Partida Rol por web

Esta vez el caballero no se andó con remilgos, si es que el hecho de despedazar más de una decena de cuerpos con una espada sierra de tamaño gargantuesco podía ser considerado como tal cosa. Tomando nota del objetivo de la aeronave imperial, decidió gastar otro de sus obuses, volando por los aires a los desgraciados que habían "sobrevivido", entre lo que parece una sarta de insultos y amenazas y una extraña carcajada mecánica. 

La situación había cambiado un poco y estar bajo la protección del gigante imperial estaba claro que en estos momentos era la mejor baza para el grupo. Extrañamente a lo normal en una zona de guerra, todavía no había disparado pero la discrección era la clave ante las hordas que avanzaban descontroladamente. Por desgracia su compañero parecía estar bajo los efectos del miedo, cada poco tiempo el pánico lo atenazaba, por lo que contar con el iba a ser complicado.

-Vamos Allen debemos de seguir avanzando, nuestra única posibilidad pasa por localizar el posible punto de reunión. Si mi intuición no me falla se encuentra al norte, por lo que debemos movernos hacia allí.

La cosa seguía sin muchos cambios, , el caballero avanzó, seguramente pensando en cobrarse unos cuantos filetes de no muerto, e Indómito realizó otra pasada soltando una bomba que dañó severamente a dos hordas. 

Allen corrió tras Alexander, seguían entre las calles, buscando la manera de evitar las grandes hordas enemigas, mientras seguían tras la pista del puesto de mando. Al grandote soldado, se le cayeron varios de sus proyectiles al suelo, y entre maldiciones se agachó para recuperarlos.

Al levantarse Alex ya estaba dentro de una casa al norte y se perdía, así que apretando los dientes, corrió hasta su posición y se pegó contra el muro, empezaba a sudar, pues mover todos esos kilos era una lucha contra la gravedad constante y estos sprints estaban agotándolo.

Estre resuellos le contestó a la anterior pregunta.

-Pues espero que tu intuición te diga que está cerca, porque se me va a salir el corazón por el pecho, Je- digo entre respiraciones fuertes, cogiendo aire con fuerza, y preparándose para volver a correr.

Seguían avanzando y seguían vivos, lo cual en medio del campo de guerra en el que se encontraban no era poco. La estrategia de seguir al titán metálico parecía estar dando el resultado necesario para acercarse sin prisa pero sin pausa al punto de encuentro.

-Veo que la parte del entrenamiento físico en tu unidad no es lo más destacado ¿eh?.- Le dijo a Allen con una sonrisa. Seguramente el rato vomitando lo había dejado algo debilitado. La cuestión era animarse entre los dos para tratar de encontrar a las fuerzas aliadas.

El combate se sucedía en aquella zona, con los zombies aporreando violentamente la puerta del taller a lo lejos. Mientras tanto la mole titánica volvió a lanzarse a la carrera con la espada en alto contra otro de esos grupos de muertos, que quedó reducido a una pila descuartizada de carne podrida.

Alexander y Allen siguieron escurriéndose tras el coloso de acero, cuando multitud de pasos a sus espaldas les hicieron darse la vuelta. Ante ellos aparecían, desde las calles, dos columnas de milicianos lideradas por un sargento de la misma, y que parecía traer con él una selección de especialistas, la mayoría extramundanos, entre los que se contaban una pareja de la escoria penal, un lancero selicano montado junto a su ayudante, tres equipos de apoyo pesado (de los zapadores, del 13º y de los kasrkin, el primero con lanzamisiles y los dos últimos con bólter pesado), un equipo de disparo acechadunas y un especialista de fezzorn con su ayudante. Con tantos orígenes juntos, aquello casi parecía un chiste. 

Avanzasteis a través de las calles, que en su mayoría se encontraban bastante tranquilas. Eso solo podía indicar que el enemigo acudía allí donde había resistencia, dejando limpios el resto de lugares... O todo lo limpio que podía estar el rastro de la carnicería caníbal provocada por unos cadáveres putrefactos, claro. 

De camino a los talleres, los más despiertos entre vosotros fuisteis conscientes de que no había un único origen de los disparos. Debía haber más fuerzas imperiales aguantando en otros lugares, aunque aquello no importaba en ese momento: vuestro objetivo era únicamente el taller donde los blindados se encontraban. 

