- Cuando Mikail y Enrietta entran en los Establos, descubren a Vasilov terminando de preparar el carruaje noble de Durius de Slobozia, así como uno de los mejores caballos de monta (los caballos de guerra ya se los llevaron anteriormente y no están disponibles).
Sonrío al ver a ambos.
- Cuando gusteis. - les digo.
Al encontrarse con Vasilov en los establos con todo ya preparado, a pesar de que no era lo que habían planeado, sonrió a Enrietta con cierto nerviosismo.
- Las mujeres primero.- Le dijo cogiendo uno de los sacos grandes y tendiéndoselo a Enrietta. Los tres lacayos eran mayorcitos ya para saber que estaban infringiendo las órdenes del Capitán, aunque podían escudarse en cumplir las que les había dado Durius. Si les pillaban la pena podía ser muy dura, incluso la muerte.- Creo que será mejor que vayan en el interior del carruaje metida dentro del saco, al menos hasta que salgamos de la ciudad.- Cogió otro de los sacos grandes y lo llenó del resto de cosas del tesoro no entregado de la boda y lo puso junto a donde estaría Enrietta.- Supongo que no hay más caballos. - Dijo con resignación. Esperaba haber contado con al menos dos de ellos y haber podido pasar del carro, pero ahora tampoco se podía poner quisquilloso. Si encontraban a Durius el carro podía serles de gran utilidad, pero llamaba mucho la atención. Cuando estuvo todo listo partió junto a sus compañeros.
Cuando estén listos hacia el camino a la Mansión Basarab.
Me encojo de hombros ante la pregunta de Mikail.
- Tengo los detalles de donde enterró Maserrak a nuestro señor. - le digo a Mikail. No creo que nos resulte muy complicado encontrarlo.
- Agarra un par de palas.
Enrietta se mete en el saco y permanece quieta hasta que la voz de alguno de sus compañeros le indique lo contrario. Solo espera no ser atravesada por una espada en algún registro.
- El carruaje del Secretario Ducal, con Vasilov y Mikail en el pescante, sale de los establos y se dirige a las puertas del castillo.
- Todos los guardias están fuera, por lo que Vasilov se baja del carruaje y abre las puertas con ayuda de Visany, que después de que salgan las vuelve a cerrar con ayuda de algunos criados.
- Son bien pasadas de las tres de la tarde...
// Salen de escena: Al menos Vasilov y Mikail. - Siguen en: Alba Iulia: Calles de la Ciudad.
- Dama Dubieta y su hijo Tiberiu llegan al Patio del Castillo procedentes de la Capilla.
- Hay en el lugar un denso ambiente de tensa preocupación. Varios criados están junto a las puertas del Castillo, probablemente acaben de cerrarlas.
- No se ven guardias en sus puestos.
- Dama Dubieta ve a su prima, la Dama Radovina junto a su doncella personal.
- Mis señoras. - digo a la Dama Dubieta y a la Dama Radovina. El Patio podría no ser un lugar seguro para vuestras mercedes.
La tensión en el ambiente había adquirido forma propia apropiándose del lugar. Ante la falta de guardias en las murallas apretó, por instinto, la mano de su pequeño. ¿Qué sucedía? ¿Dónde estaban los guardias? Localizó a su prima que al parecer había salido de su estupor y había decidido salir del Salón Principal. En cuanto llegó a ella un joven se acercó, Visany creía recordar, y con el que no había cruzado palabra alguna. Asintió, pero no parecía que su expresión cambiara en algo la determinación con la que había llegado al Patio Principal.
- Para todos, menos para los guardias que no logro ver. ¿Dónde están? -preguntó con algo de sequedad no dirigida al joven, pero que al ver la forma en que miraba los puestos vacíos podía percibirse un claro disgusto por la situación.
- Mi señora, salieron con el Capitán Ferenk. - respondo. Creo que iban a atacar el Campamento de los Basarab.
- Quedamos los que ve aquí además del Cambelán Otto que se encuentra en estos momentos en sus aposentos.
Estaban sin guardias, las murallas desprotegidas ante el más pequeño de los ataques. Habían confiado en la suerte y esperado que el enemigo no tuviera información o merodeadores para observar los muros. Sea como fuere dependían, en ese momento de sus capacidades. Estaban perdidos si los atacaban ahora.
- En sus aposentos... -repitió-. Manténganse disponibles, hacen bien.
Se despidió con un leve asentimiento de cabeza y, finalmente, fue hacia su prima.
- Deberías estar en el Salón Principal, prima. Dado las nuevas noticias sobre nuestra seguridad en el interior estás mejor -Miró a su pequeño-. En breve iremos, pero antes debo comprobar algo. No andes sola por el castillo, Radovina.
Usó una leve sonrisa como despedida, siguiendo de inmediato con su plan inicial.
Seguridad.
En aquellos momentos de difícil consuelo, lo más simple era hablar de seguridad. ¿Dónde estaba la seguridad? ¡Los guardas! Por más guardas que se encerraran en aquellas cuatro paredes de vieja piedra, por más espadas que llevaran... El Mal era el Mal y aquello si que era inexpugnable.
-Mi querida prima, por favor -su tono era más bien bajo mientras se adecentaba sus vestiduras -no creo que debas ir tú tampoco a solas por este Castillo. Las horas corren y nuestra seguridad se merma a cada paso que damos en solitario.
