Partida Rol por web

Aquella chica era muy divertida. Me encantaba que ella tambien tuviera ganas de investigar todo el colegio al igual que yo, y eso me hacía estar mas animada aun a hacerlo. Así que agarré a Sam por el brazo y me dispuse a descubrir todo el colegio de arriba abajo.

-Bien, vamonos de aventuGRRRW-note como todo mi cuerpo vibró junto con el gruñido de mi estomago-. Bueno, igual mejor ir a comer primero-dije algo avergonzada pero con la sonrisa un en la boca.
 

De entre todas las salas de la planta baja, el impresionante salón de actos era sin duda la más grande, con capacidad para todo el alumnado, profesorado y personal de la academia Midnight Rose. Los asientos eran plegables, como los de los cines y teatros, amplios y cómodos para que cualquier evento organizado en ese salón fuera un espectáculo agradable en lugar de una tortura del averno.

Apenas sí quedaban alumnos ya en el salón de actos. La ceremonia había terminado y sólo quedaban el profesor Refur, la profesora Falivene, la directora y el vicedirector por parte del personal, el resto se había retirado ya a sus despachos o a sus puestos de trabajo. Y con la hora de comer tan encima, pronto los alumnos que quedaban por allí se retirarían pronto también.

Mientras terminabais de charlar con vuestros compañeros o de decidir vuestro próximo paso, un elfo rubio, que no os sonaba haber visto durante la ceremonia, entró en el salón de actos.

Sam se tapó la boca con la mano para disimular una risilla al escuchar a las tripas de su amiga.

 -Ya veo, nuestra próxima parada será el comedor. Y después, bueno, ya decidiremos.

La pelirrosa cogió a Gaea de la mano para llevarla fuera de la sala de actos hacia el comedor, que ciertamente, había buena hambre ya.

Cada vez quedaban menos y menos de los alumnos. No fue hasta que la arácnida llamó su atención que se dio cuenta de que ellas también debían marchar del lugar.

-Oh pues...- pensó unos segundos en lo que podrían hacer a continuación. Si veían las habitaciones significaba que tendrían que separarse ya y posiblemente echar esa siesta que decía. -Creo que mejor investiguemos un poco, ¿no te parece?- esbozó una sonrisa animada. -Podemos ir buscando por los pasillos para saber dónde está cada clase e intentar no perdernos cuando comiencen, ¿no?- rió divertida imaginándose dando vueltas por los pasillos sin saber a quién preguntar (algo que posiblemente seguiría pasando). -Luego veremos las habitaciones y echaremos esa siesta- también le había gustado esa idea. -La verdad es que no, no he dormido demasiado. No dejaba de dar vueltas y vueltas pensando en cómo sería todo esto. ¡Y estoy deseando probar a dar clases!

pues, no era horario de comida, pero me tendría que adaptar. una humana paso cerca mio y una niña (también humana) decía lo de dormir, aunque tampoco era horario de sueño. -Debo aprender un poco mas de cultura humana...- Y surgió una pregunta. ¿debo ir a la biblioteca, o al comedor? -No es horario, pero después me dará hambre y no se si aguanto hasta la próxima comida. y ya tengo un libro mas importante que leer. Tendrá que ser después-

Di media vuelta sin mirar a los demás, no se que tan impertinente puedo llegar a ser, aunque no creo que haya problemas en el comedor...

Cuando llegasteis al salón de actos, os encontrasteis al conserje colocando decoraciones junto con el profesor Beleem. Los asientos estaban retirados para dejar el área de la sala libre para que hiciera las veces de pista de baile. Sobre el escenario había una pancarta que ponía "bienvenidos" con grandes letras de colores.

También había varias mesas alargadas y decoradas con festivos manteles, con diversos platos y recipientes vacíos, seguramente allí era donde se iba a poner la comida de la fiesta. ¡Incluso había una enorme fuente de chocolate derretido! Bueno, aún no tenía chocolate, pero por la forma tenía que ser una de esas seguro.

Nada más entrar, el profesor se giró para mirar quiénes habían llegado.

 -Oh, ¡hola! Llegáis un poco pronto, aún estamos preparándolo todo. Pero si os apetece, podéis echarnos una mano con las decoraciones.

Con un gesto de su mano, una girnalda  brillante salió del interior de una caja y flotó en el aire para colocarse ella sola en el techo.
 

Aetheldryd saludó de manera cortés y educada al profesor Beleem, pues había sido su instructor cuando ella estaba en primero año y le tomó cariño. 

-Claro que ayudamos, ¿verdad Kyrt?-miró al elfo sin dejar a un lado su emoción. Le encantaba involucrarse en esas actividades... y más si no había más gente-. ¿En qué necesita nuestras capacidades, profesor Azazel?

La pelilavanda miraba el sitio expectante ante su nueva encomienda. Quería que los nuevos y los veteranos se divirtieran. 

- Hola, me llamo Kyrt. Ayudaré, solo dígame que hacer. - Colaborar sería una buena manera de hacer tiempo hasta que lleguen todos y podamos comenzar.

El profesor sonrió de manera alegre mientras sacaba una guirnalda del interior de una caja.

 -¡Con las decoraciones, por supuesto!

El íncubo os acercó una caja llena de guirnaldas trenzadas y brillantes y flores de papel.

 -Colocad esto por el techo y las paredes. Dryd, ¿recuerdas el conjuro que se usaba para adherir objetos ligeros a cualquier superficie? ¿El pegamento magico? Y por supuesto los conjuros para cambiar los colores a las cosas. Con eso pueden quedar unas decoraciones muy majas.

