Partida Rol por web

 -Pft... Las damas no se me acercan ni aunque esté hecho un pincel.

Automáticamente se arrepintió de decir aquello.

 -¡Quiero decir que todas tienen ya pareja! Eso, no les apetece estar cerca de un soltero para que no piense la gente que son ligeras de cascos. Las chicas de por aquí son muy honradas, ¿lo sabías?

Buf, situación peliaguda rodeada con éxito. El muchacho fue a dejar el trapo de limpieza donde estaban los demás.

 -Creo que te haré caso y me daré otra ducha. ¿Nos vemos luego en el salón de actos?

Saqué la cabeza de dentro de la salida de humos que había sobre la forja. Tenía la cara negra, con marcas de suciedad por todos lados ademas de estar sudando, pero miré al joven demonio con una sonrisa. Me parecía un chico agradable, al menos cuando no estaba enfadado. Además, parecía que al menos se esforzaba en estar calmado, y eso lo hacía parecer un perrito que esta aprendiendo a sentarse.

-Por supuesto que iré. No me perdería una fiesta por nada del mundo. Me iré a duchar cuando acabe con esta campana, no creo que tarde mucho-le dije antes de seguir limpiandolo todo.

El chico se quedó mirando cómo limpiabas un poco más antes de darse la vuelta y marcharse.

 -Hasta luego entonces. No tardes mucho.

Y tras esas palabras, el chico demonio se marchó de allí.

¡Madre mía la de roña que había acumulada en esa chimenea! Casi parecía que no la hubieran limpiado en siglos o incluso que le hubieran echado más hollín a propósito. Grandes "grumos" de polvo y ceniza caían al suelo mientras rascabas el interior de la chimenea. Y entonces, algo más sólido que el hollín con un ruido seco. Desde donde estabas, juraría que aquello era una cajita, pero estaba tan sucia que era difícil concretar bien lo que era.

-Pero que...

Me estiré todo lo que pude para poder agarrar aquella caja cubierta de hollín. No sabía muy bien que podía tener, pero sin duda sería algo divertido que ver. Tomé la caja y la limpié con el producto del profesor antes de ver lo que tendría dentro. Estaba muy emocionada, a cada paso en aquella escuela era una aventura.

La caja, una vez limpia, ofrecía un aspecto radicalmente diferente al de antes. Pudiste comprobar que estaba hecha de una madera de color rojizo, pulida y barnizada, con aspecto de ser muy, muy antigua. Las esquinas y el cierre estaban hechos de oro bruñido y en la tapa había una inscripción grabada en un idioma que no comprendías.

El pequeño cierre cedió fácilmente y la tapa se abrió, dejando salir una enorme nube de humo que empezó a acumularse en el techo de la fragua.

Una risa suave se escuchó por toda la estancia mientras la nube de humo iba tomando forma humana. Antes de que pudieras comprender qué estaba pasando, un joven alto y con aspecto estrafalario, aunque atractivo, te miraba desde lo alto, mientras flotaba en el aire.

 -Vaya vaya... Y yo que creía que nadie me iba a volver a invocar durante este milenio. ¿A quién debo el honor, señorita?

Me quedé estupefacta mirando a aquel hombre que había salido de la caja. Hasta donde yo había oido los genios se escondían en lamparas, no en cajas. Comencé a dar vueltas al rededor del hombre que acababa de salir de la caja, antes de parar frente a el, mirarlo de arriba abajo, y dedicarle una sonrisa.

-Buenas, yo soy Gaea Blacksmith. Encantada de conocerte, señor genio. Yo creía que a los tuyos les gustaban las lamparas, no las cajas.

El genio giró los ojos hacia arriba.

 -Lámparas, cajas, botellas... Todo lo que sea pequeño y cerrado es válido para meter un genio dentro. No te haces una idea de la manía que tienen los hechiceros de encerrarnos en estas prisiones tan diminutas para luego llamarnos y pedirnos cantidades obscenas de deseos. ¡Con lo que nos gusta conceder deseos de forma natural, sin necesidad de que nos encierren y nos obliguen!

El djinn te miró, con un brillo de malicioso interés en los ojos.

 -Bueno, me imagino que tú serás una pequeña maga que está ansiosa por pedir un deseo, ¿verdad? ¿Qué es lo que quieres, Gaea Blacksmith?

Wow, así que me iba a conceder un deseo. Aquello podía ser increible, podría pedir cualquier cosa: desde dinero hasta la mejor herrería del mundo. SIn duda era algo tentador, el sueño de cualquier persona. Levanté la cabeza, sonreí al djin y me dispuse a darle la respuesta.

-Gracias, pero no me interesa. Como dice mi padre: un logro regalado solo es un trabajo no hecho. Así que, con permiso, me voy a prepararme para la fiesta. No creo que falte mucho. ¿Te vienes? Seguro que puedes pasartelo bien-le dije sin perder la sonrisa.

El genio puso cara de "vaya hombre" y se quedó flotando de espaldas, alrededor tuyo.

 -¿Una fiesta? Suena divertido, aunque... ¿Estarán los profesores por allí? No me gustaría encontrarme con ellos, ¿sabes?

Se giró para flotar boca abaj y mirarte directamente a la cara.

 -No les caigo demasiado bien, ¿sabes? Claro que a qué profesor le gustaría un genio que puede conceder respuestas de exámenes o sobresalientes en sus notas directamente, ¿no?

Me quedé pensando un momento la pregunta del genio. Era posible que estuviera algun profesor, era una fiesta en la escuela despues de todo, pero tampoco me parecía que fuera muy probable. Le puse una mano en el hombro y le dediqué una sonrisa de lo mas sincera.

