Partida Rol por web

En un oscuro salón de clases en donde las llamas de los candelabros iluminan lo justo y necesario, se encuentra un joven adulto bien vestido que bebe café de primera calidad mientras observa sonriendo a los aprendices de mago con una agradable sonrisa. Sin embargo, no es solo la relajada y elegante presencia del joven que llama la atención de los alumnos, si no, también, la presencia de dos hermosas muchachas que vestían de ambo y, cada cierto tiempo, una de ellas rellanaba la taza del profesor.

-. Entonces-. declara el profesor, dando el ultimo sorbo a su taza levantándose de su asiento con una elegante gracia, sin desperdiciar ningún tipo de movimiento. - Bienvenidos estudiantes, para los que no me conocen mi nombre es Albert Von Vianden y seré su profesor, por el momento, en esta interesante pero peligrosa…-. Una sonrisa maliciosa nace en sus finos labios-. Área de la magia llamada transformación, espero que nos llevemos bien y descubramos los secretos mejor guardados de esta intrigante disciplina-. Una leve, pero educada reverencia hace eco el lugar para luego seguir hablando-. Las reglas son simples: Si no le interesa esto, no estorbe; si quiere aprobar, estudie y, lo más importante, respeto. Si siguen estas simples normas les aseguro que aprobaran sin mayor problema. Sobre su seguridad, en caso hipotético que haya algún acontecimiento poco productivo en nuestros ensayos, las damas aquí presentes y mi persona nos encargaremos de vuestra integridad física -. Los ojos claros de Albert comienzan a explorar el público presente, tomándose su tiempo para memorizar las caras que aún no le eran conocidas para luego señalar, educadamente, a las dos mujeres para que se presenten.

-. Yvonne de Béthune-. La seria mujer de rubia melena dice su nombre con su acento francés marcado de forma tajante y breve, acompañando, dichas palabras, de una reverencia digna de un mayordomo de primera clase para luego volver a su posición original como si nada hubiese pasado.

-. Kaouro Akiyama, un gusto jóvenes magos-. Le sigue una alegre muchacha de acento neutral, con una animada voz y brillante sonrisa que hace que sus ya bellas facciones asiaticas se marquen aun más mientras repite el mismo saludo que su anterior camarada.

-. Comenzaremos con un hechizo básico llamado Orchideous, descrito en la pagina numero 466 de su libro de transformaciones, que ayudara no solo a que sus inexpertos cuerpo se adapten de mejor manera a esta magia, si no también, que verán en primera persona como un hechizo tan simple puede transformar su realidad, evocando, tal vez, un giro en sus respectivas visiones de su “yo” real y actual al “yo” del futuro-.  La voz de Albert se vuelve enérgica llena de una pasión desbordante hacia la materia, sin romper, obviamente, ningún código de comportamiento social-.¿No les llama la atención hasta qué punto podemos dominar las leyes de la magia y la naturaleza misma de las cosas, incluyéndonos en aquel proceso? Si es así, este será su campo… pero por favor volvamos al punto central…-. Rápidamente y sin previo aviso, el elegante profesor saca una fina y hermosa varita de su capa para luego invocar, mediante el canto del sortilegio, un bello y abundante ramo de flores de color negras que, con otro hechizo, las hace levitar, separando aquel conjunto de rosas en unidades individuales para hacerlas llegar al puesto de cada muchacha en el salón, incluido a sus hermosas ayudantes-. Ahora, comiencen… su objetivo es invocar un ramo de rosas lo más parecidas a las que acabo yo de hacer… si tienen problemas, no duden pedir mi asistencia ya que con gusto los guiare hacia el camino del éxito -. Al terminar esto último, Albert comienza a caminar por los pasillos del salón con una postura relajada pero solemne, observando, con una agradable y cálida sonrisa, como los alumnos comienzan con el ejercicio, atento a los detalles y posibles fallas que estos pudiesen tener.

Había oído que el profesor de transformaciones era guapo pero claramente no lo esperaba tan elegante, cuando llegue a la clase para colocarme en uno de los pupitres delanteros de la clase solo pude bajar la cabeza en señal de saludo, las dos mujeres que parecían ser su servicio personal vestían con traje y eso les daba un aspecto igual de atractivo que el del profesor.

