Partida Rol por web

-Anda ve a ver, parece que te reclaman.. Digo riendo miéntras me separo de Diego. No voy a irme muy lejos-

-No...no es a mí a quien buscan, sino a los que deben defender el barco.- se encoge de hombros y se separa de Jenny para mirar por una de las escotillas por las que asoman las bocas de los cañones.

-Tsk...-chasquea la lengua y frunce el ceño- No veo nada con la pólvora...en cualquier caso, yo no salgo de la bodega, y menos para combatir, soy la ultima defensa de lo que hay en este barco, durante un asalto es muy fácil que alguien baje a esconderse aquí o que nos abran un agujero en el casco...ya lo hemos visto otras veces, por eso es que debo quedarme...especialmente cuando hay problemas. Yo no soy quien para decirte nada claro...pero quizás tu podrías echar un vistazo...ya sabes, por aquello de la camaradería.

-Ya, la camaradería - Me abrocho los pantalones miéntras voy hacia la escalera riendo. - enseguida vuelvo camarada, mantén la mecha encendida, que nunca se sabe-

-No me he enterado de nada. Fuera lo que fuera ya había pasado cuando subí.. ¿Así que eres la última defensa del barco?.. La carga, la pólvora, el último defensor, yo.. Cuanta presión-

Diego parece de nuevo imbuido en sus papeles con gesto de fastidio aunque se le alegra la cara cundo tu voz llega hasta él y alza la vista para sonreírte:

-Eso quiere decir que tendré que reservar mi última bala para ti...no podría permitir que tu belleza acabara en un burdel español o trabajando de sol a sol en las plantaciones de algodón de Cuba...-te lo dice con calma, casi como si debieras sentirte halagada por ofrecimiento de "la última bala".

Busco un sitio para recostarme con un suspiro. -Me haría la dueña del burdel o la esposa del terrateniente, después de quitar de enmedio los estorbos-

En el bulto de la carga encuentras unas cajas y barriles que podrían servir de asiento, un poco más allá, en un rincón hay un buen puñado de lo que parecen velas y cuerdas dobladas en primoroso orden. Sea donde fuera que te acomodaras, Diego te sigue con la mirada y luego se incorpora para acompañarte y acomodarse a un lado, sentado, por ahora.

-¿Dueña de burdel eh? Eso sí que sería irónico...dime...¿Qué ha pasado ahí arriba? ¿A qué venían esos disparos? No me pareció de Filippo anduviera jugando al tiro al blanco con botellas de ron como otras veces.

-Andaban persiguiendo a alguien, al parecer has contratado a un "papanatas español con cara de perro apaleado", al que han seguido hasta aquí, y nos ha metido en un lío-

Me acomodo en el improvisado rincón mientras estudio la reacción de Diego. -Eres una caja de sorpresas, como yo.. Me escape de un convento..seria irónico que la monja dirigiera un burdel.. en el fondo se trata de dirigir. ¿De qué te escápaste tú Diego? Me gusta saber que tengo entre las piernas-

-¿De dónde me escapé yo? Si te lo dijera te reirías de mí y tal vez no querrías volver a tenerme entre tus piernas...- se ríe divertido y amargo también, ocultando su rostro con la mano como si se rascase la barba, pero en verdad parecía querer parar sobre tu pregunta de puntillas.- Papanatas español con pinta de perro apaleado...si, esa descripción encaja bien, le conocí esta mañana, pero francamente, pensé que ya no vendría, se lo ha tomado con calma...¿dices que lo han seguido...? umm eso son problemas...-musita con cierta preocupación para sí, girando el cuello por encima de su hombro y mira al bulto de la carga.

Como no parece que le gusta el tema de su pasado no insistiré , de momento. Sigo su mirada hasta el bulto de la carga. -Secretos, secretos.. Ya me lo dirás cuando quieras. ¿Eso de ahí abajo también es un secreto? - 

-Yo no tengo secretos, solo historias largas y tristes...y no quiero aburrirte ni darte pena, pues no me doy pena ni yo mismo. Créeme, estoy mejor aquí de lo que he estado nunca en ningún lado...y tu compañía solo ha hecho que mejorar las cosas...- dice y sonríe mirando al lugar que señalas- ¿Un secreto? Difícilmente podría pues ya lo lo exploraste bien anoche, aunque si te quedó alguna duda, podríamos resolverlo...después de que valores los cañones.- con maldad, guiñándote un ojo.- Esos cañones...- aclara con una risotada refiriéndose a los cilindros de hierro.

-Acabaré la labor por la que me pagan, antes de empezar otra. Pero me debes una historia larga y triste.. ¿Quien es el enano, y el que no pensabas que vendría? Pregunto mientras me levanto para seguir con la ronda

-Me gusta más llamarlo medio hombre jaja...es más sonoro.- dice riendo y siguiéndote hasta los cañones, se apoya en la pared interior del casco mientras empiezas la revisión.

