Partida Rol por web

Asiento con la cabeza con gesto preocupado.
-El exceso de celo en nuestra actual situación no es desmedido. Si hubiera algo que informar, por nimio que pueda parecer, no dudes en contármelo.
Le dedico una sonrisa de aprobación y le indico que puede continuar con lo que estaba haciendo.

- Así se hará. - le respondo.

- Vasilov y Enrietta han sido llevados a los calabozos. - le comento.

Respondiendo a la pregunta del Chanbelán, después de retenerme de hablar al ver que otras personas también requerían su atención, comencé a explicar:

- La situación militar está controlada, Chanbelán, hemos resultado victoriosos, tanto en el tumulto causado en las calles de Alba Iulia por tres de los hermanos Basarab como en batalla campal que se ha librado en el antiguo cementerio. - Resumí en un prodigio de síntesis. - Lo que más nos debe preocupar en estos momentos es que hay un par de enemigos que no han podido ser apresados, y son dos enemigos poderosos, Señor. El Caballero Schaar sigue la pista de uno de ellos. El otro es Adelmus Basarab, del cual no tengo más información en estos momentos, Señor. El Capitán Zarak está tras la pista y nos ha encargado, al Guardia Ducal Itsvan y a mí, la defensa del castillo por esta noche.

Luego señalé al carruaje.

- Allí hemos traído los cadáveres de nuestros sargentos y de los dos hijos Basarab caídos en la batalla, Señor.

Me cuadré y esperé, por si tenía alguna pregunta más concreta, antes de retirarme a supervisar la guardia del castillo.

Sonreí sin ocultarlo al escuchar las buenas nuevas.
-Espléndidas noticias. Esperemos que vuelvan con noticias aún mejores. No debemos dejar que se batan en retirada, esos perros traidores no merecen la misericordia ni la piedad de poder ver un nuevo amanecer. Vuelva a su puesto, me ocuparé de que nuestros caídos reciban sepultura.
Asiento con la cabeza y acompaño mis palabras con unas gesticulaciones nada recargadas para enfatizarlas.

Fijo la mirada en Visany enmarcando una ceja ante la revelación de la última frase.
-¿Bajo qué autoridad y con qué cargos se ha procedido a encarlarles?
Termino añadiendo con algo de sorpresa y enfado.

- Ante las palabras de Hakir, los seis guardias presentes se derrumban, completamente rotos y desmoralizados. Varios de ellos rompen a llorar, todos están aterrados por lo que observaron en las calles de la ciudad. Aparte de eso, todos llevan en absoluta tensión muchos días. Días sin dormir y sin descanso, y sin un respiro del miedo imperante.

- Para los presentes, queda claro que en su estado actual, la Guardia Ducal no sirve de nada, ni será capaz de combatir en modo alguno en horas o incluso días.

- Lo ignoro. - le respondo. El Guardia Ducal Hakir los ha llevado presos a las Mazmorras.

-Solo una cosa más, Chambelán. -interrumpió Itsvan.

»Aprehendimos al lacayo Vasilov y a una sirvienta, que trataban de abandonar la ciudad con el carruaje. Ambos decían actuar bajo órdenes del Señor Durius, pero  el Capitán tuvo a bien detenerlos y que fueran retenidos en las mazmorras. Otro lacayo sin embargo escapó.

Asentí a las palabras de Itsvan, confirmando tal cosa a ojos del Chambelán.

El cansancio hacía mella, no sólo en el cuerpo, también en la mente. Sin duda estábamos todos agotados, pero no debíamos desfallecer ahora que estábamos tan cerca de acabar con toda aquella locura.

Cuando el Chambelán se dio por informado, hablé con Itsvan.

- Los hombres están muy cansados. Deberíamos hacer turnos de guardia esta noche y sumarnos nosotros a ellos, así como a todo hombre de armas que esté en el castillo. Cuanta más rotación podamos darles, mejor. Presiento que mañana el alba traerá buenas nuevas. ¿Qué opinas, Itsvan?

