Partida Rol por web

- ¡Oh! Disculpad, mi señor, pero me temo que con todo el revuelo del incidente olvidé tratar las heridas del Caballero de los Cárpatos - reconocí no sin cierta vergüenza por tal descuido.- Aunque me habéis leido el pensamiento, esa era mi intención sin lugar a dudas... ya conocéis mi avidez de conocimiento...

Maldije mi estupidez, pero dadas las circunstancias aquel hecho quedaba en un segundo plano. Parecía que la muerte se acercaba a pasos de gigante, involucrado como estaba en aquel conflicto, y las conclusiones acerca del análisis de sangre habrían llevado bastante tiempo.

- Tendría que consultar algunos textos para estar seguro pero... bueno... probablemente lleve más tiempo del que disponéis - dije en referencia al veneno.- Me preguntáis por mi... por mis capacidades... - instintivamente oculté los verdaderos términos, nunca se podía estar seguro de quién andaba escuchando tras los muros.- Sabéis que mi maestro sufrió una prematura muerte, al igual que el vuestro, de modo que no tuve tiempo de aprender gran cosa de él. Conservo su libro, pero de nuevo es tiempo lo que necesito para poder sacarle partido a lo que allí hay escrito. He pasado demasiado tiempo huyendo y tratando de ser quién no soy, escondido bajo la piel de un maestro, dejando de lado lo que de verdad anhelo... Creo que puedo ser de ayuda, conozco una invocación poderosa, capaz de derribar al más osado con el poder de la tierra y el fuego pero me temo que no sea suficiente como para prender fuego a la mansión. Tengo el poder de invocar la roca fundida de la tierra sobre el cuerpo de un enemigo, es tan letal que atravesará cualquier protección y le consumirá por dentro, quemando la carne a cada paso que de... Eso es lo poco que puedo ofreceros, mi señor.

-Me ofrecéis un tesoro, Maserrak -dijo Durius con un brillo de fuego verde en sus ojos-. No menospreciéis vuestra valía y puedo deciros que si sobrevivimos, dispondréis de tiempo para dedicarlo al estudio y a profundizar en vuestro poder. Más la vida no es algo que pueda prometeros. Y al mismo tiempo, me sitúa en una posición... digamos que difícil ante vos. Si nos acompañáis, seréis testigo de prodigios que nunca visteis. De extraños hechos que necesitarán justificación. No sois estúpido ni os tengo por tal. Así pues, decidme, ¿qué razones podéis ofrecer para justificar que la corte ducal de Gyula Kadar opere en tan intempestivas horas? ¿La presencia de licántropos entre sus filas de guerreros? ¿El hecho de que yo mismo haya mantenido tal estatus de comportamiento?

- Reconozco que he presenciado más actos sobrenaturales de los que imagináis, por lo que en cierto modo no me resulta tan extraño - dije en respuesta.- Claro está, que a menudo han sido peligrosos y traumáticos... sin ir más lejos mi maestro fue asesinado por uno de esos licántropos y también tenía entendido que el vuestro, Sidor de la Selva Negra, había sido asesinado por vampyr...

Lo dejé un poco en el aire, para mi estaba claro que Gyula Kadar tenía poderes más allá de lo que yo había visto. Esas apariciones y desapariciones no se parecían a nada que yo hubiera visto, pero no obstante, he leído mucho y también he escuchado muchas historias.

- ¿Queréis decir que Gyula Kadar es un vampyr? - me aventuré a decir.- Lo cierto que eso explicaría muchas cosas... Imagino que es su deseo que mantengáis sus costumbres en su ausencia ¿Me equivoco?

-Cierto, Sidor fue asesinado ante mis ojos por un vampyr y dos bárbaros que lo acompañaban. No tuvo demasiadas opciones -un velo cubrió la mirada de Durius ante un recuerdo poco halagüeño-. En aquel contexto me fue perdonada la vida por aquel monstruo. Mas la vida tiene extraños destinos marcados para todos y cada uno de nosotros -su voz mostraba un extraño timbre difícil de precisar-. Gyula Kadar es un vampyr, tal y como decís y yo os confirmo. De enorme poder. Y escasa discreción, todo sea dicho de paso. Su extraña alianza con sus enemigos naturales, sus guerreros de sangre, viene basada en un lazo de sangre. Cómo lo logró es un misterio para mi persona. Respecto a mí, querido Maserrak, sí os equivocáis pues no es la voluntad de Gyula la que me obliga a mantener sus atípicas costumbres, sino la necesidad. Mi propia necesidad pues yo también soy una criatura de la noche -miró a Maserrak directamente a los ojos. Sin amenaza alguna, sin temor alguno-. Sois un hombre de bien, Maserrak, y contáis con mi aprecio y respeto. Pero es hora de que sepáis que os movéis en un circo de monstruos. Y para que toméis vuestras propias decisiones con conocimiento de causa. Nadie os impedirá abandonar el Castillo si así lo decidís. Nada os impedirá seguir en el Castillo como mentor y estudioso, incluso si renunciáis a proporcionarme la ayuda que me ofrecisteis hace unos minutos. Vuestra vida está a salvo mientras yo sea quien rija el destino de este siniestro lugar.