Además de que el profesor era elegante y apuesto, sus gestos también marcaban en el una elegancia poco vista en las demás gentes o eso pensaba o era un mago y por eso era tan increíble.

Empezó la clase dando la bienvenida a todos los alumnos de primero, sus compañeras también saludaron, estaba claro que la rubia era la que más estricta seria por lo que me decante por sonreír a la dama con rasgos asiáticos que pareció más simpática.

El profesor pidió que empezáramos con un hechizo de transformación que según él era bastante básico; hacer aparecer un ramo de flores, el profesor dividió el ramo que había echo aparecer con otro hechizo que hizo levitar las rosas hasta cada una de las niñas de la sala, me quede maravillada y sonreí como una tonta cuando me llego la rosa negra, era preciosa.

Aunque nerviosa intente calmarme para hacerlo lo mejor posible pero pensé que en casa había conseguido hacer aparecer y desaparecer cosas además de conjurar hechizos aunque básicos y simples seguramente podría llegar a realizar este.

-Orchideous- dije clara y tranquilamente, al momento apareció un ramo de preciosas flores silvestres y pensé; uff no ha sido tan difícil.

El profesor de Defensa contra las artes oscuras, también parecía amable al igual que muchos otros, pero a la vez correcto y disciplinado, le acompañaban dos ayudantes , unas chicas preciosas y también muy correctas.

El profesor Von Vianden hizo aparecer un ramo de rosas con un bonito movimiento de su varita e hizo que cada una de las flores se separara y legara a las manos de cada una de las chicas, incluidas sus ayudantes. Todas sonrieron.

Les explicó que en la clase de hoy aprenderían a lanzar un hechizo, ¡por fin! Orchideous con el que harían aparecer un ramo de rosas igual al suyo y les dejó hacer.

Victoria se aclaró la garganta y pronunció las palabras acompañadas del movimiento que el profesor les había mostrado.

- Orchideous

Un precioso ramo de rosas se materializó en su mano izquierda y la niña sonrió satisfecha.

La clase de Transformaciones iba a ser más rara de lo que en un principio se podía uno imaginar. Visto lo anterior, el profesor podría severo y aterrador o calmado y amable. Pero Xabier no se esperaba para nada el espectáculo que se iba a encontrar en aquella clase.  

El profesor había preparado una especie de performance o eso le parecía a él. Estaba en su cabeza imaginadonse que actuaba como un falso mago muggle. Haciendo muchos juegos de manos, exagerando y teniendo ayudantes atractivas que le hacían el resto para dejarle a él hacer como que desaparecía cosas.

Se estaría riendo como el que más sino fuera por lo extraño de la situación. Se encontraba completamente bloqueado con un gesto de interrogación grabada en su cara. ¿Era legal aquello?¿Estaban las mujeres haciendo lo que hacían por su propia voluntad?¿O era algún tipo de prueba en el que el primero que reía perdía? Por suerte no tenía que contestar a ninguna pregunta o de lo contrario tendría que haber respondido y no sabía como podría haber acabado aquello si Xabier tuviera que haber abierto la boca.

Tras haberle dado la tarea para la clase, se encerró en su libro sin mirar a nadie más para no seguir incomodo e intento leerlo sin pensar en nada más un par de veces para asegurarse de que lo había hecho bien.

- Orchideus - Dijo sacando apuntando a la mesa con su varita.

La clase siguiente era transformaciones y para este punto no sabía que esperar, con el profesor Flamel habíamos tenido ya un trabajo, encantamiento había sido algo duro con una profesora estricta, Herbología divertido, pociones la mas pesada, Defensa contra las Artes Oscuras el profesor tenia un hurón de lo mas simpático y ahora transformaciones, increíblemente genial.

Tome  lugar frente a la clase a riesgo de parecer el Nerd oficial pero es que la magia me encantaba, y lo primero que nos habían pedido era lanzar un hechizo, uno fácil mamá me lo había enseñado y practicado en casa, también me había contado como papá le había llevado un ramo de flores para conquistarla aunque claro el pobre había tenido que comprarlas y como ella lo había sorprendido con otro el dia que descubrió que era una bruja, la historia era romántica, pero no era el momento de mencionarla así que cuando fue mi turno, tome la varita con firmeza, respire profundo y lanze el hechizo.

