Partida Rol por web

El sábado por la mañana, el profesor Rowle tenía en mente una idea, y quería hacerla partícipe de su nieta y de Vic, a quienes les tenía mucho cariño. Disimuladamente, para que Francis no se diese cuenta, tomó la llave mágica, y no tardó en establecer comunicación con ambas jovencitas, quienes estaban desayunando en el gran comedor.

- Buenos días, pequeñas. Supongo que estaréis disfrutando de un buen desayuno para recobrar energías... Hoy tengo planificado una pequeña excursión con Francis Lestrange, y como Altair me dijo querer ser mi aprendiz y Victoria siempre muestra mucha curiosidad por aprender, me preguntaba si os gustaría venir con nosotros. ¿Os apuntáis? De paso le dejaré el álbum familiar a Altair para que sepa de sus familiares mágicos... Sea como sea, necesito una respuesta inmediata, y de ser si, venid preparadas ambas con botas, capa, guantes e incluso gafas protectoras. Ya entenderéis por qué...

Rowle aguardó una respuesta, si querian ir a esa excursión, necesitaba una respuesta rápida. Era probable que pasaran el día al completo y no podían postergar mucho el inicio...

Sábado 28 de Septiembre de 1991 Por la mañana

Victoria se encontraba en el Gran Comedor tomando un copioso desayuno mientras leía unos libros que había sacado de la biblioteca privada de su Sala Común cuando sintió como la llave mágica que siempre llevaba consigo se ponía "en funcionamiento", la niña atenta sintió la voz del profesor Rowle y miró a Altair que se encontraba sentada en la mesa de Slytherin.

Después de escuchar la propuesta del profesor, Victoria le envió una respuesta afirmativa, y tras recoger los libros, se levantó para salir corriendo a su sala común y recoger las cosas que el profesor les había recomendado. Entonces se paró en seco y volvió corriendo a la mesa, cogió dos pasteles en forma de caldero se metió uno entero en la boca que empujó con el resto de zumo de calabaza que le quedaba y ya siguió su camino con el otro pastelillo en el bolsillo.

Sábado 28 de Septiembre de 1991 Por la mañana

Lo que menos se esperaba aquella mañana de sábado era que el profesor, su abuelo, se comunicase con ella y con Victoria, telepáticamente. Estaba tomando unos cereales y los dejé para concentrarme en sus palabras.

Victoria le dijo que sí y yo, obviamente, también. Así que miré a mi alrededor en busca de alguna galleta que coger, terminé de desayunar y me fui rápidamente a la sala común a por mis cosas. No había tiempo que perder.

Casi a la vez, Victoria también se levantó de su sitio, y ambas nos miramos sonrientes. Estaba bien hablar así, sin que nadie lo supiese.