Partida Rol por web

Suspiró y se frotó el entrecejo con aire de “ay, dios mío”.

 -Lo siento, profesor Beleem. Moderaré mi tono.

Suspiró de nuevo mientras el médico se volvía a sentar y luego retomó su discurso.

 -Eso es todo por mi parte. Sean muy bienvenidos.

Y tras haber dicho eso, el profesor fue hacia su silla, sacando un pequeño abanico del bolsillo de su chaqueta para abanicarse mientras esperaba que no sucediera nada más durante aquella ceremonia.

El siguiente en levantarse para ir hacia el atril fue el orientador de la academia, el señor Skullroy. Si le mirabas de cuello para abajo, no parecía muy diferente de un orientador humano normal, pero si mirabas hacia arriba… Esa especie de cráneo rojo que era su cabeza no dejaba duda alguna sobre sus cualidades sobrenaturales.

 -Bueno, nuestra directora y nuestro vicedirector ya os han dado una bienvenida más que cálida, pero permitidme que yo haga lo mismo también. Sed bienvenidos y bien recibidos en esta maravillosa institución en la que tendréis la increíble oportunidad de aprender sobre la magia y sobre vosotros mismos. Cada día que paséis aquí será un paso más que daréis para lograr el refinamiento de vuestras habilidades innatas y la perfección de las adquiridas.

Al principio el orientador hablaba con un tono tranquilo, optimista incluso. Pero pronto notasteis que su tono comenzaba a cambiar y que una especie de aura oscura se formaba a su alrededor mientras su voz comenzaba a sonar más y más cavernosa y sus ojos empezaban a brillar con el mismo color amarillo de las llamas del infierno.

 -Pronto os daréis cuenta del poder que podéis llegar a albergar y de las consecuencias que eso trae a vuestras vidas. Antes de que os deis cuenta dejaréis de ser muchachos y muchachas, de ser simples alumnos para ser los maestros de vuestras vidas, los únicos que llevarán las riendas de vuestro destino, los que traerán la luz al mundo del futuro o lo sumergirán en las tinieblas más profundas.

De repente el aura oscura desapareció y el orientador adoptó su aspecto afable del principio.

 -Y es por eso que me siento orgulloso de estar delante de vosotros en este, el primer día del curso. Espero que este sea un gran año para todos.

La temperatura de la habitación empezó a subir disparadamente mientras los profesores y los alumnos que estaban más cerca del escenario sentían el deseo irrefrenable de lanzarse hacia el profesor Beleem para secuestrarlo y llevárselo a un lugar donde mimarle y darle todo su amor. El único que parecía no estar afectado por todo aquello era el médico de la academia, que contemplaba la escena sonriendo con cierta sorna.

 -Bueno, menos mal que me traje esto.

Sacó un cubo de detrás de su silla y bañó con su contenido al profesor Beleem. De repente el olor que tanto afectaba a alumnos y personal de la academia desapareció por completo.

 -El zumo de tomate nunca falla. Markus, anda lleva a este pobre a que se dé una ducha.

Y mientras el conserje se llevaba al pobre profesor, que parecía a punto de ponerse a llorar mientras se disculpaba repetidas veces, el doctor se acercó al atril para decir:

 -Ahora ya sabéis por qué existe la regla número 14. Cumplid las normas y venid a mi consulta sólo cuando lo necesitéis de verdad. Tened un buen año.

Y dicho esto, regresó a su silla tranquilamente mientras la directora comenzaba a reírse entre dientes. Las ceremonias de apertura de curso eran siempre lo mejor del primer día.

Cuando el señor Skullroy comenzó a dar miedo con su discurso, la araña automáticamente saltó de la cabeza de Alex para ir a refugiarse con Aki en el primer rincón que encontrase. Finalmente se metió en un bolsillo de su chaqueta y allí se quedó escondida y temblando, sin atreverse ni a salir por si acaso ese tipo que daba tanto miedo venía a comérsela.

Sayaka observaba atonita a todo lo que estaba suediendo, por fortuna lo que habian hechado sobre el subdirector habia hecho que dejase de notar esa temperatura tan alta y esa sensacion. Sayaka mira hacia delante hacia los profesores y el cuerpo administrativo. Realmente no entendia lo que estaba sucediendo en ese momento. Con cuidado coge a Kitsu de su cabeza y le habla:

Kitsu, ¿que esta pasando? Este sitio es muy raro... me da un  poco de miedo, pero si mama me ha dicho que venga, es por algo ¿no? No se, pero todo lo que pasa aqui es muy raro... no hay nadie normal aqui

Se notaba que estaba bastante nerviosa y empezaba a temblar, notaba como tenia cada vez mas y mas ganas de salir corriendo de alli.

La reacción de Alice me tomó un poco por sorpresa ¿estábamos en algún tipo de peligro y no me había dado cuenta? 

- Tranquila, creo que no es nada malo - contesté mientras me quedaba en mi sitio mirando con curiosidad e intentando experimentar un poco más ese sentimiento que era nuevo para mi - Aunque si esto sigue así y no como pronto creo que me voy a morir de hambre- terminé de decir mientras me secaba la saliva de la boca.