- Orchideus -  un precioso ramo de rosas y claveles aparecieron igual a las que mi padre le había regalado a mi madre.

La clase de tranformaciones era de lejos, la que más interes tenia de hacer, así que nada más entré en el lugar me dirigí a un asiento de primera fila bastante entusiasmado, observé con curiosidad al sin duda elegante profesor, no se parecia en nada a los que habiamos tenido hasta ahora pero eso no era importante, mientras diese bien la asignatura se conformaba.

Así que el primer hechizo que debian hacer era convocar un simple ramo de rosas, observé durante unos instantes las rosas que habia invocado el profesor y luego miré mi varita y tratando de agitarla como indicaba el libro mientras murmuraba:

---- Orchideous

La clase de transformaciones estaba impartida por el jefe de nuestra casa. El profesor Vianden se presentó ante los demás, aunque me pareció que nos miraba de reojo a Kayla, Ivy y a mí antes de hacerlo.

Las reglas son simples: Si no le interesa esto, no estorbe; si quiere aprobar, estudie y, lo más importante, respeto. Si siguen estas simples normas les aseguro que aprobaran sin mayor problema. Sobre su seguridad, en caso hipotético que haya algún acontecimiento poco productivo en nuestros ensayos, las damas aquí presentes y mi persona nos encargaremos de vuestra integridad física 

Era de esperar. Después de unas cuantas clases, ya estaba empezando a adaptarme a los peligros que encerraban las distintas asignaturas, aunque transformación, junto con encantanmientos y defensa contra las artes oscuras, eran las que sonaban mejor.

Comenzaremos con un hechizo básico llamado Orchideous, descrito en la pagina numero 466 de su libro de transformaciones, que ayudara no solo a que sus inexpertos cuerpo se adapten de mejor manera a esta magia, si no también, que verán en primera persona como un hechizo tan simple puede transformar su realidad, evocando, tal vez, un giro en sus respectivas visiones de su “yo” real y actual al “yo” del futuro-. 

 Como siempre, empecé a copiar como una condenada cada palabra que decía el profesor, mientras abría el libro con la otra mano para llegar a la página 466.

El hechizo Ochideous... sonaba bien, pero fue aún mejor cuando el profesor lo realizó, haciendo aparecer un hermoso ramo de rosas... negras, uno de cuyos pétalos depositó mágicamente delante de mí.

Sonreí. 

Era un detalle.

Después, cogí la varita y miré el libro mientras practicaba los movimientos.

O-chi-de-o-us...

Y cuando estuve seguro de cómo eran, lo recité en voz alta.

-¡OCHIDEOUS!

Ante mí apareció un ramo de rosas amarillas, mi color favorito, con un aspecto precioso. Alrededor de mí se oyó el conjuro por todas partes, aunque solo algunos consiguieron materializar otro ramo de rosas tan bonito como el que yo había conseguido.

La clase de defensa contra las artes oscuras había levantado mi ánimo, si las cosas seguían así tal vez mis primeras clases no terminarían con tan malos resultados. 

Lo primero que llamó mi atención fueron las dos chicas que estaban junto al elegante profesor- ¿Quiénes eran ellas? Pese que se presentaron no dijeron mucho más que sus nombres y aguardé intrigado por si el profesor decía el motivo para que ellas estuvieran ahí. 

Lastimosamente la clase continuó y no se volvió a mencionar nada de ellas, yo estaba dispuesto a preguntarle apenas tuviera oportunidad. Pero mientras llegaba ese momento me concentré en las instrucciones que nos dio para realizar el ejercicio en clase. 

Abrí mi libro en la página indicada y luego de leer acerca del hechizo lo realicé. 

-ORCHIDEOUS

Un hermoso ramo de rosas azules se materializó y me sentí orgulloso por haberlo logrado. Definitivamente las cosas empezaban a mejorar. Luego de realizar el ejercicio aproveché para hacerle la pregunta que tanto quería hacerle al profesor. -Disculpe profesor Von Vianden. ¿Quiénes son las señoritas? Dije señalando con la mirada a las dos chicas que se habían presentado como Yvonne y Kaouro. 

