Partida Rol por web

En esos momentos Lionel estaba molesto. Había sido amable, encantador incluso, ¿y para qué? Para ser ignorado vilmente. Sí, a él tampoco le interesaba lo más mínimo aquella niña pero la manera en que había sido abordado para después no recibir ni una contestación había hecho aflorar parte del orgullo de su linaje… y eso también implicaba algo mal humor.

Apretó ligeramente los dientes y cerró los ojos. La satisfacción de mostrar su enfado era algo que no pensaba ofrecerle, por eso esperó a que todos se hubieran marchado para terminar su maravillosa tarta.

-Estaba delicioso, señor. Si me disculpa, yo también debería acudir al salón de actos.

Fue al levantarse y dirigirse a la salida que vio entrar a otra chica. Era alta, fuerte… y parecía que tenía una escoba en la cabeza. Puede que la mirara un poco de más al pasar… pero cómo no hacerlo si era así de llamativa.

Nada más entrar en la cafetería, se detuvo en el umbral de la puerta para observar la disposición de la sala. Seguidamente, fue hasta donde el encargado. Miraba la comida debatiendo que coger. -Probablemente sea aburrida- Contestó al encargado.
-Poco más que un discurso de bienvenida a los nuevos y bla bla bla- Una de las tartas le llamó especial atención -Pero habrá que ir. Al menos esta vez. Así sabre si los años venideros asistiré o no- 

Estaba a punto de pedir un trozo cuando escuchó al elfo levantarse. Miro de reojo a este, para descubrir que le estaba mirando más de la cuenta. -¿Quieres algo de mi, elfo?- Preguntó secamente.

-En absoluto, querida -respondió con una media sonrisa pero sin deternerse- en absoluto.

Edgar se despidió del elfo oscuro y, cuando Igrim se acercó a la barra, le dijo:

 -Bueno bonita, aquí tenemos de todo para endulzarte la mañana. Y no me refiero a dulces o bebidas que encontrarías en cualquier cafetería humana normal, sino que tenemos infusiones de los mundos subterráneos, tartas de bayas de los bosques élficos y por supuesto galletas como sólo los enanos saben hacerlas. ¿Qué vas a tomar?

Al regresar a la cafetería, te encontraste con el encargado charlando con una chica de aspecto claramente no humano.

En cuanto entraste, Edgar Chadburn te saludó animadamente.

 -Hombre, ¿ya de vuelta? ¿Ha terminado ya la ceremonia? ¿O es que echabas de menos mi café?

Mientras hablabas con el encargado, un humano pelirrojo entró en la cafetería. Nada más entrar, Edgar le saludó con una gran sonrisa que dejaba ver sus afilados dientes.

  -Hombre, ¿ya de vuelta? ¿Ha terminado ya la ceremonia? ¿O es que echabas de menos mi café?

Robert sonríe y se sienta en uno de los taburetes de la barra, cerca de la misteriosa chica.

-Pues sí, el café y un lugar tranquilo para disfrutar de un buen libro recién sacado de la biblioteca -le responde a mr. Chadburn-. Espero que no le importe que lo acompañe con las galletas de Renata

-¿Te apetece una? -le dice a la chica no-humana mientras le acerca la bolsa de galletas.

 -Marchando un café. Y no te preocupes por las galletas, come las que quieras. Después de todo, mi sueldo es fijo consumáis lo que consumáis, así que con que te tomes un café me basta y me sobra.

Y tras decir aquello, comenzó a preparar un rico café al estilo europeo.

 -¿Lo quieres con leche, con crema o solo? ¿Y con cuánto azúcar?

Uno de los lugares más populares de la academia es sin duda la cuca cafetería de Edgar Chadburn. Decorada como una típica cafetería romántica francesa, este local ofrece sin duda alguna los mejores muffins de arándanos que hayas podido probar. Y aunque el precio de las consumiciones está incluído en la matrícula, las propinas son siempre bien recibidas.

Pero no es sólo por eso por lo que este lugar está concurrido. El encargado de la cafetería es probablemente la mejor fuente de cotilleos y de consejos amorosos que hay en 200 km a la redonda. Así que une a un delicioso muffin, una taza de té en su punto con el último cotilleo jugoso que circula por el centro. Y tendrás la fórmula perfecta para pasar esa tarde tras haber estudiado como un campeón.

Nada más entrar te encontraste al encargado de la cafetería preguntando a un chico pelirrojo de aspecto peculiar cómo quería su café. Dicho muchacho estaba sentado en la barra, ofreciendo galletas a una muchacha semiorca que tenía al lado.

Mientras Robert esperaba a su café e Igrim decidía si probar o no las galletas, un chico moreno y atlético entró en la cafetería.

¡Hola! Dijo Álex saludando a las dos personas que se encontraban en la barra y después también al camarero. Mi nombre es Álex. Comentó para presentarse ante ellos y empezar así a hacerse nuevos amigos. ¿Qué estáis tomando? Dicen que los muffin están muy buenos, pero ¿hay algo más para beber?

Robert responde alegremente a Alex.

-Hola, me llamo Robert de primer curso. ¿Quieres una gallleta? Si te gustan puedes pedirle más a Renata, estará encantada de compartirlas- dice mientras le acerca la bolsa de galletas.

 -Para beber tienes lo que quieras, muchacho. Café, té, infusión, zumo, chocolate... Tú pide por esa boquita que yo te lo preparo en un momentín.

Y en cuanto acabó de decir aquello, el encargado sirvió el café a Robert.

 -Aquí tienes, majo.
 