La respuesta de los profesores indicaba que era un comportamiento que solía pasar a menudo en la academia y supieron actuar de forma rápida para evitar que el problema fuese a más, pues parecía que cada persona reaccionaba de una forma distinta ante ese profesor.

"Zumo de tomate, me lo apunto. No será difícil cultivar un poco" pensé al ver como se resolvía el problema.

Por otra parte, el orientador académico me hizo recordar a los tejones que andaban por el bosque. Parecían simpáticos, pero podían ser muy peligrosos y tenían muy mala leche si hacías algo que no les gustaba. Aunque claro, el orientador tenía un color rojo en vez de blanco y negro.

- Este lugar me resulta de lo mas interesante, puede que no haya estado tan mala venir. - me quedé sentado en el sitio esperando que la ceremonia continuase.

“Quizá está sea una respuesta a tu pregunta”, comenté a Alex la huida de la araña en el bolsillo de mi chaqueta. “Pero no nos fiemos demasiado pronto de esta reacción. No conozco aún el apego de Ofelia mi persona. Tal vez no tardará en volver a ti.”

Sin embargo, acaricié el tejo del bolsillo tras del cual se escondía Ofelia, para calmarla. Este cráneo rojo de verdad me parecía bastante temible. Me pregunté qué función tendría aquí en la academia, y esperaba que no fuera una que lo pondría en contacto demasiado cercano con los alumnos, en otras palabras, también conmigo.

Me molestaba sobre todo que pegó un tal susto al pobre profesor Beleem… aunque noté sorprendido que mi compasión algo desproporcionado por el profesor de mi curso disminuyó mucho tras de que el hombre rubio de aspecto afeminado había echado el zumo de tomate sobre él. Era raro darse cuenta cuán influenciado había sido por las feromonas del íncubo, pese a que una de las estudiantes mayores ya acababa de explicarnos el efecto a todos…

“Una ceremonia de apertura de las más movidas”, resumí - aún algo confundido por todo lo que había ocurrido - en voz baja a mis compañeros al lado, Alex y Daia.

Aetheldryd continuaba expectante para ver cómo resolvían la situación con el profesor Beleem de manera rápida y precisa para continuar con la bienvenida. A diferencia de varios nuevos, ella no se asustó cuando el orientador habló y emanó esa aura oscura, pues estaba acostumbrada a eso y de cierta manera le divertía la reacción de los demás, esperando que cuando convivieran con él se diesen cuenta que es una persona muy amable y atenta... aunque soltó una leve risita con el comentario del señor Johannes y de cómo la regla 14 pasó a ser una evidencia palpable de la seriedad del enunciado.

-Robert, Renata... ahora sí, bienvenidos a la Academia-se acomodó en su asiento jugando con su trenza en el cabello mirando a todos, pero notó que una kitsune del frente se veía muy asustada y le recordó mucho a la rubia que sería su compañera de cuarto-. Oye, Renata... cuando todo esto acabe acércate a ella, creo que va a requerir una mano amiga-señaló* mientras susurraba para la ojirojiza mientras apuntaba con la mayor discreción posible. La ceremonia podría continuar y era mejor mantenerse en su asiento.

Robert sonríe a Aetheldryd y pregunta en voz baja: falta mucho para terminar la ceremonia?

De pronto me desperté de mi ensoñación y me di cuenta de lo que había pasado.Después de llegar al salón de actos siguiendo a Sam y perdiendo la carrera, nos habíamos sentado en una de las ultimas filas, y habíamos estado escuchando a la directora con asombró. Me suponía que mis padres habrían pagado ya todo, así que no me preocupo mucho.

Cuando todo comenzaba a volverse aburrido, de pronto sentí un extraño calor, y entonces lo ví. Era el profesor que había tomado mi nombre, pero ahora parecía mas guapo que antes. Me quedé prendada mirando, e instintivamente hice lo que cualquier muchacha normal hace cuando ve a un chico que le gusta: saque mi cuaderno de bocetos y comencé a diseñar una armadura. Tenía que ser negra con toques dorados, aleación de mithril y hierro arcano, con refuerzo de escamas de dragón para las hombreras y el faldón y un casco de diadema para no tapar su hermoso rostro.

Cuando terminé el boceto volví a mirar al profesor para pensar como le quedaría, justo a tiempo para ver como un monton de tomate le caía encima. De pronto todo aquello que estaba viendo se fue. Miré a la armadura que tenía en las manos, y me encogí de hombros.

-Bueno, al menos me ha quedado una buena armadura. Tengo que preguntar si aquí tienen una forja para trabajar metal. Ahora quiero hacer la armadura. ¿Tu que opinas?-le pregunté a Sam mientras le enseñaba el boceto.

Con admiración, Renata pudo entrever en las palabras del orientador Skullroy, su futura vida de estudiante, en este lugar la magia era parte vital de la vida cotidiana y todo. Por muy aterradora que le parecía la manera de Skullroy de expresar eso, admiraba ese uso de la magia que todos los profesores deplegaban.

