Partida Rol por web

Situada en la zona suroeste de los jardines está la impresionante piscina de la academia. Cubierta cuando hace mal tiempo y descubierta cuando hace bueno, la piscina tiene unas dimensiones olímpicas, con dos zonas separadas por boyas: una para los que sólo quieren darse unr emojón y otra para los que quieren nadar de manera más deportiva.

Un pequeño cobertizo con flotadores, tablas, colchonetas y demás objetos para usar en el agua se encuentra a uno de los lados de la piscina. A su lado hay unas pocas casetas encantadas para que los alumnos puedan cambiarse de ropa. Si entran vestidos, salen con bañador, si entran con bañador, salen vestidos.

Alrededor de la piscina hay varias tumbonas encantadas también, para secar el agua a todo el que se tumba en ellas. Coloridas sombrillas completan la decoración, que más que de piscina escolar parece de centro vacacional.

En cuanto llegaste a la piscina, lo primero que viste fue a una chiquilla muy pálida y vestida con un kimono negro, que tenía los pies descalzos y metidos dentro del agua, chapñoteando alegremente mientras canturreaba algo en japonés.

No sabías muy bien por qué, pero jurarías que el contorno de aquella chiquilla se volvía difuso durante unos instantes para luego volver a ser normal. ¿Sería una ilusión provocada por el sol?

Álex se acercó con curiosidad a la chica. Le sorprendió que no hubiera nadie más allí, pues aquel parecía ser el mejor centro donde pasar el tiempo libre. Tenía curiosidad por saber cuándo empezarían las clases pues empezaba a sentirse un poco desubicado ya que nadie parecía querer tener relación alguna con él.

Hola. Dijo saludando desde lejos a la muchacha que parecía haber titilado por un segundo. ¿Era posible que acabase de desaparecer delante de sus narices? Seguro que sería así, pues en aquella academia podría pasar eso o cualquier otra cosa.

¿De dónde eres? Preguntó con intención de continuar con su búsqueda de amigos.

La chica giró el cuello muy rápido y de una manera bastante poco natural para quedarse mirando a Álex cuando éste le dirigió la palabra. Una ancha sonrisa apareció en sus pálido rostro y cuando habló, su voz sonaba como una especie de susurro llevado por el viento.

 -Hola. Yo soy Yamiko. Vengo de la ceremonia de inicio de curso. ¿Y tú?

En un principio no lo habías notado, pero al acercarte te diste cuenta de que el aire alrededor de aquella niña estaba más frío, como si pudiera absorber el calor de alguna manera. Y eso que siendo tú una criatura con tanta afinidad por el fuego, las bajas temperaturas te afectaban menos que al resto de los mortales, pero ese frío... Había algo no natural en él.

Que hubiera algo no natural en ella no era algo que le resultase especialmente llamativo. Al fin y al cabo estaban en una escuela de magia y sabía que nadie de los presentes era normal. Por eso no se sintió incómodo y además había algo en ella que le hacía especialmente llamativa. Pero lo que no comprendió fue la respuesta. Él le había preguntado que de dónde era, no que de dónde venía. Lo cuál le hacía pensar que tampoco era de allí y que no entendería a la perfección su idioma.

Álex mostró una sonrisa con la finalidad de resultar más amable al trato. Te preguntaba que dónde has nacido. No que dónde venías. Dijo tratando de ser lo más amable posible y evitar que se sintiera incómoda por le malentendido.

La chica se rió cuando le hiciste esa aclaración.

 -¡Qué gracia, me he equivocado!

Aunque la chica era un rato rara, no parecía una loca peligrosa. Pero aún así te intrigaba, porque si era una humana, era una humana de lo más extraño y si era una chica de otra raza... Pues no sabrías decir de cuál era.

 -Mi país es Japón. Pero no sé si he nacido o no. ¿Qué es "nacer"?

Los grandes ojos oscuros de la chica te miraban llenos de curiosidad. Y ahora que te fijabas en el tono de su voz, sí que tenía un ligero acento nipón, aunque poco marcado. Si era verdad que era japonesa, tenía que haber aprendido tu idioma a la perfección. O eso o... Quizás había un conjuro traductor en todo el recinto. Porque viendo lo que ya habías visto en la academia, no te extrañaría.

Álex pensó que la academia estaría encantanda con un conjuro traductor, era lo más sensato y lo más verosímil de creer pero aquellas palabras de la muchacha le sorprendía. Que le preguntara qué que era "nacer" le hacía alucinar. Sin duda ese mundo que estaba descubriendo estaba compuesto por miles de criaturas y seres extraños, y por lo visto no todos eran naturales, sino que otros eran creados.

¿Nacer? Formuló de forma retórica. Nacer es el momento uno en el que empiezas a vivir. Algunos nacemos de otras personas, crecemos y vamos aprendiendo. Otros... no creía lo que iba a decir, pero en el fondo no había que haber visto muchas pelis de ciencia ficción para no comprender que aquella mujer podría haber sido creada. Otros en cambio nacen en el momento en que alguien las crea, las fabrica y toman conciencia. Normalmente no cambian su apariencia y suelen estar mejor preparados que los que nacen de otros seres.

