Partida Rol por web

Tras las palabras de la Capitana se dirigió hacia la bodega en busca de Diego. Creía saber quien era así que al bajar preguntó.

- ¡¿Diego?! Me envía la capitana...

Esperó alguna respuesta antes de continuar. 

Suena sonido de cajas siendo removidas y arrastradas, así como unos golpeteos de madera y sonidos similares.

-¿Si? Ah, pasa, ¡estoy al fondo!- se oye la voz del rubio en la oscuridad reinante. Poco a poco tu vista de acomoda y ves al hombre caminando desde un enorme fardo de cosas mal apiladas aún envueltas en la red del puerto hasta un pequeño escritorio tan sólo alumbrado con una vela. Diego iba hasta el montón de cosas, comprobaba las palabras que se leían en el lateral de las cajas y barriles y volvía al escritorio. Luego, con un cuchillo iba rompiendo la red que lo envolvía todo, pero con cuidado, y tomaba uno de los cajones y lo ponía en su lugar.

-¿Tu eres Ruby, no? Mucho gusto.- dice tomándose un descanso de su tarea para tomar un trago de algo de su odre que tiene en la mesa y se acerca para saludarte ofreciéndote la mano- ¿Cómo está tu hombro?

Tras escuchar a Diego comienza a caminar en la dirección que le ha indicado y desde la que viene su voz. 

Observó como aquel hombre realizaba todo aquel trabajo él solo y simplemente no pudo evitarlo.

- ¿Necesitas ayuda? Puedo echarte una mano, pero solamente una...

Dijo con un tono humorístico mientras sonreía y miraba al marinero.

- Si, soy Ruby. Imagino que tu serás Diego. El gusto es mío.

Le devolvió el saludo dándole también la mano y mirándole sin ningún tipo de vergüenza. 

- Bien... No duele mucho. Iré realizando las curas que me dijo Smith e intento no moverlo mucho. Gracias. La Capitana me indicó que bajara para instalarme aquí, que me mostrarías el camarote y que si quería podías mirarme el hombro. ¿También sabes de esas cosas?

-No te preocupes...me gusta hacerlo solo, es la forma en que nadie me arruina las cuentas.- dice en tono socarrón y algo arrogante- Aunque sea con buena intención, cuando alguien intenta ayudar sin saber a veces desayuda...¿qué ocurre cuando alguien que no sabe nadar se agarra a alguien que si sabe nadar para no hundirse en el mar?- te pregunta alzando una ceja mientras reordena sus papeles y los revisa mientras toma asiento en la mesa, señala a un cajón como para indicarte que te sientes en él, frente a él.- Ven, deja que te mire, no se qué sabe ese tal Smith, parecía muy seguro de sí mismo pero ya sabes lo que se dice...cada maestrillo tiene su librillo...Si, soy el curandero de abordo, lo más parecido a un médico que tendrás cuando estemos rodeados por millas y millas de agua.

- Cuando alguien que no sabe nadar se agarra a quien sí sabe, si quien sabe no lo suelta terminarán por ahogarse ambos... Por eso no me gusta ir con quienes no saben nadar... 

Observa el cajón, asiente y se acerca hasta él para sentarse. Tras eso comienza a quitarse las sujeciones que tenía en el brazo para mostrárselo.

- Yo tampoco lo sé... Fue el que se ofreció y no quiso cobrar por ello...

Sonríe agradecida

- Bueno es saberlo. 

De algún bolsillo de su largo abrigo, Diego saca una cajita metálica, parece una petaca o una pitillera, pero cuando la abre ves que contiene agujas, hilo de pescar que también se usa para coser, una pequeñas tijeras y, en la otra solapa, un emplasto verde oscuro de aparente fabricación propia que olía bastante mal, como a algas podridas y salitre:

-Lo siento, esto es muy desagradable, pero es lo mejor para heridas abiertas como la tuya. Permíteme, señorita, esto le dolerá bastante pero trataré de hacerlo rápido, ¿necesita algo para morder? ¿tal vez un trago de ron? -pregunta mientras te ayuda a quitarte el improvisado cabestrillo- No hizo mal trabajo ese Smith, tal vez lo coja de ayudante, algo sabe, lo cual en los tiempos que corren ya es bastante. Pero cuando acabe te haré un cabestrillo en condiciones.- dice mientras toma con dos dedos una porción de ese emplasto maloliente y empieza a aplicártelo en la herida, notas cómo escuece y parece que te quema, definitivamente lleva algo de sal en su composición.

Tal y como prometió el dolor es intenso pero tarda poco en acabar.

-Bien...creo que está...si vienes a verme cada día para renovarte el vendaje tal vez en una semana o semana y media estés como nueva.- comienza a rebuscar otra vez entre sus bolsillos y saca una larga tira de sábana suave blanca y asombrosamente limpia con la cual comienza a vendarte cuidadosamente. Sus dedos son cálidos y cuidadosos mientras realizan la operación casi dirías que su tacto es reconfortante tras el dolor de la aplicación del ungüento.- ¿estás bien?-y parece sinceramente preocupado por si has pasado mucho dolor, pero su actitud no es paternalista, sólo cercana.

Observaba con curiosidad cada gesto que él hacia, mirando con interés cuando sacó aquella cajita y preguntándose qué haría con todas aquellas cosas.

- He estado ante cosas más desagradables... - Niega con la cabeza - No, no será necesario, no me incomoda ni disgusta el dolor, suelo soportarlo bastante bien. 

Dejó que aquel hombre mirara y tratara su herida, arrugó la nariz ante el olor de aquella pasta y tras unos segundos de placentero dolor éste remitió.