- Vos sois... sois... un vampyr - dije con los ojos abiertos como platos, aunque cierto era que eso explicaba muchas cosas.

Otros habrían sentido miedo, asco quizás y otro montón de sentimientos enfrentados y contradictorios, pero en mi caso, vampyr o no, Durius seguía siendo lo más parecido a un amigo que tenía. Por el momento había sido sincero conmigo en todo momento, al menos que yo supiera, y trataba de mirar también por mis intereses, cosa por la que le estaría eternamente agradecido. La huida no era una alternativa para mí, el viaje desde Slobozia me enseñó que ese no era mi camino, pero tampoco lo era quedarme cruzado de brazos, si Durius moría en aquel asalto se acaban mis garantías en el castillo. El destino de Lindor sería incierto si Durius no estaba y mi puesto como maestro... bueno, ni siquiera deseaba dedicarme a ello toda la vida.

- Monstruos dices... yo mismo soy uno de ellos, ¿o has olvidado cómo me miraba y acusaba tu lacayo? ¿Qué diferencia hay entre tú y yo? A ojos de un mundano ninguna... somos brujos, monstruos... - le miraba con la melancolía del que añora algo que está a punto de perder. - Estoy contigo en esto, amigo, pues no puedo tomar otro camino, si he de morir lo aceptaré gustoso y al menos podré librarme de esta losa que me oprime el corazón cada día... Lo único que lamentaré si muero es no haber podido realizar el sueño de mi maestro, que también se convirtió en el mio: ver de nuevo alzarse a Circulus Ruber, crear un círculo de poder y conocimiento... - a pesar de las circunstancias aún conservaba mi curiosidad.

- Pero dime algo, Durius, ¿qué ocurre con tus poderes? ¿Con tu magia? Quiero decir... ¿Puedes usar magia siendo un vampyr?

Mi reacción había sido quizás frívola, pero así era yo, curioso por naturaleza, mi afán de conocimiento superaba todo sentimiento humano. Esperaba ansioso su respuesta, pero aún le daba vueltas al plan... a todas luces insuficiente para derrotar a un ejército como el de los Basarab.

- El plan es arriesgado, Durius... pero se me ocurre algo que quizás pueda servir - dije a punto de exponer lo que había pensado. - Iré al grano: vended a Iakobus a los Basarab. Literalmente. Sabéis que ese hombre es una rata, es el mismísimo demonio, no se puede confiar en él. Estoy seguro de que estás constantemente pensando que puede traicionarte... y seguro que si se le presenta la oportunidad lo hará. Anticípate a eso, ofreceselo al Boyardo, carga sobre él todas las culpas, no será difícil, todos conocen como es, se lo creerán... después ofrece una tregua a cambio y sigue con el plan, atacamos la finca, pero le dejamos en la estacada para que los Basarab lo capturen, además por el camino seguro que es capaz de llevarse por delante a alguno de los hijos del Boyardo...

Envíame a la mansión con un mensaje, yo puedo convencer al Boyardo de este plan... hagamóslo Durius, acabemos con esto... -

