Partida Rol por web

El avance, dividido de manera confusa, se siguió realizando sin mayores novedades, pues de momento se las habían apañado para no dar con ningún grupo de muertos. Aunque eso parecía estar cerca de cambiar, pues cerca de la esquina se escuchaba jaleo zombie, al menos todo el que podía oírse con los ruidos del combate. Los que habían marchado directos al oeste, por contra, parecían estar relativamente a salvo y cerca del objetivo, aunque algunas paredes impedían una visual clara. 

Ya había perdido de vista al los compañeros, sabía que estaban allí pero por lo ruidos de disparos sabía también que los combates continuaban, era en cierta medida una temeridad andar sólo en esas calles destrozadas, sin saber muy bien lo que se podía encontrar, pero oye, esto es la guardia imperial, sufrimiento y deber, pero dada la situación, más sufrimiento que deber. Esperaba volver a darse una buena ducha para quitarse el sudor de tanto combate. Tan sólo un esfuerzo más. eso era loq ue todo el mundo se diría para soportar las cargas de este combate constante que nunca acababa.

Anthony, sin mucho más que añadir continuó su avance hasta que llegó a la esquina. Se asomó y rápidamente se cubrió con la pared del edificio - ¡CONTACTO! - bramó a través del vox que amplió su voz cientos de veces - ¡TOMAD POSICIONES Y ABRID FUEGO A DISCRECIÓN! - ordenó comprobando la recamara de su arma - ¡QUE CADA TIRO CUENTE MUCHACHOS! ¡DEVOLVEDLOS AL IMPÍO AGUJERO DEL QUE VIENEN A ESOS HIJOSDEPUTA! 

Al entrar en las ruínas, avanzó con cuidado, fijándose dónde ponían los pies, por si habían agujeros que les hundieran en algún piso subterráneo o bodega, así como cualquier posible trampa que pudiera haber. Su paso lento le hizo escuchar, antes que ver, los gemidos de la horda que avanzaba por la calle, y al mirar en esa dirección pudo ver, a través del quicio de una puerta destrozada, una masa de muertos que se dirigían hacia el Sargento que salía por la esquina y vociferaba a todo trapo por su aparato amplificador.

Sin decir nada, apoyó el bólter pesado y asintiendo junto a su compañero, apretó el gatillo del arma.
 

Su parte del campo de batalla estaba tranquilo como una tumba. Con cuidado, Arthur avanzó hasta la siguiente cobertura y echó un vistazo rápido, ya estaba prácticamente en el taller.

Fedor, en cabeza del grupo de exploración, se preguntó qué hacía él tan adelantado. Un artillero de retaguardia.

Nunca te acostarás sin que el Emperador te enseñe algo nuevo, pensó el lantanita. Caminando por entre las ruinas escuchó la soflama guerrera del sargento selicano, animando a los hombres a despedazar a los cercanos enemigos. Daba gusto oír a un aliado motivado. Podía llegar a ser contagioso. El problema es que, aunque se oían rugidos y disparos cercanos, no se distinguía al enemigo... hasta que el artillero los vio de reojo por el hueco de una puerta que perpendicularmente prestaba un ángulo de visión estrecho, pero suficiente para vislumbrar una horda de aquellos seres en la calle siguiente.

Fedor avanzó unos pasos más y perdió el contacto visiual. Estaba muy cerca de ellos y decidió retroceder apuntando al hueco de la puerta, lugar por donde podían empezar a emerger los bichos. Observó de soslayo cómo a su derecha llegaban compañeros y, sin más dilación, comenzaban a disparar por el hueco de la puerta. El lantanita caminó hacia atrás, amartilló su recortada y apuntó al hueco, preparado para prodigar una lluvia de perdigones a lo primero que asomara.

Van Horst escuchó los disparos al sureste. El titán cubría el otro flanco, así que hizo una seña a Alexander con la mano y cayendo ligeramente hasta el sur se acercó al muro. Apoyó el M36 y apuntando, esperó a que el enemigo entrase en su campo de tiro.

Los soldados a los que seguía, habían comenzado a tomar posiciones en las ruinas, así que me quedé quieta durante un instante antes de tomar mi decisión. Visualicé el campo de batalla y escuché los ruidos provocados por el combate, ahí debía ir si quería llevar a cabo mi misión por lo que mis pasos me llevaron ligeramente hacia mi derecha siguiendo aun a la escuadra de aguerridos soldados que estaba usando como escolta.