La chica abrió los ojos, como si de repente lo entendiera todo.

 -¡Ooooh, así que es eso! Entonces sí, he nacido. Y he nacido en Japón, además.

Entonces la chica empezó a flotar. No sabías cómo, simplemente el cuerpo de la joven se separó del suelo y comenzó a moverse suavemente por el aire, dando vueltas a tu alrededor.

 -¿Y tú? ¿Tú has nacido también? ¿Cómo fue? Yo no recuerdo gran cosa. De repente... Nací. Y fue muy divertido, porque había muchos niños que querían ser mis amigos, pero que me tenían miedo. ¡Era divertido asustarles!

Yamiko te miró con sus grandes ojos oscuros.

 -¿Tú has asustado a alguien? ¿Fue divertido?

La verdad que Alex empezaba a sentirse ligeramente incómodo con aquella conversación. Parecía una chica la mar de rara, y aunque ahí mucha gente lo era, pensó que esa lo era aún más y lo de que fuera asustando a la gente no le hizo mucha gracia. Bueno, no, yo nunca he asustado a nadie. Dijo encogiéndose de hombros planteándose si estaría ante una fantasma o algo así. Al fin y al cabo era lo que parecía. Después miró la torre del reloj y se disculpó ante la chica. Parece que es muy tarde y tengo que irme. Creo que ya nos veremos en clase. Dijo con una sonrisa mientras alzaba la mano para marcharse de allí disgustado porque aquella chica no iba a ser una buena candidata a ser amiga.

Mientras te ibas, la misteriosa muchacha se despidió de ti agitando la mano, para luego volver a remojarse los pies en el agua.

Situada en la zona suroeste de los jardines está la impresionante piscina de la academia. Cubierta cuando hace mal tiempo y descubierta cuando hace bueno, la piscina tiene unas dimensiones olímpicas, con dos zonas separadas por boyas: una para los que sólo quieren darse unr emojón y otra para los que quieren nadar de manera más deportiva.

Un pequeño cobertizo con flotadores, tablas, colchonetas y demás objetos para usar en el agua se encuentra a uno de los lados de la piscina. A su lado hay unas pocas casetas encantadas para que los alumnos puedan cambiarse de ropa. Si entran vestidos, salen con bañador, si entran con bañador, salen vestidos.

Alrededor de la piscina hay varias tumbonas encantadas también, para secar el agua a todo el que se tumba en ellas. Coloridas sombrillas completan la decoración, que más que de piscina escolar parece de centro vacacional.

Laila se lo tomó con más calma, en parte porque le daba un poco de vergüenza que la vieran en bañador y en parte porque se había quedado mirando a Álex como en trance. Por eso se dejó llevar mansamente por Sarah cuando le dijo que fueran a comprpbar la temperatura corporal de Alex.

 -Yo... Sí que da calorcito. ¡I-igual deberías refrescarte, Álex! Si no te puede dar una lipota... liposi... ¡Una lipotimia! A mi abuela le daban de esas cuando tenía mucho calor.

Álex sonrió a la ocho-ojos desde la piscina. ¡Oh! ¡No te preocupes, a mi nunca me da una lipotimia! Mi cuerpo aguanta perfectamente el calor y también los cambios bruscos de temperatura, está más que acostumbrado. ¡Pero venga, anímate y lánzate al agua, no hay nada que temer!

-¡Y ya que estás, pásame uno de esos flotadores de donuts! ¡¡A lo mejor da dulces de verdad!!- Sarah ya nadaba cual rana por el agua, como si ese fuera su elemento. No paraba quieta, de un lado para otro, dejándose llevar por el suave movimiento del agua.

-¿Tus padres son magos o algo por el estilo?- por lo que había dicho antes, llegaba a adivinar que el chico tenía algún tipo de control sobre el fuego o algo por el estilo. ¿Ella tendría también algún don especial? ¿O solo conseguiría hacer levitar las chuches cada vez que le entrase el hambre? -¿Y tú, Laila?

La verdad que no, al menos no que yo sepa. Mis padres no son magos, son mundanos. Dijo encogiéndose de hombros. Yo nací así, y fue un alivio saber que existía este santuario, ahora todo tiene más sentido. ¿Y tú qué habilidades tienes y de qué eres capaz? Preguntó a su nueva amiga.

-Vaya- no podía evitar mirarlo con cierto asombro. Ciertamente desconocía las raíces de la magia, pero lo que le parecía más lógico era el heredarla. -Mi madre y mi padre no, pero mi abuela materna sí que es bruja. Bueno, ella y mis tías. Por alguna razón mi madre no... Pero bueno, ¡aquí estoy yo!- esbozó una orgullosa y animada sonrisa.