Itsvan meditó las palabras de Hakir.

-Tienes razón. Los hombres que han combatido hoy necesitan un descanso de este horror. Los hombres del castillo nos tendrán que servir. Deberíamos traer también milicianos para reforzar la guardia esta noche. No me fiaría mucho de ellos, pero seguramente bastará con que paseen con antorchas por toda la muralla hasta el amanecer, -siguió en voz más baja, que solo Hakir pudiera oírle- pues Dios nos ayude si nos atacan otros portadores de esa fuerza sobrenatural y Schaar, Ferenk o Carcelero no vienen.

Se me puso la cara de sorpresa en cuanto recibo la noticia. Niego con la cabeza.
-Iré a ver que puedo sonsacarles... Haced lo que tengáis que hacer para mantener el castillo a salvo.
Doy unos pasos hacia los soldados desfallecidos. No veo ilógico que se sientan desfallecidos, pero hay que dar el resto.
-¡Escuchadme todos!
Comencé a dar unos pasos alrededor de ellos, mirándolos uno a uno. Ganándome su atención metiéndolos en el discurso.
-Se que estás cansados, que el esfuerzo que estáis haciendo es sobrehumano. Alguno incluso está deseando que le sobrevenga el desmayo para tener una razón de peso por la que cerrar los ojos sin caer en la vergüenza de abandonar su puesto. No es justo que nadie os pida que aguantéis, pero me veo obligado a hacerlo. No sólo por mi o por el castillo, es por vosotros, por el hombre que tenéis al lado y por la memoria del caído para que podamos seguirnos defendiendo. Miraos los unos a los otros, no necesitáis nada más que os espolee a cumplir con vuestro deber. No me cabe la menor duda de que sabréis estar a la altura de lo que se espera de vosotros. ¡Ponemos firmes! ¡Firmes, valientes soldados! Estad ahí cuando suenen las campanas de victoria.
Termino de andar, con las manos a la espalda, mirando a los soldados y esperando que las palabras les infundan valor. Tras esto miro a los dos superiores.
-Guardias.
Salgo en dirección a los calabozos.

- El Chambelán Otto se dirige a las Mazmorras.

- Tan pronto el Chambelán se pierde de vista, los hombres de la Guardia Ducal se derrumban de nuevo, es obvio que están rotos y con la moral por los suelos, debido al pánico y la tensión. Cuatro de ellos se desmayan y quedan inconscientes. Los dos de la puerta no paran de gimotear y sollozar.

La trastornada sirvienta de Dama Radovina sonríe y comienza a canturrear en voz baja, pero audible:

- "Vamos a morir todos en este castillo... Vamos a morir todos... en este Castillo." -

- Tranquila Elena. - le digo apoyando mi mano en su hombro. Nadie más va a morir aquí.

Elena abraza súbitamente a Visany, apoyando su cabeza en el hombro del muchacho, y luego al rato comienza a reír, muy, muy bajito...

Apoyo mi mano en su cabello mientras con la otra mano correspondo a su abrazo.

- ¿Estás bien? - le pregunto al notar como empieza a reir.

El espectáculo que estaba dando la Guardia Ducal era vergonzoso, aparte de que minaba la moral del resto del castillo.

-¡Vosotros dos! -se dirigió a los que quedaban en pie. Señaló a los desmayados- ¡Sacad de aquí a esos cobardes! Me da igual si pasan la noche en los barracones o al otro lado de la muralla. Y no volváis hasta que estéis listos para empuñar un arma.

La risilla de aquella muchacha me estaba poniendo aún más de los nervios. Sus comentarios poco halagüeños me ponían enferma, ¿no veía que en aquel momento era precisamente lo que menos necesitábamos? Por un momento, temí perder los nervios yo también, pero mi hijo ya se estaba ocupando de ella.