Liam sintió rugir su estómago, vacío desde media mañana por la interminable cantidad de clases a las que estaba acudiendo. Quién le iba a decir a Trevor Connelly que su hijo fuera tan aplicado. Quizá fuera por inercia. Quizá porque por primera vez, estaba madurando. O quizá, y simplemente quizá, no quería llevarse un capón por parte de un prefecto al deambular por los pasillos de Hogwarts.

Un segundo rugido, más sonoro, irrumpió con fuerza. El apellido del profesor no ayudaba mucho. Lo que hubiera dado por unas buenas viandas. Tal era la cantidad de sangre que tenía concentrada en el estómago, que apenas reparó en las dos acompañantes que acompañaban a Von Vianden.

Cita:

Con total desgana, Liam revisó la página 466 de su manual. Le aterraba la idea de tener que abordar las otras 465 páginas. Una vez visto todo por encima, asió firmemente su varita, a la vez que echaba un vistazo a las flores que había "creado" el profesor. Se suponía que tenía que conseguir algo parecido... pero algo dentro de Liam aventuraba que aquello no saldría bien.

- ¡Ochideous!

Y en lugar de un precioso ramillete de rosas, un par de claveles secos aparecieron frente a Liam. No tenían lustre alguno, y por supuesto no olían tan bien. Al menos no había explotado nada.

- Ya podrían haber sido espárragos... - Musitó Liam, a la vez que su estómago rugía una vez más.

Tocaba clase con el jefe de su casa y su aula era una elegante extensión de lo que hasta entonces el profesor había revelado sobre sus gustos estéticos. Saludó al profesor y a las mujeres que estaban en la sala y se prometió atender para que no le cayese una regañina por parte de ante quien debía rendir cuentas en el colegio.  

Comenzaremos con un hechizo básico llamado Orchideous, descrito en la pagina numero 466 de su libro de transformaciones, que ayudara no solo a que sus inexpertos cuerpo se adapten de mejor manera a esta magia, si no también, que verán en primera persona como un hechizo tan simple puede transformar su realidad, evocando, tal vez, un giro en sus respectivas visiones de su “yo” real y actual al “yo” del futuro-. 

Sacó su libro y pasó las páginas hasta acercarse a la que el jefe de Slytherin había concretado. No parecía un hechizo especialmente complejo pero aun así silabeó para su fuero interno la pronunciación y después tomó la rosa, esa que le había tocado a ella recibir, y la observó desde distintos ángulos. Realmente era una rosa auténtica materializada gracias a la transformación. Torció la boca en un mohín pensativo antes de sacar de nuevo su varita.

-Ochideous- que no se convierta en una planta carnívora, con eso me conformo. Sus flores eran azuladas y quizá no era el mejor ramo de los presentes pero era su ramo y no se había prendido fuego ni había intentado atacarla. Podía considerarlo un éxito absoluto.

Andy se sorprendió al igual que el resto de los alumnos al ver que el profesor estaba acompañado de dos señoritas, las presentó por sus nombres y a Andy le recordó una vez que su madre le enseñó fotos de como hacían magia los Muggles, ya que sus magos siempre iban acompañados de una señorita para despistar a los espectadores mientras el mago hacía el truco por otro lado, una sucia trampa en opinión de Andy

El profesor parecía bastante serio y su nombre le sonaba de haberlo oído en algún lugar, pero no recordaba de donde, su discurso era muy ampuloso, como adornando cada cosa que decía, parecía que su clase era más un espectáculo

El primer hechizo que les propuso parecía bastante sencillo, crear flores con la varita - ORCHIDEOUS!! - Andy se concentró en pronunciar correctamente el hechizo y al momento, unas flores de color naranja, que era el color de su equipo de Quidittch favorito, aparecieron en su mano

Llegué puntual como siempre a clase, el profesor se presentó ante nosotros con dos asistentes, lo que llamó mucho mi atención.

Rápidamente tomé asiento al lado de Janus y Anastasia y procedi a prestar atención a cada palabra y gesto del profesor.