En ese momento el conserje sacó una gran fuente de ponche, plana y sin decoraciones.

 -Vaya... Me había olvidado de la pobre ponchera, vaya aspecto más triste... ¿Se os ocurre algo a vosotros para darle un poco más de vida?

-Sí, recuerdo el hechizo-contestó la pelilavanda al profesor Beleem sonriendo y con un brillo intenso en su mirada. Sería parte de quienes ayudarían a preparar el evento y le gustaba sentirse parte de ello para los nuevos y veteranos, recordando lo bonito que se puede ser con la magia y no sintiesen recelo de ella. 

Aetheldryd sostenía la caja cuando miró la fuente del ponche, pensando en una idea.

-Kyrt, ¿sabes hacer estatuas de hielo que puedan moverse?-tan solo imaginarse que alguna figura pudiese ser animada para deleite de quienes bebiesen ahí la animó más, de por sí se miraba contenta-. Puede ser lo que sea, lo que se te ocurra para darle más... vida a la ponchera.

Y mientras esperaba respuesta del elfo, la joven comenzó a mover las manos con cada guirnalda que tocaba y éstas parecían iluminarse tenuemente y pasados unos segundos éstos levitaban mientras la chica miraba con concentración hasta posicionarse en alguna parte de la pared y adherirse. Luego tomó otro adorno e hizo el mismo procedimiento, pero se notó que el ritmo de movimiento de manos cambió y el tono rosado original cambió a uno azul para después flotar al aire y repetirse el proceso. Asintiendo ante su logro, la chica tomó la caja y fue buscando otro sitio dónde ir colocando los adornos; sin embargo, comenzó a buscar algún fantasma que le pudiese ayudar a llevar las cosas al techo para no gastar muchas de sus energías.

- Lamentablemente no tengo ese nivel de control. Pero soy bastante bueno en moldear el hielo, así que podría hacer estatuas. - Le contesté a Aethel.

Creé un gran cubo de hielo, y en mi mano, uno más pequeño y plano al que de a poco le di forma de un rudimentario cuchillo. Luego comencé a tallar en el hielo, concentrado, mientras mis manos se movían bastante confiadas de aquí para allá. Era un pasatiempos común de mi familia la de tallar en hielo (mi mamá solía hacer una estatuita mía para las celebraciones, cuando yo era más chico), y se me había pegado por costumbre.

- Tardaré un rato, pero después de esta, las demás serán más sencillas, ya verán por qué. -

El profesor miró aprobatoriamente las decoraciones que Aetheldryd elaboraba y colocaba. Sabía que podía confiar en ella para este tipo de cosas, pero lo que no sabía era que tenían a un escultor con talento entre el alumnado.

 -Vaya... Esa estatua está quedando realmente bien. Y si queréis que se muevan, eso lo podemos hacer más tarde con un hechizo sencillo. Lo importante es que con vuestra ayuda esto va a quedar magnífico.

Y mientras os encargabais de las decoraciones, el profesor ayudaba al conserje a colocar mesas y manteles para luego poner fuentes y platos que se llenarían de comida durante la cena. Iban a ser muchos alumnos, así que iban a necesitar muchos platos.

Mientras te encargabas de las estatuas, sentiste una especie de escalofrío que, aunque no fue apra nada desagradable, sí que era extraño. No recordabas haber sentido nada así en toda tu vida.

Mientras decorabais, viste a una vieja conocida observándolo todo, la señora Mc.Carthy. Habías conocido a ese fantasma hacía un par de años, cuando encontraste su viejo guardapelo que había estado perdido en la academia durante años. Agradecida de que hubieras encontrado aquella joya familiar, el fantasma solía buscarte para ir a charlar contigo acerca de su vida y de todos los recuerdos que tenía.

Tenías la esperanza de que en algún momento la señora Mc.Carthy recordaría el asunto pendiente que tenía en este mundo y que tú podrías ayudarla a completarlo y que así pasara al otro lado. Pero mientras tanto tenías su bellos guardapelo a buen recaudo entre tus cosas y su compañía de cuando en cuando.

En cuanto la señora te vio, se acercó flotando hacia donde estabas.

 -Lo estáis poniendo todo muy bonito, niña. ¿Qué se celebra hoy? ¿Vais a hacer un baile o algo?

Miré a mi alrededor, tratando de ver el origen. Estaba muy seguro que no era algo común, aunque no sabía por qué.

- Por la Madre.. -

Aetheldryd sonreía de lado al ver a Kyrt usando su poder de hielo para crear esculturas. Ese era un dominio amplio y le dio curiosidad aprender de ello; pero no era el momento. La pelilavanda continuó con las decoraciones hasta que se vio que volteó a un lado y su sonrisa se ensanchó, como si hubiese visto a un viejo familiar.

-¡Señora McCarthy!-si alguien volteaba a ver donde estaba, no veían a nadie... estaba hablando sola.. cosa que muchos veían en ella desde que la conocían. No era raro verla entablar conversaciones a la nada-. Es un banquete de bienvenida para los de nuevo ingreso y nosotros que ya llevamos un tiempo aquí... Gracias, aunque sigo las sugerencias del profesor Beleem para decorar... ¿Podría ayudarme? Solo es llevar las flores al techo. 

Pero la chica escuchó a Kyrt y alzó una ceja, extrañada.

-Kyrt, ¿pasa algo?

- Teniendo en cuenta que estás hablando con alguien que no veo, creo que sentí a la señora McCarthy, aunque no podría asegurarlo. Fue como un escalofrío extraño, pero no desagradable, y pensé que quizás era la Madre que me estaba cuidando... En fin, continuaré con mi escultura. Ya casi termino. -