-Sólo se que cada vez que Nina se encuentra con él un puerto ya no se la ve más hasta el día de partir...debe follar como un conejo, la chica vuelve al barco suave como una seda de Bagdad...Pero no he sabido su nombre hasta hoy.- se encoge de hombros, saca una pipa de su bota, la rellena y se la enciende despacio- Y el otro...Velasco, pues un tipo que encontré tirado junto al almacén del puerto esta mañana cuando fui a encargar los suministros. Por cierto, perdona por dejarte tirada en la habitación.- se disculpa con cierta vergüenza y parece sincera- Le dije que si quería trabajo, parecía que tenía experiencia en el mar...sólo un marinero tiene resacas que te dejen en la calle y sólo uno sin trabajo no tiene una litera en una nave donde dormir la mona. Tuve una...corazonada con él.

-Habría sido una novedad despertar con alguien al lado, así que.. - Me encojo de hombros, quitando importancia al asunto. -¿juzgas a la gente a primera vista, por corazonadas?. Dejando de revisar el tubo, me doy la vuelta para mirarle. -Viniste directo a mi mesa, ¿tenias una corazonada?-

-Tal vez el viento sopló a mi favor para...llegar a tu costa...- dice Diego guiñándote un ojo con una sonrisa seductora- Si tu quieres, podrás vivir esa novedad...si te acostumbras a la cara de este viejo.- añade por si quedaban dudas que se refería a dormir y a despertar con él. Era curioso como Diego a veces parecía muy seguro de si mismo y otras veces...no tanto.

-Que poético... Parece que todo está en su sitio- paso la mano sobre el tubo, como si estuviera acariciando el lomo a un perro fiel. -¿y donde se supone que pasará eso?.. ¿En una hamaca?.. ¿O tienes un colchón de plumas por ahí escondido? - apoyo la espalda contra el cañón, poniendo los codos sobre el tubo. -Ahora que lo dices, un poco mayor si se te ve, tendré que darte con menos fuerza, no sea que te deje fuera de servicio.. papaito-

En ese momento, Jesse desciende por la escaleras de la bodega, apareciendo a unos metros de Diego y de Jenny, a quienes podía ver con relativa facilidad porque el sol ya entraba por las escotillas de los cañones iluminando el interior más que en las primera horas del día.

El contramaestre puede comprobar que, si Diego y la artillera estaban hablando, la conversación se corta de súbito y el rubio se gira en dirección al musculoso tipo:

-¿Hola? ¿Necesitas algo, Jesse?- pregunta el bodeguero con tono tranquilo y amable.

Te das cuenta de que al menos este cañón está atascado. Parece que el último que se ocupaba de la artillería de abordo dejó los cañones cargados ante una certera amenaza, pero nunca volvieron a ser disparados desde entonces, parece que la humedad ha entrado en el tubo y ha humedecido la pólvora. Es una suerte que hayas mirado pues si hubieras intentando disparar esto sin mirar, se habría producido una catástrofe. Tal vez deberías comprobar el resto...antes de que sea tarde.

-Si, vengo por un obenque y una polea para cambiar, tengo que arreglarlo unas piesas dañadas-

Miró tranquilo al hombre de la bodega, luego miró a la artillera y procedió a hacer una simple pregunta.

¿Saben dónde están?

Diego asiente con la cabeza en tu dirección, mira a la artillera un instante:

-Enseguida estoy contigo otra vez, guapa, voy a atender al caballero.-dice con un tono fingidamente formal, le gustaba hacerse el interesante, eso sin duda.- Vale, Jesse, ya que vas a ocuparte de cada vez que se le rompa una costura a esta joyita, te muestro dónde guardamos todos los repuestos...

El encargado de la bodega se dirige a un extremo de la estancia, a ambos lados el contramaeste pudo ver un total de diez cañones colocados frente a sus escotillas; el pasillo que éstos formaban era a la vez la zona de carga y de paso, por suerte los bultos parecían ya asegurados y no parecía que fueran a separarse por un golpe de oleaje. Al fondo de la bodega había una gran celda que ocupaba toda la popa del barco.

--Mira, en estos cajones está todo, si ves velas por aquí en el suelo es porque están rotas y hay que remendarlas, cuando estés aburrido puedes bajar y ponerte con ello o coger una y hacerlo en la cubierta, yo también hago lo que puedo, es más fácil que coser personas...las velas al menos no lloran.- y no parece una broma por la forma en que lo dice, está muy serio y tranquilo, como si tal cosa- Y en los cajones hay tablones cortes y ahí aplilados, los largos...en este cajón tienes serruchos y sogas y...bueno creo que todo lo necesario...-se notaba que no había mirado mucho todo aquello pero Diego no parecía tener inconveniente en que mirases todo aquello a tu gusto. -Cuando acabes déjalo todo recogido, no quiero andar tropezándome por aquí porque hayas dejado los cabos por en medio.- sin duda el orden era algo importante cuando se trabajaba en un sitio de reducidas dimensiones, con prisa y con las salpicaduras del mar haciéndolo todo más complicado.