Levanté el rifle láser recién cargado y me preparé para el posible avistamiento de enemigos. Debíamos acabar rápidamente con ellos si quería cumplir cuanto antes con lo que se me había encomendado.

Por ahora parecía clara la estrategia a seguir para tratar de llegar vivos y en condiciones de ayudar a la gente que se encontraba en el taller. En cualquier momento podían sufrir una emboscada o encontrarse con otra horda zombi. Quizás era más sencillo avanzar en grupo, pero algo en su subconsciente le decía que Van Horst Alexander sabía moverse por la zona.

-Te cubro las espaldas.

El avance siguió dándose a buen paso, al menos hasta que dieron con enemigos, siendo Albius el primero en derramar sangre... Si por sangre se puede entender la pútrida mezcla que corre por sus corroídas venas, claro. Mientras tanto, el grupo que avanza hacia el oeste continúa, sin contratiempo alguno. 

Había dejado que mis compañeros avanzasen por las calles de la población, sin apenas preocuparme por la distancia, al fin y al cabo yo iba sobre una veloz montura y ellos andando. En este tiempo había podido observar los destrozos provocados por el enemigo, no siendo menores los que habíamos causado nosotros en la defensa de esta posición.

- Que cantidad de trabajo queda aun por delante. Golpeo los flancos del Ave de guerra y sigo los pasos de "El Bastardo". - Vamos bestia, no creo que nos paguen las horas perdidas sin destruir al hereje. 

estaba claro que se habían topado con otra horda de escoria, pero ya no podía hacer nada por ellos. Tenía que seguir avanzando a su objetivo. Cada vez estaba más cerca. ¿En que situación se encontrarían allí?

Las balas del bólter habían atravesado el agujero al que alguna vez alguien habría llamado "puerta", impactado varias en los laterales y abriendo boquetes en el rococemento allí dónde explotaban. Se levantó una lluvia fina de polvo que impidió durante un momento la visión, pero una ráfaga de viento limpió la zona y la horda de no-muertos quedó a la vista de Albius, que apuntó con tranquilidad y apretó el gatillo de su arma, absorbiendo el retroceso con sus musculosos brazos. Sus anteriores esfuerzos ya estaban abriendo brecha en aquella apretada formación de cuerpos corrompidos, y la nueva ráfaga segó cuerpos como si estuviera jugando a los bolos. 

- ¡Volved a la tumba de una vez, malnacidos! - gritó desde su posición. - ¡Tiradles una granada y se desharán como azucarillos! - dijo a los soldados que estaban girando la esquina unos metros más allá.

Clack-cla-cla-cla-cla- sonó el bólter pesado.

El dedo de Albius se destensó, liberando la presión sobre el gatillo de su arma. - ¡VOY A RECARGAR! - gritó, esperando que sus compañeros más cercanos le cubrieran.

-Cuanto antes acabemos con esa chusma antes podrán ponerse el marcha. Echémosles una mano susurró Paul a Alexander.

Luego, tan calmado como si estuviese en un campo de tiro, afianzó su arma sobre el muro. Encajó la cabeza de uno de los zombies en la mira de su rifle y la convirtió en bruma roja, atravesando los cuerpos de varios muertos más con el resto de la ráfaga de disparos sobrecargados.

En esa posición algo ventajosa, Anthony se llevó el rifle al hombro, y tras apuntar abrió fuego contra la horda que se movía por la calle. Los proyectiles salieron disparados con una precisión que ni el propio Anthony se creyó capaz. Enfervorecido por el combate, volvió a bramar a través del vox - ¡VAMOS CAMARADAS! ¡DEMOSTRAD AL DIOS EMPERADOR DE QUE PASTA ESTÁIS HECHOS! ¡ACRIBILLADLOS! - dijo pletórico. 

El enemigo apareció, algunos milicianos estaban entre ellos y yo, no creí que eso fuera un problema. Así que avancé unos pasos para coger una buena posición y disparé una ráfaga de láser a aquellas criaturas, cuanto antes fueran exterminadas antes podría llevar a cabo la labor que se me había encomendado.

Los impactos fueron certeros; pero no podía confiarme así que me preparé para seguir castigando a los enemigos del Emperador.