vista de nuevo hacia Coot y me apoyo en la pared con un ojo puesto en el camino de llegada por si hay alguien o se acerca - ¿Acaso estabas escribiendo una carta a tus padres llorando por haber estado a punto de perder? ¿Sabéis algo del resto?

Alister siguió a Alice hasta la lechucería como buenamente pudo. No parecía que la chica quisiera hablar y él tampoco puso muchas ganas así que avanzaron en silencio hasta llegar a su destino.

Al verla sacar la varita hizo lo mismo pero no realizó ningún hechizo. Dejó que Alan y Alice hablaran mientras él se mantenía callado junto a la puerta.

La voz de Charlotte le hizo dar un salto mientras notaba como el corazón quería salirse de su pecho.

Joder, vaya con la hermanita. No tenía otra cosa mejor que hacer.

Quería acercarse a Alan pero no sabía qué decirle por lo que se mantuvo en el sitio. Negó con la cabeza cuando Alice preguntó sobre alguna forma de cancelar el hechizo de invisibilidad de su hermana. Por suerte Alan lo conocía pero justo antes de poder realizarlo entró Alphard en la lechucería.

Allister se giró, alertado por el saludo de Alan.

- Hola - acertó a decir, sin estar muy seguro de decir algo más al ver la cara de pocos amigos de éste. Ciertamente lo del partido había estado mal pero ya tenían suficientes apuros dentro del grupo como para añadir una disputa de origen deportivo.

Pero Alphard entró con pocas ganas de hacer las paces. Allister suspiró.

- Bueno - interrumpió antes de que la cosa fuera a mayores, - no, no sabemos nada del resto y deberíamos averiguar dónde están, y si están bien, claro. Deberíamos movernos cuanto antes, ya, a ser posible.

Aprovechó para mirar a Alphard y hacerle un gesto para que se mantuviera tranquilo y no azuzase más a Alan.