Partida Rol por web

Por el influjo de sus palabras, por su presencia o porque simplemente correspondía, Otto de Sajonia recuperó su cordura y si bien su apariencia hablaba de su pérdida de control anterior, fruto posiblemente de aquella aura de pavor que rezumaban las propias piedras del castillo, aún quedaba en él la fuerte impronta del cortesano que siempre había sido. Su reverencia y la rápida información proporcionada eran sus señales de identidad.

-Una criatura antigua embutida en una armadura indescriptible. Esa consideración en tu boca, querido Otto, resulta más inquietante que cualquier descripción posible -la mirada verde de Durius recorrió el páramo que era aquel patio del Castillo-. El Capitán Ferenk y yo hemos podido comprobar que la guardia ducal de poco o nada servirá. Dime, Otto, ¿qué sabes del resto de las gentes del Castillo? ¿Qué consecuencias ha tenido esa indeseada presencia? ¿Eres capaz de decirnos quién permanece aún entre estas cuatro paredes?

Niego con la cabeza, algo avergonzado por no poder precisar con exactitud debido a mi estado.
-Lo lamento mil señor, no sabría decirle exactamente. De todas formas debo pedir disculpas, no me he explicado con la suficiente claridad. El ser del que os hablo está siendo combatido en las mazmorras. Aquí se encontraba el guardia Itsvan y Hakir con un puñado de hombres, supongo que habrán acudido a la llamada del deber, Maserrak dijo que estaría descansando en sus aposentos. Vasilov y Enrietta se encuentran en la mazmorra también... Durius, esta criatura quería hablar, o eso creo, pero su presencia... Hace llorar a las paredes y tiñe el entorno de sombras...
Pierdo un segundo las formas recordando el momento pero me recompongo enseguida. Recuperando un mínimo la compostura.

Cuando escuchó la voz de Otto, libre por fin del horror feral que lo había poseído hasta instantes antes, Ferenk se decidió a acercarse al rincón en el que se encontraban los dos hombres.

Un monstruo había penetrado entre los muros del castillo. Uno capaz de hacer bestias de los hombres con su mera presencia. Si hubiera tenido al dios de los cristianos en su corazón, hubiera elevado una plegaria para que protegiese su cordura. Los antiguos Dioses, sin embargo, no veían la cobardía con buenos ojos.

—No son más que engaños, Chambelán. Un campesino con una horca es más peligroso que las sombras y los llantos —dijo, tratando de sonar convencido—. Anoche, los milicanos nos informaron de la aparición de una figura embutida en una siniestra armadura en el cementerio romano, donde acampaban los hombres de los Basarab. Apresaron a varios y, por la descripción que fue capaz de hacernos el pobre desgraciado, se había alimentado de ellos. Supusimos que se trataba de un vampyr. Fue la razón por la que abandonamos la seguridad de las murallas para combatirles antes de que anocheciera de nuevo.

- De repente, sin previo aviso, todo cambia.

- Las sombras del lugar son simples sombras, no pozos insondables a punto de tragarse el Castillo entero hacia un profundo y maldito Mundo Tenebroso.

- Las piedras dejan de llorar, puede que nunca lo hicieran, y vuelven a ser piedras normales y corrientes.

- Incluso la tormenta parece amainar y la noche tornarse menos fría.

- Los dos guardias desmayados recuperan la consciencia, es evidente que no recuerdan nada de las últimas horas, pues están totalmente confusos.

A las palabras de uno y otro siguió la metamorfosis que acabó con todo rastro de palabrería. Durius guardó silencio, evaluando la situación y preguntándose por la enigmática figura.

-Deseaba hablar o te lo figuras, Otto. Hay una notable distancia entre ambas afirmaciones. La misma que radica entre la vida y la muerte. No obstante, afirmas que está siendo combatido en las mazmorras donde dices se hallan mis lacayos. Tus palabras siembran preguntas en vez de respuestas. Acompañadme ambos a las mazmorras. Diría que el combate ha finalizado, aun cuando el resultado de este permanezca incierto a nuestros ojos -Durius comenzó a andar en dirección a las mazmorras-. Capitán, abrid paso, la espada desenvainada. Comprobaremos si vuestras sospechas acerca de su naturaleza son ciertas o no -ordenó haciendo lo propio-. Otto, a mi espalda. Y ve dándome razones. ¿Por qué crees que deseaba hablar esa criatura? ¿Quién ordenó el combate en las mazmorras? ¿Qué hacen mis lacayos en ellas?

- Durius está caminando espada en ristre hacia la entrada a las escaleras que descienden a las Mazmorras cuando por esa puerta emerge corriendo el guardia ducal Itsvan, con la lanza y el escudo por delante.