Sonrió con amabilidad y cierta inocencia ante sus palabras pues no estaba acostumbrada a que los hombres la trataran de aquella forma.

- ¿Cada día? Lo haré, quiero recuperarme cuanto antes para poder ser de utilidad a la Capitana y a la tripulación. 

Dejó que hiciera su trabajo, disfrutando de ese trato al que no estaba acostumbrada y mirándole con agradecimiento.

- Si, estoy bien. No fue para tanto. 

No había sensualidad en los toques de los dedos de Diego sobre tu piel pero sus gestos eran cuidadosos, agradables y profesionales. Su ojo crítico se asegura de que el vendaje queda perfecto, aunque alza una ceja cuando dices que no fue para tanto, pero sonríe un poco y niega con la cabeza como si no terminara de creerte demasiado.

-Tienes espíritu, Ruby, espero que encuentres un hogar en este barco y que decidas quedarte. Esto podría ser el resto de tu vida si tu quieres. -empieza a recoger su pequeña petaca y se lava las manos en una pequeña palangana al terminar.- No somos perfectos, pero cualquiera de nosotros daría la vida por un compañero de abordo. No te enfades con Nina, ella nunca se disculpará porque para disculparse tendría que entender lo que hizo, cosa que está fuera de sus posibilidades. Pero no quiso robarte nada, espero que lo sepas.

Me acerco a la bodega mirando donde encontrar una hamaca para poder descansar. Doy una vuelta por alli silbando una vieja cancion india.A estas horas seguro no habia nadie imaginaba. 

Un ligero escalofrío recorrió su cuerpo ante aquellas caricias, principalmente porque algo en ella se activaba ante aquellas caricias pero, si algo había aprendido era a controlarse y no hacer nada que pudiera incomodar a otros.

Escuchó sus palabras y asintió.

- Me gustaría mucho que así fuera... Mi padre era marino y siempre he estado enamorada del mar... Me encanta y adoro nadar... - Lo miró con curiosidad y negó con la cabeza - No, no, no fue por eso... No me importa con quien se acueste Gorka, no es eso... - Suspira - Lo que no me gustó fue lo que me hizo a mi... No me gusta que me obliguen a nada o me roben besos... La última persona que hizo eso está enterrada en un profundo agujero perdido de la mano de dios... 

En ese momento Ruby y Diego pueden oir unos pasos bajando las escaleras que vienen de la cubierta y aparece el tipo del sombrero, Mihail silbando una cancioncilla. Smith también localiza al rubio y a la sirena por unos retazos de conversación indistinguible en la zona de carga. 

Al escuchar que alguien más bajaba se calló en seco. 

Me voy moviendo por el lugar cuando  veo como hay mas gente.-Buenos dias como estan?Señorita, señor -saludo cortesmente con  el sombrero a la dama . Mientras miro un lugar vacio que pueda tomar y comienzo a poner mis cosas.

Intentando no molestar

-Eh...Smith...el camarote es por alli- dice señalando a la dirección hacia la parte trasera del barco, siguiendo por la bodega hasta el final.- Para otra vez puedes tomar la otra escalera de la cubierta y bajas directamente a la zona de camarote.- te indica con tranquilidad.

Al pasar cerca de ellos, puedes ver que Ruby luce un vendaje nuevo y muy bien ajustado, casi te parece profesional.

Nuevos pasos, esta vez más ligeros, aparece Jenny bajando por la escalera a la zona de carga, la cual oye la voz de Diego mientras su vista se acostumbra a la ausencia de luz, puedes distinguir dos bultos de personas más junto al rubio, parece que la bodega está transitada hoy.

La joven muchacha de oscuros cabellos permanecía con la camisa quitada por el lateral su brazo lesionado y continuaba sentada en aquel taburete viendo cómo la gente comenzaba a bajar.

- Gracias por todo Diego, haré caso a tus indicaciones y vendré a verte para el cambio o si algo fuera mal... 

Miró en la dirección que le indicaba a Smith

- Creo que eso responde a mi otra pregunta...

Le dijo divertida mientras se intentaba poner la camisa para después levantarse.

-Pasa Jenny, imagino que te han dicho que vengas a ver los cañones.- dice el rubio alzando la voz y se incorpora para acercarse de nuevo a la sirena y se apresura a ayudarla a ponerse de nuevo la camisa en su sitio.- ah perdona casi lo olvido...un segundo...- Diego rebusca en un cajón cercano al escritorio cercano y saca de él un trozo de tela de vela blanco viejo pero aún fuerte y hace con él un cabestrillo para la mujer, atando un nudo en su nuca de manera que un círculo de tela colgaba por su pecho ahora, lo bastante bajo como para reposar el brazo en él y mantenerlo pegado al cuerpo- ahora pasa el brazo por aquí...eso es...- indica y ayuda a pasar la mano tomándola con la suya de forma cuidadosa con la suya.- Así es mejor, ya sabes, ahora a cuidarte ¿vale? Ya sabes dónde encontrarme.

Sigo mi camino silbando mi vieja cancion india. Mientras voy en la direccion que me indica Diego, sin fijarme en la situacion posiblemente dramatica entre el trio

Asiente con agradecimiento.

- Gracias Diego, ahora iré a buscar un camastro en donde dejar mis escasas pertenencias. Seguiré tus instrucciones.

Recordaba haberlo visto en la taberna con la mujer que recién bajaba, así que imaginaba que molestaría a los amantes por lo que cogió sus cosas y se encaminó hacia los camarotes.