Partida Rol por web

Fui asintiendo a todos los puntos que mencionaba Charlotte y cuando terminó la miré con una pizca de orgullo. Adoraba que fuese capaz de ser sensata cuando las cosas se ponían serias. 

- Y además hay que tener en cuenta que hay gente que puede resistirse al veritaserum. No creo que el señor Riddle sea precisamente de mente débil o tenga poca fuerza de voluntad. Tal vez funcionaría con alguno de los chicos pequeños que utiliza pero... ¿Ellos realmente sabrán algo útil?

Alister tosió involuntariamente al escuchar a Charlotte.

- Sí, bueno - murmuró por lo bajo aunque lo suficiente como para que le escuchasen, - quizás Dumbledore no quiere mojarse en todo esto. Es mucho más cómodo que lo hagamos nosotros.

Sabía que no haría amigos hablando así pero no podía evitar que algo le oliera a chamusquina en todo ese asunto.

- Otra opción sería usar la poción multijugos con el hermano de Alan y suplantarle. Le alejaríamos del peligro y tendríamos mucho más margen de maniobra para enterarnos de cosas, hablando con el resto de chicos pequeños y preguntando alguna cosa de manera inocente a los mayores.

Y volvió a insistir en el tema anterior.

- Podría usar lo de la fiesta de Slughorn para conseguir poción multijugos ya hecha para no tener que esperar tres semanas.

Mis labios se apretaron en una línea final al escuchar hablar a las hermanas Battletower. Podían tener razón en algunas cosas, aunque me inclinaba más a pensar que las pegas de la multijugos suponían un aplazamiento, no un cambio de plan.

Al oír las palabras de Alister le miré, reevaluándole. Era la primera vez que uno de nosotros decía algo así de Dumbledore, pero lo cierto era que no dejaba de tener razón. Me costaba pensar en qué motivos de peso justificaban su inacción, la verdad.

- Yo no suplantaría a nadie. - Dije entonces. - Basta con que tomemos la apariencia de muggles que nada tengan que ver con el colegio o el mundo mágico. Es más sencillo, no mete en problemas a nadie y así Riddle de verdad no sabrá de quién sospechar. Si lo hacemos con alguien de aquí no tardará en darse cuenta de la realidad. Si lo hacemos con alguien desconocido e ilocalizable es cien veces mejor. - Expliqué antes de hacer una pausa.

- Aún así es posible que estemos queriendo decidir un curso de acción de una forma un poco precipitada, y me incluyo en esto. Puede que lo mejor fuese esperar y reunirnos cuando Elizabeth y Tracy también estén, tengamos toda la información posible y hayamos podido pensar en todo esto.

¿Y de donde vamos a sacar esos muggles a los que tenemos que suplantar? Estaremos a kilómetros del pueblo más cercano con muggles y no creo que podamos salir de la escuela sin ser vistos. Esa parte me parecía un poco estúpida, al igual que lo de la poción multijugos, ciertamente Slughorn podría tener alguna reserva en su despacho pero también podría ser que no. Si había que prepararla tendrían que hacerlo de inmediato para que estuviese lista antes de Halloween. Al menos estaba de acuerdo con las ultimas palabras del Gryffindor y así lo hizo notar.

-Ingo tiene razón. Antes de hacer nada, será mejor que esperemos a los demás y luego informemos a Dumbledore, quizás el tenga una idea mejor. -¿Como podía creer Alister eso del profesor? Les había pedido ayuda, no les estaba utilizando.- Yo me voy a esperarlos delante de la habitación, si vuelven será por ahí. ¿Alguien más?

Al levantar la varita y ascender unos cuantos escalones, puedes ver como Elizabeth está apoyada contra una de las paredes, con la mirada perdida. Si, puedes verla. Y al mismo tiempo te percatas de que puedes ver tus propios dedos, tu propia silueta. El hechizo ha finalizado de repente, sin previo aviso. Elizabeth se mira la mano y luego te mira a ti, con algo de sorpresa. Sin embargo no dice nada. Como un fantasma, asiente a tus palabras y se limita a acompañarte mientras volvéis de nuevo a la habitación del colegio. Está pálida, más que de costumbre y parece moverse más por inercia que por auténtica motivación.

Ver a Elizabeth sorprendió a Tracy, una sorpresa que se pintó clara sobre un rostro demasiado expresivo y lleno de adrenalina como para intentar evitarlo. La Gryffindor miró a su propia mano, la que no sostenía la varita, y frunció las cejas frente a la prueba de que el hechizo había terminado, aunque no parecía que Elizabeth ni ella misma hubieran hecho nada para que así fuera. Esto podría haber pasado mientras estábamos en el claro, con el hombre, pensó agriamente, sintiendo una punzada de ansiedad y confusión. Podría habernos dejado descubiertas y sin la única ventaja con la que contábamos para sobrevivir.

