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TERCERA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

QUINTA CAMPANADA, MADRUGADA DEL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

FALTA MEDIA HORA PARA EL CANTO DEL GALLO.

CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

AMANECER DEL CINCO DE MAYO, AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

- Maserrak se revuelve inquieto en sueños, tal vez recordando la matanza de ayer.

- El Capitán Zarak entra en la Sala de Estudio y sube las escaleras hasta la puerta del dormitorio del Maestro.

- La cerradura fue forzada hace poco, aunque tal vez el Maestro haya apoyado una silla contra la puerta.

Ferenk atravesó la sala de estudio, que apenas había pisado desde que llegara al castillo, ascendió por las escaleras hasta el descansillo donde se encontraban los humildes aposentos de Maserrak y golpeó la puerta con los nudillos acorazados antes de anunciar su presencia:

—Maestro Maserrak, soy el Capitán Zarak.

Habían transcurrido varias horas desde el amanecer y no podía demorarse más, así que empujó la puerta sin esperar la respuesta del maestro.

- La fuerza del Capitán es sobrenatural, por lo que lograría abrir la puerta (no cerrada con llave), incluso aunque el Maestro hubiese puesto una silla o un mueble.

- El Capitán Zarak entra en la estancia, que está a oscuras con las contraventanas cerradas y escucha roncar suavemente a Maserrak.

- La Dama Dubieta llega hasta la Sala de Estudio donde habitualmente estudian Lindor y Tiberiu.

- Se para al pie de la escalera que conduce al dormitorio privado del Maestro, pues desde ahí puede escuchar que el Capitán ya está despertando a Maese Maserrak y el decoro manda que ella no entre también en la alcoba.

Me desperté sobresaltado por los golpes en la puerta, sin saber qué estaba ocurriendo.

- Ehm... humm... que...? - farfullé durante un instante hasta reconocer la voz y la figura del capitán.- Capitán... ¿Ocurre algo? ¿Requerís mi presencia?

- Schaar Dvy entra presuroso en la Sala de Estudio y encuentra a la Dama Dubieta aguardando al pie de la escalera que conduce al dormitorio privado del Maestro Maserrak. Arriba se oyen las voces del Maese y del Capitán de la guardia ducal.

El maestro estaba despertando cuando Ferenk entró en su oscuro cuarto, más celda monacal que dormitorio. Reconociendo quizás su silueta estampada en la débil luz que entraba por el umbral, se dirigió a él por su cargo.

—No es necesario que se levante, Maserrak —dijo, adelantando el brazo con la palma a la vista—. Ha pasado casi medio día desde su regreso. Vengo a saber de su estado y traerle nuevas. Primero lo esencial, ¿cómo se encuentra? ¿se cree lo bastante recuperado como para combatir hoy?

Tras él se escuchaba el suave sonido de las pisadas de Dubieta y el repicar de las botas metálicas de Schaar Dvy contra el suelo.

Tardé unos instantes más en colocar mi mente en su sitio, los sobresaltos inesperados a menudo dejaban mi cabeza en el lugar dónde se suponía que debía estar y no en el que estaba realmente... en sentido figurado, claro. Cuando al fin recuperé la compostura y entendí lo que el Capitán me estaba diciendo, pude al fin contestar.

- Ehm... me encuentro mejor, gracias por preguntar - respondí, casi automáticamente, aunque mis pensamientos se quedaron parados en el resto de palabras que había pronunciado el Capitán.- ¿Combatir? ¿Qué está ocurriendo?.... oh, oh, oh... ¿Nos han atacado? ¿Ha vuelto ya el Secretario Ducal?

Schaar sonrió al ver a Dubieta y, aprovechando el momento de soledad, le acarició el pómulo sin decir nada unos segundos. Luego recuperó el control de sus actos y se alejó ligeramente, mirando hacia la puerta de Maserrak.

- Se agota el tiempo- dijo con gesto serio en un susurro a su dama.- Si llega la noche no tengo demasiadas esperanzas. Debemos atacar antes que el día siga avanzando.

Al entrar en la sala de estudio sonrió levemente, pues pese a la situación que mantenía a todos en vilo aquel lugar era donde su pequeño adquiría los conocimientos que en un futuro, el cual pensaba defender con todo su ser, harían de su retoño un hombre. Creía en el poder que el Conocimiento otorgaba, tanto como un guerrero lo creía en su acero.

Dejó que Ferenk se asegurara de no hallar al Maese en una situación indecorosa, y aunque dadas las circunstancias pocas cosas podían impresionarla el decoro exigía que incluso en tan apremiantes circunstancias se cumpliese las normas cívicas establecidas.

Pasó sus delicados dedos por el pupitre de su pequeño he hizo la silla a un lado para poder tomar asiento de costado a la mesa. Agradecía que la silla fuera ligeramente ajustada a la altura de su hijo, pero su mente poco pudo distraerse en las estanterías con libros y el tintero sobre la mesa cuando sintió la presencia de Schaar.

Se permitió cerrar los ojos e imperceptiblemente saboreó el toque que tanto ansiaba, no importaba la brevedad pues era como un arroyo de agua pura para el sediento. Manos de guerrero tanto como de amante, firmes y delicadas.

Asintió. Sabía lo que se avecinaba, pero si decaía ahora todo lo que habían pasado no serviría de nada. Ni siquiera aquella pequeña posibilidad que con tanta dificultad florecía en su corazón.

"Naces Stantovich. Mueres Szantovich", había escuchado una vez a su padre. Lo que antaño le parecía un orgullo ahora estaba comprendiendo que era un impedimento.

- Aquí estudia Tiberiu -Su voz era suave, casi como si realmente su pequeño estuviera en la sala estudiando.

Lo miró fijamente y el aire casi nostálgico de hace un instante desapareció.

- En cuanto sepa lo que aportará -Miró hacia la habitación-, haré los preparativos oportunos.

Quería sonreír, decirle así que todo iba a ir bien, pero no pudo.