Finalmente llegasteis al objetivo, a tiempo de observar de cerca a la enorme máquina carmesí y como se lanzaba a la carga contra otro grupo de podridos, destrozándolo con un gigantesco brazo-sierra. Y allí delante, a pocos metros, había dos soldados con sus ayudantes, que parecían estar siguiendo la senda de destrucción del coloso, un fezzornita y un miliciano. 

Estando ya cerca, tu vox crepitó y captó una emisión, que sin duda debía provenir de la aeronave que acababa de hacer una pasada.

-Fuerzas de tierra, aquí Indómito. Esa era la última bomba, procedemos a darles apoyo con barridos multiláser. Mi observador detecta que un número importante de fuerzas aliadas se acercan para levantar su bloqueo, anden con ojo. 

Sin duda aquel mensaje no debía ir dirigido a ti, así que alguien debía haber encerrado que tenía comunicaciones. 

Anthony fue asintiendo con la cabeza a cada uno que se le presentaba, agradeciendo sus gestos y valorándolos. Se centraba en avanzar, en dibujar en su mente que se podría encontrar, pero la pregunta de Albus lo dejó algo pillado - creo que ya nadie lo sabe, parece que llevemos en guerra dos vidas - le contestó con calma. 

Entonces llegaron, las calles tranquilas hasta que vislumbraron al caballero. Los mensajes de radio entraron y Anthony no tardó en ponerse a trabajar - ¿Quién dirige la defensa? - preguntó por el vox - aliados entrando por el este, por la ciudad - y entonces se giró a los demás - avancen por las calles, avance de destrucción, enemigos que detectemos enemigos que acosamos hasta destruirlos, no se avanza hasta que no este despejado, ¡demos un buen uso a las granadas! ¡vamos vamos vamos vamos! - vociferó asiendo con firmeza su fusil reglamentario de proyectiles sólidos - ¡Milicianos de Sélica! ¡Seguidnos! - avanzó unos metros y se quedó en la esquina, asomando la cabeza y viendo a una horda de zombies - ¡contacto al sur! - señaló hacía abajo esperando el momento para abrir fuego.

Las calles parecían despejadas hasta que vimos al objetivo que queríamos encontrar. Es un enorme Caballero Imperial que lucha contra las hordas de no muertos. Es una gran mole metálica, con la potencia de varios blindados, que lucha como un campeón contra los enemigos.

"Esa máquina puede hacer la diferencia en la batalla, pero solo si conseguimos protegerlo lo suficiente o le sucederá lo mismo que a los blindados que perdimos en el campo."

Pero son muchos los zombies que aún pueblan este lugar y el Sargento indica que hay contacto de enemigos al sur. Avanzo hasta situarme en la encrucijada de las calles y, desde ahí, aguardo a que los enemigos aparezcan antes de abrir fuego contra ellos con mi bólter pesado.

Era una maravilla ver la máquina de guerra destrozar al enemigo, era grandioso. Sólo podría ser superado por máquinas más grandes del mechanicus. Parecía que no se habían aburrido, pero por lo menos la estructura del edificio continuaba. Era momento de ayudarles y liberarlos de su carga. Ante las ordenes de aquel curioso soldado planetario, se preparó para el enfrentamiento, con los ánimos renovados tras la anterior "victoria".

-Dichoso rifle. Que el Señor del Cielo guíe mi tiro. Que el dueño del firmamento nos vea y proteja.

Los disparos irregulares que se escuchaban, el olor metálico que saturaba el aire, las nubes de polvo que salían de entre los escombros de los edificios en ruinas...todo aquello le daba el aspecto al cual Albius estaba acostumbrado tras tantos meses de entrenamiento...unos pocos años para él, cientos para el resto tras el incidente de su unidad en el inmaterium.

No sé podría decir que Albius estaría cómodo cerca de cualquier cosa que oliera a magia, no señor.

El enorme constructo mecánico que tenían delante era llamado caballero por algunos hombres de la unidad tan cosmopolita que formaban ahora mismo, y escuchó rumores de que habían incluso algunos más grandes. Se alegró de que aquella enorme y muy destructiva cosa estuviera de su parte...aunque, ¿cómo no iba a estarlo siendo ellos los sagrados ejércitos del emperador?

El sargento no parecía ya recordar cómo había empezado todo aquello, pero al menos le había contestado, quizás tras el combate, podrían reanudar la conversación, ahora tocaba limpiar aquello de más monstruos levantados por el insidioso caos.

Se adelantó hasta la siguiente esquina al escuchar los gritos de contacto y tomó posición con su bólter pesado.