-No creo que haya problemas. Además, los genios solo cumplís los deseos de quien os libera, ¿no?-dije sujetando el pequeño hogar del djin-. Seguro que si se les explica bien no pasa nada. Ahora, vamonos!

 -¿Dices vámonos como si fuera una orden o como una sugerencia?

Tu agudo instinto de herrera-legendaria-en-formación te decía que aquella criatura te estaba dando largas...

 -Entiéndeme, no es que no quiera ir, es que el vicedirector me tiene manía y seguro que estará por allí metiendo las narices. Tal vez si fuera disfrazado o algo... A lo mejor puedes echarme tú una mano con eso. Lo malo de los genios es que apenas podemos usar magia para nosotros mismos. Reglas de genio, mira tú qué gracia.

Me quedé pensando por unos segundos. La verdad, su actitud era algo sospechosa, aunque no parecía tener malas intenciones. No estaba seguro de si sería buena idea, pero seguro que podía pasarselo bien con el cerca. Miré a la caja y lo miré a el, y se la tendí abierta.

-Bueno, puedes entrar dentro, así no te verían y cuando vea que no hay profesores te puedo soltar. Sino, igual si te tiñes el pelo de negro con la suciedad que aun queda en el interior de la campana y te pintas con el carbon, puede que valga. Pero yo me voy yendo ya. Adios-dije, esperando si entraba a la caja o hacia otra cosa antes de irme corriendo a prepararme.

El genio suspiró hondamente.

 -De acuerdo, me meteré en la caja. Pero guárdala bien. Si otro alumno la coge y me saca, por las reglas de los genios se convertirá en mi nuevo compañero. Y tú perderás tu oportunidad de pedir deseos. Así que cuida mi cajita, ¿vale guapa? Te veo luego.

Y dicho esto, el djinn se metió en la caja y ésta se cerró, volviendo a ser una simple caja vieja de madera tallada.

Sonreí y me giré rapidamente. Tenía ganas de ir al baile, pero algo me decía que me había retrasado un poco. Lo de la magia para conseguir los examenes estaba muy bien, pero pasarlo bien de fiesta y haciendo amigos era, sin duda alguna, lo mejor que podía pasarme en aquel momento.

-Mas me vale correr, tengo que llegar antes de que Ismael me eche de menos. No quiero que vuelva a enfadarse.

Aquellas criaturas extrañas estaban por todas partes. Grupos de alumnos provenientes del resto de aulas se unieron al vuestro en el camino hacia el sótano, junto con sus respectivos profesores. Ellos se encargaron de mantener a las criaturas alejadas mientras llegabais a la cámara estanca.

Dicha cámara era una enorme estancia, del tamaño de un campo de fútbol tranquilamente. El suelo estaba enmoquetado con una alfombra mullida, las paredes laminadas con madera de colores claros y había asientos cómodos y confortables en todas partes. En uno de los laterales se encontraban un par de mesas con tazas de chocolate caliente e infusiones relajantes para que los alumnos cogieran, así como pastas de te y sandwiches para que comieran. En otro de los lugares había unas librerías con novelas ligeras, algún libro de magia, tebeos y varios juegos de mesa. Vamos, que el lugar estaba claramente hecho para que los alumnos se sintieran cómodos y seguros hasta que la situación de emergencia pasara.

En cuanto entró el último grupo, las profesoras Auriel y Falivene cerraron las grandes puertas tras ellas, las cuales empezaron a brillar con una luz de color violeta. Una vez la cámara estuvo sellada, los profesores empezaron a hablar entre ellos, procurando que los alumnos no les escucharan.

¿Cuánto tiempo pasaré aquí? ¿Se extrañará Ofelia cuando no paso por el cuarto?

Primero pensé en sentarme en una de las sofás mullidas con uno de los libros sobre magia cuyo título mis ojos ardiente habían reparado en una estantería, pero, cuando vi a los profesores hablando en voz baja en su pequeño grupo, no pude resistir a la tentación y, vagando con los ojos puesto en ninguna parte, como si estuviera analizando mentalmente un problema, arrastré los pies por la alfombra cálida para acercarme a ellos, aparentemente sin querer acercarme a ellos…

Y aguzando el oído…

Te acercaste hacia los profesores de manera disimulada, como si estuvieras explorando la zona, aunque en realidad estabas aguzando el oído para ver qué captabas de la conversación.

Los profesores estaban reunidos en corro, hablando en fuertes susurros. El profesor Beleem estaba extrañamente serio y la profesora Auriel tenía una expresión gélida en el rostro. El resto de profesores la verdad parecía estar al borde de un ataque de nervios. Teniendo en cuenta la distancia a la que estabas y el volumen al que hablaban, sólo pudiste enterarte de cachos de conversación.

 -¡Es un soggoth, por amor de...!

 -Pero la estancia está sellada, no puede llegar hasta aquí.

 -Y prácticamente todos los alumnos están a salvo.

 -En cuanto llegue la directora...

 -Lo que yo quiero saber es de dónde ha venido.

 -Eso lo averiguaremos más tarde.

 -¿Sabéis algo del resto del personal?

 -Aún nada y es raro, Markus debería...

Se les notaba nerviosos, eso te quedaba claro. Pero no estabas sacando nada que te esclareciera por qué estaba pasando todo aquello ni cómo se iba a solucionar.

Lo que Aki escuchaba le preocupaba, sobre todo le preocupaba que los profesores se mostraban tan preocupados… Sin ninguna duda, la Academia había subido una especie de ataque por parte de esos seres extraños, uno de los cuales Aki había tenido la insensatez de tocar…

Quería saber más, aguzando más y más el oído, pero sin osar acercarse más salvo por algunos pasos temiendo que los profes iban a descubrir que, más bien que vagando en su alrededor con la mirada perdida y la cabeza por las nubes, toda su concentración estaba puesta en ellos.