Partida Rol por web

- Estoy bien. Ha sido grandioso descubrir que la Academia era todo lo que me imaginaba de ella. Y aprendí varias cosas, también. Desearía ya empezar mis clases... hay tanto por aprender aún, la magia de verdad es algo increíble. - Digo con una emoción poco característica de mí, y una muy leve sonrisa se asoma a mi rostro.

Entre los alumnos que están comiendo reconoces a algún compañero de años anteriores con los que te llevabas bien pero sin llegar a entablar una amistad muy profunda, así como también ves a algún espíritu de los que se divierten vagando por las diferentes estancias de la academia. Sin embargo, te llamó la atención ver a una chica a la que recordabas por ser una de las alumnas de peor actitud y más dependientes de atención que habías visto en tu vida: la chica zombie Anneka Jónsdóttir.

Ésta estaba muy ocupada comiéndose una gran bandeja llena de postres y no parecía casi ni haberse inmutado por el problema de Ismael. Mejor, porque de haber intervenido ella igual habríais acabado hechos ascuas.

Ismael parecía estar ya tranquilo, porque se despidió de Aetheldryd y Kyrt para luego ponerse a comer su comida junto a Gaea y Sam.

El resto del comedor también había vuelto a comer con calma una vez superado el conflicto y como algunos alumnos ya habían terminado de comer, a el elfo y la pelilavanda no les costó encontrar un par de sitios en los que sentarse a disfrutar del almuerzo.

Mientras comía, Ismael echaba miradas de cuando en cuando a Gaea, como si le intrigara algo en ella. Finalmente, se atrevió a preguntar.

 -Oye, una pregunta. Con todo el calor que he liberado, ¿cómo es que estás tan pancha? Mucha gente estaría roja o sudando, pero tú estás bien. ¿Cuál es tu secreto? ¿Eres una ifrit?

Me puse a comer tranquilamente junto al demonio como si todo aquello de quemarlo todo nunca hubiera pasado. La verdad, si estaba calmado resultaba incluso agradable estar con el. Y al parecer se fijaba en los detalles incluso estando enfadado, eso era algo a tener en cuenta.

-Para nada, soy una humana normal. Pero me he criado practicamente en una forja, y tu calor me resulta agradable. Para mi el calor es relajante, me ayuda a pensar incluso-le respondí con una sonrisa justo antes de meterme otro bocado de comida a la boca-. Oye, una pregunta si no te molesta: ¿los demonios de la ira os pasa algo si no os enfadais? Digo, se que los vampiros pierden sus poderes si no beben sangre, por ejemplo.

-Pronto aprenderás muchas cosas nuevas, ya lo verás.

Aetheldryd sonrió apacible mientras continuaba comiendo y observaba al alumnado. Reconoció a una zombie devora-postres, agradeciendo en silencio que no se hubiera metido con el problema de Ismael porque posiblemente la situación hubiera acabado mal para todos, y si de pura casualidad toparan miradas la saludaría; pero si no, no pasaba nada. Total, ella siempre vive en su mundo y no se le molesta mucho por ello.

-¿A dónde te gustaría ir después de comer?-preguntó la pelilavanda esperando escuchar que el elfo quisiera irse a descansar o pasear ya sea solo o con ella, cualquier decisión estaba bien-. Aprovecha que aún no inician las clases para hacer algo que quisieras, si gustas claro. 

A la vista de otros, se podía notar que Kyrt y Aetheldryd platicaban de manera tranquila y en tono bajo, limitándose a solo ser ellos los interlocutores de aquella mesa. Comían y se notaba que uno ponía atención al otro con sus portes característicos: ella tranquila, afable y relajada, él serio e impasible. 

- No lo he pensado, en verdad. Pero no hay mucho más que quiera visitar por hoy. Quizás me relaje en alguna parte como la piscina, o los jardines. Estas invitada si quieres venir, no me molestaría seguir hablando. Eso si quieres, obviamente. -

Quizás también tuviera tiempo para visitar el bosque, luego de un rato. En verdad no tenía ganas de hacer nada más que acostarme, y mirar las estrellas.

Ismael miró a Gaea con expresión interrogante.

 -¿Cómo sabes que soy...?

Entonces miró a Sam y puso cara de "ah, claro, ahora lo pillo".

