Partida Rol por web

Aetheldrys escuchó a Kyrt y abrió la boca para intentar decir algo, pero al final cerró sus labios y detuvo su proceso de adornar el salón. ¿Qué debía decirle? Usualmente otros alumnos no se daban cuenta de los espíritus que rondaban en la Academia y preferían ignorarla cuando la veían hablando sola. Claro, muchos podrían saber que se trataban de entes de otro plano; pero mientras ellos no pudiesen verlos...

-Oh... lo siento, supongo-la pelilavanda se encogió de hombros y parte de su ánimo había menguado un poco. Se decepcionó un poco que el elfo se diese cuenta que no era "la Madre", quien debía ser alguna deidad de su clan-. Si eres sensible a eso, entonces debes saber que hay muchos fantasmas en la Academia, la gran mayoría con asuntos pendientes que no les dejan descansar.

Tomó una guirnalda y cambió su color a uno plateado, brillando de manera tenue y apacible.

-Cuando acabes la escultura me avisas, quiero verla-luego volteó a buscar al señor Beleem para sonreírle y después retomó su atención a la señora McCarthy-. Bueno... ¿si le gustaría ayudar con la decoración? Podría acomodar las guirnaldas donde a usted le parezca. 

- ¿Lo sientes? ¿Por qué? No me has hecho ningún daño. - La miré extrañado. Quizás no me había expresado bien. - No fue mi intención hacerte preocupar. Te pido disculpas por eso. Simplemente asumí que esa sensación que sentí era nuestra Madre, ya que es raro pero sucede, que nos permita sentir su presencia. Creo que te conté acerca de que cuando usamos nuestros poderes, a veces la sentimos a ella, como si estuviera dentro nuestro. Es una sensación algo difícil de explicar... Luego te vi hablando con alguien que no podía ver, así que entendí que seguramente había sido un fantasma. Y cómo ya había entendido la sensación, decidí seguir con mi trabajo. -

Le expliqué a Aethel. No quería que creyera que me había hecho sentir mal de algún modo.

La vieja fantasma sonrió y cogió las guirnaldas para empezar a colocarlas por el techo.

 -¡Qué ilusión, una fiesta! Hacía tanto que no celebraba una... Tú déjame esto a mí pequeña y ve a decirle a tu novio que lo siento, que no quería asustarle. Esta anciana a veces olvida que ya no tiene un cuierpo físico y que no todos podéis oírme o verme.

El profesor sonrió mientras observaba a Aetheldryd hablando con la mujer fantasma. Como buen demonio, Azazel Beleem podía ver a las almas humanas cuando vagaban por el mundo y aunque no fuera a consumirlas, porque eso estaría muy feo, interactuaba con ellas cuando les apetecía hablar. Y por descontado que conocía el secreto de Aethel, ya que era de los primeros profesores que ayudaron a la joven a empezar a controlar sus poderes. Ahora se ocupaba principalmente la profesora Auriel, pero de cuando en cuando aún le gustaba hablar con la pelilavanda sobre su don y sobre los espíritus que rondaban por allí.

Las guirnaldas de Aetheldryd empezaron a flotar para colocarse solas en el techo mientras el profesor comenzaba a sonréir.

 -Esta mujer... Nunca dejará de sorprenderme su espíritu juvenil. Por cierto...

El profesor se acercó a las esculturas de hielo que estaba elaborando Kyrt.

 -Esto está quedando magnífico. ¿Dónde has aprendido a tallar el hielo así?

- Tallar es un pasatiempo que varios militares de mi pueblo tienen por costumbre, y mi padre es el capitán, así que por supuesto que a el se le pegó también. De chico me enseñó, le parecía una buena manera de relacionarnos con nuestros poderes y de dejar ir muchas cosas, como las preocupaciones. -

Mientras tanto, le daba los últimos retoques. Me faltaban algunos detalles en el rostro, como las cuencas y las orejas, que eran las partes más difíciles, pues había que tener un pulso muy controlado. Lentamente, comencé a raspar con el cuchillo, dándole forma, emprolijando, y cuando terminé, me alejé un paso para observar mi escultura. Estaba contento con el resultado, me había quedado:

Parecía no tener defectos, con lo cual me quedé tranquilo. Luego, procedí a crear una burbuja de hielo alrededor de la escultura, mientras le explicaba al profesor.