Sin embargo, aquello no había sucedido y había cosas más acuciantes de las cuales ocuparse. Elizabeth, por ejemplo. La palidez de la Slytherin y la forma en la cual se movía, como un cuerpo mecido por una fuerza externa y no por voluntad, eran cosas que podría haber visto cualquiera. Tracy podría ser muchas cosas, una de ellas claramente ser una persona que no se caracterizaba por su trato suave o amable, pero no era ciega. Cuando cogió la mano extendida, y jaló para poner de pie a Elizabeth, la atrajo por un momento contra sí y dejó que sintiera su presencia antes de hablar.

- Tendremos que ir de a una en el túnel - dijo, ya no susurrando, aunque con un filo de algo en la voz - Iré delante, pero prefiero no soltarte la mano. Si pasara algo, nos será más fácil así. Vamos.

La Gryffindor comenzó a caminar, delante de Elizabeth, a pasos firmes como lo había hecho al escapar del claro donde habían estado con el hombre. Su varita iluminaba en alto el camino, mientras sus ojos adecuaban sus pupilas a la luz-penumbra y su mente trataba de planear qué era mejor hacer.

- Confundí el rastro lo mejor que pude - explicó, su voz baja entre las paredes de piedra - Podría haberlo hecho mejor, pero no fui capaz. Espero que sea suficiente así - Tracy avanzaba como una navaja contra la oscuridad, como si hacerlo más lento o con menos fuerza fuera a detenerlas o a impedir que siguieran - Al volver allá, me di cuenta que no podían ser hombres lobo o licántropos. Es pleno día, no hay luna. Creo que eran meros lobos, o alguna criatura similar del Bosque - explicó, moviendo la cabeza. Había otras posibilidades, pero esperaba que no fueran ciertas - Averigüé algunas cosas más del hombre. Te las contaré cuando estemos más tranquilas, ahora no tiene sentido. Tenemos que llegar al castillo.

Apretó ligeramente la mano que ya tenía apretada en torno a la de Elizabeth. Su mente por fin hizo click, y bajó la mano de la varita mientras seguía avanzando, perdiéndola por un instante entre los pliegues de su túnica.

- Voy a llamar a alguno de los otros, para asegurarme que no estén intentando volver por este lugar - explicó, mientras extraía su espejo - Además, no sabemos qué pasó con Charlotte y si ha ido a decirle algo a alguien, así como ver qué ha pasado con Ingo - Tracy levantó el artefacto, pero no soltó a Elizabeth. Lo hizo con la otra mano, dejando la varita detrás del reverso del espejo - No pienso dar detalles, Elizabeth, pero quieres que no diga algo sobre ti, dímelo ahora y no lo haré.

Esperó un momento, antes de tocar el espejo con la varita encendida, y pronunciar claramente, en una invocación inequívoca:

- Ingo Wunder Zeller-Stewart.

Me mantuve en silencio, no era mi plan y tampoco tenía nada nuevo que aportar, cuando empezaron a proponer diversas personas a las que suplantar mis cejas se elevaron ostensiblemente aprovechando que no podían verme, por suerte logré contener la réplica mordaz que inmediatamente, y fruto de los años de experiencia, se formó en mis labios.

Cuando Helene propuso ir a esperar a las chicas tuve que apretar los dientes con fuerza para no decir que iba con ella -A pesar de mi preocupación por ellas no es ese el lugar donde debo ir-.

-Yo seguiré cerca de ellos, -dudé un instante y luego añadí -si hay algo importante el chillido de un ratón sería una buena forma de llamar mi atención sin palabras. -dije en referencia a la forma de comunicarnos.

Si tenía el espejo pero no podían llamarme por miedo a quién estuviese cerca, no servía de nada.

Al escuchar el espejo reaccionar me puse en pie y me alejé unos pasos de los demás, inseguro. Sin embargo no terminaba de encontrarme bien, y no tenía claro qué parte de mi desconfianza era por el cansancio y cual verdaderamente fundada.

- Tracy. - Respondí. - ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

Me quedé pensativa un instante, valorando las palabras de todos y asentí hacia Alister. - Podrías empezar a ir a esas reuniones igualmente. Seguro que tener algún acceso al despacho del profesor Slughorn puede ser útil, si no ahora, en el futuro. A mí me parece que puede ser buena idea que aproveches la oportunidad de tu apellido. 

Después miré a Helene e Ingo y asentí. - Me parece lo mejor. Esperemos a asegurarnos de que Tracy y Elizabeth están bien. Que nos cuenten lo que ha pasado y podremos hacer planes entre todos con más calma y todos los datos. Yo voy contigo a esperarlas, Helene.

Tras las palabras de Alice me dejé resbalar de nuevo por la pared, sacando el espejo del bolsillo. Había dado algunos pasos hacia fuera de la sala, consciente de que el cansancio no me dejaba pensar con claridad.