 -Los demonios de la ira no necesitamos enfadarnos. Simplemente sentimos ira con más facilidad que otros demonios. Es lo que nos toca por pertenecer al círculo infernal de la ira. Con el resto de círculos pasa lo mismo, por ejemplo, los demonios de la pereza se pasan todo el día haciendo el vago o los de la gula siempre tienen hambre. La personalidad de los Reyes Infernales de los Pecados Capitales es lo que nos influye, ya que ellos fueron los que crearon a los primeros demonios de los pecados.

Ismael se encogió de hombros tras decir aquello.

 -O al menos eso me han contado siempre mis padres. Lo cierto es que por mucho que intente controlar mis sentimientos, siempre acabo enfadándome con demasiada facilidad.

-Solo recuerda el banquete de más tarde-señalizó la pelilavanda dando un último bocado a su comida y suspirando porque su estómago ya estaba lleno-. Aunque estés solo un rato, te serviría ver a los alumnos y los profesores un poco más antes del inicio de clases.

Aetheldryd dio un sorbo a su bebida, el cual continuaba lleno porque en lo que ingería se limitó a dar tragos pequeños para dejar una gran cantidad de cebada en el recipiente y tomarlo sin problemas. Sabía que podía ir a rellenarlo, pero su comida había sido ligera y no le interesaba beber de más.

-Encantada de acompañarte-sonrió y parpadeó un par de veces como si recordara algo-... aunque me gustaría que Renata viniese, ¿la recuerdas? También quiero que conozca la Academia. A ver si nos la topamos más tarde para preguntarle si puede acompañarnos... si quieres, claro.

Se recargó en la silla mentalizándose el levantar la bandeja, dejarla en su sitio y continuar con los paseos.

-Si quieres vamos a los jardines, así conoces mejor el área para cuando quieras algo tranquilo-asintió para sí mientras se llevaba una barbilla-. Podemos salir de evento para pasear por la noche. Las normas no impiden que regresemos tarde a nuestros dormitorios, pero sería lo mejor estar para antes de las 11.

Había estado hablando mucho y lo resintió al beber más de la cebada. No le molestaba, pero eran pocos los seres que provocaban que llegara a ese nivel de socialización. 

- No te preocupes, Renata puede venir sin problemas. Podemos ir recorriendo un poco la universidad, y después, cuando esté anocheciendo, ir a los jardines. Me gusta ver las estrellas. - Dije justificandome, porque mis hermanos del clan solían preguntarme porque estaba despierto hasta tan tarde, y siempre les aclaraba la razón.

Nunca había entendido el motivo, pero el mar de luces que veía en el cielo conseguía transmitirme una paz interior como pocas cosas, al punto de quedarme dormido a la intemperie varias veces (mi madre se molestaba muchísimo en esas situaciones).

Aetheldryd sonrió ante la declaración del elfo, pues la impresión que tuvo de él la primera vez que lo vio era completamente distinta a lo que ha conocido de él.

Por eso no hay que juzgar, pensó con firmeza mientras se levantaba de la mesa. 

-Entonces vayamos de una vez-asintió y sus ojos lila brillaron de emoción y curiosidad-. Busquemos un buen lugar para que puedas ver las estrellas. Podrían ser los jardines, así no habrá tanta luz proveniente de la Academia. 

¿Sería un gusto personal de Kyrt por las estrellas o será algo de su clan? Sería interesante de conocer cuando se diese el momento. 

- Bueno. ¿Antes iremos por Renata, o esperás cruzartela en algún punto particular? - La sonrisa de Aethel no me pasó desapercibida (solían reirse de mi cuando contaba mi gusto por las estrellas), pero la de ella me pareció distinta, simpática, alegre. Una sonrisa que solo veía en mi amiga Shierel, ahora lejana.

- Aethel, ahora somos amigos. - Le dije a la chica, mirándola. No era muy bueno a la hora de relacionarme, pero ella me había demostrado ser buena persona, y con eso bastaba.

-Es que no se en dónde estará.. preferiría tener un sitio y luego buscarla. Si nos la encontramos, perfecto. Si no... en la cena de bienvenida le diremos-asintió para sí mientras esperaba a que Kyrt se levantara.