Aun se encontraba decidiendo que tomar cuando un muchacho pelirrojo entro en la cafetería. Le ofreció galletas, las cuales rechazó negando con la cabeza. -Tomaré un trozo de ese pastel- Señalo a uno sencillo de chocolate. -Y un té- Añadió. -Me da igual el tipo, prepara que el prefieras o el que creas que irá mejor- No admitiría que no sabía absolutamente nada sobre el té, pero tenía curiosidad. 

Se sentó en una de las mesas, cerca de la ventana (si las habían) y esperó a que le sirvieran dándole vueltas a que se había perdido la bienvenida

Álex negó ante la oferta de las galletas. Eres muy amable, dijo rechazándolas, pero ahora mismo no me apetecen, la verdad. Después vio a la camarera que se dirigía hacia él. Me gustaría algo que no fuera solo dulce, le dijo con una sonrisa, sin duda Álex no tenía el cuerpo que tenía a base de comer porquerías, quizá un sandwich mixto y un té verde, pero no me lo calientes demasiado, dijo mirando sus manos.

Después se dirigió a los chicos que le habían saludado para tratar de entablar una conversación y se sentó en la misma mesa que Igrim. No te he visto en la presentación, ¿Verdad? ¿Has llegado tarde? Acababa de conocer a dos de los empollones de la academia, él no se sentía como uno de ellos, así que quizá ese chico que parecía habersele pegado las sábanas podría encajar más con su personalidad.

Robert acepta sin mayor problema que le rechacen las galletas.

-Más para mí- dice para sus adentros.

Así pues, una vez ha saludado a Igrim y Álex, se sienta en la mesa de al lado para disfrutar del café, las galletas y el libro.

 -¡Marchando!

El encargado puso a hacer un sandwich para Álex y agua a calentar para los dos tés. Luego cortó el trozo de tarta para Igrim y se lo llevó.

 -Toma bonita. Creo que para acompañar esto, un té de frutos del bosque es lo mejor, los sabores combinan de manera espectacular.

Le dio la vuelta al sandwich y cuando el agua comenzó a hervir, preparó las dos bebidas. Sirvió el sandwich primero y las dos tazas de té después a sus respectivos clientes.

 -Aquí tenéis, que os aproveche. -miro a Álex y a Robert- Bueno, contadme, ¿qué tal la ceremonia de este año?

Álex miró a la camarera y se encogió de hombros. No tenía especial interés en hablar con ella así que fue breve. Pues es la primera a la que asisto, así que no puedo compararla. Después se quedó analizando a Igrim, le había parecido que se trataba de un hombre, pero claro, nunca había visto a un semi orco, solo en las películas o en series de televisión, pero en la realidad no. ¿Así que eres una hembra? 

Estaba alucinando desde el momento cero en el que había llegado a esa academia. Había miles de criaturas y de seres mágicos que jamás hubiera pensado que existían. Por eso Álex empezó a hacer una radiografía ocular a su acompañante, como queriendo analizar cada centímetro de su piel y sin tener muy claro si eso le molestaría o no. 

Luego lanzó una mirada al pelirrojo que se había puesto a leer en una mesa apartada y pensó que encajaría muy bien con su compañero de habitación y el niño de la araña. Quizá hacerse amigo de los empollones iba a ser la mejor forma de aprobar el curso, pero de momento aún no habían empezado las clases y tenía cierta curiosidad sobre Igrim. ¿De dónde vienes? Jamás había conocido a alguien como tú. Dijo con interés porque quería saber como una raza así había vivido tanto tiempo oculta ante los humanos.

Miró de reojo al moreno recién llegado, quien se sentó en su misma mesa. Esperaba que no tuviera que entablar conversación. Para su desgracia no fue así. 

-No- Contestó secamente a su pregunta sobre si había llegado tarde. No tenía intención de alargar la respuesta, al principio, pero cambio de opinión. -Eso de la presentación parecía una perdida de tiempo ¿Han dicho algo útil?- 

El camarero sirvió el pastel y el té. Ciertamente tenía un olor muy agradable. Agradeció justo antes de dar el primer sorbo.

Alex resultó ser también de primero, seguramente compartirían clase, sería mejor mantener una relación al menos cordial. Por lo que decidió seguirle la conversación. -De un pequeño asentamiento orco muy al norte. Y es normal, aun a día de hoy el mestizaje sigue mal visto entre los demás orcos- Dio otro sorbo al té. -¿Y tú?¿De donde vienes?-

Álex puso una mueca al escuchar la respuesta tan seca que le dio al principio. Después pareció que la conversación iba a encarrilarse así que cambió la cara y le dio un sorbo al té. Aquella semiorco parecía dar por hecho que debía saber que los orcos existían, pero para él y su sociedad, aquello tan solo aparecía en las películas de ciencia ficción o de fantasía medieval. Realmente no existían seres como aquél que tenía junto a su mesa.

Intentó quitar esos pensamientos de la cabeza, debía empezar  acostumbrarse pues se hallaba en una escuela de magia y todo eso debía verlo como algo perfectamente normal.

Tras escuchar su respuesta, respondió confuso: ¿Yo? Dijo rascándose la cabeza, yo soy del centro de la ciudad, la verdad que por lo que hemos tardado desde que he cogido el autobús, no debe de estar muy lejos mi casa de esta academia. Dio otro sorbo al té sin quemarse. Parecía aguantar perfectamente la temperatura.

Después trató de seguir dándole vueltas, no sabía si los orcos eran o no criaturas mágicas, pero por lo que había visto en el cine y en la televisión no era así. Por lo que optó por preguntárselo directamente. Imagino que si estás aquí, será porque tienes cualidades mágicas ¿verdad? ¿Qué sabes hacer?