-La ignorancia siempre es atrevida a la hora de juzgar lo desconocido. Mas no pienses en la muerte, Maserrak -dijo Durius tuteando a aquel hombre por primera vez-. Ni en la imposibilidad de que tus sueños se cumplan. Respecto a tu pregunta, no, la magia me está vedada. Un poder por otro. No hay deuda que no se pague, ni premio que no conlleve su castigo, si bien me resultaría harto difícil precisar cuál fue el castigo y cuál fue el premio. Respecto a Iacobus, no, no lo venderé a los Basarab. Él me hace sentir más... humano. Todo hombre o mujer, desde que nace goza de una extraño don que desprecia. Sabe que morirá. Cuando alguien alcanza la cima de lo sobrenatural, tal don se disipa aunque no termine de extinguirse. La amenaza que Radoslav supone para mí, despierta en mí el vago recuerdo de aquella época ya extinta. Además, tu plan exigiría de tiempo y ese es un privilegio del que no gozamos. Es hora de golpear a los Basarab. ¿Triunfo? Se verá. Es mi intención recuperar a los pequeños de su sangre y devolverlos al Castillo y en el tránsito, golpearlos con la mayor fuerza posible. No hay lugar a un enfrentamiento frontal. Debe hacerse escudados en la noche y de forma artera y traidora -señaló Durius sin que aquella forma de proceder pareciera molestarle-. Tan solo he de pedirte un favor. Si muriera y tú sobrevivieras, hazte cargo de Lindor. Como si fuera tu propio hijo.

- Lo haré, no te preocupes por el niño, además creo que tiene mucho potencial, ya sabes... - Dije, haciendo promesas de las quizás me arrepintiera más tarde. - Entonces. ¿Cuál es el plan? Quiero decir... Esta claro que ellos tienen algo parecido a un ejército y nosotros no. ¿Cómo tienes pensado vencerles? -

-Mediante la sorpresa, la nocturnidad y lo inesperado de un ataque singular, con tan solo nosotros. El fuego debería servir para sembrar el caos entre sus filas al tiempo que debiera causar las suficientes bajas si este es inteligentemente usado. Ataques furtivos, aquí y allá, mermarían sus fuerzas, aunque el objetivo, amén de la purga, es recuperar a los pequeños Basarab. Con ellos nuevamente en nuestro poder, el perro volverá a tener el collar en su lugar. Mas nada se puede anticipar pues la sorpresa siempre existe y si bien en el marco de las ideas todo plan parece perfecto, lo inesperado siempre ejerce su dominio. Tú, Maserrak, con tu poder, deberías encargarte de uno de los más fuertes. Blaatu o su primogénito. No obstante, ignoro el alcance de tu poder o cuáles son tus exigencias o necesidades a este repecto -Durius miraba a Maserrak a la espera de una respuesta en este sentido.

- Podré hacerlo desde una distancia considerable, casi un millar de pies, a partir de ahí la magia es débil y no puedo garantizar su efectividad - dije haciendo un cálculo mental del alcance del conjuro.- Lo más importante es tener contacto visual con el objetivo, y quizás pueda ser difícil en mitad de la noche y a esa distancia... un lugar elevado ayudaría, sin duda, y una buena iluminación garantizará el éxito.

-La oscuridad de la noche será sin duda un obstáculo mas el fuego bien podrá romper su magia. Sea como sea, lo que haya de ser, será. Bien, Maserrak, es hora de que te deje con tus asuntos y tus cuitas. Te veré mañana -dijo Durius poniéndose en pie-. Cualquier cosa que necesites, dispón de ella como creas conveniente. Gozas de mi autorización ante cualquier obstáculo que nadie quisiera ponerte. Buenas noches.

MENOS DE DOS HORAS PARA EL ALBA DEL SEGUNDO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- El Caballero Durius Tremere abandona el dormitorio de maese Maserrak de Flambeau y baja las escaleras, pasando junto al guardia Itsvan mientras abandona la Sala de Estudio y sale al Patio del Castillo.

En cuanto Durius se marchó comencé a revisar mis notas para intentar dar con una fórmula adecuada que me permitiera sintetizar material inflamable que fuera difícil de apagar.

MASERRAK:

- Es una tarea de entre 12 a 18 horas completas.

- Tirada oculta y secreta de Inteligencia + Alquimia.

MASERRAK:

- Con apenas unos breves descansos para las comidas, para tus abluciones y un par de breves cabezaditas mientras el preparado burbujeaba en las redomas, llegas a la noche siguiente.

- Es el momento arreglarse para ir al funeral.

- Tienes una botella grande con lo que calculas son unas siete dosis de un preparado altamente inflamable. Prefieres no probarlo, pues intuyes que sería muy peligroso, pero estás convencido de que funcionará.

SEGUNDA HORA DE LA MADRUGADA DEL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Maserrak sube las escaleras de la Sala de Estudio hasta llegar a su habitación, que todavía tiene la cerradura forzada por la intrusión de un criado horas atrás.

- Se retira a su cama a descansar.