Partida Rol por web

MIKAIL:

- Te deslizas a las lóbregas mazmorras igual que un espectro invisible, sin ser detectado por los mazmorreros, ni por el propio Carcelero. Tampoco los prisioneros sospechan de tu presencia, ni el noble petimetre Krevcheski que parece haber acudido a visitar a Innya y a Dagu.

- Pese a la poca luz que proyectan las pocas antorchas, localizas perfectamente a todos los seres vivos de las mazmorras. Parece que los de Slobozia no han sido maltratados, al menos no más que el simple hecho de estar encerrados y disponer de la peor comida y poca agua.

- Hay una docena de otros prisioneros antiguos, que llevan aquí al menos un año. Su estado es lamentable, todos parecen débiles y desnutridos y en general muestran signos de torturas y maltratos. Todos parecen haber perdido la razón hace mucho. Quizá sea lo mejor para esos desdichados, si es que así ni siquiera son consciente de dónde están ni de su sufrimiento.

El carcelero torció el gesto ante la arrogancia de aquel niñato.

- No me han dado órdenes de permitir visitas a los prisioneros - dijo secamente. - ¿Quien os envía y cual es el motivo? ¿O tal vez queréis reuniros con ellos y ser parte de los invitados en las mazmorras?

La mirada escrutadora del carcelero tomó un brillo peligroso. El carcelero estaba pensando que le encantaría tener a aquel "hombre" entre sus invitados y calculaba mentalmente qué posibilidades había de que hacer una visita no autorizada a los prisioneros adecuados fuese motivo suficiente para que su señor considerase que el tipo que tenía enfrente ameritase la invitación a una larga estancia sin privilegios en las mazmorras.

¡Es estupendo! Si no os han dado órdenes para permitir visitas a los prisioneros, tampoco os habrán dado órdenes para no permitir esas mismas visitas, ¿verdad? A mí nunca nadie me ha dado permiso para miccionar, pero si me lo hubiesen prohibido entonces sería cuando mis riñones estarían en un serio apuro. ¿Me seguís? Me alegro, vemos que estamos llegando a un buen entendimiento.

Vengo de mutu propio, siguiendo unas directrices marcadas por el mismísimo Segundo Caballero de la Corte... y algún día Primer Caballero... Iacobus Radoslav. ¿Conocéis al caballero de los Cárpatos, verdad? Sí... el que destapó una conspiración de los Dravescu para asesinar al Senescal... quizás no lo logró a tiempo, pero sí lo resolvió vehementemente. Porque os habéis enterado de la muerte de Jensi Stolnic, ¿no? ¿Las noticias del mundo exterior llegan a esta oscura madriguera dejada de la mano de Dios Todopoderoso?

Me estoy yendo por las ramas. De todas formas... El nombre de mi Casa es suficiente para permitirme el paso en cualquier lugar de este castillo. Ejem... Soy Flaviu... Krevcheski. De los Krevcheski de la Tirsa de Arges.

Mikail se deslizó a través del cobijo que le daban las tenebrosas sombras que, sin duda, eran reflejo de la oscura alma del Rey que gobernaba  las mazmorras, el Carcelero. Aquel lugar era frío, húmedo y,  la luz de las antorchas, titilante y tenue, no hacía más que darle un aspecto más siniestro. Las sombras se le antojaban al lacayo como las hijas del carcelero, caprichosas, gélidas y despiadadas.  Sin embargo, esperaba dominarlas a su voluntad, cortejándolas,  penetrando en ellas con mimo, como los dulces mordiscos que  su Señor, el Primer Caballero, le propinaba de vez en cuando.  No sería la primera vez que embaucara a la hija de un padre controlador, ricachón  y celoso de la virginidad de su hija. Para Mikail esto era lo mismo.

El lacayo se alimentaba de las sombras, silencioso y ágil, mutando su habitual porte erguido y pomposo por otro jorobado y funcional.  Al igual que cuando se alimentaban de uno, no había que abusar, pues quedar al descubierto suponía, siempre, una situación embarazosa.

Todo había ido bien. El corazón le latía con fuerza inusitada.  Ni el carcelero ni sus taciturnos esbirros, Vasile e Ioan, parecían haberse dado cuenta de su incursión.  La visita del insolente noble podía ser la distracción que necesitaba Mikail para hablar con Dagu. Tendría que ser breve, se la estaba jugando y no quería pasar un tiempo encerrado en semejante estancia. Localizó la celda de Dagu y trató de comunicarse con él. Tenía esperanza de que el carcelero no dejara pasar fácilmente a Flaviu  Krevcheski,  de los Krevcheski de la Tirsa de Arges. Aquel  que decía venir bajo las directrices del cabrón de Iacobus Radoslav, "algún día el Primer Caballero". Mikail tomó nota.