El hombre que estaba ante nosotros irradiaba una extraña aura de nobleza como si se tratase devuno de esos viejos nobles Europeos. Sin embargo, había algo en sus facciones y expresión que evidenciaban una terrible oscuridad.

Todas mis alertas interiores se dispararon. Sin embargo, opté por guardar mis temores infundados para mi y concentrarme en la lección de hoy.

Nos tocó ver un hechizo simple y poco práctico diseñado para crear arreglos florales, el movimiento de varita era simple pornlo que no me costó mucho reproducirlo.

Tan pronto logré dominar la floritura de lavarita, me anime a declamar el conjuro.

-Orchideus. - digo con voz clara y serena, logrando crear una corona de rosas blancas.

-. Muy buen movimiento de muñeca señorita Flowater, sin embargo, si mejora un poco más la pronunciación del hechizo podrá maximizar aún más el efecto del hechizo-. Una gran sonrisa de aprobación surge en los labios del profesor mientras observa satisfecho a la muchacha para luego seguir con su “patrulla educativa”.

-. Excelente invocación señorita Sinclair-. Llega al puesto de otra estudiante de Ravenclaw mientras, con uno de sus dedos, comienza a evaluar, en mayor detalle, las flores que la muchacha conjuró-. Estas flores serian dignas de ser consideradas para embellecer una celebración de la antigua aristocracia mágica de mi tierra, de Luxemburgo-. Su voz tiene un tono sincero y sin ningún rastro de exageración o burla-. Siga trabajando así-. Vuelve a sonreír para proseguir con la revisión mientras, por otro lado, las dos bellas mujeres comienzan a hacer lo mismo que su señor aconsejando al resto de los estudiantes que pudiesen tener problemas.  

-. Señor Baztán-. Albert se posiciona al lado de él, acercando su intachable rostro hacia la seuda invocación del estudiante-. Interesante-. Al momento de pronunciar aquello la supuesta planta comienza a mutar en un conjunto nauseabundo de “ramas” compuesta de apéndices que fácilmente pudiesen ser confundidas con ojos que, mientras palpitan como si estuvieran vivas, secretan un líquido viscoso de color negro y de aroma a asfalto fundido.

-. Hace tiempo que no veía un ejemplar tan activo-. Con tal relajo Albert comienza a analizar la criatura que, con una velocidad moderada, comenzaba a aumentar de tamaño-. ¿Desde la guerra mágica? ¿quizás? -. en el momento que la pregunta termino, la amorfa criatura, usando sus múltiples “ojos”, apunta hacia el profesor para luego saltar hacia él, sin embargo, la sonrisa de Albert jamás titubeo ya que, en ese mismo momento, la “hermosa” creación de Baztán se paraliza en el aire para luego ser encerrada en una pequeña jaula de contención que aparece de la nada-. Gracias señorita de Béthune, Akiyama-. Sus ojos se desvían por un segundo hacia donde sus hermosas sirvientas estaban, fueron hechizos casi instantáneos a tal punto que pareciera que ni siquiera una varita fue necesaria-. Señor Baztán-. Las pupilas claras se clavan en el joven mago-. Lo que acaba de ocurrir yo lo defino como una “falla de sincronización”, que quiero decir con esto-. Mira al resto de los alumnos para que tomen nota de lo siguiente-. Es cuando el conjuro es rechazado por la magia del mago provocando que dicha reacción sea expulsada por la varita ¿el resultado? Esta interesante criatura ¿no le molesta si me lo quedo? -. Pregunta como si aquel error hubiese sido algo totalmente normal-. ¿Cómo sucede esto? No está muy claro, pero he descubierto que en el mayor de los casos la desconcentración y/o estrés psicológico tiene una correlación bastante positiva a este fenómeno, especialmente en los hechizos de invocación y transformación-. Lentamente la inmóvil y encerrada criatura viaja al escritorio del profesor-. Señor Baztán, le sugiero que aclare su mente y trate de sentir el flujo de la magia, no olvide pronunciar correctamente el sortilegio y, lo más importante, haga que su varita sea uno con su muñeca-. Después de aquel consejo, el elegante académico siguió al siguiente alumno…

-. ¡Muy bien hecho! -. es lo que una voz agradable y animada se escucha en el salón, era la voz de Akiyama-. Sin embargo, Seth, debes tener sumo cuidado con el ángulo de rotación de la varita ya que puede causar una ineficiencia en el hechizo-. A una velocidad casi inhumana la asesora de Albert saca su varita y le comienza a explicar el ángulo “optimo” de rotación, con calma y con mucha dulzura.

