Partida Rol por web

El capitán Zarak dejó a Carcelero y se dirigió hacia las murallas de nuevo. Intercambió una mirada y un asentimiento con Schaar Dvy y pasó de largo hasta encontrarse entre sus hombres, que habían vigilado toda la noche.

—Vosotros dos —señaló a Istvan y al guardia que estaba a su lado, Radu—. Corred con la mayor presteza a las murallas del norte, las cercanas al cementerio. Quiero que uno de vosotros regrese con información cumplida de la situación y componentes de las fuerzas de los retoños del Boyardo. Los milicianos nos han traído informes durante la noche, pero no puedo fiarme de su veracidad. El otro, el que sea más lento de ambos, quedará allí a la espera de noticias del castillo, pero preparado para volver de inmediato si hubiera cambios o mivimientos reseñables en el campamento.

Asiento a las palabras del capitán y miro un instante a Dubieta.

- Mi señora, debéis retiraros. Este lugar dejará de ser seguro en breve. Os ruego que habléis con el servicio, y que todos los hombres del castillo capaces de empuñar un arma se presenten con sus armas y armaduras aquí de inmediato. Maserrak incluido. Esperemos que esté ya recuperado.

Las circunstancias no ayudaban en tan importante conversación, aunque dudaba que pudiera explicar más. Pensar en lo que pudo ser no ayudaría teniendo en cuenta lo que sucedía.

- Iré al Salón Principal y me encargaré de enviar a todo hombre capaz. A partir de ahí haré que la servidumbre rezagada los siga -Se permitió fijar su mirada en la de Schaar, un instante precioso dentro de una situación funesta-. Luego de eso me encargaré de velar por Tiberiu, sea como sea...

Cuando estuvo a punto de marchar giró sobre sí misma.

- Si el castillo cae y logramos escapar viajaré hacia aquella casita tan pequeña, junto al riachuelo. Ni un Palacio podría darme mejores recuerdos que el lugar donde nació Tiberiu.

Itsvan se volvió hacia Ferenk. ¿Acaso pensaría que se han reforzado desde el último informe, o simplemente no se fiaba de los milicianos? Por un momento dudó si preguntarle qué sospechaba, quizá así podría fijarse mejor en cosas raras que pudieran pasar tras los muros. Pero el capitán había sido muy específico en lo rápido que quería esa información.

-Vamos, Radu. No hay tiempo que perder.

Itsvan se alejó apremiando a Radu para que no perdiera el ritmo.

Ferenk dirigió unas palabras a sus hombres en la muralla. No para motivarlos, sino para advertirles de lo que se avecinaba, darles tiempo a preparar cuerpos, mentes y espíritus.

—Aprovechad los próximos minutos para reponeros del cansancio de esta larga noche, y aseguraos de que vuestras armas y armaduras están en buen estado —dijo, en voz lo bastante alta como para hacerse oír por todos ellos—. Cuando Radu o Istvan vuelvan, si la situación en el campamento no ha cambiado, marcharemos hacia el viejo mausoleo.

Tras sus breves palabras, regresó con Schaar Dvy, que acababa de pedir a la dama Dubieta que enviara al patio a los hombres capaces de combatir, así como a maserrak de Flambeau.

—Dudo que el maestro haya tenido tiempo de recuperarse en solo unas horas. Espero equivocarme, que su aflicción fuera solo fruto del agotamiento —confió al antiguo caballero.

- El puente levadizo se baja, el rastrillo se alza y las grandes puertas de madera se abren.

- Itsvan y Radu han montado en sendos caballos que les han traído los lacayos, e inmediatamente salen. Los cascos herrados de los caballos levantan chispas al clacotear contra los adoquines del puente de piedra que cruza el río, para unirse al Oeste con la ciudad de Alba Iulia.

- Poco después ambos guardias ducales cabalgan raudos por las calles de la ciudad...

- Entretanto, Dama Dubieta se dirige al Salón Principal.

- El Guardia ducal Hakir sale del Salón Principal, cruzándose en el camino con la Dama Dubieta.

Hakir avanzó visiblemente cansado, aunque se encomendaba a la necesidad de permanecer alerta, toda esa noche de tensión y en vela le estaba pasando factura. Una vez en el patio trató de localizar al capitán Ferenk, una vez localizado se acercó a él con tiento.