Itsvan se sorprendió al encontrarse de frente con el señor Durius. Vio la espada en su mano y comprendió.

-¡Señor Durius! Ahm... Abajo están el caballero Shaar Dvy y algunos guardas. El Koldun revivió pero creo que le hemos vencido de una vez por todas. Shaar Dvy desea hablar con vos. -informó inconexo-. Yo debo continuar la vigilancia desde la muralla. Con su permiso... - Cautelosamente dejó el camino libre a Durius para que pudiera bajar a las mazmorras y a la vez dirigirse a la barbacana, salvo que Durius tuviera algo que decirle.

—¡Volved a vuestros puestos! —gritó a los guardias que acababan de despertar—. Todo está bien.

Aunque la extraña presión que había sometido al castillo se había disipado repentinamente, el Capitán permanecía preocupado. El resultado del supuesto combate era incierto, y aunque los defensores del castillo hubieran vencido, Schaar Dvy posiblemente se encontraría entre ellos.

—Se encuentran en las mazmorras por orden mía —respondió Ferenk en lugar del Chambelán, adelantándose—. Instruí a los varones para que fueran a buscarle, si es que todavía seguía vivo, y a Enrietta para que ocultara al Chambelán en las catacumbas y atendiera sus necesidades. Desoyendo mis instrucciones, salieron los tres en su carruaje aprovechando nuestra marcha, y ni siquiera mostraron el sentido común de dar un rodeo. Entorpecieron la reyerta con los hermanos Basarab, e incluso trataron de pasarnos por encima cuando los detuvimos al terminar. Pensaba dejarles allí hasta que regresara usted —dijo, encogiéndose de hombros— y tomara una decisión. O ejecutar al varón y liberar a la mujer, en el caso de que no regresara.

Desenfundó la espada y encabezó el grupo que se dirigía hacia las mazmorras. Se sentía extrañamente ligero, como si el metal de la armadura se hubiera tornado en tela. No daría la bienvenida a un nuevo combate, especialmene si era contra quienes consideraba aliados, pero si había de ser, no habría mejor momento que aquel.

—Y no son los únicos —añadió, recordando algo—. Conseguimos apresar vivo, aunque malherido, a Molensk Basarab.

En ese momento, la figura del guardia apareció frente a ellos, procedente de la profunda oscuridad de las escaleras que descendeían a las mazmorras. Que las noticias que traía fueran buenas o malas aún estaba por ver.

—Todavía no, Istvan —ordenó—. Cuéntanos qué ha ocurrido en las mazmorras.

-¡Ah, Capitán! -Itsvan se tranquilizó. «Me alegro de verle» pensó decir, pero esas cordialidades podían sobrar delante de Durius.

-El Koldun volvió de entre los muertos y entró a las Mazmorras. Entonces Shaar Dvy, los demás guardas y yo le enfrentamos y vencimos, pero Carnicero cayó antes de llegar nosotros. Antes de morir el Koldun nos dijo cómo debía ser enterrado para no volver más. Y... Los prisioneros escaparon en la confusión, ayudados por el otro lacayo. Debieron huir por otro camino... No deben estar lejos...

—Carcelero ha muerto... —afirmó, más que preguntó.

Ferenk suspiró con resignación. Jensi Stolnic, Farkas Deli y ahora el Carcelero sin nombre. Solo Otto y él seguían vivos, "vivos". Ellos y sus hombres. No solo habían masacrado a los transilvanos, sino que se las habían arreglado para morir demasiado temprano en su nueva tierra.

—Solo uno de los prisioneros importa —sentenció—. ¿Molensk Basarab ha escapado con ellos?

-No, escaparon los lacayos y la sirvienta. Molensk está muerto, pero desconozco qué le ocurrió.

Niego con la cabeza.
-Antes de indisponerme vi que el Carcelero entraba dispuesto a matar al traidor Basarab.
Miro a Durius durante unos segundos.
-La criatura dijo que quería hablar, pero dudo que tuviera intenciones nobles, de todas formas ya es un absurdo el preguntarse las motivaciones aunque vendría bien asegurarse de que esa criatura no revive de nuevo. Debemos preocuparnos por encontrar a sus lacayos, mi señor. Guardia Itsvan ¿Cómo dijo que debe ser enterrado? Dispondré de inmediato la forma aunque deberíamos preguntar a Maserrak, quizá conozca una forma de hacer que no vuelva o descubra un posible engaño.
Aguardo un segundo y me encaminó hacia las mazmorras, aunque antes miro al señor Durius.
-No he tenido la oportunidad hasta ahora, me alegro de que esté de vuelta, señor Durius. Cuando todo se calme y esté en orden, me gustaría que hablásemos en privado

Itsvan se rascó la cabeza pensativo. Ocurrió todo muy rápido y los detalles eran extraños y sin sentido para él.