- Ahora, crearé una burbuja alrededor, con una entrada de aire muy pequeña. La burbuja después la parto a la mitad, la vuelvo a unir, y ya tengo un molde perfecto para las demás estatuas. Solo tengo que crear hielo dentro del molde, a temperatura distinta que la del propio molde, y tendremos varias estatuas iguales. -

Escuchar la explicación de Kyrt evocó en Aetheldryd una sonrisa de lado mientras lo observaba retomar su trabajo para terminar la escultura. Ya comprendía un poco más de su poder, aunque continuaba curiosa de cómo es que había sentido a la fantasma. ¿Lo habría atravesado? 

-Entiendo, Kyrt-la guirnalda plateada comenzó a levitar y así, la pelilavanda se tronó sus dedos a través de sus guantes-. Si de pura casualidad llegas a sentir a tu Madre o algo dime si estoy contigo, así te aclaro si se trató de un espíritu o no-se encogió de hombros y tomó otra flor-. Uno nunca sabe.

Después se giró a la "nada", portando una sonrisa más afable. Aetheldryd era consciente que se llevaba mejor con los fantasmas que con los vivos, pero era algo habitual en los Northwest por su don.

-Solo tenga cuidado, no se vaya a...-algo dijo la señora McCarthy que hizo que el cabello de la chica se erizara junto a un leve rubor en sus mejillas. Era tenue, pero por su piel se notaba-. No es mi novio, señora McCarthy, es un amigo. Y... no se preocupe por eso, cuando usted quiera conversar con alguien sabe que puede buscarme.

Su rubor se desvaneció y continuó con la decoración hasta que Kyrt pareció terminar la escultura. Dejó su trabajo para acercarse un poco y admirar lo que había hecho el elfo, maravillándose mientras sujetaba una trenza de papel que cambiaba de colores.

-Interesante manera de crear los moldes. ¿No sería mejor un hechizo replicador para no esculpir todo? Solo lo comento por si acaso-sugirió Aetheldryd mirando la pequeña estatuilla de hielo. Era un centauro muy bonito-. Se verá muy bonito cuando esté colocado en la ponchera. 

El profesor sonrió encantado al ver el método de creado de moldes de Kyrt.

 -¡Es asombroso! Y muy práctico también. Con esto decoraremos la ponchera en un abrir y cerrar de ojos. Y si alguna decoración de derrite, podremos reponerla con facilidad.

El profesor comenzó a dejar volar su imaginación, visualizando los diversos aspectos con los que podian dejar engalanada la mesa.

 -Imaginaos esto... Una ponchera llena de bellas estatuillas de hielo, rodeada de bandejas de fruta fresca cubierta de escarcha. De escarcha de verdad, por supuesto, ¿crees que podrías con ello, Kyrt?

 -No hay necesidad de ser tímida, jovencita. Todos hemos tenido romances juveniles y no hay que sentir vergüenza por ello. Así que ve con el, yo me ocupo de esto, ¿vale? Lo dejaremos tido perfecto para el baile.

- Creo que sí, aunque aún no tengo mucho control fino. - Contesté, un poco sorprendido. No era común que me felicitaran por mis esculturas, salvo mi papá y mamá, y quizás a veces Shierel, pero suponía que la mayoría de gente eran más como ellos que como mis demás compatriotas.

- Aethel, no me sé ese hechizo replicador. ¿Acaso puedes enseñármelo? - le pregunté, curioso y ansioso por quizás aprender algo nuevo.

Aetheldryd mantuvo una sonrisa afable al ver la reacción del profesor Beleem ante la posibilidad de las decoraciones y que diesen una atmósfera agradable a la cena de bienvenida. Le gustaba ser partícipe de ello, sintiendo como un pequeño orgullo crecer en su pecho. Luego escuchó lo que le decía la señora McCarthy y de nuevo su rubor reapareció, tenue, pero ahí estaba.

-No es necesario, señora McCarthy, hagamos esto entre las dos, ¿sí?-la pelilavanda continuó cambiando los colores para que las guirnaldas levitasen "solas" para pegarse en distintas partes del techo.

Luego la joven se giró para escuchar a Kyrt y meditar un poco.

-Pues... el hechizo replicador es...

Mientras decorabais junto al profesor Beleem, el conserje y el espíritu de la Sra. McCarthy, visteis aparecer por la puerta al profesor Wichward acompañado de tres alumnos más: Renata, Sayaka y Aki. También les acompañaban la arañita Ofela, que viajaba con Aki, y el zorrito Kitsu, que caminaba al lado de Sayaka.