Ante la pregunta sobre las habilidades que tenía no pudo evitar encogerse de hombros mientras seguía moviendo los brazos para mantenerse a flote. -En realidad no estoy muy segura. Empecé haciendo levitar una bolsa de chuches que mi madre había dejado fuera de mi alcance... Luego mi abuela intentó enseñarme algunas cosas básicas que creo que os enseñarán este año, pero sigo estando más cómoda haciendo levitar cosas. No sé si es algún tipo de telequinesia o magia del aire. Espero que me lo digan aquí.

Oh, pues suena interesante. Dijo Alex al conocer un poquito más a Sarah. Ya me he dado cuenta que aquí hay de todo. He conocido también a una especie de elfo de hielo, pero como resulta evidente no hicimos muchas migas. Luego he estado dando vueltas por el instituto y no me he encontrado con nadie interesante hasta que me he topado con vosotras. Y los pocos con los que he coindicido estaban obsesionados con estudiar, estudiar y estudiar... ¡Pero si aún no hemos empezado los exámenes!

Tú al menos parece que los controlas un poco, yo aparte de haber hecho una bola de fuego un día y haber quemado a un chico otro, no he hecho mucho más con ellos. Suficiente... terminó encogiéndose de hombros un poco preocupado porque sus poderes eran capaces de dañar a la gente y eso no le gustaba un pelo.

Laila llevó el flotador que Sarah le había pedido y se lo arrojó a la piscina. Por su parte, ella se sentó en la orilla a remojarse varias de sus patas en el agua, sin atreverse a meterse dentro.

 -Mi padre seguro que no es mago, pero mi madre es una chamana, ¿eso es parecido a una maga? Porque yo he creído toda la vida que lo era. Vamos, por eso creo que me han mandado aquí, para que algún día pueda ser tan buena chamana como lo es mi madre.

Poco a poco Laila fue trasladándose por el borde de la piscina apra acercarse todo cuanto pudo a Alex.

 -Y la gente está emocionada con estudiar porque la magia es emocionante. Al menos a mí me lo parece, ¿no tienes ganas de aprender a flotar en el aire o a crear bolas de energía que te sirvan apra defenderte de tus enemigos? Creo que esa es la razón por la que todos tienen tantas ganas de ponerse a estudiar. Es mucho menos aburrido que hacer dictados.

Luego miró a Sarah.

 -¿De verdad sabes hacer levitar cosas? ¡Eso tengo que verlo! ¿Me lo enseñarás algún día, por favor?

-Supongo que sí- respondió al chico con una sonrisa. Realmente hasta hacía bien poco desconocía gran parte de su historia, así que podía admitir con sinceridad que le resultaba interesante.

-¿Un elfo de hielo?- ella había visto multitud de estudiantes, pero no había investigado en qué se especializaba cada uno. Ni siquiera sabía si realmente había una especialización de algo. -Vaya, ¡a lo mejor termináis siendo grandes amigos!- rió divertida ante la idea. -No sé si se considera estudiar a aprender a controlar la magia- se quedó pensativa unos segundos -para mí es más como hacer ejercicio entre la mente y el cuerpo más que coger un libro y memorizar. Aunque no descarto que también funcione así- en realidad desconocía si era buena idea haber empezado en un segundo curso cuando se sentía tan desconcertada... Esperaba sentirse mejor una vez empezaran las clases.

Cuando Álex contó lo ocurrido la primera vez que invocó el fuego le miró con preocupación por cómo le habría afectado. -Seguro que aquí te enseñan a cómo controlarlo sin peligro. ¡Yo creo que es un poder alucinante!- le resultaba fascinante que alguien que desconocía del mundo de la magia fuera capaz de albergar un elemento tan poderoso. -Supongo que el fuego funciona sobre todo con las emociones, ¿cómo lo sientes?- y puso una mano en su pecho para indicarle que se refería a su interior.

-¿Chamán?- miró a Laila y se acercó hacia donde estaba para salpicarle un poco de agua. -He escuchado que son como brujos, sí. ¡Querría conocer a una! Aunque, bueno- miró a su amiga con una media sonrisa -supongo que ya he conocido a una en potencia.

Se agarró con una mano en el bordillo mientras la otra la dejaba oscilar encima de la superficie del agua. Lentamente levantó la mano, su cara era el reflejo mismo de una gran concentración. De la punta de sus dedos caían gotas de agua que no llegaban a volver a la piscina, en su lugar se quedaban flotando, como si bailasen. Levantó un poco más la mano y terminó dirigiéndola a Laila para mojarla con las gotitas mientras reía.

Álex asintió ante la pregunta de las emociones. La verdad que sí, están muy relacionadas con mis emociones, aunque la temperatura de mi cuerpo siempre es más caliente que la de los demás de forma natural. Cuando me enfado es cuando más potente se hace mi poder, pero también puedo hacer algunos trucos.

Y entonces alzó su mano en dirección a las gotitas que iba a ir a parar hacia Laila y salió una especie de brisa demasiado cálida, no era fuego,pero sí un aire muy caliente que aunque no quemaba evaporó las gotitas que había elevado Sarah y así evito mojar a la ocho-ojos.