Partida Rol por web

Alen no lo sabía, ni podría intuirlo, pero Ginevra no iba a juzgado o cuestionar su decisión de mantenerse alejado de problemas, sobre todo por su novia, que se veía que le importaba realmente. Era por ella que la niña prefería mantenerse al margen, en las sombras, aunque también significaba evitar a Victoria, no sabía si le reclamaría algo. Ya podía pisar mejor y pudo llevar una mejor marcha cuando Alen la toma y pasa su brazo por dejando de sus hombros. Eso le duele porque roza las heridas de su mano, pero solo se queja muy suavecito y lo mira de reojo.

— no es necesario... pero gracias — toma el libro y lo lleva en su mano libre, no llevaba bolso alguno, así que ambos se encaminaron al despacho de Rowle, esperaban poder encontrarlo ahí. 

Sábado a las 17:00 Alex queda en los jardines con Millicent Bulstrode

Alex pasó primero por las cocinas tal y como le enseñó Kayla aquella noche, entró con discrepción a una hora prudente en la que los duendes no estuvieran tan activos y se percataran de su presencia y tomó para sí un par de cervezas de mantequilla y algunos dulces de los estantes.

A la hora acordada se presento en los jardines para "conocer" a Millicent Bulstrode.

Millicent había ido puntual a su "cita" con Lowell. Era consciente de que en el gran comedor dio un espectáculo con el inútil y estúpido Ryder, un tipo que no merecía ni que le mirase a la cara por dos veces si no era para partírsela, pero le daba igual, al final iba a tener una cita con un muchacho y desde luego era mucho más guapo que Alen, su único defecto era ser un Gryffindor, pero al fin y al cabo, eso no podía cambiarlo.

La muchacha estaba sentada en el césped verdoso de los jardines. La túnica se le ceñía a la cintura de manera un tanto insana, como si la tela fuera a reventar. No se podía decir que la niña cuidase mucho su alimentación. Y desde luego, no cuidaba nada su carácter, siendo una de las alumnas más temidas de la escuela a pesar de su corta edad, y es que su mal genio tenía salidas de tono bastante agresivas. Provocarle podía ser un deporte de riesgo.

- No has tardado... - dijo secamente, lo que pretendía ser un halago -... ¿qué traes ahí?....

La chica era un bicho, el único motivo por el que había accedido a tener una cita con ella, era para que le comprara una poción a Cyllene de su parte, pero ese barco ya zarpó, así que igualmente decidió seguir adelante y con suerte sacar algo de provecho de todo aquello.

Alex cuidó su vestimenta como si de una clase de la diosa Albia McMahon se tratase, llegó puntual, y se esforzó por mostrar su mejor sonrisa al tiempo que levantaba el cesto. - Lo prometido, la merienda. Espero sea de tu agrado-

Millicent enarcó las cejas cuando vio las cervezas de mantequilla y los dulces, olvidándose de su cita por unos instantes. Cogiendo la tentación y observándolos.

- Son de chocolate, mis favoritos... Anda siéntate... - le indica a Lowell metiéndose un pastelito en la boca -...¿te llevas mal con Ryder?.... - le pregunta la Slytherin con curiosidad al niño mientras sus porcinos ojos le vigilan de cerca

Algunos alumnos del colegio estaban pasando por allí y apenas daban crédito a lo que veían. Alex Lowell merendando a escondidas con Millicent Bulstrode, si alguien decía que eran novio, otros tantos podrían afirmar lo mismo viendo la escena romántica que ambos parecían llevar a cabo.

- Doy por hecho de que no tienes novia..., ¿quiénes son tus amigas?.... - pregunta ella interesada en el muchacho -... ¿tus padres son muggles o magos?.... ¿qué opinas de la limpieza de sangre?..... - parecía muy interesada en obtener información sobre él, quizás para llegar a extraer hasta su alma....

Viernes 27 de Septiembre de 1991

Después de clase de pociones

- Claro Thad, puedes confiar en mi, no contare nada te lo prometo - le dijo al chico mientras caminaban hacia los jardines.

Salieron y Victoria respiró profundamente el aire limpio y purificador mientras caminaban y el sol les acariciaba, esa mañana desde la ventana de la sala común había dislumbrado un dia espléndido con un sol increíble que hacía que a cualquiera le dieran ganas de pasarse toda la mañana disfrutando de la naturaleza y aunque en un principio la niña había asegurado que ese día no saldría de la sala común, Jason la había animado y abierto los ojos, y ahí estaba ella, con Thad en los jardines a descubrir un secreto que el Slytherin iba a confiarle, la niña le dedicó una gran sonrisa, era agradable poder hacer nuevos amigos, no lo conocía mucho, pero solía llevarse bien con todo el mundo, o con casi todos... Victoria siguió al chico ¿a donde la llevaría? ¿qué le mostraría?

Al llegar a los jardines mi sentido de autoconservación me alertaba en colores rojos carmesí que no debía mostrar a nadie aquello, pero nunca había sido especialmente listo, inteligente sí, listo no.