Al entrar junto con el profesor visteis que el salón estaba terminando de ser decorado por el profesor Beleem, el conserje y dos alumnos: Aetheldryd y Kyrt.

Las sillas donde os habíais sentado por la mañana habían sido retiradas y en su lugar había mesas con platos y fuentes vacías. Diversas y preciosas guirnaldas decoraban las paredes y el techo junto con otros pequeños adornos hechos de papel colorido y brillantes cintas. Kyrt parecía estar ocupado haciendo unas pequeñas esculturas de hielo para decorar la gran ponchera mientras que Aethel estaba colocando guirnaldas... Que parecían estar colocándose solas, flotando en el aire hasta colocarse en su sitio mientras la pelilavanda hablaba con Kyrt y el profesor Beleem.

 -¡Maravilloso! ¡El salón de actos está quedando magnífico! A la señora directora le va a encantar. ¡Profesor Beleem, señor Ackermann, un trabajo estupendo!

El vicedirector entró en el salón contemplando todas las decoraciones y la disposición de los muebles. Entonces reparó en los dos alumnos que estaban ayudando al profesor y al conserje.

 -Y un trabajo estupendo también ustedes dos, jovencitos. Unas esculturas maravillosas, le dan el toque perfecto a esa vieja ponchera. Lo que me recuerda, ¿al final cuántos profesores colaborarán con la comida?

El conserje se acercó al profesor Witchward y le enseñó una mano con tres dedos alzados como única respuesta.

 -Markus tiene razón, Refur, Mulberry y Ester se encargarán de traer algo cocinado por ellos mismos. Mulberry y Refur traerán dulces y Ester se encargará de traer empanadas en miniatura de diversos rellenos salados. En cuanto a las bebidas, Edgar traerá su famoso té de rosas y Yojiro ha preparado un cóctel de frutas sin alcohol para la ponchera.

A los nuevos no os sonaban los nombres, pero los veteranos sabían de sobra de quiénes estaba hablando el profesor Beleem. Refur Sviksemi, profesor de alquimia y un apasionado de los rollitos de canela. Mulberry Copperpuff, profesora de botánica mágica y una maestra de los pastelillos de flores. Ester falivene, profesora de invocaciones y cocinera aficionada de nivel alto. Edgar Chadburn, encargado de la cafetería y el mayor experto en pasteles e infusiones de la academia. Y por supuesto, Yojiro Koishikawa, encargado de la minidisco, experto chef japonés y consumado maestro coctelero. Con semejante plantel, el banquete de la cena prometía ser estupendelicioso.

 -Lo único que falta es la fuente de chocolate con frutas para mojar y algo más para picar que sea salado, canapés y demás.

 -Excelente, me ocuparé de todo lo demás ahora mismo.

El vicedirector os miró a todos y dijo:

 -Si quieren ayudar, ya sea haciendo sugerencias o participando activamente, no se sientan cohibidos. Recuerden que toda ayuda del tipo que sea es más que bien recibida.

Aunque Hachi se había separado de nosotros, me gustó, extrañamente me gustó no llegar sólo al salón de actos, pero acompañado de dos alumnos más. Y ni siquiera hablando de Ofelia reposando en mi cabeza, o mirando curiosamente…

Y de los que ya estaban ayudando, ya conocí a Kyrt, al menos de vista y de nombre, y creía también haber ya reparado en la otra chica antes en la sala de actos, a la hora que dieron la bienvenida a todos.

De lo que el carismático profesor Beleem contó de las aportaciones de los profesores, no comprendí mucho, por no conocer a más de los mencionados que a Edgar, quien ya se había revelado ser un dueño excelente y además muy amable de su cafetería.

Al propósito del profesor Witchward, me volví hacia él: “Profesor, me gustaría ayudar. Sólo no sé lo que puedo hacer.” Levanté levemente las palmas de las manos en gesto de excusa. “Pero haré muy agradecido cualquier cosa que se me proponga y que esté a mi alcance.”

Aetheldryd continuaba pensando en el hechizo cuando vio llegar a Renata junto a Sayaka y a otro chico que ubicó como uno de los nuevos. La sonrisa de la pelilavanda se tornó un poco más ancha aunque mantenía su porte serio y alzó la mano para que la rubia la mirase. Escuchar los elogios del profesor Witchward la animaron aún más y asintió cuando él les habló reconociendo la ayuda tanto de ella como de Kyrt, para luego voltear a ver al elfo y regalarle una sonrisa más grande por ello.