- Dagu, muchacho, ¿estas bien?- El susurro, cuya voz le debía ser familiar, le  llegaba de una figura encapuchada frente a la celda. Mikail se alegró de ver que a Dagu no le habían torturado. - Soy yo, el sinvergüenza de Mikail. No tengo mucho tiempo, no debería estar aquí.- No paraba de mirar alrededor, por si la conversación del Carcelero tomaba otros derroteros. El lacayo dejó que una manzana, mordida pero en buen estado, le rodase por la manga donde la tenía oculta. Se la tendió a Dagu.¿ Cómo había llegado el lacayo hasta allí sin alertar al Carcelero y sus esbirros? - Bebe algo antes de que me vaya. Alma cándida, ¿qué has hecho para que te metan aquí?- Le tendió un poco de vino rebajado con agua.-Trataré de hacer lo que esté en mi mano para que salgas lo antes posible. He hablado con Visany...- No  podía decirle demasiado, pues la conversación con su hermano había sido, digamos, decepcionante.-... y con Durius. - Al menos Dagu sabría que se preocupaban por ellos fuera, alguien con contactos, con acceso al Primer Caballero,  lo cual podría ayudarle a soportar la espera en las mazmorras.- Innya es más complicado, el Chambelán Otto...piensa que es una traidora...pero hay una posibilidad...- Mikail no sabía como decirlo. Pero no podía dar demasiados rodeos.-... Puede que la única forma de sacarla es que se case conmigo. -Recordó las conversaciones que habían tenido Dagu, Visany y él.- Ahora tengo una misión para tí, eres libre de aceptarla o no.  Cuenta lo que te he dicho a Innya, que no le pille de sorpresa si le plantean la cuestión de casarse conmigo.- El lacayo se quedo presto a retirarse de nuevo a las sombras ante cualquier amenaza proveniente de los carceleros. Se estaba jugando el cuello por estar allí.

CARCELERO:

- Tirada Oculta y secreta de: Percepción + Consciencia.

Miro al lacayo Mikail escuchando pacientemente sus palabras, solo interrumpidas tras tomar la bebida que le prestaba. Aún estaba conmocionado por su nueva situación -en un abrir y cerrar de ojos se encontraba en la cárcel y con un destino, cuanto menos incierto- pero hacía todo lo posible para mantener la calma. Por Innya y el mismo.

Muchas preguntas se agolpaban en su mente pero sabía que no podría entretener mucho a Mikail. Se estaba jugando mucho solo con hablarle. 

No hay mucha mas opciones, ¿verdad?- susurró, mas para si mismo que para su oyente. Tendría que hablar con Innya lo mas pronto posible- en caso de que esto falle... ¿moriremos?- le costó pronunciar aquella palabra, pero quería saber su verdadero destino. 

Mikail se quedaba más tranquilo al ver que el carcelero no había hecho de las suyas con el joven, y así se lo haría saber a su madre. No había tiempo para más. Le había dado el mensaje a Dagu, una pequeña esperanza a la que aferrarse. Mikail no sabía cuál sería la pena que el Chambelan Otto impusiera a los que consideraba traidores.  Esperaba que su conversación con El Primer Caballero  les sirviera para que el castigo fuera menor. Le asombró la entereza que mostraba Dagu ante la adversidad, era un hombre valiente.

- No hay mucho que un lacayo pueda hacer.- El lacayo sólo tenía una vaga idea del por qué estaban en las mazmorras. Le hubiera gustado tener tiempo para hablar con Dagu sobre lo que había ocurrido.-Intentaremos que eso no pase ¿no?- Contestó a su segunda  pregunta con una sonrisa torcida. Mikail no sabía cuál sería la pena que el Chambelan Otto impusiera a los que consideraba traidores. Su simple presencia allí debía indicar al joven que Mikail, además de su hermano, se preocupaban por él desde fuera y que harían lo posible por tratar de que la sangre no llegara al río.

Mikail recogió la botella del vino y le dejó la fruta mordida y sin decir más se retiró de nuevo al cobijo de las frías sombras de las mazmorras.

Dagu escondió entre sus ropas la manzana mordida y se alejó lo mas posible de la vista de ojos indiscretos para comerse la manzana en silencio. Las palabras del Mikail habían traído una ligera esperanza al funesto destino que tenía tanto él como Innya. 

Ahora solo tendría que hablar con ella en cuanto tuviera ocasión... pero antes esperaría a que Flaviu acabase de hablar con el carcelero y saber que es lo que él quería. 

- El Lacayo Mikail abandona el lugar.

- Tirada oculta y secreta: Percepción + Consciencia.

INNYA:

- Por un momento te ha parecido que tu sobrino Dagu hablaba con alguien en su celda, pero al mirar no ves a nadie.

Dado que el carcelero se encontraba ocupado en esos momentos con la charla de Flaviu decidió aprovechar la situación para intentar hablar con Innya. Mas adelante quizás el carcelero estaría mas atento a sus conversaciones que ahora. 

- Aparentemente, Carcelero está distraído en estos momentos...

No hables... solo escucha- dijo, susurrando, sin quitarle la vista en ningún momento al carcelero. El mínimo gesto le haría parar de hablar. Se jugaba mucho con esas palabras, y si le descubrían pondrían en aprietos a Mikail- puede que haya una forma de salir de aquí, pero deberás de aceptar la posibilidad de que Mikail se case contigo. Te cuento esto para que no te pille de sorpresa. No preguntes como lo se añadió para no alargar mas de lo necesario aquella conversación. Su mensaje ya estaba dicho. Solo esperaba que solo Innya hubiera escuchado sus palabras. 

FLAVIU:

- Aprovechando que tu presencia distrae al Carcelero, Innya y Dagu se ponen a cuchichear brevemente.

- Apenas te has enterado de lo que han hablado: Algo de que un lacayo de Durius quiere desposar a Innya para salvarla de su posible castigo por su parte de responsabilidad en el desastre de las bodas.