Y cierto era. ¿Cómo iba a dejar que se moviera sola así como así? Con todas sus fuerzas, dibujó en su rostro la mejor sonrisa que pudo mientras daba varios pasos en dirección a su prima.
-¿No crees que llevo razón, querida?
Observo y escucho a ambas Damas.
- Mis señoras. - les digo. No disponemos de Guardias pero si lo desean puedo disponer que un criado vaya siempre con cada una de ustedes a modo de "escolta".
Se dice, que los sucesos pasan por algo.
Se dice, que las casualidades, son un mero alarde de intentar desconectar relaciones totalmente entrelazadas. Que nos hacen cerrar los ojos y que en nuestra propia seguridad, totalmente inventada, nos reconfortemos. Pero solo es un invento de la mente. Un invento que hace sentir de cerca el miedo pero que a la vez lo aleja. Si... Un invento.
Puede que horror, sorpresa o tal vez pánico, fuera lo que sintieran los criados del Castillo que estaban en el patio al ver como la luz, como el Sol, como el alma que daba vida a todo se teñía de verde. La situación era cruel y aún se establecía un fuerte contacto con lo sobrenatural. Todo se paró, todo se hizo silencio.
Algunos maldijeron, otros con ferocidad, mandaron y mandaron en un alarde de intentar proteger a cualquiera. Otros... simplemente palidecieron.
-¿Qué demonios? - Seguramente fue la expresión más utilizada en aquel momento.
Por unos instantes, todo pareció muerto... Todo pareció extinto. Todo por un instante.
-¿Qué ha pasado? ¡¿Qué ha pasado?!
Las voces se escuchaban por todos lados, el revuelo durante los primeros minutos tras aquel extraño suceso fueron la clave. Y los rostros, palidecieron una vez más.
Ruidos de voces alarmadas llegan hasta mis oídos y salgo al patio a ver qué es lo que ocurre. Apenas salgo miro los muros y puertas y veo que no han entrado enemigos. Tampoco veo que haya alguien disparando flechas desde las almenas así que el ataque inminente de los Basarab no es el motivo.
Veo entonces a un lacayo y veo que mira el cielo. Es entonces cuando entro en la cuenta del color de la luz que nos baña y mis ojos se llenan con el verdor proveniente del sol en lo alto. Mi boca se abre pues nunca había escuchado nada acerca de un fenómeno así, nada.
- "¿Qué significa esto?"
Intento recordar todas las lecciones del Maestro Maserrak y no soy capaz de concebir ninguna idea de qué es lo que puede producir que el Astro Rey se torne de tal innatural coloración. Esto es extraño, incómodo y por sobre todo, deliberadamente profano.
Me quedo examinándolo. Lo miro con mis curiosos ojos, intento entenderlo, intento por lo menos memorizarlo pues dudo mucho que esto sea algo que se vea dos veces en la vida. Quiero ser capaz de recordar cada detalle de la perturbadora imagen hasta el día de mi muerte, que puede no estar tan lejos como hace un tiempo pensaba.
Alzó la ceja ante aquella sonrisa, sin embargo no avanzó. Quedose allí de pie, sujetando la mano de Tiberiu mientras sopesaba por qué iba a estar más segura allí, ante la falta de seguridad visto la ausencia de guardas, tal y como lo hacía Radovina, que en el recorrido hacia el lugar que deseaba inspeccionar.
Pero de repente, sin previo aviso, vio verde. El Sol, la luz, todo lo que veía tenía aquella lúgubre tonalidad que rápidamente hizo entrar en pánico a muchos. Observó a su prima, apretó con debida firmeza la mano de su pequeño, ¿qué nuevo mal los acechaba?
¿Qué debía hacer? No podía entrar en pánico, era impensable dejar a su retoño en aquella marea de locura. ¿Qué propósito tenía todo aquello?¿Quién o qué lo había producido?
- Entremos -dijo con voz trémula mientras negaba con la cabeza.
Antes de entrar está a la espera de ver la reacción de su prima.
DUBIETA:
- Tirada de Astucia + Poder Infernal. Tirada Oculta.
DAMA RADOVINA (DIRECTOR III):
- Tirada Oculta de: Astucia + Consciencia + especialidad Intuición. Es decir: 3+3+3 = 9 dados de 10 caras, Desglosados, a dificultad 7, y marcando la casilla Oculta.
- En este caso, aunque sea oculta, el Director III podrá ver la tirada, pero no así la jugadora original, Dama, en caso de que leyera esto.
La luz verde que emitió el Sol hizo pensar a Radovina que todo había acabado, que el Mundo, que la guerra, que todo había terminado. Si es que existía un Dios había puesto fin a las atrocidades... Pero todo volvió a la luz de siempre y entonces, sus pulmones respiraron y la vida siguió su curso.
-No creo que pase nada querida.
Se adecentó las vestiduras con el semblante serio mientras miraba a su primera. Aunque no sería nada, no le gustaba estar allí, fuera, en el Patio. Sería mejor estar entre cuatros paredes de vieja piedra.
-Entremos mejor.
Tirada oculta
Motivo: Tiradas I
Tirada: 9d10
Dificultad: 7+
Resultado: 3, 8, 3, 9, 3, 7, 8, 8, 6
Exitos: 5