Partida Rol por web

Ohhh -murmuró la joven, algo decepcionada por que no hubiese nadie en el pasillo.- Esas son las flores que quería la señora...

La chica decidió ir a buscarlas...al fin y al cabo no quería enfadar a la Endemoniada. COn paso ligero la chiquilla se dirigió en busca de las encarnadas flores

Sonrió-sí, es la voz de tu hermana, yo tampoco me lo explico, pero mejor no lo pongamos en duda-besa su mejilla-vamos, vamos, hay que prepararse-abandonó la estancia en la que dormía su pequeño, ¿dónde estaban sus sirvientes? Tenía tareas que encomendarles. Había que asear a sus hijos, y repasar sus ropajes para que estuviesen en perfectas condiciones. No quería darle a nadie motivos para hablar de la familia Basarab aquel día.

Boru atendió a las palabras de Radovina en intachable silencio. Poco a poco, asimiló lo que su señora le estaba pidiendo. Quería que indagase sobre uno de los hombres más peligrosos del castillo y averiguase de donde provenía esa oscura influencia que ejercía sobre todos.

El guardia era un hombre mesurado y aquello podía resultar arriesgado a más no poder.

No obstante, ante todo era un hombre leal y jamás le fallaría a su la familia Szantovich, en especial a la frágil muchacha que ahora le pedía ayuda. 

Para él, más descabellado aún era negarse:

-Mi señora, no diga más, -dijo, poniendose la mano sobre el corazón- así se hará. Viven los dioses que haré cuanto esté en mi mano por descubrir que es lo que oculta el Caballero de los Cárpatos.

Tras levantarse llamó a su sirvienta, se aseó detenidamente, tenía mucho tiempo hasta la hora de la ceremonia y debía estar radiante. Dejó que la peinasen ondulando su hermoso cabello negro y se puso alguna de las joyas que tenía.

Antes de ponerse su vestido de boda se puso un vestido normal y vistió a su pequeño y amado Tiberu.

- Hoy es un gran día, sabes que debes portarte bien ¿verdad? Sino Schaar no podrá entrenarte para ser un gran caballero.

Dejó un suave beso en la mejilla de su muchacho y terminó de peinarlo.

- Ya estás listo, quédate con Schaar, yo voy a vestirme. - miró a Schaar un momento - cuídamelo, no tardaré mucho. 

En el cuarto de al lado Radovina debía estar cambiándose también.

- Radovina, querida, ¿va todo bien? ¿necesitas ayuda?

Veronika correteó con los pies descalzos desde el armario ropero que estaba admirando hasta la cama de su hermano, en la habitación contigua.

-¡Vikos! ¡La Boda!

Era poco, pero era suficiente. El rostro, el tono de voz de la chiquilla decían mucho más que sus palabras. Sí, algo había cambiado en el corazón infantil, una cuerda había hasta entonces tensado el mecanismo de su mente, dejándola en peligro de romperse... pero no había sido así. En vez de eso la pequeña Basarab acababa de atravesar los días de duelo de su propia desgracia, y había decidido, consciente o no de lo que que estaba cambiando en su interior, que dejaba atrás su mutismo, su introversión.

No lo habría expresado así, claro. Lo expresó con el brillo de los ojos, y su alegría.

Lo que no quería decir que hubiera olvidado. Desde luego que no. Quizá lo que significaba es que había crecido. Aprendido.

Veronika vino corriendo a mi habitación y se subió a mi cama muy entusiasmada, sonreí también al ver a mi hermana en ese estado, y tomando sus manos le di un beso en la mejilla.

-"Buenos días Veronika, es verdad, hoy es el día de la boda, vamos a prepararnos, el día de hoy estrenaremos los collares que nuestro padrino nos regalo nuestro pasado día del nombre"- 

Tomescu ve llegar a su reemplazo, uno de los milicianos a su cargo, lo saluda marcialmente y se dispone a irse.

Antes se asegura que todo esté en su sitio y le da unas someras indicaciones de sus obligaciones.

-Muy bien muchacho, hoy es un día muy importante, así que te pido que estés especialmente atento- lo yergue un poco y le sacude la librea- Aunque no seamos dignos de tal apellido, guardamos el honor de la casa Szantovich. Hagamos que nuestra señora esté orgullosa de su guardia- Un suspiro de satisfacción- Voy a asegurarme que la Señora no precisa de nada. Mantente firme-

Dicho esto, le da una palmada en el hombro y se da la vuelta.

Se para ante la puerta de Dubieta Szantovich, se acomoda la librea y la armadura, toma aire y golpea la puerta con los nudillos.

-Mi Señora, soy Tomescu, ¿da usted su permiso?-
 

Aún no se había cambiado cuando Tomescu llamó a la puerta. Dubieta se dirigió a la puerta y la entreabrió.

- Claro, Tomescu, podéis entrar. - abrió un poco más la puerta -¿Ocurre algo? Debo cambiarme, no os demoréis, debéis dormir las horas que quedan hasta la ceremonia.

La puerta se entreabre y Tomescu ve emerger  el familiar rostro de su Señora.