Feromonas… auras malignas… ya tengo ganas de empezar las clases.

-Gracias Aethel, será un placer tenerte como amiga, igualmente Robert.

Escuchando a Robert y su Amiga, giro con discreción en busca de la Kitsune, si se podía, se emociono aun mas, ante la idea de hacer amigos de varias especies.

-Lo hare… aunque no se si les gustes las galletas.

Tras los discursos del vicedirector y el orientador, sumado al pequeño incidente acontecido con el profesor Beleem, la directora regresó al atril para dar el último discurso.

 -Bueno, ¿qué demonios hacéis aún sentados ahí? ¡Marchaos y aprovechad el día! Recordad que a la hora de la cena habrá un pequeño guateque en esta misma sala, con buffet libre y baile hasta bien entrada la noche. Para evitar que mañana os durmáis, la comida estará hechizada para que con sólo unas pocas horas de sueño recarguéis las pilas a base de bien. Y por supuesto, todo esto está incluido en el importe de la matrícula. Ahora, ¡largaos y pasadlo bien chavales!

Y tras finalizar con aquel emotivo discurso tan lleno de enjundia, la directora comenzó a reírse como la vieja bruja que era.

Sam se había quedado embobada como los demás, mirando el espectáculo que ofrecía el profesor Beleem tras haberse asustado primero con el profgesor Witchward y luego con el orientador. Pero su embobamiento acabó también en cuanto el médico le cubrió de zumo de tomate, cortando de raíz el atractivo olor que despedía el íncubo.

 -¿Eh? Ah, perdona, me había quedado... traspuesta.

Cuando Gaea le enseñó el diseño, Sam no pudo evitar coger el cuaderno para mirarlo y remirarlo bien de cerca.

 -Vaya... ¡Es increíble! ¿En serio lo has dibujado tú? Parece una de esas armaduras que llevan los reyes elfos de las historias...

Le devolvió el cuaderno a su compañera con una sonrisa, mientras Gaea preguntaba sobre la existencia de una forja en la academia.

 -Hmmm, pues la verdad es que no tengo ni idea. Supongo que si alguien sabe de eso, será la directora o el conserje. Puedes aprovechar y preguntar a la directora ahora que aún está aquí.

Cuando la ceremonia terminó, Alex se despidió de los dos alumnos que estaban sentados a su lado y se marchó de la sala alegando que tenía asuntos pendientes que resolver, que luego se encontraría con ellos durante la fiesta.

Mientras tanto, del bolsillo de Goro Aki salió una adorable araña negra, del tamaño de un puño, que trepó por su chaqueta y se acurrucó en su pelo, haciéndole carantoñas al muchacho como si fuera un gatito cariñoso en vez de un artrópodo extrañamente mono.

Una vez finalizada la ceremonia, Robert invita a Aetheldryd y Renata a volver a la cafetería y seguir charlando.

Parecía que finalmente habían terminado con la presentación, Sayaka seguía aun realmente nerviosa y no sabía qué hacer. En ese momento escuchaba movimiento de la gente y como la mayoría parecía querer marcharse de allí, mientras miraba pensaba:

Todos están saliendo… lo mejor es esperar… esperar a que salgan todos… si, me quedare un rato más aquí… así todos los alumnos saldrán por esas pequeñas puertas que querrán salir todos juntos.

Suspira como tratando de aliviarse y acaricia a Kitsu mientras le dice:

¿Quieres que demos un paseo por los jardines? A lo mejor hay un bosque o algo así cerca

"Hasta pronto, Alex!", aún le dijé al chico, para ya se había ido, realmente parecía estar preocupado por algo; bueno, después habrá tiempo para preguntarlo. 

Ofelia, fuera momentáneamente, fuera definitivamente, parecía haberle dado la preferencia a mi pelo sobre el de Alex, así que la pregunté: “¿Qué te parece si vamos a explorar un poco la biblioteca? Y si hay algo en los libros que no comprendo de todo, seguro que tú, por haber vivido en una academia mágica, podrás ayudarme un poco para entenderlo.”

Saqué mi cuaderno y lo abrí a la página con el alfabeto para que Ofelia me diera a entender su respuesta a mi propósito.

"Una pérdida de tiempo" fue mi único pensamiento. Esperaba más de un acto que esto, por lo que me levanté una vez terminado y me fui sin siquiera voltearme.

-Entonces así es una escuela de magia…

Con la invitación de Robert, Renata se sintió incomoda de escoger ente sus dos amigos.

-Ro-bert… , disculpa -a manera de remordimiento, agacho su cabeza hasta que sus cabellos cayeron sobre su rostro. Pero quiero conocer a la chica con orejas de zorro.

Todos comenzaban a salir y Renata se movia nerviosa alternando sus ojitos entre Rober, Aethel y la chica con orejas de zorro, una y otra vez.

Kyrt también salía del lugar, a lo cual Reanata le grito.

-¡Luego practicamos magia!

Pero sin saber si fue escuchada, se quedo a lado de Aethel.

-Por favor Robert… no te enojes… es que nunca había visto una chica-zorro.