Quiso estar al tanto de la conversación, así que la joven se detuvo un momento en decorar para darse una idea de cómo sería la cena para esta noche. Definitivamente se involucrarían personas expertas en su área y su estómago amenazó con gruñirle sabiendo el gran banquete que se venía. Faltaba la fuente de chocolate, pero no se le ocurría cómo ayudar para eso.

-Oh, Kyrt, aprovechando... -se giró para verle, mostrando que estaba de muy buen humor-. Es una magia que consume mucha energía, pues duplicar algo mágicamente requiere de un nivel alto a la apreciación del detalle y del espacio... pero solo se puede duplicar algo de un tamaño máximo de una esfera de 23 centímetros de diámetro y puede durar de 6 horas a 24, según tu poder mágico... aunque luego de verlo creo que es mejor tu idea. La mía provocaría mucho agotamiento para el final.

La chica se encogió de hombros y luego volteó a ver... la nada, como si alguien estuviera ahí.

-Permítame un momento, señora McCarthy, no tardo en regresar.

Dejó las guirnaldas y se fue acercando al trío recién llegado. Aún portaba sus guantes y conforme daba sus pasos parecía ir "perdiendo" parte de su alegría cuando llegaron, pero al final quedó una sonrisa afable que los recibía.

-Renata, Sayaka, qué bueno que llegaron, espero que disfruten de esta velada-luego miró al chico de lentes y se presentó-. Me llamo Aetheldryd, bienvenido a la cena inaugural, espero que puedas disfrutarlo y te agrade la Academia, y que en tu estancia aquí aprendas muchas cosas-luego se giró para ver al vicedirector y hablarle con esa familiaridad que indicaba que ya lo conocía de antemano-. Profesor Witchward, ¿hay alguna decoración de las que me encargo que le gustaría ver en específico? Color, diseño, la zona en donde debería ir... para indicarle a la señora McCarthy también y terminar para ayudarles en otra cosa. 

Luego señaló la estatuilla en forma de centauro que había creado Kyrt y continuó hablando.

-Kyrt Frostfang, de primer año, las hizo. Quedaron muy bien y son una buena decoración para las poncheras, así que seguramente todos podremos divertirnos esta noche-sonrió un poco más y se acomodó la trenza que estaba en su cabello-. Aún tenemos tiempo de terminar todo antes de que vengan el resto de los estudiantes, ¿verdad?

Renata volvió a meditar, hasta que sus pensamientos se vieron interrumpidos por la mágica escena del comedor siendo preparado.

Estuvo a punto de saltar como niña pequeña, revoloteando hacia todos lados para observar, oler y explorar, pero su cara se coloreo de vergüenza al notar quien no solo le dedicaba una mirada y un saludo, sino que incluso se presentó ante ellos.

-¡SEMPAI!

Como siempre demostraba un exceso de madurez al presentarse, incluso haciendo elegantes gestos típicos de una persona “Perfecta”.

-Igual quiero ayudar…

Miro a sus compañeros, Sayaka era alguien de quien tampoco quería separarse, el chico… ¿Cuándo se unió al grupo? Bien, entre más mejor… su primera impresión sobre el era Pervertido, la segunda, fue más favorable con lo del familiar.

-Solo deja que acompañe a Sayaka a un lugar ¿O qué opinas Saya? –Tampoco quería hablar por su amiga, tal vez también quisiera ayudar.

Sayaka llega al comedor caminando asombrada, aquel lugar era realmente grande y había sufrido una gran transformación, lo que estaba viendo era algo que nunca había visto antes, era cierto que habían celebrado algunas fiestas en la aldea, pero nada como aquello, cosas decoradas por las paredes, hablaban de toda clase de comida que no conocía y esas figuras de hielo entre otras grandes maravillas, aquello era realmente impresionante, estaba sorprendida, con los ojos abiertos como platos mirando de un lado a otro, movía tan rápido la cabeza que casi tira a Kitsu de esta, incluso su cola se movia de un lado a otro sin realmente darse ella cuenta y seguramente dándole a alguno de sus compañeros que estaban más cerca de ella. Entonces escucha como le hablan:

Eh… hola… que bonito es todo… es muy hermoso todo

Seguía realmente fascinada mirándolo todo cuando Renata le habla, ella le observa y dice:

Eh… si… quería ser de ayuda, pero… no sé cómo podría ser de utilidad… es muy hermoso todo