-. Mh…-. Es lo único que exclama Yvonne al ver el bello ramo de Altair, un logro bastante aceptable, que se puede valorar como positivo, si se tiene en cuenta que Yvonne muy rara vez emite algún tipo de sonido.

Al otro lado del salón, Albert seguía repartiendo consejos y conocimientos para el alumno que se lo pedía, mantenía un andar elegante que no desperdiciaba ningún movimiento, observando de forma animaba como los estudiantes se esforzaban en la clase-. Buen manejo de la varita señor Rider, siga así-. Es lo que dice al ver las flores invocadas del miembro de Ravenclaw-. ¿ellas? Son parte de mi guardia personal señor Rider-. Responde con su característica calma el paradigma de su alumno-. La señorita Yvonne de Béthune es jefa de seguridad y la segunda al mando del cuerpo de protección de mi familia y la señorita Kaouro Akiyama, por su parte, es, en palabras simples, su mano derecha-. finaliza con unas palabras cargadas con un ligero orgullo, tal como lo haría el más fiel comandante al ver a sus mejores hombres para luego seguir su marcha hacia el siguiente alumno-. Señor  Flamel-. se detiene en la mesa del seguidor de Sprout-. Por lo que veo su producto creativo tambien es digno de las cortes de mi familia-. Usando su varita hace levitar la corona de rosas blancas, observando en detalle cada pétalo y tallo-. Me agrada su resultado, espero más resoluciones de este calibre y más de a partir de hoy-. Finaliza, dejando, suavemente, la corona nuevamente en su lugar mientras una mirada digna de un reptil se asoma ante el niño por un milisegundo…

-. ¡Hallo!-. Kaouro aparece por detrás de Liam-. He notado que has fallado por poco, pero ¡no te preocupes! Con nosotros aquí tu éxito está asegurado-. Confirma con una seguridad que inspiraría valor al más cobarde de los magos. Lentamente la bella mujer comenzó a darle consejos de posturas, movimientos y manejo de la varita al igual que otros pequeños “atajos” para mejorar el rendimiento de aquel hechizo, pero tal como vino, despareció del lugar para ir a otro puesto, dejando solo un agradable aroma a miel a su paso…

Mientras que la Kaouro hacia lo suyo, Albert, por su lado, observaba como McCalish recitaba su sortilegio para luego acercarse y tomar el ramo de flores que la pequeña hija de la serpiente había creado-. A pesar de no tener una belleza exterior abundante ni radiante, su esencia reboza un aura fuerte y llena de persistencia-. Declara mientras sus blancos dedos comienzan a acariciar los pétalos de las flores-. Siga así señorita McCalish y prontamente se sorprenderá de su avance-. Declara, ya dejando, con total delicadeza, el ramo que la muchacha había evocado para posteriormente dirigirse a la clase-. Que los señores y señoritas que aún no han intentado hechizo, háganlo, recuerden que es en este lugar donde se pueden equivocar todo lo que quieran-. Su tono era solemne, pero extrañamente agradable y persuasivo, dejando en evidencia sus más sinceras ganas de ayudar al progreso de los futuros magos. Por su parte y después de que Albert termino de hablar, se escucha algunos consejos de Yvonne hacia Andrew.

-. Modulación y movimiento de varita-. Tan simple como eso, palabras precisas provenientes de una mujer eficiente…

Kayla había llegado puntual a su clase de transformaciones. Cuando entró el profesor le sonrió, tenía motivos para hacerlo, y más cuando dijo una frase que podía casi subrayar, los alumnos que no estuvieran interesados que no estorbaran, quien quisiera aprobar que estudiara y ante todo, respeto hacia los demás. Y es que al profesor Von Vianden le encantaban las buenas maneras.