-Dijo algo... de cortarle la cabeza y enterrarla bajo flores... No sé si eso les servirá...

Al haber vuelto el Capitán y desconociendo las noticias dudó qué hacer a continuación.

-Capitán, la guardia de las murallas está bajo mínimos pero quizá me necesita aquí abajo. ¿Cuáles son mis órdenes?

-Es difícil llegar a creer en la lengua de quien se cuela en el hogar y trae consigo la muerte. Nada se hará con dicho cuerpo hasta que yo lo decida -fueron las palabras de Durius ante los póstumos deseos del desconocido al que habían dado fin en las mazmorras-. Mas decidme Itsvan, el caballero Dvy, ¿resultó herido en la lid? ¿Y quiénes son los guardias que lo acompañaban? No deseo que ninguno escape a la recompensa que tan buena labor merece -señaló con voz suave-. En cuanto a vos, Chambelán, vuestra petición os es concedida, mas deberá esperar a que finalice nuestra visita en las mazmorras. Deseo comprobar con mis propios ojos lo allí ocurrido. Acompañadme pues. Capitán, que Itsvan nos acompañe, junto a vos si lo tenéis a bien. Temo que el ansia de sangre de nuestro mutuo amigo no haya hallado cumplida satisfacción con la muerte que nuestro buen Itsvan nos ha referido. Quizás incluso deseéis hacer público lo acaecido no hace tanto.

Durius miró fijamente a Ferenk, los ojos verdes, esmeraldas en la noche.

-El caballero Dvy salió ileso. El guardia Hakir resultó herido, pero no de gravedad. Él dio la voz de alarma. El guardia Boru... -dudó- está ileso también. Y por último los carceleros de Carcelero, creo que están todos vivos pero puede que aún estén fuera de sí.

Itsvan recordó la advertencia de Dvy: el enemigo podía hacerse pasar por Durius o Ferenk o ambos. Seguir las precauciones que le indicó Dvy habría sido más fácil si no se los hubiera encontrado tan de repente en el patio. No tenía motivos para dudar pero tras todo lo visto hoy Itsvan dudaba de cada sombra e incluso de sí mismo...

-El camino a las Mazmorras debería ser seguro. Me adelantaré para avisar al caballero y a los guardias de su llegada. Con su permiso.

¿Era entonces el propio Carcelero quien había acabado con la vida del indefenso Molensk? ¿Qué le pasaba por la cabeza en ese momento? El jefe de las mazmorras era sanguinario, pero conocía su trabajo y disfrutaba más con él que con el asesinato; podía mantener a hombres normales con vida durante años, a pesar de la escasez, la inmundia y la tortura. ¿Por qué matar a un hombre a quien podía haber enido a su merced? Y nunca, bajo ningún concepto, hubiera actuado contra los intereses de Su Señor.

Las palabras de Durius lo apartaron de sus reflexiones.

—¿Habría alguna diferencia si fuera usted quien lo dijera? —preguntó el capitán. Y, sin embargo, siguió hablando—. El antiguo caballero dice creer que Durius es un impostor. Cuando lo encontramos en la ciudad, Schaar atacó al Secretario Ducal sin previo aviso, en dos ocasiones. Yo mismo estuve confuso —reconoció Ferenk—. Siento algo diferente en usted desde que regresó. Sin embargo —se encogió de hombros—, creo que Schaar Dvy está equivocado.

Ferenk tenía la sensación de que se enfrentaban a algo más insidioso que el monstruo abatido en las mazmorras. Por separado, cada uno de los acontecimientos de aquel día podían atribuirse a la casualidad, pero cuando todos coincidían en el tiempo, no podía sino pensar que alguna fuerza estaba detrás, manipulándolos.

—Espera, Istvan —detuvo al guarda—. Iremos juntos. Nos encontraremos cara a cara con Schaar Dvy, y espero que no sea necesario recurrir a la violencia. Suficiente daño ha recibido ya Nuestro Señor desde esas malditas bodas.

- El Guardia Itsvan emprende el regreso a las Mazmorras, enseguida le siguen el Chambelán Otto, el Capitán Zarak y el Primer Caballero Durius.

DECIMA CAMPANADA. NOCHE DEL CINCO AL SEIS DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Parece que llueve con menor intensidad cuando Vasilov sale al mojado Patio del Castillo.

- Primero no ve a nadie, pero enseguida ve a dos guardias ducales cerrando las puertas del Castillo.

Cruzo raudo el patio manteniéndome en las sombras en dirección al dormitorio de Maserrak.