Mi señor, los sirvientes del Primer Caballero han sido llevados al Salón Principal como ordenó. No les ha gustado un pelo la orden, cosa que me trae sin cuidado, pero han andado cacareando de que se lo dirán al Primer Caballero y que se me caerá el pelo. dijo sin atisbo de preocupación. Han solicitado permiso para seguir con sus asuntos en las estancias de su señor, vine para tenerlos relajaditos.. pero se hará lo que ordene y santas pascuas.

El guardia trató de acomodar su peso con la lanza, ya no sabía como ponerse, pero frente a su superior procuró mostrarse disciplinado y entregado. No era cuestión de flaquear en momentos como ese.

Ferenk escuchó a su soldado. Las protestas de los lacayos de Durius estaban fuera de todo lugar. No iba a ordenar su castigo, sin embargo, pues tenía otro encargo en mente para ellos. Quizás los leales siervos del Secretario fueran fundamentales en los acontecimientos de las próximas horas. Esperaba que no, pues eso significaría que los hombres del Duque en Alba Iulia habían caído bajo las fuerzas de la familia Basarab.

—Luego hablarécon ellos. Descansa ahora, Hakir —ordenó—. Istvan y Radu han partido hacia el campamento en el cementerio. Cuando regresen con su informe, movilizaremos a todos los hombres para ir allí.

- Cabalgando a gran velocidad y con notoria destreza, el guardia Itsvan cruza el largo puente de piedra que separa la ciudad del Castillo y poco después entra en el Patio del Castillo. Enseguida desmonta, presto para informar a su Capitán.

Hakir asintió sin perder la marcialidad.

Gracias, señor. Me retiro a los barracones.

Con un gozo en el cuerpo difícil de cuantificar, el guardia se retiró a descansar un poco. Lo necesitaba tras toda esa noche del diablo, esperaba poder reunir unas pocas horas aunque uno no podía confiar demasiado que aquellas circunstancias se lo permitieran.

Itsvan desmontó y con paso firme acudió a su Capitán, cruzándose con Hakir, a quien dedicó una leve inclinación de cabeza por saludo. Sin demorarse más saludó marcialmente y contó lo que había visto.

-Capitán, el enemigo sigue con los preparativos. Creo que están construyendo un ariete. Seguramente no atacarán antes de tenerlo terminado. Sin embargo, sus Caballeros están preparados, no se quitan esas armaduras monstruosamente grandes. Será cierto, como dicen, que son vampiri- se santiguó al decir esa palabra. No lo habría hecho en privado, pero en el patio, delante de no se sabe quién, era conveniente. -Por lo demás, todo en orden. La milicia está en sus puestos y los lugareños no salen de sus casas.

- El guardia Hakir va a los Barracones.

Tras la marcha de Hakir a los barracones, los portones se abrieron para dejar paso a Istvan, que había cabalgado de vuelta raudo desde las murallas.

—Gracias, Istvan —dijo al soldado tras escuchar el informe—. Ahora ve a descansar, pero mantente listo para partir con premura si hacemos el llamamiento.

Si estaban construyendo un ariete, quería decir que pretendían asaltar el castillo por el puente. Podían volcar el aceite sobre el instrumento y hacerlo arder, arriesgándose a que el fuego se extendiera a las puertas y las echara abajo con mayor eficiencia que los golpes del tronco afilado de un árbol. O podían dejarlos entrar con escasa oposición y recibirlos en las puertas, aprovechando su superior posición y un campo de batalla preparado a conciencia. Los vampyr aliados de los Basarab, sin embargo, podían inclinar la balanza de su lado a pesar de la superior defensa.

Sumido en esos pensamientos, caminó hasta Schaar Dvy.

—Voy a comprobar el estado de Maserrak —informó al antiguo caballero—. Acompáñeme si lo desea.

-Gracias, Capitán. Pero es Itsvan.

«Así que también le había dado permiso a Hakir para descansar.»

Itsvan estuvo tentado de irse a descansar tras Hakir, pero se quedó mirando a Ferenk, sus ojos preocupados, la carga de la responsabilidad.

-¿Seguro que no queda nada en que pueda ayudar, señor?

- El Capitán Zarak está ya abriendo las puertas del Salón cuando escucha la pregunta del que muy probablemente sea el mejor de sus hombres.

Ferenk se detuvo un instante antes de proseguir.

—No por ahora, Itsvan —dijo—, prefiero que estés más fresco para las próximas horas. Pero no es necesario que vayas a los barracones. Puedes quedarte aquí.

- El Capitán atraviesa las puertas del Salón Principal.