Sabes, al principio pensé que el sombrero me había elegido para Slytherin como una broma, como si quisiera divertirse viendo cómo me iba rodeado de gente individualista nada afín a mi, yo no tengo nada de Slytherin, no soy cruel como Kayla, no soy imbécil como Drako, no vengo de una familia de generaciones de Slytherin como Wynnona... Hago una breve pausa. Pero sin embargo, recientemente he descubierto por qué me asignó a la casa que menos se ajustaba a mi personalidad.  Espero unos segundos haciendo una pausa drámatica.

De repente mi cara se torna seria, ¿Serás capaz de pagar el precio de conocer el secreto que los Slytherin han guardado durante mil años? Esto no es ninguna broma Victoria, es como la piedra filosofal o el hechizo Avada Kedavra. ¿Estás segura de querer saberlo?

Victoria escuchó a Thad y su expresión se tornó seria.

- Tranquilo Thad, sólo muéstramelo si quieres, te pregunté porque fuiste tú quien me lo propuso pero no estas obligado a ello, que... ¿qué es ese precio que hay que pagar? si es mi discreción puedes contar con ella, ya te lo he dicho - la niña lo miró a los ojos - solo enséñamelo si quieres ¿vale? pero si es algo que te esta haciendo mal... y si puedo ayudarte en algo, cuenta conmigo.

No, no hace ningún mal, es... vale para enseñartelo hay que buscar en los jardines una culebra o una serpiente, alguna que no sea peligrosa. ¿Me ayudas?

Algo por lo que Thad sabía que lo habían colocado en Slytherin, algo que tenía que ver con serpientes, justo el simbolo de la casa del chico... Victoria pensaba en ello pero no conseguía saber a qué se refería, a penas conocía la historia personal de los fundadores de las casas ni de las casas en sí, tendría que estudiar más Historia de la Magia, no le gustaba no saber las cosas y era curiosa por naturaleza.

- Vale - la niña miró a su alrededor buscando con la mirada alguno de los reptiles mencionados y se acercó a unas rocas cercanas a unos matorrales pensando que quizás alguna culebra pudiese estar ahí resguardada o tomando el sol que ese día brillaba fuerte y fue cuando vio a una, - mira ahí...

¿Preparada? 

H'shosiha   zuhexe'shuhesu'zha   hasehiceha,   sehe   h'shafuhihasä   husö   ne'shali'zhofu,   ze'shahisiha    husö   zuhociho,   xe'shuhihefuho   hisezufuhesähihosöhafu   ha   li'zhicile'shofuhiha.

Sonrío al ver que la culebra empieza a contonearse como haciendo un baile. Miro a Victoria alegre de compartir un pequeño secreto con alguien.

Para que no os volváis locos traduciendo, os lo pongo ya hecho:

Hola pequeña amiga, me harías un favor, baila un poco, quiero impresionar a Victoria.

La ravenclaw mira al animal y frunce el ceño ¿a caso había entendido aquellas extrañas palabras que el slytherin había dicho?

- ¿Te... entiende...? impresionante... ¿cómo lo haces? ¿donde aprendiste? 

Sí, es algo que sólo algunos Slytherin saben, muy pocos lo entienden pero te permite hablar con las serpientes. Miro a la culebra y la acaricio la cabeza suavemente. He leído en la biblioteca que se llama idioma Parsel. Lo llevo usando desde que llegué a Hogwarts pero nunca he sabido qué es lo que es exactamente, bueno, hasta ahora. Es un secreto entre tu y yo Vic, espero no haberme equivocado al contartelo, y bueno, espero que tampoco te sea un problema ocultárselo a Alen. Cuando digo su nombre uso un tono de mezcla entre asco y burla.

- Te prometo que no se lo contaré a nadie, tampoco a Alen, - la niña hace una mueca teatral aparentando sentirse ofendida y finalmente sonríe, - los secretos entre amigos quedan entre amigos. Victoria se agacha junto al reptil y alarga su mano para acariciarlo como hacía Thad ya que la culebra parecía muy tranquila. Amaba a los animales, a todos ellos y pensó lo genial que sería poder hablar con ellos. - Esto es un don, Thad, creo que eres muy afortunado de poseerlo y haces bien en no contarlo a mucha gente - le dice seriamente, últimamente estaba aprendiendo que era mejor no confiar en todo el mundo.

Sonrío al oir la palabra amigo. ¿Sabes? Casi prefiero no ser amigos. Hago una breve pausa. No te ofendas pero muchos amigos acaban llevándose mal por estupideces. No me gusta esa palabra. Prefiero... ¿Te gustaría ser hermanos de elección? Sólo es un cambio de nombre pero es algo más permanente. Para ello me tienes que contar algo personal, un secreto que no sepa nadie y no quieras que sepa nadie.

Al ver la mueca al hablar de Alen sonrío levemente de forma picarona, ¿Te ha pasado algo con Alen? Si te ha hecho algo te juro que se arrepentirá de haber nacido.

Thad acababa de descubrir a alguien posiblemente tan castigado como él en la vida pese a no ser mayores de doce años, quizás se equivocara con la niña, ya le había pasado recientemente con Kayla, pero no soportaba la soledad, seguramente era su mayor miedo y por distintas decisiones buenas o malas se sentía cada vez más solo en aquel colegio.