-Solo deciros que terminé mi turno de guardia, Señora, ¿Puedo serviros de alguna otra forma?-

Aguarda derecho, observa que  aun no lleva el vestido de la ceremonia, así que resuelve ser breve.

Dice estas palabras con sinceridad y con una sonrisa, aunque con un tono más sombrío del que le gustaría:

-Y, por supuesto, también desearos toda la suerte que podáis necesitar-

Esbozó una leve sonrisa en su hermoso rostro, Tomescu siempre había sido un buen y leal guardia.

- Tranquilo, no os molestéis, todo va bien. Podéis entrar en los aposentos que compartís con el caballero Schaar y dormir un rato, encargaré que os traigan algo de comida. Os quiero cerca durante la ceremonia. - suspiré - con lo de suerte... no acertasteis mucho, solo espero que todo pase lo más rápido posible y podamos volver, en cierto modo, a la normalidad.

Dicho esto le señaló los aposentos a los que se refería, le pidió a una criada que le trajese comida a la habitación y se dispuso a pedir ayuda a otra criada para poder cambiarse tranquilamente en un lugar donde nadie la observase.

Radovina cubrió los labios de Boru con una de sus manos y giró el rostro hacia la puerta, desde la que se oía la voz de Dubieta.

-Descuida, Dubieta... no tardaré en estar preparada-respondió con dulzura a su prima sin entrar en detalles como que aún no tenía puesto el vestido.-estate tranquila.

Inspiró hondo y le hizo un gesto para que Boru aguardara.

Procurando no hacer ruido para no alarmar a quienes estuvieran al otro lado de la puerta , Radovina entrelazó las manos delante de los muslos.

-Abrazadme, Boru- era una orden que tenía el cariz de una súplica. No pretendía que el guardia comprendiera sus motivos, se conformaba con que alguien que no guardaba el desprecio de Iacobus en sus ojos ni el temor de los de Elena le abrazara.

Aunque fuera por ordenanza suya.

-No arriesguéis la vida con mi petición-dijo en voz baja.

Boru contempló la figura de Radovina. Ahí, encogida, sobrepasada por sus miedos, la vio como siempre la había sentido. Como una pobre chiquilla que no había pedido su destino y que no tenía a nadie en quien apoyarse. A nadie salvo a él.

Lentamente, se acercó a ella y, encorvándose a su altura, abrazó a la muchacha con suavidad. No era el abrazo de un amigo, ni el de un hermano o un amante, era el abrazo de un padre:

-Todo irá bien - susurró con solemnidad a los oídos de la joven, obviando su última petición, como si no hiciera falta mencionarlo.

- "Mi señora, ¿en qué podemos servirla?" - Hace una servil reverencia.

Los seis siervos al servicio de los Basarab parecen cortados por el mismo patrón: calvos y tremendamente feos.

Con un gesto cortés, Tomescu, asiente.

-Como deseéis mi Señora. Con vuestro permiso-

Una reverencia marcial y da un paso atrás esperando a que la puerta se cierre ante él.

El guardia, se dirige a su estancia, no sin antes, echarle un ojo a su reemplazo y comprobar que todo está en su sitio.

Por fin entra en su habitación y empieza la tarea de quitarse las piezas de armadura, quitarse la librea y limpiarse un poco. Cuando termina se estira en su lecho y suspira intentando relajarse.

No quiere dormir, tan solo recuperar fuerzas, pero necesita descansar para estar al cien por cien, cuando su Señora Dubieta lo exija.

Radovina se estremeció ligeramente con el abrazo, encogiéndose entre los brazos de Boru. Se mantuvo en silencio hasta que pasó un tiempo más que respetable para tratarse de un abrazo paternal.

-Ve a descansar-dijo levantando la cabeza e inspirando hondo- has de estar relajado para la hora de la boda... y yo aún tengo que vestirme.

Se deshizo del abrazo con suavidad, como si se escurriera y abrió la puerta.

-El vestido- dijo sin formular una orden completa. El vestido que llevaba era uno sencillo, para que estuviera cómoda antes de vestirse. Por lo visto ninguna de sus criadas andaba con ella y estaba visto que el traje no podría ponérselo sola.

Radovina abrió la puerta mirando al frente y la espalda recta.

-El vestido- dijo. El vestido que llevaba era uno sencillo, para que estuviera cómoda antes de vestirse con el traje de novia. Por lo visto ninguna de sus criadas andaba con ella y estaba visto que el traje no podría ponérselo sola.

Miró al sirviente con algo de repugnancia, nunca le habían gustado esos... hombres tan extraños y horribles.

- Ve y tráele la comida al guardia Tomescu que está en sus aposentos y traigan los ramos de boda, el de Radovina y el mío. Deprisa. - Miró a Radovina - Ehm, querida, me temo que solo tenemos criados, no criadas, por lo que... ¿Te parece bien si yo te ayudo a ti y tú a mi?

Puedes ver en el pasillo a Dubieta hablando con Radovina y a Boru que está en la habitación de tu señora, a punto de salir.

Mi señora- Elena agachó la cabeza para inclinarse ante las dos mujeres- Encontré las flores rojas...¿Desea que se las agregue ahora a su peinado?