Las sirvientas del profesor hicieron gestos de cortesía hacia los alumnos antes de que comenzara la clase de verdad. El hechizo se llamaba Orchideous. Kayla sacó su libro de hechizos y fue hacia la página indicada por el docente tras haber recibido una hermosa flor negra de su profesor, la sonrisa que le dedicó se hizo mucho más amplia, le encantaba su sutileza y buenas formas.

- Veamos..., página 466.... aquí está... - susurró para sí misma -... bien... - tardó algo más de tiempo que muchos de sus compañeros en aprender los movimientos, pero es que la pelirroja no quería tener fallo alguno en la elaboración del hechizo, quería que el profesor se sintiera orgullosa de ella, así que mientras iba corrigiendo a algunos de los alumnos concentrados en la clase, Kayla hacía suaves movimientos de varita ejercitándose -... vale creo que ya lo tengo..., no..., con vale no es suficiente... - mira de nuevo el libro- ... no hay prisas, mejor lento y bien que rápido y mal...

Tras haber estado un tiempo de ensayo silencioso personal, por fin se sintió preparada para realizar el ejercicio. Kayla respira con suavidad, era importante la correlación entre magia y respiración, su relax daría potencia a sus palabras, y consecuentemente, mayor posibilidad de éxito.

- ¡¡Orchideous!!.... - dijo con voz clara y haciendo unas florituras elegantes con la muñeca, haciendo aparecer un conjunto de rosas negras, lo suficientemente parecidas a las de su profesor, tanto como para sentirse satisfecha. Kayla sonríe levemente, quería convertirse en una de las mejores brujas del castillo y a pesar de que carecía de algunas habilidades, no escatimaría en esfuerzos para conseguirlo. 

Supuse que el profesor no había notado mi ramo de rosas y claveles, por ser demasiado simples, pero eso no me desanimaría tome de nueva cuenta la varita y procedí a repetir el hechizo, después de todo no me iba a dar por vencido tan fácilmente,

De nuevo  emule el movimiento y exclame con claridad - ¡¡Orchideous!!- mis pensamientos trataron de centrar en flores más hermosas y vistosas que las primeras, pero seguía pensando en casa y en el cariño que mis padres se sentían, así que  el resultado no vario mucho, pero esta vez esperaba que el profesor me notara.

-¿He estado bien?- pregunte a las señoritas que asistían al profesor.

Llegó a la clase para entrar casi a la vez que el profesor, el cual tenía un porte que ya desearían algunos. Ese traje parecía tejido con seda divina como poco, al igual que los trajes de las otras dos chicas. Era increible, sin duda alguna el profesor que más porte había mostrado hasta ahora.

Aedan se miró a si mismo y sus ropas. Aunque claro, ahora llevaba la túnica con el simbolo rojo de su casa. Volvió a mirar al profesor y pensó ¿Debían todos los magos de renombre llevar túnica? ¿O podían vestir como les diese la gana? Se imagino a un grupo de elite de magos vestidos como Merlín y le entró la risa.

Sonrió como un tonto cuando la explicación del profesor llego al punto de: Vamos a hacer un conjuro. Sacó la varita rápidamente y luego empezó a mirar su libro para encontrar el conjuro indicado. No era gran cosa y eso de hacer rosas de una varita también podía hacerlo él sin magia... aunque claro, era solamente un truco, no como el conjuro, que realmente convertía tu varita en un ramo de rosas.

Primeramente esperó un poco, mirando la varita como si fuera oro. Esperando que por arte de magia hiciera el movimiento por él para realizar el conjuro ¿Acaso no tenían conciencia propia o algo así? Se encogió de hombros e intentó hacer el movimiento de la varita un par de veces antes de realizar el conjuro en sí.

Una vez se sintió lo suficientemente preparado tomó aire y lo exhaló lentamente. Estaba preparado. Dio un giro a la muñeca y pronunció en voz alta, con fuerza aunque sin llegar a gritar.

-¡Orchideous!- la varita del muchacho rápidamente se convirtió en un ramo de flores de un color rojo vivo. Era una mezcla de rosas y tulipanes. Aedan sonrió de oreja a oreja y esperó a que llegar el profesor para observar su desempeño en clase. Esperaba haberlo hecho bien.