Sin embargo, la declaración del elfo la tomó por sorpresa. ¿Amigos? Ella nunca había hecho amistades o al menos, designar a alguien como amigo o amiga de manera rápida y en pocas horas; según ella, establecer esos lazos implica tiempo, confianza y una construcción mutua de bases. Ya no era una niña que al conocer a otro le podía decir "amigo" y que al día siguiente se burlaran de ella por hablar sola y poniéndole sobrenombres crueles. 

-¿A-amigos?-pronunció aún con su voz en duda. ¿En verdad existía la amistad "a primera vista"? Aún no podía decir que confiaba en el elfo al 100%, pero él ya sabe uno de sus mayores secretos: su magia sobrenatural. Ni siquiera era consciente si alguien de la Academia, fuera de los profesores y ciertos alumnos, sabía de su habilidad innata. Aunado a que ambos se desenvolvían bien y ya conocían algo del otro-... Lo siento, es que...

Ya se había quedado callada por varios segundos. ¿Cómo lo tomaría Kyrt? No tendría caso ponerse emocionales o explicar un contexto del que no tendría ganas para aclarar el peso que ella implica la amistad. A Renata apenas la estaba considerando como una posible amiga y de pronto...

-... me sorprendió, pero...-suspiró, si de verdad quería cambiar, se le acababa de dar otro enorme paso que no debía desaprovechar-... sí, por supuesto, somos amigos.

Su mirada pasó al mismo de siempre: uno estoico, ausente y tímido. Mantuvo su sonrisa cordial y le hizo señas con su cabeza para salir a los jardines. Estaba un poco nerviosa.

-Anda, busquemos un buen sitio. Si no, podemos buscar al jardinero Adahy, él seguramente te dará buena información. 

Aetheldryd se levantó de la mesa con una sonrisa bastante jovial, pero en medio de la conversación con Kyrt su semblante cambió a uno más relajado e incluso se podría definir que distante; mas no se veía incómoda ni enojada, más bien como si se hubiera relajado. 

Parecía esperar a que el elfo se levantara y la posición de su cuerpo indicaba que ya se irían de ahí. 

Escuche muy atenta la historia que nos contaba el demonio. Me resultaba interesante cuanto menos, y sin duda era divertido escuchar cosas sobre otras razas y otras personas. Cuando terminó ya había acabado de comer, así que me levante y le sonreí de oreja a oreja.

-Bueno, pues hoy al menos te has controlado. Oye, vamos a dar una vuelta por el instituto, y yo no conozco nada. ¿Te apetece acompañarnos?

Ahí sí que Gaea consiguió dejar descolocado a Ismael. Nadie nunca le había preguntado algo como eso, así que no sabía muy bien cómo reaccionar.

 -Dices... ¿Algo así como te que haga de guía? ¿O sólo que te acompañe mientras exploras para seguir hablando?

¿Sería aquello lo que sus padres tanto le decían que tenía que empezar a hacer? ¿Sería eso... socializar correctamente?

 -Pues... No tengo nada que hacer ahora, así que puedo acompañaros si queréis. Y si os apetece puedo enseñaros los mejores lugares del instituto para pasar el rato.

el calor fue sofocante, el manto cristalino y frío dentro de mis ropas se desintegraba, el calor era sofocante y no sabia como comportarme en esa situación, decidí hacer a un lado mi plato y mirar el conflicto... mirar el conflicto...

Abrí los ojos y todo se había arreglado, estaba empapado y por lo visto, había quedado inconsciente con el rostro sobre la mesa, -menos mal que corrí el plato- El manto helado volvía a recomponerse y yo ya me sentía mejor, pero esa experiencia me quitó el hambre. El sudor actuaba de pegamento entre mi piel y las telas, las personas continuaron comiendo pero mi piel por lo visto ya estaba fermentando olores parecidos al caldo de ballena crudo, no supe que hacer con el plato, -¿lo dejo, lo limpio?- Preferí dejarlo donde estaba y con cuidado, me dirigí a una ducha, con suerte traje el folleto que tiene el mapa detrás. 

Mire sonriendo a Sam y después a Ismael. El grupo iba haciendose cada vez mas grande y divertido, y sin duda ibamos a pasarlo muy bien. Aunque primero quería terminar cierto asunto. Miré a reloj, y después a Ismael.

-Oye, ¿sabes donde esta el despacho de la directora? Quiero ir antes de las 5 a arreglar cierto asunto, y no se si me dará tiempo. Despés será un placer que nos enseñes el lugar, ¿verdad?-dije abrazando a ambos compañeros.