- Acaba de contactarme Tracy. - Anuncié. - Cuando me diga dónde está os cuento.

Al escuchar la voz de Ingo, por el rostro de Tracy pasó una ráfaga leve de alivio. Sin embargo, tan pronto como llegó se fue, dejando únicamente las líneas pétreas y concentradas de tensión y determinación.

- Ingo, estoy bien. Estoy volviendo al castillo - susurró, atenta - Me alegra verte bien. ¿Estás mejor? ¿Estás a salvo? ¿Sigues donde nos vimos por última vez?

Al escuchar la voz de Ingo, por el rostro de Tracy pasó una ráfaga leve de alivio. Sin embargo, tan pronto como llegó se fue, dejando únicamente las líneas pétreas y concentradas de tensión y determinación.

- Ingo, estoy bien. Estoy volviendo al castillo - susurró, atenta - Me alegra verte bien. ¿Estás mejor? ¿Estás a salvo? ¿Sigues donde nos vimos por última vez?

Respiré aliviado al escuchar a Tracy decir que estaba bien, y por mi mente pasaron las imágenes de las últimas horas. Consciente de que tenía mucho que contar pero que no era el momento, una mueca de resolución se pintó en mi rostro.

- Estoy bien. - Respondí. - En la lechucería, con todos menos tú y Elizabeth. ¿Ella está bien? Han pasado algunas cosas. Ven rápido. - Le pedí. Sabía que no era necesario. Sabía que lo haría igualmente. Pero aún así necesitaba transmitirle toda la urgencia que mis palabras pudieran.

-Estamos volviendo- Es lo único que logro pensar mientras avanzamos por las sombras del túnel -Ya ha terminado todo. Estamos volviendo.

Aun así, ni siquiera sería capaz de volver si no fuera por Canterbury, que sigue tirando de mi mano. ¿Cómo pude pensar que podría formar parte de esto? Por primera vez en mi vida, comienzo a echar de menos la imperturbabilidad de la mansión en la que vivo, la eterna soledad que flota en sus estancias. Al menos, ahí estoy a salvo. Ahí no puede tocarme nada salvo el desprecio.

La leona sigue hablando del Bosque Prohibido. Contengo un gemido de horror. -¿Es que todavía no ha tenido suficiente? Vamos a olvidar todo esto, vamos a olvidarlo- No quiero ni pensar en que tengo un trato con el hombre de la calavera. Ahora, lejos de su presencia, parece que todo se vuelve tremendamente irreal, que es algo que nunca ha sucedido, o que ha sucedido hace demasiado tiempo. Tengo la sensación de que la Elizabeth que está mañana despertó es una muy diferente a quién soy ahora, como si se hubiera roto para siempre algo que tenía dentro.

No me importa qué clase de criaturas son las que había en el bosque. No me importa quién sea en verdad ese desconocido. Lo único que me importa es volver al castillo. Sin embargo, cuando la pelirroja saca el espejo, por fin logro alzar la voz lo suficiente como para suplicar. -No... no digas nada sobre mí... ni sobre el trato con ese...- mi voz se quiebra por completo y no puedo evitar que vuelvan a rodar un par de lágrimas por mi mejilla, aunque trato de limpiarlas rápidamente cubriéndome los ojos con la mano.

Me muerdo los labios, tratando de contener el llanto para que no se filtre ningún sonido hacia el otro lado del cristal, mientras me aparto un poco para que tampoco nadie pueda verme tal como estoy ahora. Si por mi fuera, nadie volvería a verme nunca.

Tracy hizo una pausa, absorbiendo la urgencia impregnada en las palabras de Ingo.

- Sí, está bien – susurró la Gryffindor en respuesta – Han pasado algunas cosas aquí también. Llegaré lo más rápido que pueda – añadió, frunciendo el ceño, antes de continuar con firmeza y un tono más bajo – Que esperen si hay que decidir algo, Ingo, ¿de acuerdo? Pues esto cada vez se vuelve más grave.

La luz de la varita volvía las sombras de los ojos y el rostro de Tracy abismos insondables, trazando líneas casi adultas en unas facciones que apenas tenían que estar entrando en la pubertad.

- Nos vemos allí – prometió, a modo de despedida, y esperó por si Ingo decía algo más, para en caso contrario interrumpir la comunicación.

A pesar de que continuaba siendo invisible, Ingo asintió a las palabras de Tracy. No tenía mucho más que decir. No, al menos, sin que sus palabras se convirtieran en un torrente que relatase todo lo que había visto y oído.

- Hasta ahora. - Se despidió al final en un susurro tenue.

- Está de camino al castillo. - Dije apenas unos segundos más tarde. - Viene para aquí, aunque no sé si Elizabeth viene con ella. Están bien las dos, pero dice que han pasado algunas cosas. - Expliqué antes de señalar lo evidente. - Yo voy a esperarla.