Tras todo un día de clases, se encuentra cansada. El problema es usar la magia y no estar acostumbrada a eso. Se siente más cansada de lo habitual, pero tiene que centrarse en Transformaciones. El profesor es un hombre elegante y, aunque ella no está muy puesta en el tema de la mona, puede ver que es un hombre elegante. Y sus dos ayudantes no se quedan atrás aunque los trajes chaqueta no son lo suyo. Tras presentarse y explicar un poco la asignatura, se encuentran con una demostración de caballerosidad. Un precioso ramo de rosas negras aparece frente a el y reparte las rosas a cada una de las chicas presentes.

-Es muy bonita... 

Se la queda mirando un rato mientras escucha lo que se explica. Luego les toca a ellos.

-Orchideous. 

Al proncipio parece que lo ha conseguido, pero se da cuenta de que las rosas cambian de color de oscuro a claro y que parecen más pequeñas. Casi se parecen a capullitos de rosa que a una rosa como tal. 

Aquel profesor seguro que era alguna clase de noble y las dos mujeres que había con el asi lo hacían ver. La mujer rubia era guapa aunque algo intimidante, la otra mujer era bastante llamativa y a Raven le parecían muy curiosos sus rasgos. Según el profesor hablaba Raven no terminaba de creerse que pudieran hacer esas cosas, era demasiado “mágico” poder ser capaces de hacer eso. Cuando les dijo sobre el conjuro no tenía demasiada confianza aun así se dispuso a intentar hacerlo.

Estaba concentrando, imaginandose el ramo de flores que quería conjurar en su cabeza. Solo tenía que hacer como el resto de clases. Tan solo requería pronunciar el hechizo y mover la muñeca. Sin embargo en aquella clase se requiría algo más: Una mente despejada. Fue tan solo un instante, un instante fugaz pero necesario para poder crear un ramo de flores. Por la cabeza de Xabier se le apareció la imagen de sus padres y después no podía quitarse esa imagen de su cabeza. La idea de estar lejos de ellos le estremecía y tras un breve haz de luz todo el mundo vio el horror que acaba de crear.

Parecía una planta viscosa de lo mas profundo de la selva, pero las plantas no se movían con tal facilidad. Uno de sus forunculos se movía a toda velocidad hasta que llegó a comprender que era un ojo. Los tallos se movían rodeando lo que parecía ser una boca con dientes grandes y blancos. No podía pensar en otra cosa que su madre y parecía que su recuerdo se había mezclado con el de las plantas habiendo creado eso.

Con un grito desgarrador, el joven se hizo un ovillo y empezó a llorar. Estaba harto de aquel lugar y no soportaba que todos le vieran llorar. Así que se largó de aquella sala sin importarle lo que le dijera el profesor. 

La clase de Defensa contra las artes oscuras me había parecido muy satisfactoria, quería que la racha siguiera asi, no como en pociones... Pero bueno, tenía que pensar de manera positiva, era el primer día, era normal fallar. Procedí a entrar a la clase de Transformaciones. Nos recibió el que parecía ser el profesor y dos mujeres a su lado, las dos eran muy guapas, era difícil no mirarlas. Por no hablar del profesor, creo que no había visto persona más elegante que él. Me senté junto a Anastasia y Artemis, me caían muy bien los dos, y solíamos estar juntos en clase.

El profesor se presentó y también se presentaron las dos mujeres, y explicó cómo iba a ser su asignatura, parecía muy exigente y, sobretodo, directo, sus palabras fueron muy claras.

Sin embargo, nada más comentarnos eso, nos enseñó el primer hechizo, fue muy rápido. Teníamos que evocar un ramo de rosas, el profesor realizó el hechizo y me dejó pasmado. De repente había aparecido un precioso ramo de rosas negras, fue maravilloso. Fuera de mi ensimismamiento, hablé en voz baja con Anastasia y Artemis.

- Si el profesor ha hecho aparecer eso de la nada, ¿qué de aquí puede ser real y qué no?- esperaba no haber parecido rarito con ese comentario, pero era lo que pensaba.

Me dispuse a hacer el hechizo. Cogí mi varita e intenté emular los movimientos que el profesor Von Vianden había realizado.

- ORCHIDEUS